sábado, 20 de septiembre de 2014

Perder la discusión, aunque se gane

Leo en EL CORREO que el Partido Popular del País Vasco acusa al Gobierno Vasco de utilizar su reciente campaña contra discriminación de las personas inmigrantes para «atacar» al alcalde de Vitoria, Javier Maroto, y al diputado general de Álava, Javier de Andrés. Recordemos que en varias ocasiones a lo largo de este verano ambos dirigentes políticos han realizado polémicas declaraciones relativas a la inimigración y las ayudas sociales:

- Maroto: "Los inmigrantes magrebíes vienen a vivir de las ayudas sociales" (16 julio).
- Maroto: un alcalde en el ojo del huracán por sus pulsos con los inmigrantes (17 julio)
- De Andrés denuncia que 'hay colonias enteras de inmigrantes' disfrutando de las ayudas sociales (23 julio)
- Javier Maroto: "Marroquíes y argelinos viven de ayudas que pagamos todos" (5 agosto).
- De Andrés apuesta por "replantearse la RGI" porque "no está logrando" la "integración" de los inmigrantes (1 septiembre).

Considero que estas y otras declaraciones son absolutamente inconvenientes e impropias de un dirigente político. Siempre he criticado esta forma de hacer política, mala política, con relación a la cuestión migratoria. Siempre, también cuando esta mala política la ha impulsado el PSOEIncluso cuando me ha tocado estar en la política institucional. Siempre me ha incomodado la doble moral de quienes sólo son sensibles hacia unas exclusiones del espacio de los derechos humanos, pero no hacia otras, a pesar de que unas y otras respondan a las mismas dinámicas. Perdón por estas (auto)referencias: sólo intento expresar que lo que escribo en el día de hoy no responde a ningún factor coyuntural, ni a querencia o malquerencia política ninguna. Equivocado o acertado, lo que ahora expreso lo llevo diciendo desde hace mucho tiempo.
Y no me sirve eso de que el alcalde de Vitoria o el diputado general de Álava "no dicen más que lo que piensan miles de personas". La representación política debe cumplir también una función pedagógica: reconocer y acompañar las demandas sociales, todas las demandas sociales, claro que sí, pero trabajar por su depuración, buscar que su expresión se realice de la manera más respetuosa posible. Por cierto, esta función pedagógica era reivindicada en la Declaración institucional del Parlamento Vasco con motivo del Día Internacional contra el Racismo y la Xenofobia el 17 de marzo de 2011:

Somos conscientes de la responsabilidad de los partidos políticos en la generación de discursos y climas sociales. Queremos hacer uso de esa capacidad para alentar la convivencia y la inclusión, y para rechazar con contundencia el racismo y la xenofobia. Deseamos ejercer una labor de pedagogía ciudadana sobre las transformaciones sociales a las que asistimos. Por esta razón, y muy especialmente de cara al periodo previo a las elecciones municipales y forales, nos comprometemos a que por encima de nuestras legítimas diferencias políticas, conduciremos con la máxima responsabilidad los discursos públicos, orientándolos a la creación de un clima de igualdad, convivencia y respeto entre todas las personas que compartimos la condición de vecinos y vecinas de los barrios, pueblos y ciudades de Euskadi.

Pero si las declaraciones de Maroto y de Andrés son criticables, la petición de SOS Racismo de que la oposición en el ayuntamiento de Vitoria declare persona non grata al alcalde de la ciudad es una astracanada que puede dejar íntimamente satisfechas a las personas que la han promovido, pero que no hace otra cosa que alimentar, seguro que inconscientemente, la cultura del "nongratismo", es decir, de la exclusión de unas u otras personas por las razones que sean. ¿Y qué decir de la desafortunada comparación de Maroto con Hitler, irresponsablemente lanzada por el presidente del Araba Buru Batzar, bien es cierto que prontamente rectificada? Más leña al fuego de la estereotipización, de la simplificación abusiva, de la comparación odiosa.

En este ambiente enrarecido, con la Fiscalía Superior del País Vasco abriendo diligencias contra el alcalde de Vitoria, la oposición en el consistorio vitoriano reprobando las declaraciones del alcalde, la opinión pública dividida y el lado oscuro de la fuerza digital derramando terabytes de abyecta inhumanidad, el portavoz del PP en el Parlamento vasco, Borja Sémper, ha pedido explicaciones al lehendakari Urkullu sobre la citada campaña. Me consta que la campaña objeto de la polémica estaba pensada, al menos el texto de la misma, allá por el mes de mayo o junio. Puedo decirlo porque uno de sus creadores tuvo a bien compartir conmigo las primeras versiones del texto. Pondría, pues, la mano en el fuego para sostener que nada tiene que ver su lanzamiento hace unos días con la polémica a la que vengo haciendo referencia. Pero el caso es que, entre unas cosas y otras, llevamos tres meses de ruido y furia que, lejos de permitir un debate argumentado y constructivo sobre cualesquiera cuestiones que puedan preocupar a quien sea, no han hecho otra cosa que enlodazar la política vasca. Y mucho me temo que, si no somos capaces todas y todos, cada uno desde nuestra responsabilidad, de volver a situar la discusión en el espacio de la sensatez, su abordaje en sede parlamentaria no va a servir más que para reproducir lo visto hasta ahora, sólo que en un escenario todavía más visible.

Cuando se discutió en el ayuntamiento de Vitoria el comportamiento de su alcalde, la portavoz del PP, Ainhoa Domaica, criticó la moción aprobada por los grupos de la oposición, en la que se pedía excluir del debate público la inmigración, con estas palabras: "Lo que proponen los grupos es que no se puede hablar de todo en Vitoria. Sólo se va a poder hablar de lo que ellos dicen que se pueden hablar". Creo que la posición expresada por la edil popular abre una puerta para reconducir la situación. 
En efecto, sería un error pretender impedir que un grupo de vecinas y vecinos, un medio de comunicación o un representante político plantee abiertamente la necesidad de abordar cualquier cuestión, también las relacionadas con la inmigración, si consideran que algo no se está haciendo bien. ¡Faltaría más! Pero la cuestión no es esa. la cuestión, en mi opinión, es acertar desde el principio en la forma en que tales cuestiones son planteadas. No se puede discutir de cualquier manera, especialmente cuando tocamos cuestiones sensibles que tienen que ver con la dignidad y los derechos de las personas. Como dice Xabier Aierdi, en relación a la cuestión de la inmigración, como en tantas otras, "sobran tanto los discursos implacables como los impecables". .

En mayo de 2012, en una situación que empezó igual que ahora aunque, afortunadamente, no llegó tan lejos, escribí en este mismo blog lo siguiente

Primero los de casa: este ha de ser, parece, el principio fundador de un ejercicio eficiente de la política, frente al buenismo hueco de quienes enarbolan el lenguaje universal de los derechos humanos. Pero fue el buenismo el que a mediados de los 80 nos llevó a denunciar el terrorismo de ETA y a defender en la calle la vida y la libertad de todas y cada una de las personas frente a un discurso y una práctica que definían como población sobrante a una parte de la sociedad vasca. ¿No hemos aprendido nada de estos años pasados en Euskadi? ¿De verdad no nos estremece escuchar apelaciones a identificar a los “auténticos vascos” y a tratarlos de manera distinta a otras personas que, aún viviendo a nuestro lado, son definidas como extrañas?La política de inmigración no puede reducirse a entonar el Imagine de Lennon, pero tampoco puede fundarse en la suspensión del valor universal de los derechos inviolables e inalienables de la persona en función de coyunturas políticas o económicas. Se puede discutir sobre la inmigración, claro que sí. Se pueden proponer diagnósticos y políticas diversas, por supuesto. Lo que no se puede es confundir política y testosterona. No alimentemos la fiera. El daño está hecho, pero no es irreversible. Urge dialogar sobre la inmigración, sí, pero necesitamos hacerlo sin vernos obligados a elegir entre ser buenos o ser eficaces. Necesitamos pactar un marco que nos permita discutir con libertad, pero sin causar daño. A nadie. Tampoco a nosotros mismos.

Que cada cual ponga sobre la mesa del espacio público aquellos temas que le preocupen, le incomoden o le interesen. Pero hagámoslo con cabeza y con corazón, con inteligencia y con empatía, con firmeza pero con respeto. Para salir del debate un poco mejores de lo que habíamos entrado. Para no perder la discusión, aunque pensemos que la hemos ganado.

ACTUALIZACIÓN (lunes 22, 17:40).

Esta mañana he escuchado en la SER una breve referencia a una entrevista  a Borja Semper: lo poco que he escuchado me ha sonado muy bien. Ahora acabo de escuchar la entrevista completa, y aún me ha sonado mejor. Puede escucharse aquí, la referencia a la polémica inmigracion/ayudas sociales a partir del minuto 3:07. Creo que Semper contribuye a encauzar la polémica. Ójala ese sea el tono que utilicemos todas y todos.

miércoles, 17 de septiembre de 2014

¿Qué utopía hay detrás de una Escocia independiente?

En su Historia de las utopias Lewis Mumford diferencia entre dos grandes tipos de utopías, las utopías de escape y las utopías de reconstrucción, que caracteriza así:

La primera deja el mundo tal como es; la segunda trata de cambiarlo, de forma que podamos interactuar con él en nuestro propios términos. En un caso, construimos castillos imposibles en el aire; en el otro, consultamos al agrimensor, al arquitecto y al albañil y procedemos a la construcción de una casa que satisfaga nuestras necesidades básicas, hasta el punto -claro está- en que las casas hechas de piedra y argamasa puedan lograr tal fin.


http://www.bbc.com/news/uk-scotland-scotland-politics-25144351

¿Qué tipo de utopía hay detrás de la Escocia independiente que mañana se somete a referéndum?
Confieso no haber dedicado demasiado tiempo a informarme, y por ello asumo que todo lo que diga podrá ser utilizado en mi contra, pero me ha interesado mucho el artículo del enviado de EL PAÍS, Pablo Guimón, titulado "No es William Wallace, es Karl Marx", cuya lectura íntegra recomiendo -pues también recoge importantes matices a la idea que se expresa en el título del artículo-, en el que presenta así a la sociedad escocesa más favorable a la independencia:

Jóvenes, universitarios y de clase trabajadora, Calum y Chris representan al bastión del sí a la independencia. Los jóvenes de 25 a 34 años constituyen, según la encuesta publicada el pasado sábado por The Guardian, el grupo de edad más inclinado hacia el sí: un 57% elegiría la separación. Su voto tiene que ver con el rechazo, compartido en otros países de Europa a la clase política tradicional. “Yo no podría haber ido a la universidad si no fuera porque el SNP eliminó las tasas” explica Calum. “Ahora tengo un buen empleo y no puedo comprar una casa. Si quisiéramos tener hijos, mi pareja o yo tendríamos que dejar de trabajar. Los bancos de alimentos están llenos de gente que trabaja y no puede dar de comer a sus hijos. El ‘éxito de 300 años de unión’, con el que se llenan la boca los de Westminster, no permite a la gente alimentar a sus hijos”..Para estas personas, “La independencia es la única manera de asegurarnos el ser gobernados por aquellos a los que hemos votado. No se trata solo de echar a este Gobierno tory. Se trata de no someternos a ningún Gobierno al que no hayamos votado”.

Veo al independentismo-wallaciano como una utopía de escape, y al independentismo-marxiano como una posible utopía de reconstrucción.
Sin duda hay mucho de Wallace en el nacionalismo escocés, especialmente en su núcleo dirigente más institucionalizado (el SNP), pero resulta plausible detectar la presencia también de "Marx", de una sociedad indignada con la tradicional y castosa/casposa política británica en la que tras la penosa etapa de Blair el perfil del laborismo como partido de izquierda se desvaneció de tal manera que ni tan siquiera un Miliband -¡un Miliband!- ha conseguido recuperarlo.


http://shaunynews.com/2014/07/29/the-truth-on-why-you-must-vote-yes-for-scotland-please-read/

En más de una ocasión, hablando con Joan Subirats sobre el ascenso del independentismo en Cataluña, ha planteado que también en este fenómeno actúa, junto a la tradicional dinámica nacionalista identitaria, una fuerte dinámica independentista indignada [leer aquíaquíaquí]..
Que no garantiza nada, por supuesto, que no asegura que la proyectada casa de piedra y argamasa resulte mejor, más acogedora y más sólida, que el soñado e imposible castillo en el aire. Pero que sí obliga a pensar desde claves nuevas el fenómeno de las reivindicaciones soberanistas en este siglo XXI.

El artículo de EL PAÍS se abría con la música de Billy Bragg y su combativa Waiting for the great leap forward (Esperando el gran salto adelante):

Un paso adelante, dos pasos atrás
¿Será la política lo que me  hunda?
Aquí viene el futuro y no puedes huir de él
Si hay  una lista negra yo quiero estar en ella


Con Billy Bragg nos quedamos por ahora. Mañana ya veremos...