lunes, 7 de julio de 2014

El yihadista, la RGI y la noticia que no fue tal, sino otra cosa

El diario EL CORREO consideró que se trataba de una noticia de portada. Al leerla, a mí me pareció una noticia lamentable, así que escribí el artículo que reproduzco más abajo y lo remití al responsable de opinión del diario. Hoy, una semana después de enviarlo, me han confirmado que no van a publicarlo. No diré que me esperaba otra cosa: al fin y al cabo, EL CORREO ha continuado tirando de la noticia durante varios días, sin modificar ninguna de las referencias a la misma que, en mi opinión, eran susceptibles de generar confusión en las y los lectores.
En todo caso, como se trata de una cuestión discutible, la noticia, tal como fue publicada por el diario, puede leerse aquí.
Y este es el texto que envié al periódico. Aprovecho las ventajas del entorno digital para incorporar al texto algunos enlaces.

El yihadista, la RGI y la noticia que no fue tal, sino otra cosa

El periodista Alex Grijelmo recomienda diferenciar entre el significado de las palabras que decimos y el sentido que estas palabras adquieren al ser entendidas por un receptor. Según uno de los ejemplos que él mismo propone, si decimos “le dio una patada al balón y se rompió el cristal”, lo más probable es que quien escuche esta afirmación deduzca que el cristal se rompió como consecuencia de la patada, aunque esa relación no aparezca formulada en el enunciado. El cristal pudo haberse roto por cualquier otra causa justamente en el momento en el que se pegó la patada al balón, pero no como consecuencia de ella. Se trataría de una casualidad, no de una causalidad. En este caso, el significado de la frase sería verdadero, pero el problema estriba en que llevaría a quien la escucha a deducir un sentido falso.
Viene esto a cuento de una noticia de portada de este diario el pasado sábado 28 de junio. Recordemos el titular: “El yihadista vizcaíno de Al-Qaida muerto en Siria cobró la RGI hasta después de fallecido”. El titular, ciertamente impactante, se refería a la historia del joven marroquí Redouan Bensbih, empadronado en Barakaldo, que murió entre el 21 y el 23 de marzo pasados combatiendo en Siria con el sobrenombre de Redouan Tnjaw (Redouan “el de Tánger”). Recordemos también el subtítulo de esa noticia: “Recibió la ayuda social durante cinco años, incluso cuando había salido de Euskadi al sacar los 836 euros un amigo”. La función de los subtítulos es aportar información complementaria a la del titular principal, necesariamente escueto. ¿Cumple este subtítulo esa función? Más bien no.
La lectura de estos dos módulos de información, “cobrar la RGI hasta después de fallecido” y “recibir la ayuda social durante cinco años”, produce la impresión de que el periodo de cobro irregular se ha prolongado durante cinco años cuando, en realidad, este periodo es de sólo tres meses, si consideramos el momento de su fallecimiento, o en su caso de unos diez meses, si consideramos que, según se explica en el cuerpo de la noticia, “empezó a realizar entradas y salidas del país en septiembre de 2013”. Así pues, no hay nada falso en el significado de ese titular y ese subtítulo, pero el sentido que los mismos adquieren choca con el principio de veracidad. La pregunta es: ¿por qué se toma la decisión de construir de esta manera la información relativa a este caso?
La pragmática es una rama de la lingüística que estudia el discurso (el acto de hablar o de escribir) como un acto humano dirigido a la producción de ciertos efectos. Porque lo cierto es que nuestros discursos tienen consecuencias prácticas. “Los hombres y las mujeres -dice el escritor John Berger- no son como este perro porque tienen palabras. Con sus palabras lo cambian todo y no cambian nada. Sean cuales sean las circunstan¬cias, las palabras ponen y quitan. Ya sean las palabras habladas o las pensadas”. Mediante el lenguaje -que no es sino construcción humana, artificio- creamos y mantenemos la realidad. Hasta que las cosas no son nombradas, podemos decir que no existen. Cuando en el Génesis (2, 19-20) Dios lleva ante el hombre recién creado a todos los animales "para ver cómo los llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera", estamos asistiendo a un auténtico proceso de construcción de la realidad. De ahí la importancia que adquiere el manejo del lenguaje. De ahí el cuidado con el que debemos manejarlo. Las palabras no se las lleva el viento. Las palabras, muchas veces, se quedan y se suman y se acumulan hasta conformar una pasta, primero, y un cemento, después, sobre el que quedan grabadas a cincel determinadas interpretaciones de la realidad social. En el caso de la RGI, estas impresiones se expresan a través de las falacias del “descontrol”, del “fraude”, del “parasitismo” o de la “preferencia de las personas inmigrantes”.
Nunca faltarán quienes se apresuren a abrazar estas falacias. También ha ocurrido en el caso de la noticia a la que venimos refiriéndonos. Que lo hagan los anónimos y procaces comentaristas de Forocoches tiene una importancia relativa, aunque no carezca de ella. Que lo hagan responsables políticos es ya más grave. No se puede decir, como ha hecho el representante de UPyD en el Parlamento vasco, que “los controles han fallado estrepitosamente” y al mismo tiempo dar por bueno que su jefa de filas se limite a responder “yo no sabía” cuando se descubre que tiene un fondo de pensiones gestionado por una SICAV, incumpliendo no la ley, pero sí el programa electoral de su partido. Ni se puede entender que una parlamentaria vasca del PP le parezca “sonrojante” que Lanbide desconozca el paradero de una persona que de manera clandestina abandona el país y fallece en un conflicto “harapiento” (como califica Ignatieff a estas guerras de desintegración, caóticas), pero no le parece sonrojante que su partido “ignore” durante años las prácticas corruptas de su tesorero, a pesar de realizarlas desde la planta noble de Génova.
El impacto del sistema de garantía de ingresos aplicado en la CAPV ha sido muy positivo, especialmente en lo que se refiere a la reducción de las tasas de pobreza, y más aún de las tasas de ausencia de bienestar. También ha contribuido al mantenimiento del empleo, tanto por la vía del consumo sostenido gracias a la percepción de los subsidios como por la de los estímulos de empleo relacionados con la renta básica. La RGI ha contribuido muy significativamente a reducir en Euskadi el impacto del desempleo y de la temporalidad, repercutiendo también de manera positiva en el PIB. Esto es algo que nadie cuestiona, es cierto; pero no es menos cierto que es algo que tampoco se valora adecuadamente.
Por supuesto que hay que reforzar los controles para minimizar el fraude en el cobro de las ayudas sociales: no porque este sea elevado, que no lo es, sino porque así se contribuye a la legitimación de esas ayudas. Pero lo que hay que reforzar en mayor medida es el compromiso de solidaridad que esta sociedad asumió en 1989, compromiso que el por entonces consejero de Trabajo y Seguridad Social del Gobierno Vasco, José Ignacio Arrieta, resumió así: “En Euskadi hemos asumido la marginación no como un problema del que la padece, sino de la sociedad, y como tal, su solución no puede ser patrimonio de nadie, sino responsabilidad de todos”.

domingo, 6 de julio de 2014

La ira de los ángeles

Portada de La ira de los ángeles

Ha vuelto el atormentado detective Charlie Parker para deleite de quienes, como es mi caso, hemos quedado atrapados por sus tramas gótico-policíacas. Porque lo cierto es que con John Connolly y con su personaje, Charlie "Bird" Parker, no hay términos medios: o te engancha y ya no te suelta o simplemente no consigues avanzar en su lectura.
Yo he disfrutado un montón con su última historia, La ira de los ángeles. Un ejemplo del mejor Connolly, con una trama compleja, unos personajes profundos y ocasionales guiños a la realidad actual, como este de la página 141:

- Davis Tate -dijo.
- De ése sí sé algo -declaré.
- Un preconizador de la intolerancia y la calumnia -afirmó Epstein-. Fomenta el odio, pero como la mayoría de los de su calaña carece de coherencia interna y temple. Es un antiislámico furibundo, pero también desconfía de los judíos. Odia al presidente de Estados Unidos por ser negro, pero no tiene valor para presentarse como racista, así que codifica su racismo. Se considera cristiano, pero Cristo lo repudiaría. Habría que procesarlos a él y a los de su especie por incitación al odio, pero los poderes fácticos se exaltan más porque una mujer enseña un pezón en la Superbowl. El miedo y el odio son una buena moneda de cambio, señor Parker. Sirven para comprar votos en las elecciones.

Para quienes no lo hayan leído nunca, mejor empezar por la primera novela de la serie, Todo lo que muere, publicada en castellano hace ya 10 años. Diez años con Charlie Parker: hay relaciones que duran mucho menos.
A esperar a la próxima.