Mohamed Bouazizi en Sidi Bouzid (Túnez), Ahmad Hashem al Sayed en Alejandría (Egipto), Dimitris Christoulas en Atenas (Grecia).... Tres nombres propios que encarnan la dimensión más dramática de la crisis. Personas que afrontan un riesgo que no mide ninguna prima, personas que sufren un déficit de derechos que no alarma a ninguna institución internacional.
Acabo de saber que en Granada ha sido hallado el cadáver de un varón de 53 años, ahorcado, apenas una hora antes de que fuera desahuciado de su vivienda. Todavía anónimo, su nombre se añadirá a los anteriores, conformando un martirologio global de las víctimas de un sistema criminal.
Se hacen muchas risas con ese Felipe Borbón que estrecha la mano de una mendiga que le tiende la suya pidiéndole limosna. Está claro que la mujer no conoce a la Familia Irreal; tanto como que hasta el palacio no deben llegar las noticias de la España real.
En esto, la monarquía representa mejor que bien el espíritu de estos tiempos.
Uno se apoya en la mochila. Porque en el momento en que nos quitamos el peso de nuestros hombros no sabemos enderezarnos enseguida; ¡pues resulta que era el peso lo que antes nos daba seguridad y equilibrio! [George Simmel]
jueves, 25 de octubre de 2012
miércoles, 24 de octubre de 2012
¡Montoroso!
“Son los presupuestos más sociales de la historia de la democracia española, de cada 100 euros, 63 se dedican a gasto social". Lo dijo ayer el ministro Montoro. Pero no es verdad. Todo se reduce a una grosera operación de ingeniería contable, perfectamente explicada por Juanma Romero en PÚBLICO:
Montoro provocó el titular, pero manipuló las cifras. Y es fácil descubrirlo. Basta con ir a los libros amarillos de los PGE de 2012 y 2013, los documentos que resumen las principales partidas del proyecto del Gobierno cada año. Montoro no tomó como referencia el volumen total de las cuentas para el año próximo, sino lo que quedará en las arcas del Estado tras pagar 38.589,55 millones de euros en concepto del pago de intereses de la deuda pública.
Hasta ahora, siempre se incluía en el cuadro resumen de las políticas de gasto el monto de la deuda soberana. En el proyecto de 2012, se presupuestaron 28.848 millones de euros (un 9,3% del total). Esa cantidad se tenía en cuenta a la hora de estimar el peso porcentual del llamado gasto social –que incluye la inversión en sanidad, educación, servicios sociales, dependencia, pensiones, fomento del empleo, acceso a la vivienda, cultura...–. Así, los 175.382,70 millones de euros destinados en 2012 al gasto social suponían un 56,2% del conjunto del gasto. El propio Gobierno del Mariano Rajoy, en su libro amarillo de los Presupuestos de 2012, recogía esa cantidad y ese porcentaje.
Para las cuentas de 2013, Montoro buscó un artificio contable. Hizo que los 178.771,36 millones de euros de gasto social pesaran un 63,6%. ¿Cómo? Sacando del volumen total del gasto los 38.589,55 millones que supondrá el pago de intereses de la deuda. Si se incluye esa partida (que aumenta 10.000 millones respecto al ejercicio vigente), y para ello basta una simple regla de tres, resulta que el gasto social de los PGE de 2013 es del 55,9%, una cifra muy similar a la de 2012 y netamente inferior a la de 2011. En ese año, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero reservó el 58% al gasto social.
Se me ocurren tres posibilidades para explicar la afirmación infundada de Montoro:
1. Que no sepa de lo que está hablando y que se haya limitado a leer un papel preparado por algún técnico de su ministerio. Sería muy prepcupante, pero no parece probable.
2. Que Montoro, que ayer llevaba unas gafas cuya barra brillaba con un intenso color verde, vea la realidad del color de sus anteojos. Tampoco me parece probable.
3. Que el ministro mienta, directa y conscientemente. Y lo que es peor, que mienta de manera absolutamente gratuita, ya que no puede creer que su afirmación vaya a colar. Que mienta por buscar un titular, por hacer la gracia, por hacerse el listo en la tribuna del Congreso. Que mienta en algo tan serio.
¡Montoroso!
Montoro provocó el titular, pero manipuló las cifras. Y es fácil descubrirlo. Basta con ir a los libros amarillos de los PGE de 2012 y 2013, los documentos que resumen las principales partidas del proyecto del Gobierno cada año. Montoro no tomó como referencia el volumen total de las cuentas para el año próximo, sino lo que quedará en las arcas del Estado tras pagar 38.589,55 millones de euros en concepto del pago de intereses de la deuda pública.
Hasta ahora, siempre se incluía en el cuadro resumen de las políticas de gasto el monto de la deuda soberana. En el proyecto de 2012, se presupuestaron 28.848 millones de euros (un 9,3% del total). Esa cantidad se tenía en cuenta a la hora de estimar el peso porcentual del llamado gasto social –que incluye la inversión en sanidad, educación, servicios sociales, dependencia, pensiones, fomento del empleo, acceso a la vivienda, cultura...–. Así, los 175.382,70 millones de euros destinados en 2012 al gasto social suponían un 56,2% del conjunto del gasto. El propio Gobierno del Mariano Rajoy, en su libro amarillo de los Presupuestos de 2012, recogía esa cantidad y ese porcentaje.
Para las cuentas de 2013, Montoro buscó un artificio contable. Hizo que los 178.771,36 millones de euros de gasto social pesaran un 63,6%. ¿Cómo? Sacando del volumen total del gasto los 38.589,55 millones que supondrá el pago de intereses de la deuda. Si se incluye esa partida (que aumenta 10.000 millones respecto al ejercicio vigente), y para ello basta una simple regla de tres, resulta que el gasto social de los PGE de 2013 es del 55,9%, una cifra muy similar a la de 2012 y netamente inferior a la de 2011. En ese año, el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero reservó el 58% al gasto social.
Se me ocurren tres posibilidades para explicar la afirmación infundada de Montoro:
1. Que no sepa de lo que está hablando y que se haya limitado a leer un papel preparado por algún técnico de su ministerio. Sería muy prepcupante, pero no parece probable.
2. Que Montoro, que ayer llevaba unas gafas cuya barra brillaba con un intenso color verde, vea la realidad del color de sus anteojos. Tampoco me parece probable.
3. Que el ministro mienta, directa y conscientemente. Y lo que es peor, que mienta de manera absolutamente gratuita, ya que no puede creer que su afirmación vaya a colar. Que mienta por buscar un titular, por hacer la gracia, por hacerse el listo en la tribuna del Congreso. Que mienta en algo tan serio.
¡Montoroso!
martes, 23 de octubre de 2012
No es el ciclo, compañero secretario de Organización
"No es una revolución, majestad, es una mutación". El conocido graffiti del 68 parisino nos viene al pelo para analizar la situación del PSOE tras (aunque no debido a) las elecciones autonómicas de Euskadi y de Galicia. "No es un ciclo político-electoral malo, compañero secretario de Organización, es una mutación".
Y es que resulta patético escuchar a Oscar López afirmar que la dirección actual del PSOE "seguirá con su oposición útil hasta el final". ¿Oposición útil? ¿Útil para qué? ¿útil para quienes? ¿Qué ha conseguido esta oposición? No ha impedido un solo desahucio, no ha parado la reforma laboral, no ha construido una propuesta federalista que permita enfrentarse a los nacionalismos ego-periféricos sin recurrir al nacionalismo cutre-español, no ha imaginado una alternativa de política económica que vaya más allá de ocurrencias social-liberales que pueden dar para un interesante debate académico, pero no para un proyecto emancipador, no ha permitido detener la pérdida de confianza del electorado tradicionalmente propio, se ha mostrado incapaz de conectar con una sociedad activada por la indignación y movilizada por el cambio... No ha conseguido nada, con el agravante de que enfrente tiene (tenemos) al peor PP de la historia, con su peor líder, gobernando en la peor coyuntura imaginable. Pues ni por esas.
¿Que la socialdemocracia europea en general y la española en particular decide convertirse en un catch-all-party, en un partido que compite por el caladero del centro? A mí me parece un error, pero si esa es la opción, si el PSOE deja de ser un partido-ideología y se convierte en un partido-empresa, lo menos que se puede exigir es que actue como tal, y que por lo tanto sus dirigentes evaluen su desempeño con una cierta autoexigencia según el "cacho" electoral que pillen. Y el gráfico de "ventas" hace ya mucho tiempo que es como para echarse a temblar, primero, y a actuar, inmediatamente después.
Pero según parece, no pasa nada. Dos de cuatro no es más que la mitad, viene a decir el secretario de Organización. ¿Y dos de cinco, sumando Cataluña?
Lo que le ocurre al PSOE no es que se encuentre ante un ciclo electoral negativo. Es mucho más grave: por un lado, pierde a su electorado tradicional; por otra, es claramente rechazado por su electorado potencial. Y aquí hay un problema de organización, compañero secretario de Organización. De una organización que sólo comunica hacia adentro porque sólo se interesa por los problemas de quienes están dentro. Releamos a Michels, aunque sea en versión resumida.
Aunque una ley electoral bipartidaria y una izquierda a su izquierda atomizada puedan mantener durante un tiempo la ficcción de ser alternativa de gobierno al PP, el PSOE se asoma peligrosamente al abismo de la irrelevancia política.
Y la próxima semana... ¡hablaremos del PSE!
Y es que resulta patético escuchar a Oscar López afirmar que la dirección actual del PSOE "seguirá con su oposición útil hasta el final". ¿Oposición útil? ¿Útil para qué? ¿útil para quienes? ¿Qué ha conseguido esta oposición? No ha impedido un solo desahucio, no ha parado la reforma laboral, no ha construido una propuesta federalista que permita enfrentarse a los nacionalismos ego-periféricos sin recurrir al nacionalismo cutre-español, no ha imaginado una alternativa de política económica que vaya más allá de ocurrencias social-liberales que pueden dar para un interesante debate académico, pero no para un proyecto emancipador, no ha permitido detener la pérdida de confianza del electorado tradicionalmente propio, se ha mostrado incapaz de conectar con una sociedad activada por la indignación y movilizada por el cambio... No ha conseguido nada, con el agravante de que enfrente tiene (tenemos) al peor PP de la historia, con su peor líder, gobernando en la peor coyuntura imaginable. Pues ni por esas.
¿Que la socialdemocracia europea en general y la española en particular decide convertirse en un catch-all-party, en un partido que compite por el caladero del centro? A mí me parece un error, pero si esa es la opción, si el PSOE deja de ser un partido-ideología y se convierte en un partido-empresa, lo menos que se puede exigir es que actue como tal, y que por lo tanto sus dirigentes evaluen su desempeño con una cierta autoexigencia según el "cacho" electoral que pillen. Y el gráfico de "ventas" hace ya mucho tiempo que es como para echarse a temblar, primero, y a actuar, inmediatamente después.
Pero según parece, no pasa nada. Dos de cuatro no es más que la mitad, viene a decir el secretario de Organización. ¿Y dos de cinco, sumando Cataluña?
Lo que le ocurre al PSOE no es que se encuentre ante un ciclo electoral negativo. Es mucho más grave: por un lado, pierde a su electorado tradicional; por otra, es claramente rechazado por su electorado potencial. Y aquí hay un problema de organización, compañero secretario de Organización. De una organización que sólo comunica hacia adentro porque sólo se interesa por los problemas de quienes están dentro. Releamos a Michels, aunque sea en versión resumida.
Aunque una ley electoral bipartidaria y una izquierda a su izquierda atomizada puedan mantener durante un tiempo la ficcción de ser alternativa de gobierno al PP, el PSOE se asoma peligrosamente al abismo de la irrelevancia política.
Y la próxima semana... ¡hablaremos del PSE!
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