Uno se apoya en la mochila. Porque en el momento en que nos quitamos el peso de nuestros hombros no sabemos enderezarnos enseguida; ¡pues resulta que era el peso lo que antes nos daba seguridad y equilibrio! [George Simmel]
jueves, 31 de diciembre de 2009
Milagros
miércoles, 30 de diciembre de 2009
El bosque en invierno
martes, 29 de diciembre de 2009
Dos e-futures posibles para el e-book
"El actual sistema de implantación del libro electrónico no es solamente una transición del papel al soporte digital, sino básicamente una extensión del modelo tradicional de edición. Una extensión insostenible y en última instancia perjudicial para el autor y el lector. La meta para la nueva década, en mi opinión, debe ser la distribución gratuita del libro por Internet. Y por una vez, lo ideal es también lo que tiene más números de ir a suceder".
El segundo, según Lawrence Lessig: el control total.
"Hoy, cuando el lector compra un libro, puede hacer una serie de cosas: puede leerlo una vez o cien veces; puede prestárselo a un amigo; puede fotocopiar algunas páginas o escanearlo en su ordenador; puede quemarlo, usarlo como pisapapeles o venderlo; puede colocarlo en la estantería de su casa y jamás llegar a abrirlo.
El lector puede hacer algunas de estas cosas porque la ley reconoce su derecho a hacerlas -por ejemplo, el lector puede vender el libro porque la legislación de derechos de autor limíta explícitamente el derecho del propietario del copyright a controlar el uso que el lector haga del libro físico después de la primera venta. Otras cosas las puede hacer porque no existe un modo efectivo de impedírselo. Un librero podría venderle el libro al lector a un precio si este promete leerlo sólo una vez, y a otro precio si desea leerlo cien veces, pero aquel no tiene modo de averiguar si éste ha obedecido el contrato. En principio, el librero podría vender con cada libro un agente de policía para seguir la pista al lector y asegurarse de que usa el libro tal y como prometió, pero los costes de este control excederían claramente cualquier posible beneficio.
Ahora bien, ¿qué sucedería si cada uno de estos derechos pudiera controlarse y ser disgregado y vendido por separado? ¿Qué sucedería si el propio software pudiera regular si leemos el libor una o cien veces; si podemos copiar y pegar fragmentos de él o simplemente leerlo sin copiarlo; si podemos enviarlo adjunto a un amigo o simplemente conservarlo en nuestro ordenador; si podemos borrarlo ono; si podemos usarlo para otra obra, con cualquier fin, o no; o si podemos simplemente dejarlo en la estantería o también tenerlo y usarlo?".
Seguramente el e-futuro del libro electrónico se situará en algún punto entre la utopía de Calvo y la distopía de Lessig.
O será una mezcla de ambas: habrá accesos y distribuciones universales coexitiendo con accesos y distribuciones restringidas.
Pero el debate es, no me digan que no, fascinante.
lunes, 28 de diciembre de 2009
Inmortal y asesinado
sábado, 26 de diciembre de 2009
Fabulaciones candorosas y de las otras
En todo caso, fabulación no menor que la que proclama una imaginada comunidad euskalerraica cual si de un hecho histórico se tratara.
Puestos a escoger entre fabulaciones, prefiero las candorosas a las otras.
viernes, 25 de diciembre de 2009
El último superviviente: una noche al raso en Londres
jueves, 24 de diciembre de 2009
Clientes equivocados
Díaz Ferrán: "Yo no hubiera elegido Air Comet para volar a ningún sitio"
El empresario hostelero había notado hacía unos días que del refrigerador de su local emanaba un desagradable olor. Los cortes de electrricidad se habían sucedido en los últimos tiempos y todo indicaba que algunos alimentos habían empezado a descomponerse. Sin embargo su restaurante, "Cómete el Aire", continuaba publicitándose en todas las guías gastronómicas, y las reservas para comer y cenar se cerraban al ritmo de siempre. O más: la proximidad de las fiestas navideñas había hecho que numerosas personas reservaran su local para celebrar comidas de empresa y reuniones de amigos.
Cuando se conocieron las primeras intoxicaciones el empresario hostelero hizo como si la cosa no fuera con él. Cuando estas se generalizaron, el propietario de "Cómete el Aire" declaró: "Yo no hubiera elegido Cómete el Aire para organizar ninguna comida".
Y se quedó tan ancho.
miércoles, 23 de diciembre de 2009
Snoopy
Snoopy ha sido escogido como el mejor perro de la cultura pop estadounidense por la sociedad canina American Kennel Club.
lunes, 21 de diciembre de 2009
Código hipocrítico
sábado, 19 de diciembre de 2009
Lluvia de albóndigas
La película contiene una evidente crítica al consumismo y al cuanto más grande mejor, particularmente en lo que se refiere a la comida. También reivindica la inteligencia frente a las apariencias.
Y contiene un secundario que es una joya: Manolo, un inmigrante argentino que trabaja como cámara de televisión, circunspecto y anodino durante buena parte del tiempo, hasta que en la última parte de la película se descubre como un personaje fundamental.
Divertida y con unos cuantos mensajes de calado.
domingo, 29 de noviembre de 2009
Capitalismo de casino
La desregulación, en particular la de los mercados financieros, no ha sido accidental sino imprescindible: “Sin el descontrol de las finanzas, sin los aparentemente sofisticados instrumentos financieros ahora fallidos, sin las pirámides financieras, sin los enriquecimientos puramente especulativos, el enorme crecimiento económico que ha llevado a esa globalización sin precedentes no hubiera sido posible porque no habría contado con la financiación necesaria”.
El problema de fondo es el crecimiento. Pero mientras que en el keynesainismo el principal dinamizador de la actividad económica era un presupuesto sometido al control parlamentario, en el neoliberalismo el estímulo fundamental al crecimiento económico se hurta a cualquier tipo de control.
Hemos pasado de la libreta de ahorro a la tarjeta de crédito. Todos. Los Estados, pero también los consumidores individuales. El consumo apoyado en el crédito abundante y barato se convierte en el motor interno del crecimiento. Crecimiento de la deuda de las familias. Low cost.
A partir de 1985 EEUU, históricamente el primer acreedor mundial, se convierte en deudor neto. Su deuda es en 1988 11,5 veces mayor que en 1970 y casi cinco veces la de 1980. A finales de los Ochenta, con una deuda que dobla a su PNB, se convierte en el país más endeudado del planeta. El Estado emite bonos y obligaciones para financiar su déficit (pero hay petrodólares a espuertas). La deuda se reembolsa con nueva deuda. Sistema piramidal.
También las grandes empresas recurren al endeudamiento corporativo, siguiendo la misma lógica perversa. Pensemos en la imposibilidad de grandes empresas de soportar ni un solo día tras el crack. No reservas, no liquidez.
Surge todo un negocio del riesgo. O de la supuesta cobertura del riesgo. Hedge founds (fondos de cobertura), mercados de futuro, derivados (instrumentos financieros que aseguran a sus compradores en determinados casos: impago, quiebra del emisor, disminución del valor en bolsa). Las sumas aseguradas por estos artilugios financieros sumaban en EEUU 500.000 millones de dólares en 2000; pero alcanzaron en 2008 los 55 billones (casi cuatro veces el PIB de EEUU, prácticamente el equivalente a la totalidad del PIB global mundial de ese año).
¿Como funcionan? Effron –gestor del hedge found Soggin Capital- compró en 2003 deuda de Zaire, entonces llamada República Democrática del Congo, al Banco de Brasil, que había prestado dinero a la nación africana para la construcción de una planta de energía. Era un crédito a 20 años y el Banco no había recibido dinero del Congo desde hacía 19 años y 11 meses, así que los brasileños decidieron vender los 150 millones de dólares de deuda a 5 centavos el dólar, es decir, por 7,5 millones. Cuatro años después y tras gastar 11 millones en abogados, Effron consiguió 70 millones del gobierno congoleño.
Ruptura de una lógica básica de la economía financiera: que los fondos invertidos a un determinado plazo deben tener su base en recursos obtenidos a un plazo similar. Utilización de fondos obtenidos a corto plazo para préstamos a largo.
Asunción de riesgos desmesurados. Mientras funcionó sirvió para alimentar el crecimiento del crédito, convertido en un negocio en sí mismo, desconectado de la economía real. Estructura piramidal.
La cadena se rompe por su eslabón más débil: los créditos hipotecarios más arriesgados, las subprime. El 7 de septiembre quiebran las agencias Fannie Mae y Freddie Mac, sobre las que se aguantaba una buena parte del mercado inmobiliario en EEUU: poseían o garantizaban 12 billones de dólares de hipotecas.
1. En que los bancos actuaban con sentido y conocimiento del riesgo en el que incurrían. Era así hasta que aparecieron la titulización y los derivados. La titulización permite sacar paquetes de crédito de los balances bancarios, traspasando el riesgo a los inversores que los compran atraídos por altas rentabilidades, con sustanciosas comisiones para los bancos. Aparece un negocio distinto a conceder créditos analizados profesionalmente para poder cobrarlos. “Dar créditos basura, a deudores basura, con garantías basura. la titulización pasó a ser un mecanismo para empaquetar toda esa basura y colocársela a inversores que presumían de su fino olfato”.
2. Que los inversores son expertos y conocen lo que se traen entre manos.
3. Que un riesgo muy repartido –distribuido por todo el mundo y por todas las capas sociales, eso sí, de distinta manera- disminuía el peligro. Lo mismo que una manada de ñus atacada por leones.
4. Sobre todo: que las altas rentabilidades se iban a mantener, alimentando el sistema.
del endeudamiento-consumo-producción-más crédito...
a la escasez de crédito-abstención de consumo-paralisis de la producción-morosidad-endurecimiento del crédito...
martes, 24 de noviembre de 2009
Contra el choque de mentalidades: laicidad
Intervención con motivo de la presentación del libro de José Ignacio González Faus y Javier Vitoria, Presencia pública de la Iglesia: ¿Fraternidad o camisa de fuerza?, ayer, 23 de noviembre, en Bilbao.
Al leerlo he recordado un chiste de Gila. Un pasajero de un avión comenta: “No sé por qué tenemos que abrocharnos el cinturón; si el avión se cae no nos va a servir de nada”. A lo que otro pasajero le replica: “No, si es para que no se desparramen los cadáveres y facilitar el trabajo a los equipos de socorro”.
Porque aquí la cuestión no es volar con garantías. Aquí la cuestión es en que avión volamos y quién lo está pilotando. Y no me refiero sólo a la aeronave eclesial; también a la aeronave social.
[2] Porque ese es el problema. Es un problema institucional. Es la Iglesia la que tiene un problema con el mundo, la que debe elegir entre ser fermento de fraternidad o camisa de fuerza. Resto o residuo, tal como se planteaba en la Carta pastoral de los Obispos de Pamplona y Tudela, Bilbao, San Sebastián y Vitoria, Renovar nuestras comunidades cristianas (Cuaresma-Pascua, 2005).
Personalmente yo no tengo grandes problemas a la hora de asumir el particular estatuto del cristiano: “estar en el mundo sin ser del mundo”. No tengo grandes problemas aunque los tenga: me explico. Tengo problemas de coherencia, claro que sí, muchísimos; y tengo problemas muchas veces a la hora de armonizar el paso de mi pata católica y de mi pata sociocultural, a un ritmo laico. Pero no tengo ningún problema por tener ese problema. Lo asumo como algo natural. No pretendo resolverlo mediante la amputación de ninguna de mis dos patas, ni cambiando el ritmo laico de mi marcha por un ritmo legionario, ni de Cristo ni del Tercio de Extranjeros.
Leyendo el último libro del filósofo Gianni Vattimo me he identificado mucho con la manera en se califica a sí mismo de “catocomunista”, constante a la que según él ha sido fiel a lo largo de toda su vida. Y escribe:
Confieso que hoy tiendo a sustituir, cada vez más, el “cato”, el componente católico, por un “cristiano” más general. Ante lo que la Iglesia católica se ha ido convirtiendo tras los últimos pontificados, el calificativo en el que siento tener que reconocerme es el más genérico, y amplio, de cristiano. Si no me decido a definirme como luterano, es sólo porque sigo intentando pensar que, en realidad, las dos fuentes de la revelación son la Biblia y la Tradición y, por tanto, no “sólo la Escritura” de Lutero. La Biblia me ha sido transmitida por la Iglesia, de lo contrario nunca la habría conocido. Pero la Iglesia que me transmite la Biblia ya no es tanto la de la jerarquía católica; sino más bien la comunidad de los cristianos que, como ponen de manifiesto tantos indicios, diverge cada vez más, en la manera misma de vivir y concebir la práctica cristiana, de los palacios vaticanos.
Vattimo no tiene los problemas que se plantean en el libro de Javier y José Ignacio sencillamente porque no se ha subido al mismo avión, no se ha abrochado el cinturón; y si alguna vez lo hizo, se lo ha desabrochado y se ha tirado en paracaídas. Así cualquiera.
[3] Porque, ¿cuál es el problema que plantea este libro? Es la presencia de la Iglesia en una sociedad radicalmente plural –no tengo tan claro que sea, como se señala en varios momentos en el libro, realmente “pluralista”-, secular, laica. Javier Vitoria lo formula así:
La Iglesia necesita considerarse a sí misma como “sociedad civil”, como parte de un todo plural al que debe aportar lo mejor de sí misma, desde una actitud de diálogo que lo haga razonable (p. 87).
Pero este es, como decía antes, un problema en primerísimo lugar de la propia Iglesia. Por decirlo de una manera un tanto brutal: la sociedad española puede convivir sin mayores problemas con una Iglesia que, por no ser capaz de considerarse a sí misma como “sociedad civil” –como una oferta cosmovisional entre otras muchas-, acabe volviéndose irrelevante. Una Iglesia civilmente inadaptada, una Iglesia que, en la encrucijada histórica a la que hoy se enfrenta irremediablemente –en palabras de Vattimo, cargar con el destino de una modernidad en crisis con todas sus consecuencias o, por el contrario, reivindicar su carácter ajeno a la misma-, se decante por la extemporaneidad, por la extrañeza radical, “renunciaría a ser un mundo y una civilización, para volver a convertirse en lo que quizás era originariamente, una secta entre otras sectas y un objetivo factor de disgregación social entre otros”.
Y, por lo que parece, incluso los propios católicos están empezando a vivir sin demasiados problemas incluso en el seno de una Iglesia in-civilizada. Es el cisma soterrado sobre el que ha reflexionado con tanta profundidad como acierto el filósofo católico Pietro Prini.
[4] Pensemos, si no, en qué situación nos encontramos. Reflexionamos sobre la presencia pública de la Iglesia en un momento en que el portavoz de la Conferencia Episcopal ha dejado fuera de la comunión, aunque no excomulgados(¿?), a los diputados y senadores que en las próximas semanas voten a favor de la nueva ley de interrupción voluntaria del embarazo.
Pues bien, un diario titulaba así la noticia sobre las reacciones suscitadas por esas duras declaraciones: “Los diputados católicos no temen la excomunión”. Y continuaba: “Si trataron de remover conciencias, las amenazas han resultado ser contraproducentes. La promesa de excomunión dictada por el obispo Juan Antonio Martínez Camino contra los diputados que voten a favor de la nueva ley del aborto ha caído, peor que en saco roto, en la papelera del Congreso. Salvo excepciones de quienes unen dedicación pública y devoción privada en la bancada del PP, ni siquiera los conservadores han aplaudido las advertencias del portavoz de los obispos. Incluso dos formaciones con larga tradición cristiana, CiU y PNV, criticaron sus palabras” (Público, 22-11-09).
A tenor de lo dicho parecería que la presencia pública de la Iglesia no es ni fermento de fraternidad ni camisa de fuerza, sino un simple ruido de fondo, sólo molesto cuando eleva su volumen en la calle.
Por cierto: esa disonancia entre los responsables de la Iglesia y los ciudadanos, incluso aquellos que se consideran católico, no se produce sólo en el ámbito de la sexualidad. Suele ser esta una idea a la que se agarran desesperadamente determinados diagnósticos autojustificadores para cargar contra una sociedad “blanda y hedonista”, evitando así analizar la propia responsabilidad. Ocurre lo mismo, incluso más, en el ámbito de la política: si el 64% de los españoles señala que la religiosidad tiene muy poca o ninguna influencia en su vivencia de la sexualidad, el 67% dice lo mismo respecto de sus opiniones políticas.
[5] Es muy cierto lo que escribe González Faus en su primer texto: la cuestión de la laicidad no es exclusiva de la Iglesia, sino que se trata de un reto que brota de la pluralidad de nuestro mundo (p. 13). A esto se refiere el filósofo norteamericano Richard Bernstein cuado sostiene que el mayor problema al que se enfrenta el mundo no es el de un choque de civilizaciones, sino el de un choque de mentalidades:
La batalla que se libra actualmente no es entre creyentes religiosos con firmes compromisos morales y relativistas seculares que carecen de convicciones. Es una batalla que atraviesa la así llamada división entre lo religioso y lo secular. Es una lucha entre los que se sienten atraídos por los absolutos morales rígidos; los que creen que la sutileza y los matices encubren la falta de decisión; los que adornan sus prejuicios ideológicos con el lenguaje de la piedad religiosa; y los que enfocan la vida con una mentalidad más abierta, que se abstienen de buscar la certeza absoluta. Esta mentalidad no sólo es compatible con una orientación religiosa: es esencial para mantener viva la tradición religiosa y relevante para nuevas situaciones y contingencias.
No podemos caer en la tentación del fundamentalismo, del cierre sobre uno mismo. El mundo no es nuestro enemigo, sino el lugar privilegiado para la encarnación de Dios. El mundo está ahí para ser salvado, pero no para ser salvado de sí mismo ni contra sí mismo, sino en sí mismo, en toda su complejidad. El largo diálogo de Dios con el mundo debe continuar. Pero para que haya diálogo debe haber espacio para el diálogo. Y no hay espacio para el diálogo si no hay espacio libre, espacio no ocupado, hacia el que avanzar y por el que transitar. Y lo hay. Lo hay a condición de que la Iglesia aprenda a vivir en la tensión de la modernidad y sea capaz de asumir la propuesta que al respecto hacía Karl Rahner:
La Iglesia debe dejar de dar esas recetas baratas de pequeños clérigos que viven al margen de la auténtica vida de la sociedad y la cultura moderna, y remitir esas decisiones a la conciencia individual. No significa la retirada del cristianismo y de la Iglesia del terreno de la moral, sino un cambio de finalidad muy importante en la predicación cristiana; su deber es formar la conciencia y no primariamente con un adoctrinamiento casuístico, sino suscitando la conciencia y educándola para una decisión autónoma y responsable en las situaciones concretas, complejas y no racionalizables por completo, de la vida humana.
Porque lo cierto es que si, en el ecosistema cultural de esta concreta modernidad (bautizada como posmodernidad, modernidad reflexiva, segunda modernidad o modernidad líquida) no hay portador privilegiado por definición y a priori, las ideas, los valores y los proyectos que pueden humanizarnos y/o hasta salvarnos deberán construirse desde la deliberación. Y por tanto, desde la invitación permanente a todos, especialmente a los más distantes, a sentarse a la mesa.
“La Iglesia nunca conseguirá aceptar la laicidad si no deja de concebirse como una sociedad perfecta para pasar a ser una iglesia comunión”, advierte José Ignacio. Por su parte, Javier señala que “al día de hoy el encuentro de la Iglesia con la sociedad está repleto de rutas que no se navegaron, de oportunidades que no se aprovecharon, de caminos que no se recorrieron y de sendas olvidadas” (pp. 91-92).
A este viaje si me apunto. Ya me abrocho el cinturón...
domingo, 22 de noviembre de 2009
Más allá del horror
"El horror, el horror". Las últimas palabras del enloquecido Kurtz, compasivamente ocultadas a su prometida por Marlow a su regreso del corazón de las tinieblas, vienen siendo repetidas una y otra vez desde que hace más de un siglo Joseph Conrad publicara su impresionante relato. Y siempre África como escenario.
Liberia, Sierra Leona, Ruanda, Darfur, Somalia, Congo... Niños soldado, mutilaciones, violaciones masivas. El horror, el horror. Imágenes siempre atroces, sin sentido, imágenes de pesadilla.
En su obra El honor del guerrero Michael Ignatieff describe así estos que llama conflictos harapientos: "Son guerras de desintegración, entre facciones y bandas cuya finalidad ni siquiera se puede considerar política. Luchan por las drogas, el territorio, la supervivencia, y de su lucha no resulta más que el caos".
EL MUNDO recoge hoy un testimonio sobrecogedor del patrón del Alakrana, Ricardo Blach, que alimenta una vez más este imaginario:
Camino de Seychelles, la libertad. La niña. La veo en mi cabeza. Recuerdo sus ojos azules, apoyada en la ventana. Me duele mucho no haberla traído conmigo. Su madre me suplicó que me la llevara. Le dije que no podía. En su barco, el Ariana, había 12 piratas. En el mío, el Alakrana, 30. La madre [Natalia Loss], esposa del jefe de máquinas, lloraba. "Llévatela", me decía. Desde entonces me miro al espejo y lloro. No dejo de pensar en esa niña, en las mujeres de ese barco. La cocinera estaba embarazada, tras ser violada por los piratas. Negociamos con el armador medicamentos para ella. Cuando los recibimos, Jama Adan [el negociador de los bucaneros] los tiró al agua. Son unos malditos. A esos asesinos sólo les deseo la muerte, les metería veneno en la comida. ¿Qué será de la niña?
Terrible.
Sin embargo, no podemos dejarnos atrapar por el horror y sucumbir al atractivo de la repugnancia moral, hasta acabar, tal vez no proclamando lo que Kurtz -"¡Exterminad a todos los salvajes!"-, pero igual sí deslizándonos, como advierte Ignatieff, hacia un pensamiento ligeramente parecido: "¡Dejad que los salvajes se exterminen solos!".
Porque hay una África sufriente. Y porque ellos también somos nosotros.
La paradoja conradiana reside en que la interdependencia era más evidente para figuras decimonónicas como Kurtz que para los políticos y los hombres de negocios postimperialistas de finales del siglo XX. En ese caso, habrá que reconocer -a pesar del pesimismo de las consecuencias- que si la conciencia es lo único que une a los ricos con los pobres, al norte con el sur o a las zonas seguras con las peligrosas, estamos ante un vínculo muy frágil. Si la causa bosnia no escandalizó al mundo todo lo que cabía esperar de las atrocidades mostradas a diario por la televisión no fue por la falta de piedad de los espectadores que las contemplaban cómodamente sentados en su salón. Por el contrario, la respuesta solidaria alcanzó grandes dimensiones. El que no hubiera una solidaridad más duradera se debe a un problema más profundo: la idea muy arraigada de que "su" seguridad y la "nuestra" pueden separarse, que su destino y el nuestro están diferenciados por la historia, el azar y la buena suerte, que les debemos piedad pero no compartimos su porvenir. Muchos nos empeñamos en seguir creyendo que mantendremos a buen recaudo las terribles llamas que ahora consumen el tejado de nuestros vecinos, que las chispas de sus fuegos nunca alcanzarán el nuestro (Ignatieff).
jueves, 12 de noviembre de 2009
Vida extraterrestre
Hace un tiempo, la edición española de la revista Foreing Policy llevaba a su portada el titular “Dios vuelve a la política” e incluía un artículo de fondo titulado “Por qué Dios está ganando” cuya introducción decía así: “Se suponía que la religión iba a desaparecer a medida que se extendieran la globalización y la libertad. Pero en lugar de ello, está experimentando un fuerte auge en todo el mundo y con frecuencia determina los candidatos que ganan las elecciones. Y la intervención divina no ha hecho más que empezar. La democracia está dando voz a los pueblos, que quieren hablar de Dios cada vez más”.[1]
Como se afirma en el artículo, “Dios está en racha”. En el mundo musulmán, por supuesto –revolución iraní de 1979, ruptura del secularismo Baaz y renacer chií en Iraq, victoria electoral de Hamás en Palestina, relegitimación de Hezbolá en Líbano tras la catastrófica invasión israelí-, pero no sólo: nacionalistas hindúes en India o evangélicos renacidos en Estados Unidos movilizan un electorado masivo que les permite acceder democráticamente a los gobiernos de sus respectivos países y, desde ellos, dejar su impronta en la política exterior o interna.[2] “Las mayores religiones –continua- se han expandido a un ritmo que supera el crecimiento de la población global”. Hoy son más que nunca antes los creyentes, dispuestos además a organizar el mundo desde sus particulares creencias religiosas.
También en España venimos asistiendo a un auge de esta neo-ortodoxia religiosa, en nuestro caso católica. La confrontación abierta -incluso mediante manifestaciones en la calle de la mano del Partido Popular- a propósito de diversas iniciativas desarrolladas por el Gobierno de Rodríguez Zapatero es sólo la punta del iceberg de un proceso de fondo que viene de lejos, desde la propuesta de nueva evangelización impulsada por la Conferencia Episcopal Española a partir de 1990. Una manifestación de este proceso de fondo es la apuesta de la jerarquía eclesiástica por movimientos religiosos “fuertes e incondicionales” (tales como Opus Dei, Neocatecumenales, Comunión y Liberación o Legionarios de Cristo)[3] en detrimento de los clásicos movimientos apostólicos ligados a la evangelización de los ambientes y hasta, en ocasiones, en confrontación con otros movimientos, iniciativas o propuestas que reivindican la democratización de las estructuras eclesiales.
Paul Valadier ha detectado con agudeza los riesgos de este renacer de la religión: “De superestructura vana e ineficaz según los cánones marxistas, la religión se ve promovida como factor decisivo de la historia, más allá del cual se vuelve imposible comprender el futuro y cuyo desconocimiento conduciría a los más grandes errores. Estaríamos contentos con una promoción tan inesperada, si el reverso no fuera, una vez más, designar a las religiones como factores de hostilidades, de conflictos y de guerras”.[4]
En efecto, como se señala en el artículo de Foreing Policy, si bien es cierto que las distintas religiones han servido durante toda la segunda mitad del siglo XX como influyente factor de movilización social en contra de numerosos regímenes autoritarios (desde Tibet hasta Polonia, pasando por Latinoamérica o Sudáfrica), bien pudiera ocurrir que los actuales movimientos religiosos neo-ortodoxos sean estructuralmente incapaces de promover una “libertad sostenible”, o lo que es lo mismo, generalizable.
¿Estamos condenados a que la “buena racha de Dios” suponga necesariamente una mala racha para el proyecto democrático moderno, fundado sobre la pluralidad cosmovisional y la convivencia en tolerancia de distintas concepciones del bien, limitadas sólo por la ley y los derechos humanos fundamentales?
No, no lo estamos. Si así fuera, la encrucijada histórica a la que hoy se enfrenta irremediablemente el cristianismo –en palabras de Vattimo, cargar con el destino de una modernidad en crisis con todas sus consecuencias o, por el contrario, reivindicar su carácter ajeno a la misma- sólo podría decantarse por la extemporaneidad, por la extrañeza radical. “Pero si eligiese esta segunda vía –y hay indicios de que esta tentación se da-, renunciaría a ser un mundo y una civilización, para volver a convertirse en lo que quizás era originariamente, una secta entre otras sectas y un objetivo factor de disgregación social entre otros”.[5]
Ni podemos ni debemos caer en la tentación del fundamentalismo, del cierre sobre uno mismo. No somos extemporáneos, sino contemporáneos de esta modernidad posmoderna. Contemporáneos que, sin embargo, no contemporizan acríticamente con una realidad que, como siempre, se ve confrontada con el particular estatuto del cristiano: del mundo sin ser del mundo. El mundo no es nuestro enemigo, sino el lugar privilegiado para la encarnación de Dios. El mundo está ahí para ser salvado, pero no para ser salvado de sí mismo ni contra sí mismo, sino en sí mismo, en toda su complejidad.
“Dejemos a los funcionarios de las instituciones eclesiásticas decidir si quieren acoger las expectativas del kairós que está proyectando su sombra sobre su calendario diario. Entretanto, el modo en que la misión dirija sus esfuerzos y las fronteras en las que los emplee tendrán importantes consecuencias para quienes escogen quedarse en la institución y buscan tender puentes entre quienes encuentran el camino a Jesús en la Iglesia y quienes prefieren la disciplina extra ecclesiam”.[6]
Yo escojo quedarme y asumo, por ello, la disciplina intra ecclesiam. Lo que quiere decir que me tomo en serio las palabras de Martínez Camino. Pero no aceptaré que ningún funcionario reacio a acoger las expectativas del kairós por los inconvenientes que tal cosa supone para su calendario diario dificulte la misión de tender puentes con quienes están fuera, con el objetivo ineludible de servir a la Misión. Lo que significa que, en el ejercicio de la política, no voy a renunciar a buscar con otros la mejor regulación posible del espacio público. Y esta regulación de la interrupción del embarazo es mejor que la que había.
[1] Timothy Samuel Shah y Monica Duffy Toft, “Por qué Dios está ganando”, Foreing Policy, Edición española, nº 16, agosto/septiembre 2006.
[2] En enero de 2005, en una entrevista concedida a The Washington Times, George W. Bush declaraba: “Al menos desde mi perspectiva, no veo cómo se puede ser presidente sin tener una relación con El Señor”.
[3] Así son calificados estos movimientos en el manifiesto Recuperemos la credibilidad de la Iglesia, presentado en abril de 2005 en el Colegio Universitario Chaminade y suscrito por una quincena de organizaciones de católicos de base (como Somos Iglesia, Comunidades Populares, Mujeres y Teología...) y una decena de publicaciones católicas (como Iglesia Viva o Éxodo, entre otras).
[4] Paul Valadier, Un cristianismo de futuro, PPC, Madrid 2001.
[5] Gianni Vattimo, Después de la cristiandad, Paidós, Barcelona 2003.
[6] JamesW. Heisig, Diálogos a una pulgada del suelo, Barcelona, Herder 2005.
domingo, 8 de noviembre de 2009
Muros
A pocos kilómetros de San Diego, a caballo sobre la frontera entre México y Estados Unidos, existía un Friendship Park, Parque de la Amistad, con sus mesas de pic-nic, algunos viejos robles y una vista impresionante sobre el Pacífico. Símbolo de paz y fraternidad entre los pueblos, el parque fue inaugurado en 1972 por Pat Nixon, quien pidió que se cortara la alambrada que marcaba la línea fronteriza. Los mexicanos emigrados podían encontrarse allí con sus familias de México por el tiempo de un almuerzo o una conversación. Hoy el Friendship Parkestá clausurado. Grúas y tractores erigen en su lugar tres muros paralelos de cinco metros de altura. Sólo se acercan unos pocos manifestantes y algunas familias para "conversar silenciosamente" mediante signos con grupos del otro lado a 300 metros de distancia. Para ello se sirven de gemelos, y se traducen los "signos" a las familias.
viernes, 6 de noviembre de 2009
Preocupantes obviedades
La primera, que una reforma al alza de la tributación de las Sicav "no tendrá efectos destacables sobre la recaudación porque no va a quedar ni una en el País Vasco. Se irán todas, las llevarán fuera y sus propietarios no pagarán más impuestos. Punto". ¿Punto final? ¿O punto y seguido? ¿Es eso todo lo que cabe decir?
La segunda, hablando del fraude fiscal, que "la cadena de fraude empieza por todos nosotros". "Sí, sí -les dijo en un tono que parecía recriminatorio- la cadena empieza cuando viene el fontanero a casa y empieza el asunto de la factura con IVA o sin IVA...". Ya. Pero, sólo de alguna manera, ¿no? Igual que la cadena que lleva a los campos de exterminio empieza cuando el alemán de a pie acepta las consecuencias de la estrella amarilla que su vecino de toda la vida se ve obligado a portar en la solapa. ¿Pero es la misma la responsabilidad de Otto el tendero que la de Joseph Mengele, el carnicero de Auschwitz?
La tercera, sobre el estado del bienestar y el supuesto "comportamiento inercial" del gasto social. Los políticos, expertos en la construcción del "estado de bienquedar", deben ser lo suficientemente honestos como para "explicar a los ciudadanos que cuando no hay ingresos suficientes no se pueden asumir todos los gastos y es necesario establecer prioridades". Por suuesto que cuendo los ingresos descienden los gastos deben reconsiderarse. ¿Pero qué gastos?
lunes, 2 de noviembre de 2009
Una de las dos Italias ha de helarte el corazón
En el país se teme que aparezcan más vídeos de encuentros sexuales de los parlamentarios de izquierda y derecha
Es lo que aseguran algunos de estos profesionales del sexo tras la caída política del gobernador equivalente al cargo de presidente autonómico del Lazio, Piero Marrazzo, del progresista Partido Demócrata, grabado en la habitación de uno de ellos en Roma.
Italia vive inmersa en el enésimo escándalo sexual, tras la presunta noche del primer ministro Silvio Berlusconi con la prostituta de lujo Patrizia dAddario y la asistencia a sus fiestas de otras 30 mujeres pagadas por un empresario de Bari, Gianpaolo Tarantini [PÚBLICO].
sábado, 31 de octubre de 2009
Terror, sadismo, diversión
jueves, 29 de octubre de 2009
Globalización sobre ruedas
Por primera vez en la historia, el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información está permitiendo la unión de los antes dispersos o mal comunicados charcos, estanques, lagos y mares de las economías locales, provinciales, regionales y nacionales en un único océano económico global (Veltz). Las tecnologías de la información son los canales que vinculan todos esos espacios económicos locales en un gran espacio global.
Las empresas transnacionales son los agentes principales de esa interconexión. Se trata de empresas sumamente móviles, que adoptan una estructura en forma de red, constituidas por centros de trabajo diseminados a través de distintos países y regiones de todo el planeta, que se articulan entre sí respondiendo únicamente a criterios de rentabilidad y productividad. Empresas que sólo conservan un carácter nacional en su marca de fábrica, pero que por lo demás se desvinculan absolutamente de cualquier ligadura territorial.
Robert Reich presenta un buen ejemplo del complejo funcionamiento de estas redes empresariales transnacionales:
“Cuando un norteamericano compra un Pontiac Le Mans a General Motors, inconscientemente está realizando una transacción internacional. De los 10.000 dólares que paga a General Motors, cerca de 3.000 van a Corea del Sur, donde se efectuaron los trabajos de rutina y las operaciones de montaje; 1.750 dólares van a Japón por la fabricación de los componentes de vanguardia (motores, eje de dirección e instrumentos electrónicos); 750 dólares a Alemania por el diseño y el proyecto del prototipo; 400 dólares a Taiwan, Singapur y Japón por los pequeños componentes; 250 dólares a Gran Bretaña por los servicios de marketing y publicidad; y cerca de 4.000 dólares pasan a los intermediarios estratégicos de Detroit, a los abogados y banqueros de Nueva York, a los «lobbistas» en Washington, a las aseguradoras de todo el país, y a los accionistas de General Motors –la mayoría de los cuales son norteamericanos, aunque hay un número creciente de extranjeros”.
Otro ejemplo es el caso de las empresas japonesas Mazda y Nissan, cada vez más relacionadas con la norteamericana Ford: desde 1991 producen los vehículos Ford Probe en la fábrica Mazda de Flat-Rock, Michigan. Algunos de estos coches son exportados a Japón y vendidos con la marca Ford; por su parte, un vehículo utilitario Mazda se construye en la fábrica Ford de Louisville, Kentucky, y es vendido inmediatamente en los almacenes Mazda en Estados Unidos. Mientras tanto, Nissan diseña un nuevo camión ligero en San Diego, California. Los camiones serán montados en una fábrica Ford en Ohio, con componentes fabricados por Nissan en su planta de Tennesse, y comercializados a continuación por Ford y Nissan en Estados Unidos y en Japón.
De ahí la inquietante pregunta de Reich: “¿Quién es Ford, Nissan, Mazda...?”.
miércoles, 28 de octubre de 2009
Books & coffee
Otra joyita para los amantes del libro de segunda mano: J&J.
Libros en inglés: de ensayo (bastantes) y de ficción (montones), a mayoría en excelente estado de conservación.
En mi última incursión he encontrado libros como Postmodern Geographies, de Edward W. Soja (en castellano puede leerse su Postmetrópolis, en Traficantes de Sueños), The Quest for Community de Robert Nisbet y una novela de la serie "Spenser" -Potshot- de Robert Parker.
Libros, sí, pero también café, como reza el letrero. O cerveza. Y hasta una ajustada pero resultona carta, por lo del primum vivere.
Se encuentra en la calle Espíritu Santo 47, entrada a Malasaña desde San Bernardo. En Madrid, sí.
jueves, 22 de octubre de 2009
Ni siendo de Bilbao
Me refiero a la baldosa de El Ejido. La de los 2.100 euros.
Una empresa de El Ejido cobró 2.100 euros por cambiar una baldosa
Un anónimo alertó a Hacienda de la trama encabezada por el alcalde
Los paseantes que a diario cruzan la Plaza Mayor de El Ejido (Almería) ignoran que están pisando sobre la que quizá sea la baldosa más cara del mundo. La losa, de mármol blanco y un metro cuadrado, fue colocada el 25 de septiembre de 2003 para sustituir a otra que se encontraba dañada. Para la operación fueron necesarios dos peones ordinarios, un peón especial, dos oficiales de primera y otros dos de segunda, que estuvieron trabajando 27 horas. Además, se utilizaron dos retroexcavadoras, una furgoneta, un camión basculante, así como 35 kilos de hormigón y 250 metros de cinta de señalización. Total a pagar, IVA incluido: 2.134,66 euros [EL PAÍS]
miércoles, 21 de octubre de 2009
Menos discusión y más deserción
La propuesta ha llegado a las bases de Batasuna para su debate
lunes, 19 de octubre de 2009
Corona los 2.913 metros del Puigmal para hablar de independencia [EL MUNDO, 19 de octubre].
La cuestión es si podemos identificar el derecho al autogobierno (me da lo mismo si prefieren decir a la autodeterminación), que es indisponible, con el derecho a constituir un Estado independiente, al considerar esta particular institucionalización como la forma más perfecta del autogobierno, en realidad la única institucionalización que expresaría un autogobierno “de verdad”.
"Las funciones primarias del estado, que han justificado históricamente su nacimiento y que en Europa se han realizado en gran parte, han sido principalmente dos: la unificación nacional y la pacificación interna (...) En la era de la globalización ambas funciones no sólo no han dejado de realizarse, sino que se han vuelto irrealizables a través de la fundación de nuevos Estados. El Estado no sólo ha dejado de ser un instrumento de la unificación y de la pacificación interna, sino que se ha convertido en un obstáculo tanto para la una como para la otra. La globalización, en efecto, está haciendo surgir, precisamente a causa de la creciente integración mundial, el valor tanto de las diferencias como de las identidades. Y está revelando, a veces de manera explosiva y dramática, el carácter artificial de los Estados, sobre todo de aquellos de formación reciente, la arbitrariedad de sus confines territoriales y lo insostenible de su pretensión de subsumir pueblos y naciones dentro de unidades forzadas que niegan las diferencias, así como las identidades comunes. Es así que la forma del Estado –en cuanto factor de inclusión forzada y de indebida exclusión, de unidad ficticia y de división- ha entrado en conflicto con la de “pueblo”, convirtiéndose en una fuente permanente de guerra y de amenaza a la paz y al derecho mismo de autodeterminación de los pueblos.
Por eso, la pretensión de los pueblos de constituirse, de todos modos, en Estados es, en un mundo cada vez más integrado y en sociedades civiles cada vez más caracterizadas por la mezcla de culturas y nacionalidades diversas, una pretensión insostenible, no sólo no implicada sino incluso en contradicción con el derecho a la autodeterminación (...) Se puede, pues, afirmar que el último legado envenenado de la colonización, contra la que dicho derecho fue reconocido, ha sido, precisamente, la exportación a todo el mundo de la idea de Estado como única forma de organización política".
Pero Ferrajoli va más allá y cuestiona la aspiración a ejecutar el autogobierno mediante la constitución de un Estado no ya por razones prácticas, sino por razones teóricas. En su opinión, el derecho a constituir un Estado –aspiración política en principio plenamente legítima- no puede considerarse un derecho fundamental debido a “su no universalizabilidad, esto es, la imposibilidad, en contradicción con nuestra noción teórica de este tipo de derechos, de que el mismo sea reconocido igualmente a todos los pueblos”.
sábado, 17 de octubre de 2009
Un imbécil social (con perdón)
Según parece, Leeson se ha convertido en una brillante estrella neoliberal en el universo de la economía a resultas de la publicación de su libro The Invisible Hook. The Hidden Economy of Pirates (El garfio invisible. La economía oculta de los piratas), en el que sostiene que los corsarios del siglo XVIII "fueron pioneros del libre mercado y de la democracia". El propio Leeson ha publicado un extenso artículo en la New York University Journal of Law & Liberty en el que resume sus planteamientos.
A la luz de la multitud de reseñas y entrevistas realizadas, el libro ha sido todo un éxito. Habrá que pagar el impuesto reflexivo universitario y leerlo, si bien la entrevista que hoy publica EL MUNDO me hace temer que nos encontremos no ya ante un hayekiano, ni siquiera ante un neoliberal anarcocapitalista, sino simplemente ante un rational fool derivado en auténtico imbécil social, que es como Amartya Sen denomina a quienes desconocen las estructuras sociales (morales, culturales, políticas, históricas) en las que necesariamente se desenvuelve la disciplina económica, contexto social del que no le salva ni el ceteris paribus ni las ilusiones de equilibrismo perfecto y perfectamente informado.
Veamos un fragmento especialmente significativo de la entrevista en cuestión, por cierto, excelentemente llevada por el entrevistador, Pablo Pardo:
P.- En su libro usted destroza a los gobiernos.
R.- No. Lo que hago es decir que la gente depende mucho de la idea de que el gobierno produce un orden social, cuando el orden social está alrededor nuestro, sin que el ejecutivo intervenga. Creo que la mayor parte de la cooperación que se da en la sociedad no tiene nada que ver con el gobierno.
P.- A los países sin gobierno ni estado, como Somalia, no les ha ido demasiado bien.
R.- Eso es cierto. Pero hay otros factores. Esas sociedades no funcionaban muy bien con gobierno tampoco. De acuerdo con el Índice de Estados Fallidos, la mayor parte de los gobiernos del mundo son un fracaso. Puedo mostrarle una tabla que revela que cuanto más grande es un ejecutivo, menor es el PIB per cápita.
P.- Esas clasificaciones son a menudo un chiste. Hace unos años, en el Doing Business Report del Banco Mundial, Afganistán salía como un país más favorable a las empresas que India. Y era cierto: en Afganistán sólo necesitas un arma para abrir un negocio. No hace falta pedirle permiso a nadie, con la posible excepción del tipo que controle el pueblo en el que vives.
R.- De acuerdo, si no te sientes a gusto con eso olvidémoslo. Pero mi tesis es que un gobierno más pequeño tiene unos ciudadanos más ricos. Por supuesto, la gran excepción son los escandinavos. Pero muchos de sus logros son totalmente falsos. El paro, por ejemplo, es bajo porque sus estadísticas cuentan a gente que estaba recibiendo subsidios del estado como si estuviera trabajando.
P.- Pero eso pasa con todas las estadísticas. Si España midiera el PIB como EEUU, la economía crecería un 0,75% más cada año. Y si California midiera el paro como España, su tasa de desempleo sería el doble, con lo que se aproximaría, precisamente, a la de España.
R.- De acuerdo, olvidemos los datos y vayamos a la cuestión: ¿está Somalia mal porque no tiene gobierno desde 1991? Mi respuesta es que Somalia estaba mal antes. De hecho, cuando tenía gobierno estaba peor. Porque era tan corrupto y depredador que no servía para nada. Mi tesis es que Somalia tiene que decidir entre el peor presidente posible y la peor anarquía posible, y si ese es el caso, la anarquía les funciona mejor. Hay que tener en cuenta que a Somalia no se le presenta una elección fácil. No se trata de optar entre el gobierno suizo y la anarquía, sino entre el gobierno somalí y la anarquía. Y en ese caso, la segunda opción es la mejor.
Leeson tiene patente de corso para decir eso y lo que quiera. Está del lado del garfio que mece la economía, y eso es lo que importa.
viernes, 16 de octubre de 2009
Hambre de justicia
El número de hambrientos se incrementará un 9% este año, llegando a los 1.020 millones, el peor dato desde hace más de 30 años [EL PAIS].
La vergüenza del hambre eterna, eterna deuda de justicia de los subdesarrollados éticos que somos los económicamente desarrollados. Ahora porque hay crisis, y ya se sabe que la caridad bien entendida empieza por uno mismo. ¿Y ayer, cuando no había crisis y de las vacas gordas hacíamos hamburguesas XXL?
Hoy recuerdo a Albert Camus y su artículo de 1946 “Ni víctimas ni verdugos” [recogido en Crónicas 1944-1953, Alianza, Madrid 2002]. Su diagnóstico, certero, se adelantó en décadas a las reflexiones sobre la globalización. Su propuesta, impecable, alimenta a los movimientos sociales por la justicia global. Dice así:
Hoy sabemos que ya no quedan islas y que las fronteras son inútiles. Sabemos que en un mundo en constante aceleración, donde el Atlántico se cruza en menos de un día, donde Moscú habla con Washington en unas horas, estamos obligados a la solidaridad o a la complicidad, según los casos. Durante los años cuarenta aprendimos que el daño causado a un estudiante de Praga afectaba al mismo tiempo al obrero de Clichy, que la sangre derramada en algún lado a orillas de un río de la Europa central llevaría a un campesino de Texas a verter la suya en la tierra de unas Ardenas que veía por primera vez. No había, como ya no hay, un solo sufrimiento, aislado, una sola tortura en este mundo que no repercutiera en nuestra vida de todos los días.
[...] Del mismo modo, ningún problema económico, por secundario que parezca, puede solucionarse hoy en día sin la solidaridad de las naciones. El pan de Europa está en Buenos Aires y las máquinas herramientas de Siberia se fabrican en Detroit. Hoy en día, la tragedia es colectiva.
Todos sabemos, pues, sin sombra de duda, que el nuevo orden que buscamos no puede ser sólo nacional ni siquiera continental, ni mucho menos occidental u oriental. Debe ser universal. Ya no es posible esperar soluciones parciales o concesiones [...].
¿Cuáles son hoy en día los medios para alcanzar esa unidad del mundo, para realizar esa revolución internacional que podría redistribuir mejor los recursos humanos, las materias primas, los mercados comerciales y las riquezas espirituales? [...]
[...] El acuerdo mutuo entre las partes. No nos preguntaremos si es posible, pues aquí consideramos que cabalmente es el único posible. Nos preguntaremos ante todo qué es.
Ese acuerdo de las partes tiene un nombre, que es la democracia internacional [...].
[...] Es una forma de sociedad en la que la ley está por encima de los gobernantes, al ser dicha ley expresión de la voluntad de todos, representada por un cuerpo legislativo. ¿Es eso lo que se intenta fundar hoy? Nos están preparando, en efecto, una ley internacional. Pero son los gobiernos, o sea el ejecutivo, quienes hacen o deshacen esa ley. Nos hallamos, pues, en un régimen de dictadura internacional. La única forma de evadirnos de ella consiste en poner a la ley internacional por encima de los gobiernos, y por lo tanto hacer esa ley, y por lo tanto disponer de un parlamento, y por lo tanto constituir ese parlamento mediante elecciones mundiales en las que participarían todos los pueblos. Y como no tenemos ese parlamento, el único medio es resistir a esa dictadura internacional en un plano internacional y con medios que no contradigan el fin perseguido.