jueves, 25 de diciembre de 2014

Himalayistas y marcianos

Dos libros que tratan de supervivencia, ingenio y superación. Uno recoge hechos reales, el otro es una novela de ficción científica.



El primero es Escaladores de la libertad Cuenta la historia de un grupo de extraordinarios alpinistas polacos –Jerzy Kukuczka, Voytek Kurtyka, Wanda Rutkiewicz, Krzysztof Wielicki, Andrzej Zawada o Artur Hajzer– que tras la Segunda Guerra Mundial, en una Polonia deprimida y oprimida, se convirtieron en la vanguardia de la escalada en el Himalaya. Como señala la autora, el 80 por ciento de ellos y ellas -pues las mujeres son una parte muy importante de esta historia- perdieron la vida en las montañas.Y es que estremece tan sólo leer las condiciones en las que afrontaban las escaladas más complicadas: sin recursos económicos, con muy escasos medios técnicos, y aún así proponiéndose las más arriesgadas ascensiones: sin oxígeno, en invierno, en solitario...

Una teoría, sostenida por la mayoría de los extranjeros, era que los escaladores polacos sufrían de un profundo sentido de inferioridad y que tenían que demostrar algo. Habían peleado y perdido innumerables guerras a lo largo de los siglos. Eran pobres. Eran en gran parte invisibles fuera de sus fronteras. para los extranjeros, Polonia estaba "por ahí", en el este de Europa. Su material y la ropa que llevaban era inferior, y tenían poco dinero para contratar porteadores y camiones o para comprar comida de otros países. Si querían mantenerse a la altura de sus colegas de otros países, ellos debían esforzarse más y, al hacerlo, les superaban.
Era una teoría interesante, pero la mayoría de los escaladores polacos la rechazaban de plano. Ellos creían que su fortaleza y su sentido del orgullo no se debía a creerse inferiores sino a lo contrario, a la aristocrática tradición polaca de nobleza y coraje. Siglos de castillos y sables; soldados marchando a través de bosques, defendiendo a Polonia de pillajes y saqueadores. Y de generaciones de opresión por parte de alemanes y rusos. Voytek Kurtyka lo llamaba "vivir entre el martillo y el yunque". De luchar por la independencia. De estar en continuo estado de alerta. Disposición. Coraje. Fuerza. Pero ahora los castillos y los saqueadores habían desaparecido y se habían visto reemplazados por las montañas. los sables eran ahora piolets. Resulta difícil descartar la similitud entre el rendimiento de los polacos en las montañas y su conducta en las guerras.

El marciano

El segundo es El marciano. Un astronauta, miembro de la tercera misión tripulada a Marte, es dado por muerto y abandonado en el planeta rojo.Pero está vivo, y a partir de ahí comienza una extraordinaria lucha por la supervivencia, en la que el ingenio, el conocimiento científico, el humor y la solidaridad se alían para intentar su rescate.El protagonista, Mark Watney, es un auténtico Robinson Crusoe galáctico.Es verdad que, en este caso, Viernes son la NASA y la Administración Espacial Nacional de China. ¿Por qué tanto esfuerzo para salvar a un individuo, se pregunta Watney?

Si un excursionista se pierde en las montañas, se coordina una partida de búsqueda. Si un tren colisiona, hacemos cola para donar sangre. Si un terremoto arrasa una ciudad, gente de todo el mundo envía suministros de emergencia. Es algo tan humano que se da en cualquier cultura, sin excepción. Sí, hay capullos a los que no les importan los demás, pero los superan masivamente en número aquellos a los que sí les importan. Por eso he tenido a miles de millones de personas de mi parte. No está nada mal, ¿eh?

martes, 23 de diciembre de 2014

Harry Potter y el Estado de bienestar

"Aunque los conservadores han hecho todo lo posible por borrar el concepto de sociedad como comunidad, así como la noción de que los impuestos son una expresión de ciudadanía, es fundamental que recuperemos estas ideas tan poderosas". Lo dicen Linda McQuaig y Neil Brooks en su libro El problema de los supermillonarios, de lectura más que recomendable.
En estos tiempos en los que tantas personas -deportistas, infantas, banqueros, cantantes, políticos molt o menos honorables, actores y actrices, etc.- deciden eludir o evadir impuestos, conforta leer lo que J. K. Rowling, autora de la muy exitosa saga de Harry Potter, escribió en The Times el 14 de abril de 2010:

Dedidí seguir siendo una contribuyente domiciliada en Gran Bretaña por dos razones. La principal era que quería que mis hijos crecieran en el mismo sitio en el que yo me crié, que tuvieran auténticas raíces en una cultura tan antigua y tan magnífica como la británica; que fueran ciudadanos, con todo lo que eso implica, de un país de verdad, no emigrantes desarraigados que viven en el limbo de un paraíso fiscal y que se relacionan únicamente con los hijos de otros exiliados fiscales a los que sólo mueve la codicia.
No obstante, había una segunda razón, y era que yo estaba en deuda con el Estado del bienestar británico; el mismo que Cameron querría ver reemplazado por las limosnas y la caridad. Cuando toqué fondo, esa red de seguridad, aunque bastante maltrecha bajo el gobierno de John Major, seguía allí para detener la caída. Así pues, no puedo dejar de sentir que habría sido de lo más rastrero largarse a una isla del Caribe nada más oler el primer cheque de derechos de autor con seis ceros. Este es, si quieres, mi concepto de patriotismo. 


lunes, 8 de diciembre de 2014

Perfiles

"... ya no vivimos entre los hombres, sino en un mundo de siluetas" (Albert Camus).

Camus lo decía en un contexto y con una intención bien distinta de mi propia experiencia, pero he recordado esta frase porque mi Montaña se ha empeñado, estos días, en ofrecerme poca cosa más que siluetas.



 

Todo lo demás quería estar oculto: como el venado camuflado entre los pinos, o como el gato montés atravesando sigiloso las campas blanqueadas por la helada.

 


Hasta los dos grandes mostraban estos días su aspecto más misterioso.




domingo, 30 de noviembre de 2014

El Modelo Vasco de Garantía de Ingresos: crisis, críticas y relegitimación

El viernes pasado, invitado por el Grupo Vasco del Club de Roma, estuvimos reflexionando en la Comercial de la Universidad de Deusto sobre el modelo vasco de garantía de ingresos. Para mi fue un lujo poder dialogar y contrastar preocupaciones e ideas con las personas que asistieron al acto.

sábado, 15 de noviembre de 2014

Noventa por ciento de todo



En 2010 el crítico cinematográfico Noël Burch y el fotógrafo Allan Sekula dirigieron el documental The Forgotten Space, sobre las rutas del transporte marítimo de mercancías. El documental nos permite asomarnos a un mundo desconocido, a pesar de su enorme importancia para la globalización capitalista: tengamos en cuenta que los grandes cargueros de contenedores mueven más del 90% de las mercancías a nivel mundial: "Las mercancías más pesadas siguen sin poder ser transportadas por otra vía que no sea la marítima. El documental, que se mueve entre cuatro ciudades portuarias: Rotterdam, Los Angeles, Hong Kong y Bilbao, se enfrenta a este "espacio olvidado" como a un laboratorio privilegiado para analizar la globalización:  "Nuestra premisa es que el mar continua siendo el espacio crucial de la globalización. En ningún otro lugar se hace tan patente la desorientación, violencia y alienación del capitalismo contemporáneo", explicaban en una entrevista. "El 90% de las mercancías mundiales viajan en grandes buques. La industria petrolífera, por poner un ejemplo crucial para la economía capitalista, depende también del transporte marítimo. Pero pese a todas estas evidencias, el mar es visto hoy día como un territorio romántico y nostálgico que poco aporta ya a la globalización. Sin embargo, en ninguna otra parte se manifiesta hoy día de un modo más diáfano la violencia y la desigualdad provocada por el capitalismo contemporáneo". 
Noventa por ciento de todo
Tuve ocasión de ver el documental cuando se presentó en el Museo Reina Sofía, y la verdad es que me impresionó. Ahora he vuelto a recordarlo al leer el libro de Rose George titulado, precisamente, Noventa por ciento de todo, editado por Capitán Swing..Al igual que ocurría en el documental, el libro busca cuestionar, en primer lugar, "la inexistencia de la navegación en nuestro imaginario colectivo", a  pesar de su ya citada relevancia: "Estos buques y contenedores pertenecen a un negocio que nos alimenta, nos viste, nos da calor y nos provee. Han aprovisionado de combustible, si es que no directamente creado la globalización. Son la razón oculta de tu camiseta barata o tu televisor económico. ¿Pero quién mira en estos días detrás del televisor y ve el barco que lo transportó? ¿Quién se preocupa de los hombres que condujeron los cereales del desayuno a través de las tormentas invernales? Qué irónico comprobar que cuanto más han crecido los barcos en tamaño y trascendencia, menos espacio han llegado a ocupar en nuestra imaginación".
George describe un mundo regulado sólo sobre el papel -"Pero el mar disuelve el papel"- donde banderas de conveniencia y listas negras de trabajadores reivindicativos imposibilitan la aplicación real de la ley. Un mundo en el que resulta más barato enviar el bacalao escocés hasta China "para que lo corten  en filetes y luego lo manden de vuelta a las tiendas y restaurantes de escocia, que pagar a escoceses para que lo corten ellos mismos", a pesar de su enorme coste ecológico: "En 2009, se calculaba que los quince barcos más grandes podían emitir tanto como 760 millones de coches. Si sumamos la navegación a la lista de los países contaminantes, esta ocupa la sexta posición. Los barcos contaminan más que Alemania".
Otra interesante lectura.

miércoles, 12 de noviembre de 2014

No es una crisis, es el sistema

PROGRAMA FOESSA 6 18
El jueves pasado, en la Universidad de Deusto, presentábamos el VII Informe Foessa ante un auditorio lleno a rebosar de personas conocedoras de la realidad de la exclusión social en Euskadi.
Francisco Lorenzo, coordinador general del informe, presentó los datos referidos a Euskadi; María Silvestre, profesora de la Universidad de Deusto, se centró en algunos aspectos relativos a la cultura fiscal y, en general, a los valores socioeconómicos que caracterizan las opiniones y actitudes de la ciudadanía española y vasca, y su evolución durante los últimos años. A mí me correspondía exponer brevemente los principales contenidos del capítulo 6, del que he sido coordinador, titulado ¿Qué sociedad saldrá de la actual crisis? ¿Qué salida de la crisis impulsará la sociedad?; sin embargo, a propuesta de las y los organizadores del acto, propuse una reflexión dirigida a situar la actual crisis en un contexto estructural, como una fase dentro un un proceso de transformación social que viene de lejos.

Lo que a mí más me preocupa es que esta crisis "pase" y que, de nuevo, olvidemos las advertencias que desde los Ochenta vienen haciéndo destacados analistas sociales:

"El periodo actual, es el primero desde los años veinte en que los propietarios del capital han rechazado abiertamente un compromiso que implique la influencia pública sobre las inversiones y la redistribución de la renta. Por primera vez desde hacía varias décadas, la derecha tiene su propio proyecto histórico: liberar la acumulación de todas las trabas que le impuso la democracia" [Adam Przeworski, 1988; e.o. 1985].

"La dinámica económica del capitalismo actual aparece acompañada por una reorganización político-social conservadora, como una revancha contra los avances culturales, políticos y sindicales de la izquierda en los años sesenta y setenta" [Göran Therborn, 1992].

"Debo comenzar recordándome a mismo, y también a ti lector occidental, que en el caso de que el que lea estas páginas tenga alrededor de veinte años su memoria personal sólo podrá referirse a tiempos de crisis. Este lector estará acostumbrado a convivir con el desempleo, con la marginación y la pobreza. Un trabajo fijo será para él una meta imposible, y probablemente ya habrá trabajado por cuenta ajena sin ningún tipo de contrato legal. Sabrá que conseguir una vivienda es algo que de momento no puede plantearse, y no se extrañará cuando vea como se privatiza la educación y la sanidad. Estará tan acostumbrado a los «vigilantes jurados» que no verá en ellos la privatización, también, de parte de lo que fue un importante servicio público. No se escandalizará cuando se hable de «flexibilizar el mercado de trabajo», puesto que él ya se encuentra suficientemente «flexibilizado» desde que tiene uso de razón. Y cuando oiga hablar de los problemas de las pensiones de jubilación le parecerá simplemente que el tema no va con él.Voy a tratar de contar aquí,a ese lector, que las cosas no fueron así siempre" [Anisi, 1995]..

El jueves pasado, en la Universidad de Deusto, intente explicarme. No sé si lo logré. En todo caso, aquí puede escucharse mi intervención.

sábado, 8 de noviembre de 2014

Imanol, 10 urteko ausentzia



Este año, cuando se cumple el décimo aniversario de la muerte de Imanol Larzabal, en Lugaritz Kultur Etxea tendrá lugar la última edición de las jornadas Imanol Oroituz. Con tal fin se han organizado una exposición de fotografías y objetos personales del cantante, que permanecerá abierta gasta el próximo día 16, un documental producido por Pausoka y un concierto, que tendrá lugar hoy mismo a las 19:00 horas. ¡Cuánto siento no poder asistir a este concierto!

La primera vez que vi y escuché en directo a Imanol sería el año 1976 o 1977, en el cine que por aquel entonces había en Alonsotegi. Sus mordaces comentarios, entre canción y canción, hacia la burguesía nacionalista vasca y hacia la Iglesia católica, provocaron la airada deserción de una buena parte del público asistente, euskaldun-fededun, y el regocijo de otra buena parte, compuesto fundamentalmente por peceros del EPK, todavía poli-milis de EIA, txinos y troskos. Y aunque todos mis "mayores" estaban entre los que se iban, yo me quedé, fascinado por lo que estaba pasando (y porque entre quienes se quedaban y aplaudían estaban mis primos, que con este y otros gestos rompían públicamente con el nacionalismo tradicional de sus familias). Cuando, muchos años después, le recordé a Imanol este concierto, aún se reía como un niño travieso al recordar la estampida.
Después de ese vinieron más kantaldis, pero sobre todo vino el homenaje a Yoyes en Ordizia, aquel 18 de octubre de 1986.
Así que, aunque hoy no esté, estaré.


Patriotas de una época

En Orihuela tenía que ser. Allí donde se nos mueren como del rayo aquellos con quienes tanto hemos querido. Desde que Miguel Hernández escribiera la conmovedora elegía a la muerte de Ramón Sijé, Orihuela es y no es Alicante. Lo es en el sentido estrictamente físico, geográfico. Pero más allá de este limitado sentido Orihuela es el territorio espiritual que ocupan y estercolan, siempre demasiado temprano, compañeros y compañeras del alma derribados por manotazos duros, por golpes helados, por hachazos invisibles y homicidas. En Orihuela tenía que ser donde Imanol Larzabal exhalara su último aliento. Imanol, de quien he sido compatriota. Compatriota de época.

Escribe Joseph Roth que, contra todas las apariencias, influye más la época en que vivimos que el lugar de nacimiento: "Ninguna patria da a sus hijos tantos rasgos específicos y comunes como una época a los suyos". Es por eso que puede hablarse de espacios de tiempo, patrias que no están definidas por unos límites territoriales sino por unas coordenadas temporales. Nuestra tarea, siempre según Roth, es la de construir nuestra patria a partir de aquellos rasgos en los que se manifiesta lo mejor de la época que nos ha tocado vivir; hacer de aquellos espacios y experiencias en los que se manifiesta, aunque sea de manera precaria, lo que es bueno, digno y decente, nuestra auténtica patria: "Nuestra época es nuestra patria. Y nuestro deber, nuestra ley, nuestro futuro no es otro que actuar, establecernos por tanto, en aquellos sectores en los que sabemos que el bien tiene su morada y desde los que escuchamos su llamada. Incluso nuestra época tiene uno de esos sectores. Ésa sería nuestra patria, la verdadera. ¿Tener una patria? No se trata de eso. Sólo se tiene una patria cuando se la encuentra, es decir, cuando se ha escuchado la llamada del bien".

En octubre de 1986 comenzó a definirse en Euskadi un espacio de tiempo que, con el paso de los años, llegó a constituir la verdadera patria de muchas personas. Una patria a la vez interior y exterior a la patria física y política. Una patria elegida. No creo generalizar abusívamente una experiencia personal si digo el asesinato de María Dolores González Cataráin fue fundamental para la definición de una época que, a la larga, nos dotó de unos rasgos comunes mucho más definitorios y consistentes que el año o el lugar de nacimiento de cada cual. Las iniciativas de condena de ese asesinato, comenzando por el homenaje celebrado en Ordizia el 18 de octubre, en el que la voz de Imanol llenó la plaza del mercado (sus columnas diseñaban, aquella noche lluviosa en un pueblo de ventanas cerradas, un extraño templo), continuando con la impactante campaña Contra el silencio de la Asociación pro Derechos Humanos, los manifiestos de artistas e intelectuales o de ex miembros de ETA, el surgimiento de la Coordinadora Gesto por la Paz y de la Asociación por la Paz de Euskalerria ("Ha comenzado en Euskadi una nueva lucha antifascista", escribió Juan María Bandrés en EL PAÍS el 28-10-86), fueron aquellos sectores en los que el bien tuvo su morada en una época de horror y de vergüenza. Una época caracterizada así por el editorialista de EL PAÍS en aquellos días: "En Euskadi ha dejado de ser novedad esa particular forma de pasividad moral consistente en que cada cual llore exclusivamente a los suyos mientras contempla impasible las víctimas producidas en el campo vecino".

"Cada persona puede encontrarse bien en cualquier sitio, pero el lugar donde mejor puede sentirse, donde se da la posibilidad de mayor plenitud, de mayor felicidad para ella es en su país de origen", escribía Yoyes en su diario el 9 de enero de 1981. Qué paradoja: el asesinato de una mujer cuyo amor vivísimo por su lugar de origen fue truncado por los patriotas de la muerte está en el origen de la construcción de una patria epocal definida por la lucha contra el mal absoluto de la indiferencia moral. Imanol fue patriota destacado de esa patria, que él cantaba así: "Nire euskaltasuna baso bat da, eta ez du zuhaitz jenealogikorik. Nire euskaltasuna bide bat da, eta ez du zaldizkorik. Nire euskaltasuna bertso bat da, eta ez du txapelik. Nire euskaltasuna pekatu bat da, eta ez du mea-kulparik ".
Todavía hoy esa vasquidad, esa patria vasca sin árboles genealógicos, caballeros ni txapelas sigue siendo un proyecto. Y hoy hay uno menos para construirla.