Terreno ideal para el rebeco.
El montañero sólo puede admirar su agilidad insultante.
Estas montañas no ofrecen más que una profusión de
sensaciones que experimentar en el momento. El hombre nunca las mejorará. En
este grandioso paisaje sin promesa, los calculadores saldrán frustrados. Nada
someterá a esta naturaleza. Reposa, entregada sólo a la apreciación de almas
desapegadas de toda ambición. La taiga no armoniza con los sueños de
fertilización. ¡Planificador, sigue tu camino, vuelve a la Toscana! Allá, bajo
cielos templados, los paisajes esperan que el hombre los disponga en campos. Aquí,
en este anfiteatro, los elementos reinarán por la eternidad. Hubo combates en
los tiempos magmáticos, ahora se ha hecho la calma. El paisaje, descanso de la
geología.
Sylvain Tesson, La vida simple, Alfaguara, Madrid 2013