Ahora sí: aunque desde hace dos semanas ya habito en esa zona gris que no es todavía trabajo -el curso empieza oficialmente mañana- pero tampoco vacaciones -hay que preparar las clases, tutorizar trabajos de fin de grado, etc.-, hoy termina el periodo de lectura gozadosa, salvaje, descontrolada y libérrima, y a partir de mañana toca controlarse y adoptar una perspectiva lectora más instrumental. Aunque no abandonaremos la ficción, hasta el próximo agosto ya nada será lo mismo en el mundo del librívoro, que aquí deja, por si a alguien le sirven de referencia, breve nota de sus últimas lecturas estivales.
Liquidación final, de Petros Markaris, con la que cierra su "Trilogía de la crisis". El estilo de Markaris no ha conseguido llegarme, y ninguna de las novelas protagonizadas por el comisario Jaritos que he leído me ha enganchado. En todo caso, es de agradecer que un autor del género policíaco haya escogido como escenario de sus novelas el austericidio impulsado desde 2008 y sus consecuencias sociales. Sólo por eso, merece la pena leer las tres últimas novelas de Markaris.
1356, de Bernard Cornwell. Trasfondo histórico, generalmente bien documentado, para una novela de acción que se lee con facilidad. Pero no me parece lo mejor de este autor. Sin duda, me quedo con sus 20 (si no me equivoco) novelas protagonizadas por el fusilero Sharpe, y con la trilogía artúrica "Crónicas del señor de la guerra".
Sangre dorada, de Stephen Woddworth. Me prestaron hace un tiempo el que creo es el primer libro de la serie protagonizada por la medium Natalie Lindstrom, Ojos violeta, y me dejó más bien frío. Este último libro me parece flojísimo, pero para gustos...
Elvis o la virtud, de Frantz Delplanque, es la segunda historia protagonizada por el inverosimil killer Jon Ayaramandi, sexagenario y vascofrancés. Pero, precisamente por esa inverosimilitud que convierte el libro en simpática gamberrada a ritmo de rock, habrá que leer la primera novela.
Tanto el personaje como el estilo narrativo me han recordado las novelas de Josh Bazell, aunque sin llegar a su altura.
Retornamos como sombras, de Paco Ignacio Taibo II. Hitler se inyecta cafeína mexicana y le da al peyote para combatir algunas de sus muchas dolencias; nazis alemanes y mexicanos actúan en las selvas de Chiapas buscando ruinas mayas y masacrando campesinos mientras un chino-mexicano, wagneriano militante y apodado "la iguana" los combate sin tregua; Hemingway bebe y juega y busca submarinos alemanes ocultos en el Caribe; un periodista conocido como "el Poeta" y un policía manco y villista..Taibo II en estado puro. Muy buena.
"Tengo la sensación de que dios sigue sin existir, pero que el diablo ha llegado a tomar forma y está entre nosotros. Ha tomado forma en lo cotidiano. ¿Diría usted que ese es el pensamiento de un ateo tradicional? ¿Diría usted que se puede seguir llamando raciocinio y salud mental y mesa y taza de café a esas cosas que así llamábamos antes? -le preguntó Bodo a Manterola.
Black and Blue, de Ian Rankin. Ya tiene unos años, pero aunque no sea uno de mis autores favoritos de vez en cuando me gusta acompañar al inspector Rebus por la Escocia más oscura. Nunca defrauda.
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De otras lecturas hablaremos a partir de mañana.