sábado, 30 de octubre de 2021

Biofilia

Edward O. Wilson
Biofilia
Traducción de Teresa Lanero Ladrón de Guevara
Errata naturae, 2021

"El cerebro evolucionó hasta su forma actual durante un periodo de alrededor de dos millones de años -desde la época del Homo habilis hasta la última Edad de Piedra del Homo sapiens-, durante la cual la gente vivía en grupos de cazadores-recolectores en contacto íntimo con el entorno natural. Las serpientes eran importantes. El olor del agua, el zumbido de una abeja y la inclinación del tallo de una planta eran importantes. [...] Y un dulce sentido del horror, la estremecedora fascinación hacia los monstruos y las formas reptantes que tanto nos deleitan todavía hoy en los estériles corazones de las ciudades, podía ayudarte a seguir vivo a la mañana siguiente. [...] Aunque las pruebas están lejos, el cerebro parece haber mantenido estas viejas capacidades, esa agilidad canalizada. Permanecemos alerta y vivos en los bosques desaparecidos del mundo".


Dos millones de años son muchos años, un legado cuya impronta no puede perderse como los momentos vividos por Roy Batty, el replicante de recuerdos implantados, "como lágrimas en la lluvia". Dos millones de años de existencia como naturanos (como mujeres y hombres habitantes de la naturaleza) suponen una herencia memética que sigue operando en la actualidad. En eso consiste la biofilia sobre la que escribe Wilson: en "la tendencia innata a prestar atención a la vida y a los procesos naturales"

Aunque presentada y defendida por uno de los biólogos y naturalistas más reconocidos, la biofilia, nuestra relación profunda con otras formas de vida, no es una teoría científica, probada, sino más bien una mirada poética ("La innovación científica a veces se parece a la poesía; yo diría que es poesía, al menos en sus primeras fases") mediante la que Wilson busca dar cuenta de una realidad que considera evidente tanto en nuestra experiencia cotidiana como en las diferentes culturas a lo largo de la historia:

"[L]a inclinaión biófila resulta evidente en la vida diaria y está lo suficientemente extendida como para merecer una seria atención. Se manifiesta en fantasías y respuestas previsibles de los individuos a partir de la infancia. Fluye a raudales en modelos culturales recurrentes en la mayoría de las sociedades y a menudo aparece recogida en los libros de antropología. Estos procesos parecen formar parte de los programas del cerebro. Están marcados por la rapidez y la firmeza con las que aprendemos determinadas cosas sobre ciertos tipos de plantas y animales. Son demasiado constantes para que los consideremos el resultado de ciertos sucesos puramente históricos plasmados en una pizarra mental en blanco".

Dejándonos guiar por esta intuición acompañaremos a Wilson por algunos de los lugares a los que le ha llevado su longeva existencia (en la actualidad tiene 92 años): la península de Huon, en Nueva Guinea, las selvas amazónicas de Surinam y de Brasil, la cubana Sierra de Trinidad, la sabana de El Cerrado que rodea Brasilia...
 
En un libro anterior, Medio planeta, Wilson nos urgía a proteger lo que va quedando (lo que vamos dejando) de tierras salvajes destinando a la naturaleza la mitad del planeta, como única forma de salvar la biodiversidad del mismo y, de esta manera, “conseguir la estabilidad necesaria para nuestra propia supervivencia” [he utilizado este propuesta aquí]. ¿Podrá esta biofilia impulsarnos a adoptar una "ética profunda de la conservación" que proteja la vida natural, la de cada una de las especies que hoy existen, ampliando el "círculo del altruismo" más allá de la especie humana, como también propone desde hace años Peter Singer?

"De una cosa estoy seguro y lo diré a modo de recomendación práctica: sobre la Tierra -al igual que en el espacio-, el césped, las plantas en macetas, los periquitos en jaulas, los cachorritos de perro y las serpientes de goma no son suficientes".

Nos va la vida en ello.

martes, 26 de octubre de 2021

Vivir en tiempos turbulentos

Zygmunt Bauman
Vivir en tiempos turbulentos. Conversaciones con Peter Haffner
Traducción de Lorena Silos
Tusquets, 2021


"Cuando me muera, que será pronto, porque soy un hombre muy mayor, moriré insatisfecho e infeliz. Porque hay una cuestión con la que he lidiado para conseguir una respuesta convincente y no la he conseguido. Y sé que ya no hallaré la respuesta. No tengo tiempo. la pregunta es muy sencilla: ¿cómo renovamos el mundo?".


El periodista y ensayista Peter Haffner conversó con Zygmunt Bauman en cuatro ocasiones, los días 10 de febrero de 2014 y 21, 22 y 23 de abril de 2016. Apenas un año después, el 9 de enero de 2017, falleció el lúcido y longevo sociólogo, uno de los más populares y citados.

Conversaron sobre algunos de los grandes temas que Bauman ha abordado en profundidad en su extensa obra: sobre el amor y el sexo (también sobre la propia experiencia amorosa de Bauman); sobre la memoria histórica de la época comunista en Polonia, la colectiva y la personal (tenso el fragmento en el que periodista y sociólogo conversan sobre la pertenencia de Bauman al Cuerpo de Seguridad Interna); sobre sus influencias intelectuales y literarias; sobre sus raíces judías y su breve estancia en Israel tras su expulsión de Polonia ("¿Por qué decidí no quedarme en Israel? La razón es sencilla. Me fui a Israel porque me había expulsado de Polonia. ¿Quién me había expulsado? Los nacionalistas polacos. Y en Israel me obligaban a convertirme en nacionalista, en nacionalista judío. Me parece absurdo y, a la vez, espeluznante buscar en un nacionalismo el remedio contra otro nacionalismo"); sobre el compromiso social y político de las y los intelectuales (no lo ve muy viable: "Quien busca la verdad no se mete en política"); sobre el poder, la identidad y el consumismo, la solidaridad y la responsabilidad, sobre la moral; sobre internet y las redes sociales; sobre religión y fundamentalismo (tremendamente sugerente la cuestión de "por qué es importante creer en un dios que no existe")... 

"Mi vida consiste en reciclar información", cuenta Haffner que le dijo Bauman. Reciclador de información en un mundo en el que la principal dificultad para elaborar un programa de acción es "el exceso de información". Un ejercicio de reciclaje y condensación de información baumaniana que sirve, a quien no lo haya hecho, para introducirse en la cosmovisión del sociólogo polaco; y a quienes desde hace años tenemos a Bauman como un recurso cercano para aportar luz y encarnadura a nuestros análisis sociales, para reencontrarnos con un pensador necesario, profundamente ético.




domingo, 24 de octubre de 2021

Dos mujeres con mucha clase obrera: autobiografía de Mother Jones y biografía de Pasionaria

Mother Jones
Autobiografia de Mother Jones
Traducción del Grupo de traductores de la Fundación Federico Engels
Fundación Federico Engels, 2018

"No conozco este ni oeste, norte ni sur,  cuando se trata de la lucha de mi clase por la justicia. Si es mi destino vivir para ver rotas las cadenas de los hijos de los trabajadores en EEUU y después hay un niño negro esclavizado en África, allí iré".
 
"Un ejército de fuertes mujeres mineras era una imagen maravillosamente espectacular".


Mary Harris Jones, Mother Jones, nació en 1830 (no en 1837, como se dice en la solapa del libro: este es el año en que recibió el bautismo) en la ciudad irlandesa de Cork. En algún momento del año 1835 emigró con su madre a Estados Unidos para reunirse con su padre, que las había precedido. Estudió para profesora, profesión que también ejerció, trabajó como costurera y se casó en 1861 con un trabajador de la fundición y miembro del sindicato que agrupaba a los moldeadores del hierro. Tanto su marido como sus cuatro hijos murieron en 1867, víctimas de una epidemia de fiebre amarilla que asoló Memphis, localidad en la que residía. Esta tragedia será en detonante de su activismo, que se verá definitivamente afirmado cuando, en 1871, el gran incendio de Chicago arrase el pequeño negocio de confección con el que se ganaba la vida. Alojada durante días en una iglesia junto con otras damnificadas por el incendio, empezó a acudir a las reuniones que en un establecimiento cercano realizaban los Knight of Labor, la primera gran organización laboral de Estados Unidos. Testigo de la brutal represión que sufrían quienes recurrían a la huelga para reivindicar sus derechos, en 1880 se implicará  plenamente en el movimiento obrero.

En adelante y hasta su fallecimiento en 1930 Mother Jones se implicará en inumerables luchas, desde la revuelta de Haymarket del 1 de mayo de 1886, hasta las huelgas mineras de Virginia (1891), Pennsilvania (1899), Stanford (1902), Kensington (1903), Eskdale (1912), Arizona (1913)... organizando sindicalmente a los obreros de multitud de lugares. En muchas de estas huelgas y actividades sindicales Mother Jones se enfrentará a pecho descubierto a esquiroles, policías y matones, muchas veces encabezando "ejército(s) de amas de casa" armadas de escobas, sartenes y cubos ("Eran mujeres heroicas que hacían guardia toda la noche. En los muchos años que quedan por venir, la nación les rendirá un gran tributo porque lucharon por el progreso de un gran país"). 

Observante estricta de una austeridad que la igualaba a las miserables condiciones de vida de las familias obreras con las que se alojaba y junto a las que luchaba, Mother Jones elevó esta austeridad solidaria a principio inexcusable de todas aquellas personas que pretendieran asumir el papel de líderes del movimiento obrero. Dotada de una oratoria brillante, capaz de integrar en sus discursos la crítica más feroz de la codicia capitalista y el servilismo de la justicia con las promesas fundacionales de los Estados Unidos y referencias a un Jesucristo que "agitó por el Reino de Dios", buscaba sacudir la conciencia de la opinión pública diciéndoles que "cuando el carbón brillaba rojo en sus hogares era la sangre de los trabajadores, de hombres que se metían en negros agujeros para extraerlo, de mujeres que sufrían y aguantaban, de niños cuya infancia era breve".
 
No exenta de contradicciones (abiertamente crítica hacia el sufragismo, convencida de que el verdadero lugar de la mujer no es la fábrica sino el hogar), Mother Jones ha dado nombre a una de las revistas más relevantes del pensamiento crítico estadounidense. Su ejemplo de vida y de lucha es, en cualquier caso, admirable.

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Mario Amorós
¡No pasarán! Biografía de Dolores Ibárruri, Pasionaria
Akal, 2021

"Os hablo en nombre de tantas mujeres españolas que conmigo gritaron aquel No Pasarán que se convirtió en bandera de la resistencia a la agresión fascista [...]. Como vosotras, di mi hijo Rubén, de 20 años de edad, al combate contra la bárbara agresión fascista. Mi Rubén cayó defendiendo la gloriosa ciudad de Stalingrado. Y hoy me siento hondamente solidaria con vosotras, madres y mujeres de Nicaragua, orgullosa de vuestro valor, del valor combativo de todo vuestro pueblo".


Exhaustiva biografía de Dolores Ibárruri, Pasionaria (que no "la" Pasionaria), que es a la vez una excelente investigción sobre la convulsa época histórica que le tocó vivir y de la que fue protagonista fundamental. Nacida en Gallarta un 9 de diciembre de 1895, fallecida en Madrid el 12 de noviembre de 1989, Pasionaria vivió intensamente "el siglo XX corto" (Hobsbawn). 
 
La Revolución de Octubre la llevó a afiliarse al PSOE, organización en la que militaba su marido, Julián Ruiz, con quien se había casado un año antes. Hija de minero, maestra vocacional cuyo deseo de estudiar magisterio se vio frustrado por la precariedad de su existencia, costurera, sirvienta en una casa de La Arboleda, para el año 1918 ya estaba publicando artículos en la prensa obrera socialista con el seudónimo de Pasionaria. Fundadora del PCE en 1921, miembro del Comité Ejecutivo de la Internacional Comunista entre 1935 y 1943, encarnación viva de la militancia comunista, comunicadora excepcional ("¡el fascismo no pasará, no pasarán los verdugos de Octubre!"), madre golpeada por la tragedia de perder a cuatro hijas y a un hijo.
 
Aunque la personalidad y la existencia de Pasionaria tienen un enorme interés por sí mismas y el libro de Amorós así lo prueba, me resulta inevitable hacer paralelismos con la figura de Mother Jones: por su "maternidad trágica"; por su militancia obrera y su movilización de las mujeres de los mineros; por su feminismo de hecho, "aunque desde una perspectiva ortodoxa negara este término" y en los años ochenta dijera de sí misma: "En general, yo no soy feminista"; por su austero aspecto, expresión de su austeridad vital: "Sus vestidos siempre fueron sencillos, nunca llevó nada que sobresaliera, que llamara la atención. Sus únicos adornos fueron el anillo de casada, unos pendientes negros de ágata con una perlita en el centro y, a veces, se ponía un pañuelo blanco y negro que ella misma se compraba o que le regalaban los amigos en sus cumpleaños".
 
Hablaba ayer con mi madre, de 88 años, sobre la imagen que de Pasionaria nos transmitió mi abuela Agueda: la de una mala esposa que abandonó a su marido, la de una mala madre, la de una mujer dogmática y violenta. Tan distinta de la realidad -compleja y no exenta de contradicciones, faltaría más- de una mujer extraordinaria sobre la que el prestigioso psiquiatra Carlos Castiila del Pino escribió lo siguiente:

"Una de las claves del equilibrio psiquiátrico de Dolores estriba en que es una mujer que ha hecho compatible la fe histórica en la causa que ha defendido toda su vida y al mismo tiempo no ha sido dogmática. Esto le ha permitido ir al compás de los tiempos, con todos los avatares que han supuesto tantos años de lucha. Cuando conocí a Dolores hace justamente veinte años, en Moscú, tuve la impresión clarídima de que nunca ha sido una mujer devorada por el personaje, nunca ha sido un monumento... ha sido siempre persona".
 
Mi ama me ha dicho que quiere leer este libro. Me alegro.