La colonia
Traducción de Inga Pellisa
Sexto Piso, 2024
"Se levantó. Mairéad lavó los platos y los cubiertos y atizó el fuego. Se sentó y cogió la labor gris carbón de un cesto junto a la silla. Era el comienzo de un jersey para james. Oscuro para disimular las manchas. [...] Contó los puntos. Ciento treinta y cuatro. Como era en el principio, ahora y siempre. La oración de la tejedora. Continuó, tres hileras más, derecho, revés, derecho. [...] Sonrió y acarició el nudo de lana, un engrosamiento que serviría para abrigar a James, como me abrigaban a mí los que tejía mi madre, pero no mi abuela, que sigue llamándolo la labor inglesa, la jugada inglesa, el sentimiento de culpa por la hambruna, por la usurpación de tierras. Nos roban nuestras tierras, dicen nos matan de hambre y luego, para mitigar la pobreza, para calmar su sentimiento de culpa, nos ponen a tejer. haced jerséis así y vendedlos, dicen. [...] Bueno, pues yo no voy a tejer, dice Bean Uí Fhloinn. De esa manera no. Esa es la suya. La labor escocesa, inglesa, irlandesa. Yo lo haré a la mía. Tejeré como tejía mi madre. Como tejía mi abuela. Mairéad se rio. De Bean Uí Fhloinn ahí sentada junto al fuego, con su pipa, su té y su labor, desafiante, haciendo calcetines que ya nadie se quiere poner [...]".
Ambientada en una isla remota de Irlanda durante el verano de 1979, la novela se centra en la interacción entre dos visitantes extranjeros y la comunidad local, mientras de fondo retumban las tensiones del conflicto norirlandés. La historia gira en torno a tres personajes principales: Lloyd, un pintor inglés que llega a la isla con el deseo de captar en sus lienzos la esencia del lugar y de sus habitantes; Jean-Pierre Masson, un lingüista francés de madre argelina (que arrastra su propio conflicto identitario) que busca documentar el idioma irlandés en su forma más pura; y James, un joven de la isla dotado de una excepcional mirada artística, que representa las ambiciones y conflictos de una nueva generación atrapada entre la tradición y el cambio.
En principio Lloyd y Masson no podrían ser más diferentes, pero sus objetivos guardan una similitud: ambos están en la isla para estudiar, capturar y poseer algo que, en el fondo, no les pertenece. Para Lloyd, la inspiración artística se encuentra en la crudeza de la isla y en la autenticidad de su gente, pero usa la isla como un recurso visual sin preocuparse por la gente que vive en ella. Por otro lado, Masson ve la isla y su lengua en términos académicos, arqueológicos, en su intento por preservar lo que considera una reliquia de la cultura irlandesa pura. Para la reducida comunidad isleña con la que se relacionan, ambos son extranjeros que vienen a explotar su cultura y a interferir en sus vidas:
"Lucha de egos, dijo Francis. Francia contra Inglaterra.
Se creen los dueños del lugar.
Eso no es ninguna novedad".
A lo largo de la novela, Audrey Magee construye una poderosa alegoría de la colonización. La isla, sus habitantes y su lengua representan un microcosmos de Irlanda, una nación con una larga historia de colonización y resistencia. Lloyd y Masson, cada uno a su manera, intentan llevarse algo de la isla: uno, capturando su esencia en el lienzo, y el otro, fijando su idioma en estudios lingüísticos que, espera, le reporten reconocimiento académico.
La lengua irlandesa es central en la novela. La preservación del idioma se convierte en un símbolo de la lucha por mantener viva la herencia cultural frente a la asimilación. Y la isla misma es un personaje fundamental de la novela: su aislamiento físico intensifica las relaciones entre sus habitantes y los visitantes, y potencia la sensación de claustrofobia emocional y cultural. Audrey Magee utiliza la geografía y el paisaje de la isla para enfatizar la resistencia de la comunidad y el sentido de pertenencia que la mantiene unida. Sin embargo, este mismo aislamiento genera conflictos entre el deseo de preservar la identidad y la necesidad de conectarse con el mundo exterior.
Aunque el conflicto norirlandés no es el tema central de la historia, su presencia latente añade una dimensión importante a la novela. Los titulares de los periódicos, que reportan violencia y muerte, contrastan con la aparente paz y aislamiento de la isla, mostrando cómo incluso los lugares más remotos no pueden escapar de la realidad política de la época. Además, la violencia en el norte de Irlanda resalta las tensiones que los isleños sienten respecto a la intervención externa y la amenaza constante a su autonomía.
"¿Qué ha pasado estos días, preguntó Lloyd. ¿Me he perdido algo?
La vida ha seguido su curso habitual, respondió Micheál.
Han matado a una mujer que estaba esperando el autobús, explicó James. Era más joven que mamá.
No hablemos de política, James, dijo Micheál.
No es política. Es un hecho. Han matado a una mujer que estaba esperando el autobús. La han reventado con una bomba.
Qué forma tan espantosa de morir, dijo Lloyd.
Qué forma tan espantosa de vivir, dijo Francis.
¿Esperando el autobús?, preguntó James".
La autora emplea una prosa sobria y poética que captura la atmósfera de la isla y su entorno. El ritmo, pausado, nos sumerge en la quietud y el aislamiento de la isla, mientras que las descripciones detalladas del paisaje acentúan la crudeza y la belleza del lugar. Magee alterna entre las perspectivas de los personajes permitiéndonos ver la historia desde distintos puntos de vista, lo que enriquece la narrativa, hace que la tensión se sienta más compleja y matizada y logra que la lectura sea inmersiva, invitándonos a construir nuestra propia reflexión sobre las tensiones y los silencios que dominan la vida en la isla.
Una de las lecturas más recomendables de este año 2024.