martes, 21 de marzo de 2017

Crisis, política, convivencia

Los pasados 10 y 11 de marzo participé en el Seminario "La convivencia amenazada: anhelos y radicalismos", organizado en Zaragoza por la Fundación Seminario de Investigación para la Paz.Un auténtico placer. Al día siguiente, el Heraldo de Aragón publicó una entrevista al respecto. Muchas gracias a Concha Roldán por la conversación.



Por razones de espacio, la entrevista publicada fue un poco más reducida. Aquí puede leerse íntegramente.


1) La crisis, con los recortes y las desigualdades creadas; los incumplimientos de las promesas políticas; y una cierta impunidad con la corrupción han llevado a muchos ciudadanos a desconfiar de los políticos y de la política. ¿Tiene arreglo o es irreversible?

Seguramente hay procesos o situaciones que tienen arreglo, pero otras son irreversibles. Dicho de otra manera, has situaciones que pueden solucionarse mediante reformas del sistema político actual, con medidas de transparencia, dación de cuentas, control, etc. Pero hay otras situaciones que exigen un “reseteo” del sistema. Porque las bases sobre las que se construyó el actual sistema de representación política (partidos de masas con fuerte impronta ideológica, ciudadanía encuadrada y homogénea, soberanía nacional, etc.) se han agotado y hoy nos encontramos en un mundo completamente distinto. En estas circunstancias, vamos a tener que aprender a vivir durante mucho tiempo entre dos mundos: el de las reformas parciales y el de las orientaciones de cambio estructural.

2) ¿Qué es lo que más daño sigue haciendo?

Si, según la provocadora reflexión de Hannah Arendt, política significa, esencialmente, poder comenzar, parece evidente que no hay mejor manera de relegitimar la participación política que recuperar su función transformadora. Lo cual supone combatir ese estilo de pensamiento político que proclama, da igual que lo haga con alegría o con melancolía, que las cosas son como son y no pueden ser de otra manera. El discurso de la inevitabilidad, la idea de que el espacio para la transformación de la realidad se ha reducido hasta prácticamente desaparecer, es la mejor manera de transmitir la idea de que la política, y por lo mismo la participación, es absolutamente prescindible, bastando con una eficaz gestión tecnocrática de los asuntos humanos. Esto es lo que hay que combatir.

3) De todos estos males, ¿cuál o cuáles van a ser más difíciles de superar?

El interés por la participación política tiene mucho que ver con la manera en que la actividad política se hace llegar a la ciudadanía. Una sociedad en la que se vuelven comunes frases como “yo no entiendo de política”, “yo no me meto en política”, “la política no me interesa” y otras similares, es una sociedad cívicamente enferma. Tales expresiones indican que las cuestiones políticas son percibidas como cuestiones fundamentalmente ajenas a nuestras auténticas preocupaciones, lo que es un error. Y no me sirve la respuesta de que el problema es que la política se ha vuelto cada vez más compleja, de manera que las cuestiones que se plantean son demasiado complicadas para el ciudadano normal. ¿Acaso no existen centenares de personas que, estando ellas o alguno de sus familiares afectadas por una de esas denominadas “enfermedades raras”, se preocupan de mover tierra y cielo para buscar toda la información necesaria para afrontar dicha enfermedad, sin contentarse con la asistencia médica? El desinterés es, casi siempre, consecuencia, que no causa, de una política alejada, en el fondo o en las formas, de las preocupaciones ciudadanas. Por tanto, es fundamental conectar la acción política con los intereses ciudadanos.

4) Hay mucha gente que lo primero que dice de la política es que no va a volver a votar. De hecho, la abstención aumenta. ¿Son recuperables estos votos?

En España hemos podido comprobar que sí, que muchos de esos electores desanimados han vuelto a activarse en la medida en que han surgido nuevas temáticas o, sobre todo, nuevas fuerzas políticas que han “reencantado” un espacio político rutinizado. Hay una abstención estructural, numéricamente importante, de personas que nunca han participado en las elecciones; es como esa gente que dice que nunca ha leído un libro: no quiero decir que sea imposible, pero no es fácil hacerles cambiar de posición, ya que en general se abstienen por falta de interés. Luego hay personas que no votan, o que lo hacen ocasionalmente, pero que sí tienen interés por la política, que incluso tienen otras participaciones políticas no institucionales en movimientos sociales, ONGs, etc: está es la parte de la abstención que puede ser recuperada.

Es preciso reconocer que la participación no se agota en los procedimientos de la democracia representativa y delegacionista. Más aún, hay que pensar que tal vez este delegacionismo esté en la base de la creciente desafección democrática y de la apatía ciudadana. Las instituciones deben ser sensibles a la participación. Se trata de disponer de estructuras (nuevas o renovadas) que sirvan para intermediar efectivamente entre los ciudadanos y los responsables políticos: referéndum, iniciativa legislativa popular, comisiones parlamentarias, etc. Pero se trata, también, de actitudes: deben aprender a escuchar y, sobre todo, deben aprender a demostrar que escuchan.

5) La aparición de nuevos partidos en España y su actividad ya en las instituciones, ¿Cómo se está encajando en la vida política española y qué están aportando, aparte de la desaparición de las mayorías absolutas?


Cuando hablamos de los “nuevos partidos”, en realidad estamos hablando de dos campos muy distintos. Por un lado estaría el campo liberal-conservador que hace años quiso renovar UPyD y que ahora ocupa Ciudadanos. Su aportación me parece interesante desde una perspectiva reformista, ya que ha introducido prácticas y discursos de renovación que han acabado por afectar al PP, atemperando sus rasgos más conservadores en relación a cuestiones de derechos civiles (matrimonio homosexual, por ejemplo), aunque no en los temas sociales y económicos: en esto, las diferencias son mínimas. Más relevante me parece lo que está ocurriendo en el campo de las izquierdas, con las iniciativas del nuevo municipalismo, las confluencias y, sobre todo, Podemos. Aquí, el efecto sobre la vieja política ha sido enorme. Yo suelo decir que Podemos ha actuado como una rotabator: esa máquina agrícola que se utiliza para remover la tierra con el fin de prepararla para la siembra. Ha aireado un terreno político que estaba seco, sin oxígeno, y lo ha preparado para sembrar nuevas formas de hacer política. Sin duda aún es pronto para valorar hasta qué punto ha conseguido hacer florecer esas novedades, pero ya solo el hecho de remover la vieja política es fundamental.

6) Cómo piensan muchos ciudadanos de los políticos, ¿Todos son iguales?

Es evidente que todas las personas que se dedican a la política no son iguales, aunque sólo sea porque no hay dos personas iguales, se dediquen a lo que se dediquen. Las personas que están en la política siguen teniendo sus especificidades, en todos los sentidos: trayectorias vitales, experiencias existenciales, convicciones morales, capitales social y educativo, etc. Esto hace que se comporten de forma distinta ante situaciones similares. Pero es verdad que el ecosistema de la política, tal como se practica hoy en día, tiende a seleccionar a un tipo de personas cada vez más específico: personas o personalidades dóciles, acríticas, poco reflexivas, instrumentales… Aquí si funciona el estereotipo del político pragmático y sin principios. Pero no es un problema de las personas, sino de la lógica del sistema político.

7) ¿Qué propuestas de futuro puede haber para una renovación de la convivencia?

Me resulta muy difícil responder con brevedad a esta pregunta. Pero si tengo que hacerlo, yo diría que debemos aprender a hacer las paces con nuestra propia complejidad para así degustar la complejidad de los demás. Como denuncia Amin Maalouf, cuando nos preguntan qué somos están suponiendo que “en lo profundo” de cada persona hay una sola pertenencia de la que fluye nuestra esencia, una pertenencia inmutable en sus fundamentos y a la que nos debemos, que puede ser traicionada pero nunca modificada. Y cuando desde esta perspectiva se nos incita a que afirmemos nuestra identidad, lo que se nos está diciendo es que reduzcamos al máximo la compleja trama de pertenencias y referencias que nos constituye como individuos únicos con capacidad de construir un complicado universo de vinculaciones. En realidad somos un haz de pertenencias entrelazadas, no siempre coherentes. En la práctica, hacer las paces con la complejidad, con la impureza si se quiere, exige reconvertir las identidades nacionales, étnicas o religiosas en procesos, cuestionando todo intento de naturalizarlas, de objetivarlas, de fosilizarlas; pensar menos en términos de identidades y más en términos de identificaciones. También exige fomentar todos los compromisos que relacionen entre sí las divisiones nacionales, étnicas o religiosas establecidas; buscar las semejanzas allí donde otros pretenden levantar muros de separación; señalar las diferencias allí donde otros pretenden definir unidades supuestamente naturales.

domingo, 19 de marzo de 2017

Novelas de ficción llenas de historia

Tanto tiempo sin poder dedicar un rato a este blog...
Aunque las cosas sigan igual, me obligo esta tarde a retomar conversaciones. Vuelvo a lo más fácil, algunas recomendaciones de lectura. Aunque también hay quien me las demanda.

[1] Leía hoy en EL PAÍS sobre el caso de Michael Karkoc, ucranio encuadrado en las SS durante la Segunda Guerra Mundial, acusado de crímenes de guerra, que desde 1949 vivía en Minneapolis. También hay nazis refugiados en Estados Unidos en la última novela de John Connolly, La canción de las sombras (Tusquets). En sus páginas nos reencontramos con un Charlie Parker física y mentalmente herido, convaleciente tras su último caso. Una historia más sobria y "realista" que otras anteriores, con menos presencia de los sobrenatural, también con menos presencia de sus habituales compañeros Angel y Louis. Pero igualmente bien escrita, sensible y adictiva.

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[2] Cualquier otro día (RBA, 2010), de Dennis Lehane es una novela escrita con el telón de fondo del Boston de los años posteriores a la Primera Guerra Mundial. Un tiempo de huelgas obreras, de lucha sindical, de auge del anarquismo, de conflictos raciales. A ratos me recordaba la magistral novela de E.L. Doctorow Ragtime, sobre la que se basó la película homónima dirigida en 1981 por Milos Forman.
Pero Lehane tiene un lenguaje propio, de gran narrador, como demostró en su impresionante Mystic River. Un fragmento de la novela: unas frases puestas en boca del que con el tiempo sería primer director del FBI, el siniestro John Edgar Hoover:

¿Quiere que le diga qué nos ha demostrado la guerra? Que el enemigo no está sólo en Alemania. El enemigo vino en barcos y se benefició de nuestra política de inmigración laxa y montó aquí el tenderete. Adoctrina a los mineros y a los obreros de las fábricas y se hace pasar por amigo del trabajador y el oprimido. Pero ¿qué es en realidad? En realidad es un embustero, un engatusador, una plaga extranjera, un hombre decidido a destruir nuestra democracia. Debe ser reducido a polvo.

Hay cosas que no cambian.
Por cierto, Cualquier otro día es el primer libro de una trilogía que continuó con Vivir de noche (RBA, 2012) y acaba de finalizar con Ese mundo desaparecido (Salamandra, 2017).

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[3] También he leído Falcó (Alfaguara, 2016), de Arturo Pérez Reverte. Agente de inteligencia al servicio del ejército franquista en plena Guerra Civil, el protagonista de la novela no es precisamente un personaje con el que resulte fácil identificarse. Seguramente, tampoco con el autor. Pero qué le voy a hacer, he disfrutado mucho con algunos libros de Pérez Reverte (Territorio comanche, La sombra del águila, El pintor de batallas, Hombres buenos) y, sobre todo, con Alatriste. Pérez Reverte construye personajes creíbles, moralmente ambiguos, los sitúa en escenarios muy realistas y siempre incorpora su particular toque de distanciamiento cínico:

Ginés no se daba por vencido. Tragó saliva.
- Lo de la otra noche, con... Bueno, ya sabes. Lo de Juan Portela... Eso nos ha unido un poco, ¿no te parece?
Falcó lo miró con dureza.
- ¿De verdad crees que matar a alguien une a quienes lo matan?
- Hay ciertas cosa...
- No me jodas -Falcó encendió un cigarrillo. Sé buen chico, anda. Haz tu guerra, salva a José Antonio y salva a España de la horda marxista, si puedes. Pero no me jodas.

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[4] Padre e hijo (Dirty Works, 2016), de Larry Brown, es una novela dura y seca como el Mississippi de 1968 en el que tiene lugar la historia que nos cuenta. Una mezcla de Faulkner, Ellroy y Bukowski. A ratos he sufrido leyéndola. Pero es un novelón que te atrapa y te zarandea esperando un final que, afortunadamente, no es tan terrible como parecía. Aunque terrible, es..

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[5] Enterrad a los muertos (Salamandra, 2016) es la segunda novela de Louise Penny publicada en castellano, con el inspector jefe Gamache de protagonista. En un Quebec cubierto por la nieve, la aparición del cadáver de un conocido investigador y activista nacionalista en el sótano de la Sociedad Literaria e Histórica, uno de los escasos centros de referencia de la minoritaria comunidad inglesa en la ciudad amenaza con revolver tensiones larvadas entre las comunidades francófona y anglófona. Penny escribe extraordinariamente bien, y las 475 páginas del libro se hacen cortas. Gamache es un personaje de lo más atractivo y el telón de fondo del conflicto québécois añade interés a una investigación criminal ya de por sí interesante:

Aunque lo más desconcertante del asunto era la estupefacción que mostraban las publicaciones francófonas. Tan sorprendente como el descubrimiento del cadáver de Augustin Renaud era el hallazgo de tantas personas vivas, gente angloparlante, que llevaba tanto tiempo entre ellos.
La ciudad de Quebec parecía estar dándose cuenta en esos momentos de que los ingleses seguían allí.
- ¿Cómo es posible que no supiesen que estábamos aquí? -se lamentó Winnie, mientras leía la página por encima del hombro de Elizabeth.
Esta también había sentido una punzada. Una cosa era ser vilipendiados, tratados como sospechosos o como amenazas. Incluso como el enemigo. Para todo eso estaba preparada. Pero no para no tener ni pizca de visibilidad.
¿Desde cuándo pasaba eso? ¿Cuándo habían desaparecido y se habían vuelto fantasmas en su propia ciudad natal? Elizabeth miró al señor Blake, que también había bajado el periódico y tenía la mirada perdida.

Enterrad a los muertos

[6] El último libro de Andrea Camilleri con el comisario Montalbano de protagonista se titula Muerte en mar abierto (Salamandra, 2016) y contiene ocho historias en las que el autor siciliano vuelve a demostrarnos su humanidad y su ironía.. También su militante rechazo a que determinadas "prácticas habituales" acaben por hacer imposible la justicia y la decencia, particularmente cuando los perpetradores son personas poderosas:

El fiscal Gaetano Mistretta se había puesto rojo como un tomate al oír las primeras identificaciones. Se secó el sudor de la frente y dijo:
- Deje aquí los vídeos y ni una palabra a nadie. Usted ya no va a encargarse de este caso. Y el dottor Gianquinto tampoco. Lo llevarán los de la Brigada de Homicidios. Es una orden tajante.
Montalbano se puso en pie y se marchó sin despedirse.
No protestó. Era inútil, sabía cómo acabaría la cosa.
Según la práctica habitual, el dottor Gaetano Mistretta archivó la nota y las cintas de vídeo y las puso en un expediente que rotuló, según la práctica habitual (además de la prudencia), "sospechosos sin identificar",
Antes de abandonar su despacho al término de su jornada laboral, el dottor Gaetano Mistretta cogió el expediente de los sospechosos sin identificar y , según la práctica habitual, lo metió en un cajón de su escritorio, que cerró con llave.
Y, una vez más, según la práctica habitual, esa misma noche entraron en el despacho del dottor Gaetano Mistretta dos ladrones que iban sobre seguro e hicieron desaparecer sólo aquel expediente.
No obstante, y en previsión de lo que sucedería según la práctica habitual, también el dottor Salvo Montalbano había actuado de acuerdo a la forma prevista. Así, antes de entregarle la carta de Guarnotta y los tres vídeos al fiscal, le había pedido a Catarella que hiciera copias de todo.
Las tenía bien escondidas, con la esperanza de que llegaran tiempos mejores.

Muerte en mar abierto