sábado, 24 de diciembre de 2011

Feliz Navidad, aunque no lo parezca

Ayer escuché en La Ventana de la SER una canción de Ry Cooder -¡fabulosa su música para la película de Wenders "Paris, Texas"!-titulada Christmas Time this Year. Es uno de los cortes de su más reciente disco, Pull Up Some Dust And Sit Down (2011). Su alegre melodía tex-mex camufla una fuerte crítica a la guerra de Irak:

Our boys and girls will be here soon coming home from war
I'm so glad it's Christmas time this year
But they'lI be going back to war again I fear
Can't they stay for Christmas time this year
Now Johnny ain't got no legs and Billy ain't got no face
Do they know it's Christmas time this year?
Tommy looks about the same but his mind is gone
Does he know it's Christmas time this year?
When is Santa coming 'round 'cause I got some requests
I bet he knows it's Christmas time this year
Military personnel might not be on his list
Don't he know it's Christmas time this year
All I want is two good arms so I can hold my kids
Then they'lI know it's Christmas time this year
I'd like a mouth so I can kiss my honey on her lips
Then she'll koow it's Christmas time this year
Because it's Christmas time, Christmas time,
Yes it's merry Christmas time
Everybody stand up tall and cheer
Our children will be coming home in plastic bags I fear
Then we'll know it's Christmas time this year
Thank you Mr. President for your kind words and deeds
There's just one thing I'd like for you to hear
Take this war and shove it up your Crawford, Texas ass
And then you'll know it's Christmas time this year.

"Nuestros chicos y chicas regresarán pronto de la guerra, pero me temo que tendrán que volver de nuevo... Ahora Johnny no tiene piernas y Billy no tiene cara, Tommy parece el mismo pero se ha vuelto loco, ¿saben que es Navidad este año? ... Gracias Señor Presidente por sus amables palabras y por sus hechos. Hay una cosa que quiero decirle: coja esta guerra y métasela por su culo tejano...". Un Ry Coder que entronca con su militante Chávez Ravine (2005).





Al escucharla, recordé otra famosa canción, aquella de Simon & Garfunkel titulada 7 O'Clock News/Silent Night, último corte del album Parsley, Sage, Rosemary and Thyme (1966). Art y Paul entonan melodiosamente la archiconocida "Noche de Paz" mientras se escucha de fondo un boletín de noticias de la época: Vietnam, racismo, violencia.




Es lo que tienen estas fechas.

A pesar de todo, y de verdad, ¡feliz Navidad!

jueves, 22 de diciembre de 2011

La sociedad vasca y ETA: un poco de responsabilidad

Fernando Aramburu, autor del impactante libro de relatos titulado Los peces de la amargura, abrió el debate con unas polémicas declaraciones en EL PAÍS:

P. Al recibir el premio ha dicho que los escritores vascos nos son libres. ¿Por qué?
R. No lo son porque están subvencionados, forman parte de la campaña de promoción del idioma. En el País vasco se mantiene la ficción de que existen lectores en euskera y por tanto es necesario el apoyo oficial. La subvención tiene un doble peligro: te permite ser escritor pero sabes que si te sales del camino te pierdes parte del pastel. A Bernardo Atxaga le tengo un gran afecto, es una excelente persona, pero ha tocado el tema de ETA de manera metafórica, sin nombrar lo evidente: el sufrimiento y la sangre. No es un hombre libre y trata de complacer a unos y a otros.


Palabras duras, que fueron posteriormente matizadas, pero que desencadenaron una tormenta en el normalmente reposado mundo cultural vasco. Anjel Lertxundi, escritor en euskera y Premio Nacional de Ensayo, respondía en un artículo titulado "Palos de ciego", en el que entre otras cosas decía lo siguiente:

Me dolió que dijera de los autores en lengua vasca que somos escritores subvencionados, pero no voy a gastar ni un ápice de energía en desmontar tan burda como extendida falsedad. Me dolió, sobre todo, una de sus afirmaciones, precisamente porque provenía de alguien que tan certeramente ha narrado la miseria moral que el terrorismo provoca: las imaginarias prebendas que injustamente nos atribuye se convierten, siempre según sus primeras manifestaciones, en cadenas que nos privan de libertad y nos impiden hablar de ETA.
Me acordé de Xabier Lete y del manifiesto firmado en 1980 por 33 intelectuales vascos. Me acordé de muchos autores y libros que sí hablan contra ETA con rigor y calidad literarios, libros publicados «en medio de la balacera», como me dijera un periodista mexicano. Repasé, no los riesgos y acoso que ello siempre conlleva, sino las dificultades literarias que se han de arrostrar para hacer luz en una realidad próxima y no acabada, contemporánea al texto que se está escribiendo. Pensé en quienes abordan proyectos literarios y estéticos que discurren por derroteros artísticos absolutamente alejados de los que Aramburu y yo transitamos. Mi repaso abarcó también a los escritores que por acción o calculada omisión han sido conniventes con ETA. Pero esa galería de situaciones que acabo de pergeñar es idéntica para los escritores vascos en euskera y en castellano: en ambas lenguas ha habido escritores comprometidos contra ETA y escritores que han justificado las acciones del grupo armado. Y, sin embargo, Aramburu se refirió solo a los escritores en lengua vasca. Fue inmisericorde solo con ellos. El hecho de que posteriormente haya pedido perdón no anula la cruel certeza subyacente: hay mucho ciego que, en lugar de señalar las grietas del 'stablishment' literario del que forma parte, blande su bastón de ciego contra el sistema literario más débil. Y el esquema es extrapolable a otros ámbitos intelectuales y sociales.


En efecto, en mayo de 1980 un grupo de intelectuales vascos hizo público un valiente manifiesto en el que denunciaban "la violencia que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles". La impresentable crítica que Alfonso Sastre hizo de este temprano manifiesto sirve para intuir el clima de rechazo con el que se encontraron.

En su último poemario Egunsentiaren esku izoztuak -"Las ateridas manos del alba"- traducido al castellano recientemente por la editorial Pamiela, Xabier Lete dedica un poema a su amigo Imanol Larzabal, fallecido en Orihuela en 2004. Una de las mejores voces que ha dado Euskal Herria, Imanol cantó muchos versos de Lete. Imanol murió fuera de Euskadi porque su vida en Euskadi se había vuelto cada vez más difícil. El poema que Lete dedica a Imanol dice así:

Era una tarde de junio
plena de luminosa paz y sosiego
era una tarde de junio
había una emoción inefable en el aire,
y en el rostro de tus amigos un dolor mudo
cuando te despedimos,
allí donde las personas miran de soslayo al mar,
una culpa que impide sanar las heridas de un error,
quisiéramos ofrecerte un último aplauso
en su humildad, la flor de un verso sentido,
o tal vez pedirte perdón
por haberte dejado tantas veces solo,
te habías marchado a un sombrío páramo
libre de la crueldad humana,
posteriormente no hemos sabido de ti
pero en el lugar que estés
infinito, oculto y protegido,
apiádate de nosotros,
los carentes de la piedad que hubieras requerido.

"Apiádate de nosotros, los carentes de la piedad que hubieras requerido". No estamos hablando de culpa penal, sino de responsabilidad moral. Que nadie puede imputar a nadie, pues nace (o no) de cada cual. Xabier Lete, firmante de aquel manifiesto de 1980, a pesar de todo se sintió responsable de no haber acompañado suficientemente a quien fuera una víctima de ETA. Hablamos de falta de piedad.

En su carta de disculpa escribe Fernando Aramburu: "Me daría con un canto en los dientes si después de mi intervención temperamental ocurriera el milagro: que las zonas de silencio en Euskadi empezaran a vaciarse de escritores y hubiera un intercambio de pareceres, quizá un debate con las debidas formas de cortesía". De esto se trata. De que las zonas de silencio en Euskadi se vayan vaciando de escritores, de profesores de universidad, de cocineros, de futbolistas, de políticos, de ciudadanas y ciudadanos en suma.
Que se vayan vaciando no porque nadie pretenda su desalojo forzado, ya que todas y todos hemos llegado tarde a la toma de palabra y de postura contra ETA. Que se vayan vaciando porque cada cual, como hizo Lete, sepamos descubrir y confesar(nos) nuestras propias impiedades.

martes, 20 de diciembre de 2011

Václav Havel

Ayer conocíamos el fallecimiento de Václav Havel, el dramaturgo que encarnó en su persona la transición a la democracia en Checoslovaquia. Timothy Garton Ash ha publicado en EL PAÍS un hermoso obituario sobre él: "No fue solo un disidente: fue el epítome del disidente, según solemos entender ese término novedoso". Así comenzaba, precisamente, su ensayo de 1978 El poder de los sin poder: "Un espectro atemoriza a la Europa oriental: en Occidente lo llaman disidencia". Un poderoso alegato contra el régimen que ahogaba su país, como a tantos otros de aquella Europa del Este tras un Muro que nadie imaginaba ver caer. Seguramente serán muy pocas las personas jóvenes que hoy conozcan a Havel. Ni siquiera aquellas que comparten disidencia con él, aunque ahora se llame indignación.

En 1990 la editorial Encuentro publicó en castellano El poder de los sin poder. Según parece el diario PÚBLICO distribuirá este ensayo entre sus lectoras y lectores el próximo 8 de enero. No se lo pierdan. Cuando lo leí, me impresionó vívamente. En 1996 publiqué un libro titulado Movimientos sociales y alternativas de sociedad, en el que me refería al ensayo de Havel. Aquí dejo lo escrito hace ya -¡dios mío!- 15 años:


En 1978 el entonces disidente y a partir de 1989 presidente de la República Checa Václav Havel publica su ensayo El poder de los sin poder. En el mismo, se propone analizar el sistema de gobierno característico de las sociedades del Este, sistemas que él denomina "postotalitarios" con el fin de distinguirlos de las dictaduras clásicas.

En su opinión, una dictadura se caracteriza por los siguientes rasgos: el poder se mantiene abiertamente en base a medios autoritarios y claramente represivos; su existencia es objetivamente provisoria e inestable; su existencia está estrechamente ligada a la vida de las personas que la han instaurado. Por el contrario, las características de los sistemas postotalitarios son bien distintas:

a) No tienen una dimensión limitada, sino que se extienden a todo el inmenso bloque de poder que domina una de las dos (por aquel entonces) superpotencias. A pesar de sus peculiaridades temporales y locales, se basa en todos los países en los mismos principios y se estructura del mismo modo, esto es, según el modo desarrollado por la potencia dominante.

b) Presentan una innegable estabilidad histórica (aunque, en el caso del sistema soviético, hemos comprobado que no era tanta), relativamente independiente de las personas y movimientos que están en su origen.

c) Su dominio no se basa tanto en medios autoritarios y represivos cuanto en el consentimiento de las personas dominadas. En una época de crisis de las certezas metafísicas y existenciales -escribe Havel-, estos sistemas ofrecen una ideología globalizadora y a la vez lo suficientemente elástica como para convertirse en una auténtica religión secularizada que ofrece a los hombres y mujeres una "casa" accesible a cambio de la cual, eso sí, estos pagan sin saberlo un enorme precio: "la abdicación de su razón, de su conciencia, de su responsabilidad".

Piensa Havel que de esta manera el sistema postotalitario va configurando una vida en la mentira a partir de unas reglas de juego destinadas a mantener una apariencia de realidad que acaba por encubrir, merced al consentimiento generalizado, la profunda mentira de esa realidad construida mediante un complejo sistema de comunicación ritual al servicio del poder. Se trata de un conjunto de "normas de circulación" y de "señales de tráfico" cuya aceptación garantiza la permanencia de ese sistema.

Entre los planes del sistema postotalitario y los planes de la vida se produce un profundo abismo. Mientras que, por su propia naturaleza, la vida tiende al pluralismo, a la variedad de coloridos, a organizarse y constituirse de manera independiente, en definitiva, a realizar su libertad, el sistema postotalitario exige monolitismo, uniformidad y disciplina; mientras la vida tiende a crear estructuras "inverosímiles", siempre renovadas, el sistema postotalitario impone las "situaciones más verosímiles". Estos planes del sistema revelan que su naturaleza consiste en volver a sí mismo, en ser cada vez de manera más sólida e incondicionada "él mismo" y extender, por tanto, cada vez más su radio de acción. Este sistema sólo está al servicio del hombre en la medida en que es indispensable para que el hombre esté al servicio del sistema; todo lo que el hombre vaya más allá de su condición predeterminada, el sistema lo valora como un ataque a sí mismo.

Pero, ¿cómo es posible que un sistema así funcione si, como hemos dicho, no se basa directamente en la represión? Havel viene a considerar que ello ha sido posible merced al encuentro histórico del autoritarismo social y la civilización de consumo. Esta adaptación generalizada a la "vida en la mentira" se corresponde con la repugnancia general del hombre de la sociedad de consumo a sacrificar su seguridad material en nombre de su integridad espiritual y moral. La profunda crisis de identidad que es a la vez posibilidad y consecuencia de esa "vida en la mentira" acaba por manifestarse como una profunda crisis moral de la sociedad: unas personas que han elegido la escala de valores consumista, dispersas en la masa, aun sabiendo que su responsabilidad no se reduce a su propia supervivencia, son personas desmoralizadas; en esta desmoralización se basa el sistema, profundiza en ella y es su proyección social.

Sin embargo, esa "vida en la mentira" está hecha de un material extraño: mientras envuelve herméticamente a toda la sociedad, da la impresión de que es dura como el acero; pero apenas alguien es capaz de abrir un resquicio en esa envoltura, todo aparece de pronto bajo otra luz, dando la impresión de que toda la envoltura se vuelva de papel y comience a rasgarse. No son precisos grandes medios para hacerlo: en muchos lugares han sido una canción, una película, un manifiesto, una huelga de hambre, los medios que han servido para proclamar la desnudez del emperador; en Checoslovaquia, el régimen postotalitario comenzó a tambalearse con la Carta 77, uno de cuyos firmantes fue el propio Havel.


La "vida en la verdad", la rebelión del individuo contra la situación que se le impone, surge así del intento de comprender su propia y peculiar responsabilidad. se trata de una acción abiertamente moral, no sólo por los costes que la misma supone para el individuo, sino sobre todo porque no es funcional: no busca "producir intereses". Y si resulta que la "vida en la verdad" constituye en el sistema postotalitario el trasfondo de cualquier política alternativa e independiente, todas las consideraciones sobre el carácter y las perspectivas de esta política tienen necesariamente que tener en cuenta esta dimensión moral en términos de fenómeno político, a pesar de que estos movimientos surjan en el espacio prepolítico donde se produce la confrontación entre la "vida en la verdad" y la "vida en la mentira", es decir, entre las intenciones reales de la vida y las pretensiones del sistema postotalitario.

Obviamente -concluye Havel- estas intenciones reales de la vida pueden asumir las formas más dispares: pueden ser los más elementales intereses espirituales, o las exigencias fundamentales de la existencia como el simple deseo del hombre de vivir a su modo y con dignidad. Por lo tanto, esta confrontación no adquiere un carácter político en virtud de la "politicidad" originaria de las intenciones, sino propiamente porque, al estar el sistema postotalitario basado en la manipulación total del hombre -en cuanto tal- ligado a ella, necesariamente toda libre expresión o iniciativa del hombre, todo intento de "vida en la verdad" aparece como una amenaza para el sistema y, por tanto, como un hecho político por excelencia. La eventual autoarticulación política de los movimientos nacidos de este trasfondo "prepolítico" es, pues, algo que nace en una instancia secundaria, como consecuencia de la confrontación a la que llevan.

Distanciémonos cuanto queramos del lenguaje empleado por Havel, pero quedémonos con su contenido: una sociedad cuyos canales políticos aparecen bloqueados por la desmovilización ciudadana y la desmoralización social sólo puede ser transformada si partimos de una tarea prepolítica, una tarea de reconstrucción cultural. Al fin y al cabo, el mismo Havel se planteaba en su ensayo: "la grisura y la escualidez de la vida en el sistema postotalitario, ¿no son propiamente la caricatura de la vida moderna en general y en realidad no somos nosotros una especie de recordatorio para Occidente que le desvela su destino latente?".




[Imanol Zubero, Movimientos sociales y alternativas de sociedad, Ediciones Hoac, Madrid 1996, pp. 147-150]

domingo, 18 de diciembre de 2011

SOS por la persona del año

La revista TIME ha dedicado este 2011 su habitual portada de la "persona del año" a quienes se han movilizado en Túnez, Egipto, Siria, Lisboa, Grecia, España o Nueva York. Para simbolizarlos se ha escogido la imagen de una persona joven -yo diría que se trata de una mujer joven- con el rostro totalmente cubierto a excepción de unos hermosos ojos de rasgos orientales.
La elección no puede ser más oportuna. Ya nos hemos hecho eco en este blog de esa luminosa Primavera Árabe que abrió la espita a una ola global de indignación ciudadana.




Sin embargo, la foto que me tiene absolutamente impactado en el día de hoy es otra bien distinta. Publicada por la mayoría de los diarios, se trata de una fotografía tomada en Egipto. Procedente de la agencia Reuters, el pie de foto decía así: "La policía militar egipcia golpea y desnuda a una mujer velada en El Cairo".



En el espacio MUJERES, dedicado por EL PAÍS a "contar los cambios que está aportando la mujer a un mundo en transformación", Nuria Tesón presenta una certera reflexión al respecto.

Yo me quedo con una idea: esa mujer vejada y violentada es la misma persona del año que la revista TIME encumbró hasta su portada.Y lo que nos reclama su mirada profunda no es nuestro aplauso admirado, sino nuestro compromiso indignado. Es la dignidad de todas y de todos la que está siendo pisoteada.

viernes, 16 de diciembre de 2011

Amaiur en el Congreso: regalo o conquista

La historia nos enseña que cuando las distintas organizaciones políticas de la izquierda abertzale (o la izquierda abertzale encarnada en distintas formaciones políticas) se ha encontrado en situaciones jurídicamente ambiguas o discutidas solo caben dos salidas:


  1. Actuar con flexibilidad, de manera que la resolución de esa situación ambigua pueda presentarse como un acto de inteligencia y generosidad de la mayoría política democrática, como una concesión que pone en el tejado de la izquierda abertzale la tarea de corresponder adecuadamente a la misma.

  2. Optar por la inflexibilidad y el rigorismo, lo que supone poner en bandeja la posibilidad de que la izquierda abertzale puede presentarse como víctima de la cerrazón política (si la resolución final del caso no es acorde con sus aspiraciones o demandas) o como luchadora esforzada que ha conseguido arrancar lo que le era debido (si la resolución final responde a esas demandas).
En esas volvemos a estar ahora, con el debate sobre la posibilidad o no de que Amaiur cuente con grupo parlamentario en el Congreso de los Diputados. El dictamen de los servicios juridicos del Congreso ha sido calificado de "contradictorio", ya que abre la posibilidad tanto de considerar que el 15% de votos necesarios para formar grupo parlamentario debe referirse a cada una de las circunscripciones en las que se han presentado candidaturas (requisito que Amaiur no cumple en Navarra) como de entender que han de tomarse en cuenta no los votos de los diputados en cada circunscripción, sino del conjunto de la formación política (en cuyo caso Amaiur estaría porcentualmente sobrado).
También se tacha de contradictorio el informe jurídico porque incluye dos precedentes que servirían para respaldar la petición de Amaiur. Uno, idéntico al actual, es el caso de ERC en 2004, que en la Comunidad Valenciana no logró el 15%, pero a pesar de esto pudo conformar grupo. Otro precedente, en 1986, es aquel en el que la Mesa del Congreso tuvo en cuenta los votos obtenidos en todas las circunscripciones en las que el PNV presentó candidatura, aunque no hubiera obtenido escaño en una de ellas; en aquel caso se hizo la media en todas las circunscripciones, y dado que el PNV superaba el 15%, se permitió que conformara gryupo parlamentario.

Desde esta perspectiva no entiendo la posición mantenida en la Mesa del Congreso por el PSOE. Su representante en la misma, Javier Barrero, se abstuvo en la votación al considerar que el dictamen de los servicios jurídicos era en realidad una simple nota informativa, al carecer de conclusiones operativas claras. Visto lo visto, ¿acaso podía haberlas? Lo que resulta contradictorio no es el informe juridico, sino la práctica parlamentaria que se ha llevado en las dos cámaras, acostumbrada a "salvar" los obstáculos reglamentarios cuando parecía oportuno hacerlo así. La cuestión es: ¿qué piensa el PSOE que hay que hacer en este caso? Ramón Jauregui se ha mostrado partidario de una interpretaciíon flexible del Reglamento que posibilite la conformación de grupo tanto a Amaiur como a UPyD. ¿Por qué no se ha defendido con claridad esa posición en la Mesa?

Durante mi paso por el Senado ha visto hacer cosas con el Reglamento de la Cámara Alta que no creeríais. He visto ceder temporalmente senadores socialistas (más de uno y más de dos y más de tres) al PNV para que este partido pudiera conformar grupo parlamentario. Lo recordaba con gracia el que fuera presidente del Senado entre 1989 y 1996, Juan José Laborda: "Durante muchos años prestamos por un día a senadores socialistas para que los del PNV pudiesen constituir el grupo nacionalista vasco. Y el pago de ese préstamo, ese pequeño fraude de ley, consistía en que el grupo nacionalista nos pagaba una cena en el restaurante Currito de Madrid, en donde los que habían sido vascos por un día y nosotros dábamos cuenta de una buena chuleta". Algo similar (no sé si con chuleta o sin ella) a lo que acaba de ocurrir con UPyD, que ha superado el límite del 5% de votos en toda España exigido por el Reglamento del Congreso para conformar grupo parlamentario (el partido de Rosa Díez sólo llegaba al 4,69%) gracias a la cesión temporal delúnico diputado del Foro Asturias Ciudadano, la formación parida hermafrodíticamente por Álvarez-Cascos.

No me parece mal que se hagan estas cosas. De lo que se trata es de que el reglamento facilite el funcionamiento de la institución. Y es evidente que UPyD tiene una voz claramente propia, que debe poder ser escuchada en el Congreso sin las limitaciones que supone formar parte del Grupo Mixto. ¿Qué también Geroa Bai, Compromis, BNG o ERC tienen voz propia y diferenciada? Sin duda. Pero UPyD tiene 5 parlamentarios, mientras que el resto de fuerzas que compondrán el Mixto no pasan de 3. Algún límite es razonable.

Lo que no es razonable es que Amaiur, voz diferenciada donde las haya y con 7 diputados, se vea impedido de conformar grupo parlamentario con argumentos tan endebles como la moralina estomagante del "es que no son como nosotros, los buenos: ¡es que ellos son malos!". No estamos hablando de eso. Superados los filtros legales correspondientes, Amaiur está en el Congreso de los Diputados como una fuerza política más. Y de lo que se trata es de que a partir de ahora las Cámaras funcionen.

Amaiur acabará teniendo grupo parlamentario propio. Porque es más eficaz y porque es más justo que así sea. Ya veremos si lo logra como consecuencia de nuestra inteligencia democrática o si consiguen presentarlo, cuando sea, como una muestra más de su empecinada lucha contra un sistema poco democrático.

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Pacto Social por la Inmigración en Euskadi

Un centenar de personas provenientes de distintos sectores y entidades (administración pública, organizaciones sociales, empresa y sindicatos, partidos políticos, universidad) estamos en estos momentos dialogando en torno a la propuesta, impulsada por el Departamento de Empleo y Asuntos Sociales del Gobierno vasco, de alcanzar un pacto social por la inmigración y la diversidad en Euskadi. Pienso, y así lo he expresado en la presentación de la jornada, que estamos ante una oportunidad histórica para afrontar desde una perspectiva constructiva e incluyente una cuestión esencial para el futuro de la sociedad vasca.


Ayer, Daniel Innerarity y yo mismo firmamos un artículo al respecto publicado en EL CORREO. Lo reproduzco a continuación.


No es fácil hacer previsiones de futuro; sin embargo, una cosa es segura: que la Euskadi de mañana va a ser una sociedad aún más diversa de lo que ya lo es en la actualidad. Euskadi ha sido siempre un país plural, en el que han convivido a lo largo de la historia religiones, lenguas y culturas diferentes. La diversidad es parte esencial de nuestra historia y de nuestra identidad colectiva. Por eso las nuevas diversidades asociadas a la inmigración no deberían suponer una extrañeza para la ciudadanía vasca. En el corto plazo esta nueva realidad puede ser una fuente de dificultades: no debemos ocultar este hecho, sino reconocerlo y asumirlo como algo normal en todo proceso de cambio social. Es preciso atender a la expresión de estas dificultades y acompañarlas con el fin de que puedan afrontarse y superarse de manera constructiva. Esto es, precisamente, lo que pretende la propuesta de Pacto Social por la Inmigración impulsado por el Gobierno Vasco: enmarcar, definir un espacio ampliamente consensuado para la reflexión colectiva sobre el fenómeno de la inmigración y sobre la mejor manera de abordarlo en el seno de nuestra sociedad.


No abordamos el fenómeno de la inmigración en términos utilitaristas, sino en términos de humanidad y de justicia. Nos inspira la perspectiva de la Declaración Universal de Derechos Humanos y el convencimiento de que los derechos recogidos en ella son patrimonio de todas y cada una de las personas. La ambición que inspira este Pacto es la de ser capaces de caminar como sociedad en la dirección de una ciudadanía plural e inclusiva, que haga pivotar en la práctica las libertades, los derechos y las obligaciones fundamentales de todas y de todos sobre el hecho de la residencia, y no sobre la condición de nacionales o extranjeros. No cabe integración sin reconocimiento y garantía de todos los derechos para todas las personas.


Esta perspectiva normativa no nos lleva a desconocer el hecho de que la inmigración ya está teniendo efectos muy positivos para nuestra sociedad. Efectos que pueden medirse y objetivarse, y que contrastan con los discursos que se empeñan en presentar el hecho migratorio exclusivamente como un problema. Las personas inmigrantes vienen a Euskadi para trabajar. La inmigración tiene efectos económicos netamente positivos para las sociedades receptoras al favorecer el aumento de la población activa y la elevación de la tasa de actividad femenina, contribuyendo a las arcas públicas a través de los impuestos directos e indirectos y las cotizaciones a la seguridad social, favoreciendo el incremento del consumo y creando nuevas iniciativas empresariales. Es importante recordar en estos momentos de crisis que la inmigración no solo ha contribuido hasta ahora a la prosperidad general de la sociedad, sino también que será parte esencial de la solución a esta crisis. En un tiempo en el que todas las sociedades más desarrolladas se interrogan sobre su futuro demográfico y sobre sus consecuencias sociales y económicas, debemos mirar con esperanza el hecho de que personas procedentes de otros lugares del mundo escojan vivir sus vidas en Euskadi, aportando y compartiendo su energía y su vitalidad.


La inmigración es un fenómeno que ejemplifica como pocos la realidad glocal de la mayoría de procesos sociales contemporáneos: en última instancia, los flujos migratorios siempre acaban por localizarse en un lugar concreto, en un barrio determinado, en un portal, una escalera de vecinos, una escuela o un centro de trabajo. Es en estos lugares donde nos jugamos la posibilidad de convivir y de encontrarnos de tú a tú, más allá de prejuicios y estereotipos. Pensar la inmigración en términos extraordinarios conlleva el riesgo de mirar a las personas inmigrantes como si estas fueran esencialmente distintas de las autóctonas. Y no es así. Ganarnos la vida decentemente, poder vivir con las personas a las que amamos, contribuir responsablemente al bienestar y al desarrollo de las comunidades en las que habitamos, tener capacidad de decisión sobre los procesos que afectan a nuestra existencia, gozar de autonomía y de respeto… todas estas son vivencias y aspiraciones que, cuando se cumplen, nos permiten experimentar nuestra pertenencia plena a una determinada sociedad. Lo expresaba con la mayor sencillez Abdellah El Mekaoui, ese joven natural de Marruecos que desde hace siete años vive y trabaja en Bilbao y que hace unos días devolvió un sobre extraviado con 400 décimos de lotería de Navidad: “Si te encuentras algo que no es tuyo, lo normal es devolverlo”.


La integración es un proceso bidireccional y dinámico de ajuste mutuo por parte de todas las personas que habitamos en esta sociedad, un compromiso social dinámico y prolongado en el tiempo que tiene que ser continuamente reproducido y renovado, y que requiere un esfuerzo permanente de adaptación a la nueva realidad, tanto por parte de la población inmigrada como de la sociedad receptora. Si echamos la vista atrás comprobaremos que ya ha habido otros momentos en nuestra historia de los que podemos aprender para responder adecuadamente a los tiempos que ahora nos toca vivir. Euskadi ha sido siempre tierra de migración y de inmigración. Tenemos tiempo, pero no para perderlo sino para aprovecharlo. Partimos de un porcentaje relativamente reducido de personas extranjeras en Euskadi. Personas que, además, manifiestan activamente su voluntad de integración, contribuyendo como unas ciudadanas y unos ciudadanos más a la mejora de esta sociedad. Las personas inmigrantes no son el “Otro entre Nosotros”. Son ya, de hecho, parte del “Nosotros” vasco del futuro que estamos construyendo desde ahora entre todas y todos.

jueves, 10 de noviembre de 2011

Un Día de la Memoria... para olvidar

"Aunque jamás sea posible fundir en un mismo espíritu a hombres cuyos sufrimientos son diferentes, no hagamos nada al menos que pueda enfrentarlos".


(Albert Camus, 1945)



El denominado "Mapa (incompleto) de conculcaciones del derecho a la vida y a la integridad física y psíquica en relación a la violencia de motivación política relacionadas con el caso vasco" elaborado por ARGITUZ dibuja, con la parca frialdad de la contabilidad, los trazos esenciales de una historia del sufrimiento injustificable sobre la que deberíamos hacer memoria.



Resumen

- Personas muertas por ETA y otras organizaciones: 829.

- Personas heridas por ETA y otras organizaciones: 2.600.

- Personas muertas por “incontrolados”, grupos fascistas, GAL, BVE y otros grupos parapoliciales: entre 72 y 76.
- Personas heridas por “incontrolados”, grupos fascistas, GAL, BVE y otros grupos parapoliciales: entre 324 y 339.

- Personas muertas por la Policía: entre 93 y 122.

- Personas heridas de consideración por la Policía: entre 629 y 666.

- Personas torturadas: número por determinar.


Son sólo aquellas personas que han sufrido físicamente el terrorismo y la violencia, pero más que suficientes para hacernos reflexionar sobre monstruosa anormalidad que hemos vivido en este pequeño país. No hemos salido moralmente indemnes de esta experiencia. Aún no nos damos cuenta plenamente, pero no hemos salido indemnes.


Hay quienes, torpemente, tiran de calculadora: "Ochocientos muertos los ha generado ETA, pero otros cuatrocientos no", proclama Pello Urizar, para a continuación racalar una vez más en el cenagoso y hediondo pantano de los "afectados de primer y segundo grado". Mentalidad de actuario de seguros, completamente inapropiada en este caso, que lógicamente provoca la misma reacción aritmética: ¿de dónde sacas esos 400 muertos?


Pello Mindegia perdió la visión en 1983 como consecuencia del impacto de un bote de humo: "No se trata de equiparar, sino de reconocer", afirma, con mucho mayor acierto. De eso se trata. De reconocer a todas las víctimas, no para equipararlas, pues tal equiparación no pretende otra cosa que totumrevolutumarlo todo para que todo sea parecido, para que todo sea igual, para que todo sea, al fin y al cabo, nada. Para jugar a empatar, en suma. Para manejar el sufrimiento al peso.


Frente a la mirada aritmética necesitamos una mirada ética y anamnética. Que no enfrente, aunque no sepa aún como fundirlos en un mismo espíritu, los sufrimientos diferentes.

martes, 25 de octubre de 2011

Detener la máquina de fango


Gomorra me impresionó como ejercicio arriesgado de investigación, pero no fue hasta los relatos recogidos en Lo contrario de la muerte que Roberto Saviano no entró a formar parte de mi canon literario particular. Luego vino La belleza y el infierno, colmando mis expectativas.

Estos días he leído su ultimo libro, titulado Vente conmigo. Subrayado, subrayadísimo. Contiene reflexiones sobre la potencia de las narrativas que en los próximos días rumiaré y rumiaré, ya que conectan con algunas de las cuestiones que en los últimos tiempos más me están preocupando e interesando. Además, hay algunas otras cosas de mucho interés, entre ellas dos de evidente actualidad.
Vuelve Saviano en este libro a una cuestión de la que en su momento ya nos hicimos eco en este blog: la supuesta/la posible relación de ETA con el tráfico de drogas:

- Nosotros la coca la traíamos de Asturias -me dice Prestieri-. Teníamos contactos con los vascos.
Le recuerdo que, cuando expliqué en España que ETA tenía contactos con la Camorra, se armó un alboroto.
- Ya lo sé; todos quieren hacer las paces con ETA, y, por lo tanto, no pueden admitirlo. Con una organización política puedes sentarte a negociar, pero ¿qué haces con una implicada en el narcotráfico? Sea como sea, nosotros les comprábamos a los vascos, eran narcos vascos que ETA autorizaba y respaldaba. Luego dejamos de acudir allí, porque Raffaele Amato, Lello 'o Spagnolo, nuestro referente en España, empezó a tratar directamente con los sudamericanos.
En fin, que nada emborrone el nuevo tiempo. Aunque desde la perspectiva de las narrativas...

Me interesan más en este momento las reflexiones de Saviano sobre lo que denomina la máquina de fango y su principal consecuencia: la indiferencia hacia la política.
El mecanismo de la máquina de fango, en el fondo, es esto: poder decir "Vosotros también lo hacéis", "Todos lo hacemos". Y ese método funciona muy bien, porque en el fondo es lo que la gente quiere oír. Porque si somos todos iguales, nadie necesita sentirse mejor, hacer algo para ser mejor. La máquina de fango quiere decir: todos tenemos las manos sucias, todos somos iguales. Se trata de un despiadado mecanismo de deslegitimación universal cuyo objetivo no es otro que la indiferencia hacia la política y, en consecuencia, la retirada ciudadana de la participación: Hacer que se llegue a decir: "Todos son iguales", "Todos somos iguales". Responder al fracaso de la política generalizando, diciendo "todos somos iguales", es el mejor modo de hundir el barco en el que vamos todos.

Leía estas reflexiones de Saviano y pensaba en la encuesta electoral que ayer ofrecía el diario PÚBLICO. Según la investigación, dirigida por José Luis de Zárraga, el PSOE sólo contaría en estos momentos con la fidelidad de voto de la mitad de quienes lo apoyaron en las anteriores elecciones generales, muchos de los cuales, un 33%, se muestran indecisos.








Esta es, como puede comprobarse en el gráfico, la principal vía de agua por la que al PSOE se le escapa a borbotones su caudal electoral. Son pocos los que optan por votar a otras fuerzas políticas o por la abstención. Un tercio de quienes hace cuatro años apoyaron al PSOE parecen en estos momentos paralizados por la máquina de fango. No encuentran incentivos suficientes para movilizarse. No ven diferencias sustanciales entre el hecho de volver a votar al PSOE o no hacerlo. Aquí está la clave: ¿se está acertando en transmitir la diferencia que supone votar una cosa u otra, o no votar, el próximo 20N? Porque, según Saviano, esta es la única manera de contrarrestar los efectos de la máquina de fango:



Hay que saber ver las diferencias. La diferencia es lo que la máquina de fango no quiere que intuya el espectador, el lector, el ciudadano. Una cosa es la debilidad que todos tenemos, y otra el delito. Una cosa es el error, y otra la extorsión. Los políticos pueden equivocarse: significa que actúan. Pero una persona que se equivoca es muy distinto de una persona corrupta. En realidad, frente a la máquina de fango no hay que responder diciendo: "Nosotros somos mejores". Hay que decir: "Nosotros somos distintos". Hay que subrayar la diferencia, no meterlo todo en el mismo saco.

Aún tenemos tiempo para detener la máquina de fango. Porque hay diferencias, claro que las hay. A ver si somos capaces de exponernos y exponerlas.

jueves, 20 de octubre de 2011

El final de ETA... tan al final

¿Cómo no va a ser buena la noticia? Por favor... Lo es, es una buena noticia. Es la noticia que esperábamos. Pero, sobre todo, es la noticia por la que tanto hemos luchado. ETA ha reconocido su derrota. Mañana puede ser el primer día de nuestra vida sin ETA, después de tantos días; después de toda la vida. ¿Que por qué entonces no salto de alegría? ¿Te parezco escéptico?
Creo que si Brassens hubiese incluido en su Mala reputación una estrofa referida al terrorismo, diría algo así: "En el día del final definitivo del terrorismo, yo recuerdo a todas sus víctimas".
Es una noticia maravillosa, que solo tiene un "pero": que se haya producido ahora. Claro que sólo "ahora" podía producirse. Lo que quiero decir es que debía haberse producido ahora-hace-mucho-tiempo.




En el año 2000 tuve la ocurrencia (y Luis Haranburu la locura) de publicar un librito titulado Columnas vertebradas. Reproduzco un fragmento de su introducción, pues tal vez así me pueda hacer entender mejor:




Suele decirse que no hay nada más viejo que un periódico del día anterior. También suele recomendarse no pensar o, en caso de no poder aguantarse las ganas, nunca poner por escrito lo pensado. La primera es una advertencia a los lectores; la segunda, a los autores. Este libro desafía ambas advertencias.
Tengo que decirte, lectora o lector que ojeas esta introducción antes de tomar la decisión de llevarte contigo el libro, que todo lo que en él vas a encontrar ha aparecido ya en los periódicos de días anteriores. Se trata de una selección de columnas de opinión escritas desde principios de 1997 y publicadas por el diario El País en su edición para el País Vasco. He escogido sólo colaboraciones relacionadas con lo que en alguna ocasión en que el hartazgo hacía mella en mi ánimo he llamado la cosa nostra: todo eso que, por recurrir a denominaciones que más adelante serán convenientemente matizadas pero que de entrada nos permiten entendernos, se ha conocido como la cuestión vasca o el conflicto vasco. He dejado fuera aquellas otras columnas en las que abordaba cuestiones sobre economía, empleo, exclusión, cultura, ecología, etc.; cuestiones, por cierto, no menos nuestras.
En cuanto a la segunda advertencia –no pensar o, por lo menos, no escribir-, llevo veinte años largos haciendo lo contrario. Victor Urrutia, amigo y compañero de fatigas universitarias, suele decir que, a diferencia de lo que ocurre en la mayoría de los lugares, el hecho de vivir en este querido país nos ha obligado a muchos a pagar un peculiar impuesto reflexivo vasco, nos ha forzado a intervenir en unos debates y a utilizar unas herramientas (el artículo periodístico) a los que, seguro, en unas circunstancias distintas no nos hubiésemos acercado.
En mi caso hace ya veinte años que recurrí al periódico para expresar mi opinión sobre algunas de las cosas que ocurrían en nuestro país. Concretamente, fue un 23 de octubre de 1979 cuando el diario Deia tuvo a bien publicarme una carta al director en la que criticaba algunos aspectos de la campaña de prensa organizada por HB pidiendo la abstención ante el referéndum estatutario que se celebraría dos días más tarde. Por lo que parece, lo que motivó aquella carta fue la indignación que sentí ante el eslógan que acompañaba la referida propaganda: “Recuerda, la luz sólo sale de la confrontación civilizada”. En un año tan terrible como aquel, cuando ETA asesinó casi a 80 personas, la apelación a la confrontación civilizada fue la gota que colmó mi particular vaso. A esa carta siguieron otras.
Años después (no sé exactamente cuando, aunque aparecen en un cuaderno fechado en diciembre de 1986), escribía unos torpes versos en los que volvía a insistir en algo que me ha atormentado siempre: ¿cómo se puede convivir con la violencia, cuando esa violencia es ejercida en nuestro nombre? El poema, sin título, decía:

y así mi tierra se volvió de sangre
sirimiri rojo
nuevo condimento
plazas encharcadas
katiuskas
paraguas
paladar que cambia
sangre tinta al vaso
de los txikiteros
sangre roja al verde
de nuestras praderas
sangrería enorme
sangruna tremenda
sangrena caníbal
santa sangre madre
de los niños muertos
sangría profunda
regando la calle
sangre se hizo sangre
mi gente
por quedarse en casa
bajo los tejados
cuando las primeras gotas
comenzaban

¡Mira por dónde! Rebuscando entre mis papeles han ido apareciendo viejos escritos. Bueno, rectifico: los escritos no son viejos, nada de eso, son muy jóvenes; hay escritos casi adolescentes. El que empieza a estar viejo soy yo. De hecho, creo que no he conseguido finalizar un poema desde hace diez años, aunque también es verdad que en todo este tiempo son pocos los que he comenzado. Pero por aquellos años escribía cosas como esta:

Nunca es pronto para decir basta / pues decirlo / tenerlo que decir / implica / que ha ocurrido ya lo que no debió ocurrir / lo que debió evitarse. / Nunca es pronto para decir basta. / Si hay que decirlo / ya es tarde.

O como esta otra, un largo poema titulado "A pesar de tu muerte (o tal vez por ella)", dedicado a Yoyes, del que entresaco algunas estrofas:

Ya está llegando el día de los días / el día del cuchillo enmohecido / el día de las deudas perdonadas / el día del disparo detenido.
Venceremos el miedo / te aseguro / que ese día venceremos el espanto / y a un día despejado dará paso / esta noche asesina del futuro.
Y no habrá ya disculpas para nadie / para el cobarde ni para el tirano / para el que ordena ni para el que calla / para el que elige ni para el que ejecuta.
Volveremos a vernos sin caretas / nos reconoceremos en las plazas / y mantendremos lo que nos distingue / sin convertirlo en lo que nos separa.

Te pido disculpas, amiga o amigo lector. Te has acercado con cautela a mis columnas periodísticas y si te descuidas te endoso un centón de mediocres poemillas. Pero descuida, este será el último; titulado "Ronda de la bala", tómalo como una concesión a la nostalgia:

A la rueda rueda / de la bala fría / rueda que te rueda / la bala asesina.
La bala no queda / parada en un sitio / no queda, que vuela /
buscando lo mismo.
Bala voladora / verdugo de niños / cruel balita ciega / esclava de instintos.
Bala de la tregua / nunca respetada / bala siempre presa / de la misma rabia.
Bala compañera / del café con leche / bala mañanera / noticia de muerte.
Feroz bala vieja / ¿no habrá quién te enfrente / a la historia negra /
que hasta hoy te mantiene?

En fin: no sé si este país habrá ganado un mediano columnista, pero de lo que estoy seguro es de que no ha perdido un buen poeta. He traído a colación todas estas historias sólo para indicar que siempre he procurado tener opinión y, cuando he podido y como he podido, la he hecho pública. Lo he considerado un precioso deber ciudadano. Y así han pasado veinte años.


Veinte años que ahora son 31. Aquel libro contenía también esta dedicatoria:



El 10 de abril de 1999 nació nuestra hija Naia. Naia (nahia) significa voluntad, deseo, intención. En dialecto suletino, el hablado en Zuberoa, significa (esta vez sin “h”) ola y, la verdad, mirar a un bebé es como mirar el mar: siempre parece igual pero en cada momento es diferente. Aunque dejar atrás la violencia no es lo mismo que superarla, quiero creer que Naia ha nacido en un País Vasco que mira definitivamente hacia la paz. A ella va dedicado este libro.
Y de una existencia que nace a la vida a otra que se consagró a la defensa incondicionada del derecho a la vida durante los peores tiempos de la violencia. También se lo dedico a todas esa buenas gentes que han creado y sostenido, desde aquel lejano 1986, la Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria. Si las sociedades tienen algo así como una ética colectiva, Gesto por la Paz ha sido la más clara emanación ética de la sociedad vasca.


Hace ya 31 años. Tal vez ahora me comprendas cuando te digo que es una noticia maravillosa, pero que...

sábado, 15 de octubre de 2011

Con Txema, este 15-O

Esta tarde, el mismo día en que tantos miles de personas se movilizan en todo el mundo reivindicando y anticipando ese otro mundo posible, pero sobre todo imprescindible, unas cuantas personas nos hemos reunido en Santutxu para recordar a Txema Fínez. Un año ya de su resurrección.
No puede ser casualidad.

He vuelto a casa con el libro nacido del amor de Susana y del afecto de tantas personas: "He sido feliz en todo lo que he hecho", proclama Txema desde su portada. Y se le nota en la foto que la ilustra.

En mi despacho tengo una estantería en la que acomodo autobiografías y biografías. Ahí están Rossana Rossanda con La muchacha del siglo pasado, los Años interesantes de Eric Hosbawm, Robert Graves y su Adiós a todo eso, De senectute de Bobbio, los Orígenes de Maalouf, el Elogio de la imperfección de Rita Levi Montalcini, Rumbo al Sur, deseando el Norte de Ariel Dorfman, El peso de una vida de Bettelheim o El refugio de la memoria de Tony Judt.
Junto a ellos, las biografías de Camus (Herbert H. Lottman), de Simone Weil (dos: la de Simone Pétrement y la de Gabriella Fiori), de Orwell (Jeffrey Meyers), de Isaiah Berlin (Michael Ignatieff), de Raymond Williams (Dai Smith) y hasta de Tom Waits (Barney Hoskyns).

Entre estas obras descansa ahora el libro de/sobre/con/para Txema.

Y de la autobiografía de Judt reproduzco una reflexión que parece escrita para nuestro querido amigo:

"La seriedad moral en la vida pública es como la pornografía: aunque difícil de definir, sabes que lo es en cuanto la ves. Describe una coherencia entre intención y acción, una ética de responsabilidad política. Toda política es el arte de lo posible. Pero el arte también tiene su ética".

miércoles, 12 de octubre de 2011

¿Quién crea empleo y bienestar?

Confebask acaba de hacer pública su propuesta para el debate sobre la fiscalidad impulsado por el lehendakari Patxi López. Tal como señalaba este diario al hacerse eco de la noticia, la patronal vasca pide una rebaja de los impuestos que afectan a las empresas (como el de sociedades y las cotizaciones empresariales a la Seguridad Social), el mantenimiento de los incentivos fiscales y la elevación de impuestos como el IVA o el IRPF (salvo los tipos máximos, es decir, aquellos que se aplican a los salarios más altos). “¿No estarían dispuestos los trabajadores a pagar un poco más para que hubiera más personas trabajando?”, se preguntaba retóricamente el presidente de Confebask al presentar su propuesta. Al fin y al cabo, ¿no son los empresarios los que crean empleo?
En una línea similar, el secretario general de la Confederación Española de Directivos y Ejecutivos , en la presentación de su VII Congreso que se celebrará a finales de este mes en Bilbao, defendía la importancia de “reconocer su mérito, su esfuerzo y su trabajo”, que deben ser adecuadamente “premiados” incluso en la presente situación de crisis. Ambas organizaciones, Confebask y CEDE, consideran que lo que la sociedad debe hacer es procurar que esas personas, empresarios, directivos y ejecutivos, que son quienes generan empleo y riqueza, no se vayan a otros lugares, allí donde se tribute menos o se retribuya más.
En esto coinciden miméticamente con el pensamiento conservador, en una alianza cuyo éxito electoral, en caso de producirse, no solucionará ninguno de nuestros problemas económicos y detonará graves problemas sociales. “A ver si nos vamos a creer que es el Estado el que garantiza ese bienestar”, proclamaba hace unos días el portavoz económico de PP, Cristóbal Montoro, en una entrevista en Los desayunos de TVE. Pues sí, deberíamos creerlo. O cuando menos, deberíamos dejar de militar acríticamente en ese thatcherismo prosaico que continua repitiendo como un mantra aquello que la Dama de Hierro sentenció en 1987 en relación a la sociedad: “¡No existe tal cosa! Hay hombres y mujeres individuales, y hay familias. Y ningún gobierno puede hacer nada sino a través de la gente; y la gente debe mirarse a sí mismos en primer lugar”. La sociedad no existe, y si existe no tiene demasiado que ver con la creación de empleo. Menos aún cuando se presenta con los ropajes de sociedad política.
Pero se trata de un discurso falso. ¿Son las empresas las que crean empleo? ¿Debe premiarse el mérito de directivos y ejecutivos? Sí y no. Las empresas que crean empleo lo hacen, siempre, en contextos sociales, culturales, políticos y económicos que ellas mismas no generan ni garantizan. Son cientos, miles, los Steve Jobs que nunca surgirán de tantas regiones el planeta donde lo más seguro para un niño o una niña recién nacidos es que su vida se acabe antes de cumplir los cinco años. ¿Y qué sería de Bill Gates en Mogadiscio? Como señala John Rawls, “hasta la disposición a hacer un esfuerzo, a intentar algo, y por lo tanto el tener mérito en el sentido ordinario, depende a su vez de las circunstancias sociales y de haber tenido una familia feliz”. Hay contextos sociales radicalmente tóxicos para el emprendizaje. Y estos contextos no son, frente a lo que sostiene irresponsablemente el dogma neolibertario, aquellos en los que existe un Estado mínimamente intervencionista y débilmente redistribuidor.
Stephen Holmes y Cass R. Sunstein, profesores de Derecho en las universidades de Nueva York y Harvard respectivamente, recuerdan que todos los derechos tienen costos económicos, que todas las libertades privadas tienen costos públicos y que la redistribución de los dineros públicos no sólo se da cuando de garantizar derechos sociales se trata. Todos nuestros derechos –tanto los comúnmente denominados “individuales” como los sociales, tanto los vinculados a la “libertad negativa” como a la “libertad positiva”- dependen de los impuestos recaudados por el gobierno. En este sentido todos los derechos son positivos. En palabras de Holmes y Sunstein, “ningún derecho es simplemente el derecho a que los funcionarios públicos no lo molesten a uno […] todos los derechos son costosos porque todos proponen una maquinaria eficaz de supervisión, pagada por los contribuyentes, para monitorear y controlar”.
El caso más evidente es el derecho de propiedad: aparentemente un derecho para cuyo ejercicio basta con la no intervención del Estado, en realidad un servicio que el gobierno presta a quienes tienen propiedades, pero que es financiado por los ingresos generales obtenidos del conjunto de los contribuyentes. El dinero público que ha costado la defensa del derecho de propiedad en el caso de Kukutza no se limita sólo ni fundamentalmente a esos 140.000 euros en los que el Ayuntamiento de Bilbao ha cifrado los destrozos causados por los actos vandálicos que se produjeron tras su desalojo. Todas y todos hemos pagado a escote no sólo los contenedores quemados, sino también los distintos autos judiciales emitidos en relación al caso, así como el espectacular despliegue policial que permitió la ejecución del derribo.
“Los individuos ricos y exitosos –recuerdan Holmes y Sunstein- deben su riqueza y su éxito a instituciones sociales que exigen la cooperación de todos, pero distribuyen sus recompensas en forma selectiva y desigual”. Esta es una lección fundamental que no parece enseñarse en las escuelas de negocios, ni siquiera en aquellas que dicen aspirar no sólo a la excelencia académica y económica, sino también a la excelencia ética. Confebask, estoy seguro, desea poder seguir desarrollando su imprescindible actividad en el marco de una sociedad razonablemente buena, pacífica, segura y virtuosa.
¿No estarían dispuestos los empresarios a pagar un poco más para que hubiera una sociedad más cohesionada, más comprometida, más atenta a descubrir y desarrollar las capacidades de todas y de todos?

[Artículo publicado hoy en en EL CORREO y DIARIO VASCO]

sábado, 8 de octubre de 2011

Un programa para la izquierda

Hoy podemos leer en PÚBLICO una entrevista con Arnaud Montebourg, candidato del "ala izquierda" a las primarias del Partido Socialista Francés. "Hay que intervenir para que los mercados no destruyan nuestra vida", sostiene. Y concluye:

"No podemos pedir a la población, que no tiene ningún tipo de responsabilidad en la crisis, que sea ella la que pague la crisis. Si no, tendremos la revolución. Y, sin embargo, eso es exactamente lo que las derechas europeas, y los social-liberales como Zapatero han intentado hacer. Se lo digo a nuestro amigo Rodríguez Zapatero. Por algo no puede volver a presentarse. Porque ha comprendido que el pueblo español no puede aceptar esa injusticia. No se puede imponer a la población el precio de la crisis. Mi compromiso presidencial es construir un santuario: se puede pedir sacrificios a la población por servicios públicos que hay que reconstruir, como la educación, la dependencia de las personas mayores. Pero... ¿¡pedir sacrificios a la población por las deudas de los bancos!?".



Montebourg ha expuesto el núcleo de su proyecto económico en un librito titulado originalmente Votez pour la démondialisation!, traducido al castellano como ¡Votad la desglobalización!.
Recogiendo la reivindicacón enarbolada hace una decena de años por el filipino Walden Bello, Montebourg propone para Europa, comenzando por Francia y con la complicidad imprescindible de Alemania, un proyecto de proteccionismo moderno, verde, social y solidario: "No es un proteccionismo del miedo al otro, sino un proteccionismo cooperativo", aclara. Frente a una globalización neoliberal (en realidad una gobalitarización) que no supone otra cosa que "un desastre para los que no tienen más recursos que su trabajo", a la vez que "el desplome del poder adquisitivo de los votos", Montebourg describe una estrategia para transitar "entre el neoliberalismo cínico, que impone la ley del más fuerte y desarma a los Estados aboliendo las fronteras, y el repliegue nacional por miedo a perder la identidad o el poder, haciendo de la frontera una barrera agresiva e infranqueable". Lo cierto es que ambos, el neoliberalismo cínico en lo económico y el repliegue nacional en lo político-cultural, caminan de la mano en la actualidad.
"Se trata, pues, -señala Montebourg- de hacer un uso inteligente de nuestras fronteras, antiguo instrumento del ejercicio del poder. La frontera es hoy el medio para mantener a distancia la máquina de poner en competencia sin límites a la totalidad de las actividades humanas. Desglobalizar consiste en fundar una nueva práctica de la frontera, y de la protección, como instrumento común de los Estados en competencia, y de la humanidad, que sigue sin tener quien la defienda y quien represente su interés general".

Espero que el guante que lanza Montebourg sea recogido, primero, por el PSF, y por la sociedad francesa después. Y más allá de Francia, en cualquier caso.

domingo, 2 de octubre de 2011

Las dos estaciones de Tahar ben Jelloun

Más allá de algún artículo de opinión, no conocía la obra de Tahar Ben Jelloun. Esta semana he leído sus dos últimos libros, publicados recientemente por Alianza Editorial.







El primero de ellos es un ensayo titulado La primavera árabe, en el que analiza la oleada de protestas populares que está sacudiendo a los países del Norte de África. En junio ya público un interesante artículo al respecto. Aunque el destino de estas revueltas sea incierto, Ben Jelloun considera que las mismas significan ya una clara derrota del islamismo, al estar orientadas por valores y reivindicaciones profunda y esencialmente democráticos:


"Esta primavera rubrica la derrota del islamismo. [...] Nuevos valores -en realidad, viejos valores- han invadido el ámbito de la reivindicación árabe: libertad, dignidad, justicia, igualdad. El 'software islamista', como dicen algunos, ha quedado obsoleto. Facebook, Twitter, Internet y nuevas formas de imaginación y acción política han barrido el discurso lenitivo, anacrónico y estúpido del islamismo, que recurría a lo irracional y al fanatismo neurótico para su propagación. En las grandes manifestaciones no se ha escuchado ningún eslogan contra los otros, los extranjeros, los europeos o los israelíes [...]. Y si hoy esas revueltas pueden calificarse de 'revoluciones' es porque, ante todo y sobre todo, las animan unas reivindicaciones de orden ético y moral".





Y de la primavera luminosa e incendiaria a un otoño oscuro y agonizante. El segundo libro de Ben Jelloun es una novela titulada El retorno. La historia de un inmigrante, Mohamed, cuya jubilación le aboca a una dramática crisis de identidad. Extranjero en Francia, extraño en su tierra natal, extraviado entre dos mundos. "Aunque no había sido el primero de su cábila en emigrar, se angustió cuando se dio cuenta de que se habia convertido en un TME, un trabajador marroquí en el extranjero. Con el tiempo el TME se transformó en RME, residente marroquí en el extranjero. ¿Cuál era la diferencia? Residente sonaba más noble. Pero la mirada que te dirigían no cambiaba". De ahí su firme propósito de regresar a su casa: "El contrato está muy claro, yo trabajo, ellos me pagan, yo crío a mis hijos y, algún día, regresaremos a casa, sí, mi casa es mi país, mi patria". Pero su sueño de retornar a un mundo que ya no es el suyo, mucho menos el de sus hijos, acaba convertido en una pesadilla de locura y de muerte.





En una entrevista publicada en Babelia le preguntaban a Tahar Ben Jelloun: "Escribió El retorno entre 2005 y 2008. ¿Sería ahora más optimista tras la primavera árabe?"; a lo que respondía: "No creo. La primavera árabe no aporta gran cosa a los inmigrantes, su vida está aquí, en Francia, en los países europeos. Pero lo importante es que bastantes de sus hijos han participado en las revueltas árabes en Túnez, Egipto o Libia. Conozco a jóvenes nacidos en Francia o en Inglaterra que han vuelto a los países de sus padres para participar en las luchas actuales. Eso es muy estimulante".




Dos estaciones: primavera y otoño. Dos miradas complementarias a una misma realidad, infinitamente más compleja de lo que podemos pensar. Dos lecturas muy recomendables.

viernes, 23 de septiembre de 2011

Kukutza: entiendo casi todo, menos lo fundamental


  1. Entiendo que un edificio abandonado sea ocupado por un colectivo de personas animosas que lo ponen al servicio de su barrio, un barrio donde si algo no abunda son los equipamientos sociales y culturales.

  2. Entiendo que esa ocupación, al prolongarse durante una docena larga de años, se convierta en una recuperación para la ciudadanía de un espacio que utiliza como si fuera propio.

  3. Entiendo que, en su origen, la mentalidad/ideología/cosmovisión/"modelo de sociedad" de ese proyecto se aproxime mucho a la mentalidad/ideología/cosmovisión/modelo de sociedad y hasta a la estética de una determinada facción de nuestra sociedad.

  4. Entiendo que, de nuevo con el paso del tiempo, esa mentalidad/etc. originaria se haya ido pluralizando, hasta convertirse en algo mucho más diverso, más parecido a lo que la propia sociedad de Rekalde es en la actualidad.

  5. Entiendo (aunque no comparto) que un Ayuntamiento piense que el terreno que ocupa ese edificio puede ser más útil para uso residencial que para otros usos.

  6. Entiendo que unos propietarios tengan legalmente la posibilidad de reclamar contra la ocupación/recuperación social de un edificio.

  7. Entiendo (incluso) que esos propietarios no valoren otra cosa que la posibilidad de hacer un negocio (lo que demuestra que la burbuja inmobiliaria nunca se ha pinchado, y que hemos aprendido muy pero que muy poco de la crisis en la que nos encontramos).

  8. Entiendo que un juzgado, atendiendo a la reclamación de los propietarios, decrete el desalojo del edificio con el fin de proceder a su derribo.

  9. Entiendo que un Ayuntamiento se niegue a correr con los gastos de su compra con el fin de poder evitar dicho derribo.

  10. Entiendo que haya expertos que consideren que el edificio en cuestión tiene algunos valores arquitectónicos e históricos que lo hacen merecedor de alguna protección.

  11. Entiendo que la ertzaintza actue para cumplir una orden judicial que decreta su desalojo.

  12. Entiendo que los resistentes al desalojo se opongan a esa actuación.

  13. Entiendo (aunque lamento) que del cruce de esas dos voluntades enfrentadas surjan algo más que caramelos/palmaditas en la espalda y narices de payaso/invitaciones amables.

  14. Entiendo que otra juez suspenda cautelarmente el decreto de derribo dictado por el primero.

  15. Entiendo todo esto y muchas cosas más que me he dejado por el camino.

Lo que no entiendo es que ningún responsable político se haya preguntado por las consecuencias de todo este encadenamiento de actuaciones, cada una perfectamente entendible de manera aislada. Consecuencias ciudadanas, consecuencias desde la perspectiva de la política democrática. No entiendo que en todo este debate hayamos perdido totalmente de vista lo que Kukutza ha sido durante todos estos años. Que hayamos dejado de hablar de cultura en la ciudad para hablar solo de okupas, de Bildu, de propiedad, de permisos de obras, de autos judiciales, de intervenciones policiales o de kale borroka.


No creo que Rekalde y Bilbao necesiten más viviendas antes que más equipamientos para/con las y los vecinos. Y creo que Kukutza está siendo y va a ser el 15M que no hemos tenido en Euskadi. Con las mismas consecuencias que aquel. Desafección, privatización, cabreo social y desertización del espacio público.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Esto es todo, amigas y amigos

Ayer tuvo lugar el último pleno del Senado. Un pleno extraordinario en el que se aprobó, entre otras, la Proposición de Ley de reconocimiento y protección integral a las víctimas del terrorismo, en la que tuve el honor de intervenir como ponente. Para mi fue algo muy importante. En muchas ocasiones he dicho que mi decisión de ir en las listas del PSE en las elecciones generales de marzo de 2008 tuvo mucho que ver con las bombas que ETA puso por aquellos días en las Casas del Pueblo de Elgoibar, La Peña (Bilbao), Derio y Balmaseda. Objetivo permanente del abertzalismo totalitario, rechazadas por los vecinos en una muestra de cobarde nimbismo político (NIMBY, Not In My Backyard, no en mi patio trasero), siempre he considerado que cada vez que una de estas sedes socialistasha levantado la persiana en Euskadi a lo largo de todos estos años, se estaba levantando -con una naturalidad y un arrojo que nunca hemos agradecido lo suficiente- la bandera de la dignidad democrática. El asesinato de Isaías Carrasco selló de manera indeleble mi compromiso con esas listas. Por eso ha significado tanto para mi poder cerrar mi paso por el Senado defendiendo y votando, al unísono con todas las senadoras y sendores, esta nueva ley de y para las víctimas del terrorismo.



Ayer, cuando intervenía por última vez en el pleno del Senado, quise decir alguna de estas cosas a modode despedida. Pero el pudor y, sobre todo, la intención de que toda mi intervención se dedicara a poner en valor el texto que defendía en nombre del Grupo Socialista, hizo que me lo callara. Ahora lo digo.



Ayer ocupé por última vez el escaño donde tantas horas he pasado a lo largo de estos tres años y medio. Sentado entre Cristina y Manuel, he tenido la suerte de poder conocer a un grupo de personas realmente admirables, que desde ahora llevo en mi recuerdo. Rafaela, Manuel, Josefa, Ángel, Pedro, José, Mario, José Miguel, Jorge, con quienes he trabajado en la comisión de Cultura y a quienes hoy quiero dar las gracias por haberme acogido como portavoz y coordinador de la misma; a mí, un recién llegado a esto de la política institucional, cuando cualquiera de ellas y de ellos tenía mucho más conocimiento y capacidad para haberlo sido.





Como me llevo en el recuerdo las enjundiosas conversaciones mantenidas con Cristobal, un sabio. Y Arcadio: él sabe todo lo que le quiero. Ahora me arrepiento de no haberle dado ayer dos besos, cuando estuvimos charlando una rato en su despacho una vez finalizado el pleno. Pero estaba presente su hija, y me dio corte.

Y Nacho, pura inteligencia e ironía, sostenida sobre una humanidad atenta y simpática. Y Assumpta, comprometida hasta las cachas con la educación. Pero es que tendría que señalar aquí tantos y tantos nombres que me seguro me olvidaría de alguno: Carmela, Ruth, José Miguel, Antonio, María, Esmeralda, Miriam, Xavier, Maite, Antonio, Susana, Félix...



¿Y qué decir de la conjura vasco-navarra-cántabra? Javier, Lentxu (¡cómo nos has cuidado!), Víctor, Yolanda, Javier, Alberto (alias Francisco), Jesús, Izaskun, Dimas, Josean, Roberto, José Luis, Miguel Ángel. Junto con los vasco-navarros del Congreso, pastoreados por Txiki, animados por Helena y acompañados de un extremeño sobrado en números e historias despedimos la legislatura en "El Comunista". Como Dios manda.





Pero mis recuerdos no se limitan a mis compañeras y compañeros de grupo. He conocido mucho mejor a Joseba, un parlamentario excelente y a Lore, trabajadora inagotable. He discutido amigablemente con Iñaki sobre los mejores cafés: él me regaló un paquete de excelente grano costarricense, yo le correspondí con un paquete de café de comercio justo.
Como guardo en mi recuerdo a Miquel, combativo como nadie por su llengua y su Catalunya, pero dialogante y afectuoso como el que mas.

Y a Juan, mi contraparte popular en la comisión de Cultura. Y con él a María del Carmen: te deseo lo mejor. Y a Adolfo, que se tomaba tan en serio todo lo que tiene que ver con la educación. Y a Ignacio: en dos ocasiones se ha acercado hasta mi escaño, amablemente, y sus palabras me han llegado muy dentro. La última ayer, para despedirse.

Y a Juana y Ramón, por supuesto.


Esta mañana el pasillo donde se ubican los despachos de las y los portavoces del Grupo Socialista se llenaba de papeles en desalojo. También yo he empezado a vaciar el mío.




Me ha emocionado despedirme de Marimar, de Sandra, de Laura, de Elisa, de Mirta, de Belén, de Mar, de Dulce, de Marta. No he podido hacerlo directamente de Malena ni de Eva, cómplices inteligentes y atentas desde los ministerios de Educación y de Cultura. Tampoco he podido despedirme personalmente de Iñaki, ahora en el Congreso, pero eso lo vamos a arreglar. Como vamos a arreglar otra charleta con cerveza en la Tacita roja y flamenca, Eva, y las que hagan falta. Me ha emocionado sobremanera recibir de manos de Julio el libro Hamerstein o el tesón, de Enzensberger.



¿Que qué me llevo de mi experiencia en el Senado? Muchas cosas, que seguramente iré valorando con el paso del tiempo. Pero hay algo que ya guardo conmigo y que, por sí solo, me ha enriquecido de una manera tal que ninguna declaración de bienes puede reflejar: todas y cada una de esas personas con las que he tenido la oportunidad de trabajar a lo largo de esta legislatura, que ya forman parte para siempre de mi ecosistema sentimental.

martes, 13 de septiembre de 2011

Arde Madrid

Ardía ayer Madrid.


Inflamada de revueltas con corazón...




Sofocada por temperaturas imposibles...


sábado, 10 de septiembre de 2011

El día en que Yoyes se encontró con Roque

... llegaste temprano

demasiado temprano

a una muerte que no era la tuya

y que a esta altura no sabrá qué hacer

con tanta vida.

[Mario Benedetti: "A Roque"]

Hay quienes lo llaman "cielo". Otras personas lo llaman "memoria" o "historia". El nombre es lo de menos, hablando como hablamos de un no-lugar, de una situación más allá del espacio y del tiempo, más acá del pasado y el olvido. Debe ser muy amplio, eso sí. Inmenso, sobre todo comparado con nuestros países, tan chiquitos. Pero acá, como allá, hay algunas constantes que funcionan. Donde tantas leyes físicas y humanas carecen de influencia, hay cosas que también acá siguen actuando. La atracción, por ejemplo, la sensación profunda de proximidad. ¿No se habla de "almas gemelas"? Por eso, no debe extrañarte que entre tanta gente y sin conocernos de nada nos hayamos encontrado. Yo no sé nada de ti -deje El Salvador años antes de que tu nombre fuera conocido- y lo más seguro es que tú no sepas nada de mi. Nunca he sido muy conocido por tu tierra. Pero teníamos que encontrarnos, y ha ocurrido.
Habían pasado 10 años desde que llegué aquí -apenas un instante- cuando me encontré en la situación en la que tú estás ahora. Rosa Luxemburg -¿la conoces? ya veo que sí- se vio conmigo como to me veo hoy contigo. Ahora que lo pienso, debió ser en mayo de 1985. ¿Tu estabas entonces en ciudad de México a punto de viajar a París? Déjame ver lo que escribiste entonces: "Es una situación extraña la que estoy viviendo, no tengo nada, no tengo ni cama, ni mesa, ni trabajo para estudiar, lo estoy dejando todo para partir, y la sensación que experimento ante ello no es terrorífica, no, es la de levantar las alas y volar, con la esperanza de poder hacer nido en otro lado". Conozco bien esa sensación. De México viajaste a París y de Paris a San Sebastián. Y de la esperanza pasaste, en pocos meses, a la pesadilla.
¿Llegaste a escribir una nota que finalmente no hiciste pública en la que denunciabas a ETA como responsable de tu posible muerte? La mayoría de las víctimas dejan este mundo sin saber quién fue su asesino. A mí me ocurrió. Todavía hoy, en 1986, se publican libros sobre El Salvador en los que mis poemas son profusaente utilizados para compensar la pobreza expresiva de sus autores, mi muerte sigue presentándose como un misterio y mi presunto asesino como un héroe revolucionario.
Escribió Albert Camus que el revolucionario es al mismo tiempo rebelde o ya no es revolucionario, sino policía y funcionario que se vuelve contra la rebelión. Las revoluciones armadas sempre las acaban dominando los policías. Fíjate en lo que les pasó a la misma Rosa y a Karl Liebknecht. Parce trágico, pero es así: no hay policía de un poder constituido contra el pueblo que sea capaz de parar por mucho tiempo el cambio, pero hay tantos policías en las revoluciones que casi siempre acaban por agostar las posibilidades emancipadoras, reduciéndolas a eslogan, a caricatura de sí mismas. Y conste que no me arrepiento de lo que yo mismo escribí aconsejando a los machetes de los pobres no quedarse metidos en sus vainas, que los explotadores han convertido El Salvador en sinónimo de matanza. Tu misma escribiste en tu diario en septiembre de 1980: "Han matado a seis de los principales dirigentes salvadoreños, la tienen difícil en El Salvador, la situación alí está adquiriendo dimensiones más que increíbles, los niños, los viejos, todos son posibles víctimas, no se salva nadie".
Lo escrito escrito está, aunque puestos a escribir me gusta más lo que tu escribías sobre el deseo de utilizar tu capacidad de hacer vida físicamente. El historiador Arnold J. Toynbee se preguntaba en una ocasión cuál es la razón para que ninguna sociedad pueda ser salvada por la espada ni siquiera cuando quien la maneja se halla sinceramente ansioso de volver el arma a su vaina lo antes posible y mantenerla en ella por el más largo periodo que sea factible. Él pensaba que la espada que una vez bebió sangre no puede dejar de beber sangre de nuevo. No lo sé. Una antropóloga norteamericana ha escrito un libro fascinante titulado El cáliz y la espada, en el que argumenta que en agún momento de la evolución cultural de la civilización occidental nuestras sociedades abandonaron la adoración a las fuerzas del universo generadoras y mantenedoras de vida, simbolizadas en nuestro tiempo por el cáliz, para venerar el poder mortífero de la espada, el poder de quitar la vida antes que darla, que es el poder esencial para establecer e imponer la dominación. ¿Sabrán algún día los movimientos revolucionarios organizarse en torno al símbolo del cáliz y no el de la espada?
Ocho años después de mi muerte fue asesinada en Nicaragua otra compañera, Ana María, en unas circunstancias parecidas a las mías. Tu fuiste asesinada en 1986, diez años después de la desaparición de Pertur. Hay un matemático, J.A. Paulus, que ha escrito páginas muy curiosas sobre las coincidencias en la historia. Cuenta, por ejemplo, que Lincoln fue elegido presidente en 1860 y Kennedy en 1960. El nombre de ambos consta de siete letras. Lincoln tuvo un secretario llamado Kennedy y Kennedy tuvo otro llamado Lincoln. El asesino de Lincoln le disparó en un teatro y se refugió en un almacén; el supuesto asesino de Kennedy disparó desde un almacén y se refugió en un cine ("theater" en inglés). Y hay más coincidencias todavía. Pero son eso, coincidencias, fruto de la casualidad, no de la causalidad. Sin embargo, bien parece que la espada sigue exigiendo su tributo de sangre, creyendo locamente que la sangre derramada sólo será redimida por más sangre. ¿Hemos llegado hasta aquí -hemos matado niños y compañeras de militancia- para detenernos ahora? El dolr provocado se vuelve inútil si no seguimos avanzando, dice la Espada, y no avanzaremos sin causar dolor. Y así el dolor causado exige el dolor por venir, que se justifica con el dolor causado.
Ahora estamos en 1996. Han pasado 10 años desde tu muerte y en tu mismo pueblo, en Ordizia, la Espada ha vuelto a salir de su vaina. La tierra en la que naciste continua siendo, como escribías el 5 de septiembre de 1986, un volcán en erupción que se revuelve y que hierve sin lograr asentarse. "No puede ser -escribiste entonces- quiero pensar que todo esto me llevará a un puerto tranquilo, más maduro, siempre que no me de prisa, que no corra mucho, porque en mi juventud quizás corrí demasiado". Yo también quiero pensar contigo que todo esto nos llevará a todos y a todas a un puerto más tranquilo, más maduro, más humano. Por cierto: me llamo Roque Dalton.

Cuenta Eduardo Galeano que Roque Dalton se salvó dos veces de morir fusilado ("una vez se salvó porque cayó el gobierno y otra vez se salvó porque cayó la pared, gracias a un oportuno terremoto"); también se salvó tras las torturas o los enfrentamientos con la policía. No se salvó, sin embargo,de sus propios compañeros de guerrilla: "Son sus propios compañeros quienes condenan a Roque por delito de discrepancia. De al lado tenía que venir esta bala, la única capaz de encontrarlo". Miembro de la Resistencia Nacional salvadoreña (FARN) antes de su escisión, Roque Dalton fue asesinado en 1975 por una facción de los dirigentes falsamente acusado de ser agente de la Unión Soviética y/o de la CIA, según las versiones.


Escribí este texto en 1996 para su publicación en el libro Yoyes 1986-1996, editado por iniciativa de un grupo de famliares y amigos (Yoyesen Lagunak) de María Dolores González Katarain, asesinada por ETA el 10 de septiembre de 1986.
Ni sé la de veces que habré releído el libro Yoyes desde su ventana. Ni sé la de veces que habré utilizado textos de ese libro para alguna reflexión o algún artículo. Ni la de veces que habré revivido aquella tarde-noche del 18 de octubre de 1986 en Ordizia, ante las imponentes columnas de su mercado...

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Esta explicación que os debo

“Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esta explicación que os debo, os la voy a pagar. Que yo, co mo alcalde vuestro que soy, os debo una explicación, y esta explicación que os debo, os la voy a dar, porque yo, como alcalde vuestro que soy os debo una explicación que os tengo que explicar”.

Hoy me siento como Pepe Isbert haciendo de alcalde de Villar del Río en Bienvenido Mister Marshall. Hoy quiero empezar a explicar la que ha sido mi posición final en la votación sobre la reforma de la Constitución al objeto de incorporar en su texto el compromiso de estabilidad en las cuentas públicas. Este es un comentario de urgencia, escrito al final de un día que ha sido duro; a partir de mañana podré pensar las cosas con más tranquilidad.
Y me siento, digo, como ese alcalde berlanguiano que duda y trastabillea, que no acierta a escoger las palabras, pero que sin embargo sale al balcón del Ayuntamiento y se expone ante el vecindario.

[1] ¿Por dónde empezar? Bien, como ya saben quienes han leído en días pasados este blog, cuando el presidente del Gobierno anunció la reforma expresé mi disconformidad y mis dificultades para apoyarla. ¿Debía haberme callado mi opinión, o haberla expresado tan solo en los ámbitos internos? Seguramente eso es lo que se espera de un representante político, y de hecho ese ha sido uno de los reproches que hoy me ha hecho algún compañero del Senado. No entraré ahora a discutir el fondo de la cuestión, y asumo incluso que así funcionan las cosas. Pero en mi caso particular callarme no era una opción. Me explico.
Ignoro los motivos por los que en un determinado momento el PSE me propone ir en sus listas electorales, pero supongo que tal cosa ocurre porque consideran que mi persona aporta algo a las mismas. El caso es que el Imanol Zubero que pudiera, en su caso, aportar ese algo, es una persona que ha construido su biografía pública en torno a tres ejes estrechamente relacionados: el eje de la militancia ciudadana, el eje de la universidad y el eje de la opinión pública (con 11 años consecutivos publicando un artículo semanal en la prensa vasca a las espaldas). Los tres ejes se reorientaron con mi acceso al Senado, pero nadie podía esperar que fueran a desaparecer. Como solía decir el querido Mario Onaindia, cuando alguien contrata un mariachi es para que cante rancheras.
Lo que quiero decir es que el ejercicio de la opinión pública, meditada y razonada, es algo a lo que no puedo renunciar. Puedo atemperarlo, como así he hecho en multitud de ocasiones a lo largo de esos casi cuatro años que he pasado escañado. Pero solo eso. Así que fui, opiné y concluí que no apoyaba la reforma. De esto ya he hablado en dos comentarios anteriores.
He de decir, en todo caso, que antes de hacer público el primero de mis comentarios comuniqué por escrito mi postura a las personas a las que considero que debía hacerlo en el seno del PSE y del Grupo Parlamentario Socialista. También expuse oralmente mis consideraciones en la reunión que celebró este Grupo hace poco más de una semana. Por último, esta misma mañana he vuelto a intervenir en la reunión del Grupo Socialista en el Senado, en el mismo sentido.

[2] Hoy se vuelve a hablar de “presiones” sobre los dos senadores socialistas que habíamos expresado nuestra voluntad de no apoyar la reforma. Lo cierto es que no ha habido nada de ello. Creo que puedo hablar en nombre de mi compañero Roberto, pero desde luego puedo dar fe de que en mi caso no ha existido nada que se parezca a una presión para modificar mi voluntad. Nada. El pasado lunes tuve la ocasión de mantener una larga conversación con la persona más comprometida con esta medida de reforma, y ni siquiera en esa ocasión existió nada ni remotamente cercano a una presión.
Hombre, ¿que ha habido mucha gente que no ha entendido nuestra postura, que la rechaza explícitamente, y que en alguna reunión se ha expresado de manera hiriente y creo que injusta? Pues sí, pero qué se la va a hacer. No es plato de gusto escuchar que uno toma esta posición “para tener su minuto de gloria” en los medios, por ejemplo, pero toca aguantarse y no tomarlo en consideración. En todo caso, comprendo la mayoría de las críticas que hemos recibido, manifestación de una cultura de partido y de una forma de hacer política que si bien en mi opinión ya no sirve (jerárquica, militantista, verticalista, escasamente secular), no es menos cierto que aún carece de un recambio realista.

[3] Lo que sí he hecho es conversar mucho y con muchas y diferentes personas a lo largo de estas dos semanas con el fin de aclarar y decidir mi posición. He tenido muy en cuenta la opinión sostenida por me compañero Roberto Lertxundi: “Yo no voto en contra del Gobierno”. Sinceramente, yo no me lo había planteado así. Será ingenuidad, pero yo no lo veía así. Me entusiasma el modelo estadounidense de relación entre el presidente del Gobierno y los representantes electos. Ver a Obama tener que ganarse el apoyo incluso de los suyos; ver que republicanos y demócratas no siempre botan en bloque, sino que se producen diferencias de voto en el seno de cada espacio ideológico; ver que cada representante se debe, también y fundamentalmente, a sus electores… Pero nuestro modelo parlamentario es otro, bien distinto. Y es el que hay. También me ayudó mucho a decantarme una conversación con Carlos, largamente comprometido con la lucha sindical, el pasado viernes.
Descartado el voto negativo, quedaban dos opciones: la abstención o no estar en el escano en el momento de votar. Esta segunda era la opción que mi grupo parlamentario consideraba más adecuada o menos lesiva.
Mi primera idea fue aceptar esta propuesta, pero a continuación presentar mi renuncia como senador. Al fin y al cabo –pensaba yo- tras el pleno extraordinario de hoy sólo nos quedaba un último pleno la semana que viene antes de la disolución de las cámaras, y mi salida anticipada del Senado no debería causar ningún problema al Grupo Socialista. Pero resulta que son dos los plenos que restan, y ambos se incluyen cuestiones de cierto calado, en relación a las cuales tengo alguna responsabilidad. Este hecho, junto a la solicitud razonada del grupo, me han llevado finalmente a optar por no estar presente en el momento de la votación de esta tarde.
Algo que he hecho, pero que no me ha satisfecho en absoluto. Seguramente porque en esta situación endemoniada no había solución buena.

[4] Hasta las 16:00 de hoy he recibido un total de 299 correos electrónicos, de los cuales sólo uno defendía la reforma. Visto en perspectiva tres centenares de correos tampoco con tantos; pero esta es una cuestión que ya he planteado en este blog en otra ocasión.
He respondido a todos, agrupando varios destinatarios cada vez. Me consta que algunas de esas respuestas no han llegado a sus destinatarios, ya que me han sido devueltos, pero son muy pocos. Y luego he vuelto a contestar a quienes, habiendo recibido mi primera respuesta, han vuelto a dirigirse a mí (pocos, no llegan a 30). También me han servido para reflexionar los contenidos de muchos de esos correos, especialmente los que contenían argumentos más personalizados.
En algún próximo comentario volveré sobre esta cuestión.

[5] Termino por ahora, que son casi las 11 de la noche. El 4 de marzo de 2011 Fernando Vallespín publicaba en El País un artículo titulado “Políticos, doctores y otros animales”, en el que reflexionaba sobre las modalidades de reclutamiento de la clase política en España y las dificultades que estas modalidades suponen para la entrada en política de la mayoría de los ciudadanos, y en particular de quienes proceden del mundo intelectual y académico: “La izquierda siempre ha gustado también de adornar su imagen con gentes provenientes del mundo intelectual y académico. La mayoría de las veces para sufrimiento propio”, afirma Vallespín. ¿Es adecuada la denominación de “sufrimiento” para describir mi experiencia como senador electo por Bizkaia en esta legislatura que ahora afronta su última fase? En cierta medida sí, sin duda.
La política institucional no es lo mío. Ya lo sabía, pero ya no tengo ninguna duda.