"Muchos autores aciertan al destacar que la crisis financiera y los subsiguientes rescates son la prueba de que estamos operando en una economía que socializa los riesgos y privatiza los beneficios, de tal forma que enriquece a las élites a expensas de todos los demás. Los rescates pusieron de manifiesto que el sector financiero actúa sobre la economía como una sangría potencialmente parasitaria que estamos obligados a aceptar. [...] Las empresas financieras han crecido hasta alcanzar tamaños absolutamente incomprensibles y se han insertado de manera tan profunda en la economía global que se consideran 'demasiado grandes para caer'; a muchos les inquieta que, con independencia de su temeridad, el hecho de que su supervivencia sea esencial les asegura que la próxima vez que colapsen el Estado este las rescatará (lo que provocará la quiebra del Estado en el proceso). Ya sea justo o no, están situadas para ganar cuando la tendencia es alcista, pero también cuando las cosas van mal. Debería revisarse el hecho de que los tipos de interés se contabilicen en el PIB como 'servicios' proporcionados por el sector de intermediación del riesgo, ahora que sabemos quién asume el riesgo real. Los intereses son, en este sentido, una mera renta. Usura".
Mariana Mazzucato, El Estado emprendedor, RBA, Barcelona 2014, p. 296.