La palabra para rojo
Traducción de Concha Cardeñoso Sáenz de Miera
Libros del Asteroide, 2022
"Tenía que esforzarse tanto para encontrar las palabras. Como si las hubieran puesto en una estantería muy alta y tuviera que estirarse más y más para cogerlas. Estaban fuera de su alcance. O como si las hubieran dejado a la intemperie, enterradas en la nieve, y hubiera que cavar para sacarlas. Cuando no lograba rescatarlas rellenaba los huecos con gestos de la mano. Esa mujer lo había ayudado a hacerlo. Liz. Enséñenoslo, Robert. Utilice cualquier cosa, lo que sea".
Robert Wright sobrevive a un trágico accidente mientras participa en una expedición científica en la Antártida. La primera de las tres partes de las que se compone esta novela, la titulada "Inclinado", narra las circunstancias del accidente. Son ochenta páginas dignas de la mejor literatura de aventuras en los inmensos espacios polares. Como he dicho, Robert es rescatado y devuelto a su hogar, en Gran Bretaña, pero antes deberá afrontar una larga estancia en un hospital para intentar recuperarse del ictus sufrido durante el incidente y que han afectado gravemente tanto a su capacidad de movimiento como a su habla. La segunda parte del libro, "Caído", da cuenta de este doloroso proceso. Resulta sorprendente la manera en la que la traductora es capaz de transmitirnos, trabajando a partir del original en inglés, la lucha de Robert por recuperar el lenguaje:
"Rojo. Sí. Rojo, ave. Ave, ave, a veces. A veces, ¡Dios! A veces. Ave, tío, tío, ion. ¡Ja" Ave-ion".
En esta segunda parte conoceremos a Anna, esposa de Robert y, como él, reconocida científica, que de pronto se ve abocada a convertirse en cuidadora casi a tiempo completo, algo que ni esperaba ni deseó nunca. La situación de Robert trastoca completamente todo su mundo; la exigencia (de tiempo, de esfuerzo, emocional) que suponen los cuidados se muestra sin paños calientes:
"Por la mañana tuvo que cambiar las sábanas porque él las había manchado al usar la cuña. Tuvo que ayudarlo a levantarse de la cama y sentarse en el sillón. Tuvo que poner una toalla en el sillón porque se había mojado el pijama. Tuvo que quitarle el pijama y lavarle el cuerpo con una toallita enjabonada y una palangana de agua caliente. Tuvo que secarlo y ponerle ropa limpia para evitar que se enfriara. Tuvo que arrodillarse para ponerle los calcetines y pasarle los pies por las perneras de los pantalones. Tuvo que animarlo a que se los subiera él solo metiendo los pulgares en las trabillas de la cintura y basculando el peso de una nalga a otra. Tenía que pasar por alto, de momento, lo que él intentaba decirle. Tenía que concentrarse en lo que hacía, en que no cogiera frío. Tenía que darle de comer para que no le bajara demasiado el azúcar. Tuvo que...".
La tercera parte del libro se titula "De pie". Anna y Robert continuan luchando para mejorar la situación de este. Ahora cuentan con el recurso de un grupo de apoyo para personas en su misma situación. Las cosas parecen mejorar poco a poco. Aunque nada será igual, empezando por el propio Robert. Volvió entero (o casi) de la Antártida, que es "lo único que había querido siempre" Anna. ¿También de haber sabido que regresaría así?
Un libro que interpela y emociona. ¿Es verdad, como se dijo a sí mismo Robert cuando estaba al borde de la muerte, que "uno no se cae hasta que se suelta" y que "la clave es aguantar, siempre"? Pero aguantar qué, y quién, y por qué... Porque no es exactamente igual lo que aguantó Robert en la Antártida que lo que tiene que aguantar Anna a su regreso...