sábado, 1 de septiembre de 2012

Ay quién maneja mi banca, quién...


Leo con alegría el titular que EL PAÍS de hoy lleva a portada y con el que abre también su sección de economía: "Rajoy extrema el control de la banca". La noticia hace referencia a la publicación en el Boletín Oficial del Estado del real decreto sobre reestructuración y resolución de crisis en entidades, iniciativa con la que supuestamente se busca combatir las crisis bancarias y que ha sido exigida por Bruselascomo condición para aportar los 100.000 millones de euros del rescate a los bancos españoles. El periodista que firma el reportaje considera que la iniciativa "ata en corto al sector y otorga poderes casi absolutos a la Administración para tomar el control de los bancos y quitar a sus gestores".

Sin embargo, mi inicial alegría se ha convertido en extrañeza, primero, y en cabreo después, cuando en el reportaje al que me estoy refiriendo leo que una de las medidas adoptadas consiste en fijar en 500.000 euros el tope máximo de la retribución fija de los presidentes ejecutivos, consejeros delegados y directivos de las entidades financieras que hayan recibido dinero del fondo de rescate bancario.

A ver si lo he entendido bien:
a) el Gobierno de Rajoy impulsa una reforma bancaria que busca atajar la crisis del sector,
b) una de cuyas medidas consiste en permitir que los directivos de bancos rescatados con dinero público se embolsen hasta medio millón de euros al año en concepto de sueldo fijo, es decir, sin contar pluses, dietas, bonos, participaciones, etc.
¿Y a esto es a lo que el periódico llama "atar en corto" a los bancos? Yo lo veo como una operación destinada a guindar (de Guindos) dinero público para engordar economías privadas.

Vergüenza sobre vergüenza: por la desfachatez del Gobierno y los banqueros, pero también por la ausencia total de perspectiva crítica de un periódico que cada día me decepciona un poco más.

viernes, 31 de agosto de 2012

Fiesta, humor, ingenio... y Athletic

Primer día de fiesta con motivo de San Antolín, con la clásica carrera de balsas en el río Cadagua.
Buen humor y mucho ingenio.

Junto a las típicas canoas de poliespan, este año han destacado por su imaginativo diseño una balsa polinesia (con iguana y todo), la gabarra del Athletic y una logradísima réplica del Titanic





Por cierto: la txalupa bautizada como "Athltetic" no ha aguantado ni un minuto a flote y la gabarra ha llegado a meta fuera de tiempo, seguida muy de cerca por el Titanic.
Lo que, por supuesto, no quiere decir nada.


domingo, 26 de agosto de 2012

Sentir para representar


El periódico de hoy nos advierte de que lo que está por venir pinta crudo. Una fortísima subida del IVA, un horizonte de nuevos ajustes ligados al próximo rescate a España, una nueva vuelta de tuerca a la vinculación de las prestaciones sociales con la activación para un empleo que no existe o que cuando existe no integra... Todas ellas medidas que cargan sobre los sujetos y los colectivos más vulnerables los costes de una situación de la que de ninguna manera son responsables.

"La multitud es ignorada por los hombres del gobierno, por los burócratas provincianos y de las ciudades. La multitud en cuanto compuesta de individuos, no en cuanto pueblo, ídolo de las democracias. Aman el ídolo, hacen sufrir al individuo. Son crueles porque su imaginación no imagina el dolor que la crueldad termina por despertar. No saben cómo imaginar el dolor de los demás, por eso son innecesariamente crueles. [...] No han sentido el dolor: han creado el caos, han dejado que los más fuertes se aprovecharan económicamente, han dejado que lo poco que había se desperdigara". Así describía Antonio Gramsci, en 1917, a la clase poítica italiana. Una descripción que bien podemos recuperar para caracterizar el problema esencial de las políticas que se vienen desarrollando en el conjunto de Europa en los últimos años. Unas políticas, esas que se deciden en las cumbres de jefes de Estado y de gobierno, en los consejos de ministros, en los parlamentos y, sobre todo, en las instituciones económicas y financieras, incapaces de representarse en el pensamiento a las víctimas que provocan.


En estos momentos en los que Euskadi se prepara para unas próximas elecciones, más que continuar con la crítica a las políticas realmente existentes prefiero optar por una perspectiva más propositiva y compartir la caracterización que Gramsci hacía de la buena política:

La actividad científica es una cuestión que implica un esfuerzo fantástico; quien es incapaz de construir hipótesis nunca será un científico. También en la actividad política hay una gran parte para la imaginación; pero en la actividad política, la hipótesis no es de hechos inertes, de materia opaca a la vida; la imaginación en política tiene como elementos a los hombres, a la sociedad de los hombres. Si un científico se equivoca en su hipótesis, no es tan grave, después de todo: se pierde una cierta cantidad de riqueza, de cosas: una solución se precitpita, un globo se revienta. Si el hombre político se equivoca en su hipótesis, es la vida de los hombres la que corre peligro, es el hambre, es la rebelión, es la revolución para no morirse de hambre. En la vida política, la actividad de la imaginación debe estar iluminada por una fuerza moral: la simpatía humana; y queda ensombrecida por el diletantismo [...] que en este caso es falta de profundidad espiritual, falta de sensibilidad, falta de simpatía humana. Porque si se miden adecuadamente las necesidades de los hombres de una ciudad, de una región, de una nación, es necesario sentir esas necesidades; es necesario poder representar concretamente en la imaginación a esos hombres mientras viven, mientras trabajan a diario, representar su sufrimiento, sus dolores, los dolores de la vida que se ven obligados a vivir. Si no se posee ese poder de dramatización de la vida, no se pueden intuir las medidas generales y particulares que armonicen las necesidades de la vida con la disponibilidad del Estado. Si se desarrolla una acción en la vida, hay que saber prever la reacción que despertará, las repercusiones que tendrá. Un hombre político es grande en la medida de su poder de predicción: un partido político es fuerte en la medida de la cantidad de hombres con esa fuerza de los que dispone.
[Antonio Gramsci, Odio a los indiferentes, Ariel, Madrid 2011]

A ver si somos capaces, a lo largo de los próximos dos meses, de debatir políticamente en términos parecidos a estos.