sábado, 29 de julio de 2023

Wyoming

Annie Proulx
Wyoming
Traducción de María Corniero
Lumen, 2022

"¿Has visto alguna vez una casa en llamas de noche, perdida en la llanura, en medio de la nada? A tu alrededor solo negrura, en la que la luz de los faros corta una pequeña cuña, se diría que estás en medio del océano. Y en la inmensa oscuridad tiembla una cresta de fuego del tamaño de la uña de tu pulgar. Conduces durante una hora viéndola, hasta que la casa o tú os quemáis del todo, hasta que aparcas junto a la carretera para cerrar los ojos o mirar al cielo perforado de agujeros de bala. Y tal vez pienses en los habitantes de la casa en llamas, quizá los veas tratando de escabullirse por la escalera, pero en el fondo te trae sin cuidado. Están demasiado lejos, como todo lo demás".


Ya admiraba a Annie Proulx desde que hace un lustro leí su monumental El bosque infinito. Después de este leí y disfruté los relatos de Canciones del corazón (Tusquets, 1997; traducción de Maribel de Juan y Daniel Aguirre). Ahora he vuelto a disfrutar con los veinticuatro relatos que componen Wyoming, relatos de temáticas variadas vinculadas por el hecho de que transcurren en o se relacionan con el territorio homónimo, con sus paisajes, sus habitantes y su historia. Entre ellas destaca la que abre el libro, la titulada "Brokeback Mountain", más conocida por la versión para el cine que dirigió en 2005 Ang Lee.

La mayor parte de las historias giran en torno a la dura existencia de las mujeres y hombres en la inmensidad de las praderas y llanuras del territorio de las Great Plains,que viven en viejos ranchos o en remolques, trabajan en restaurantes de poblaciones en declive o se esfuerzan por salir adelante atrapadas "en la espiral descendente de la vida de un rancho: exceso de trabajo, falta de dinero, sequías". Las temáticas que aborda, las vidas que recrea y el lenguaje utilizado para hacerlo sorprenden a menudo por su tono macho -"De jóvenes se habían intercambiado chicas a montones, recién usadas  y todavía pringadas por el esperma del otro"- pero bajo esta apariencia Annie Proulx rescata de los márgenes de ese mundo hombruno, machista, violento y rudo, la experiencia de mujeres fuertes y autónomas como la señora Freeze, como Catlin ("su bisabuelo había sido un pastor vasco de los Pirineos"), como Dakotah, o como las tres amigas de "Costa solitaria" -"las tres habías estado casadas, matrimonios turbulentos plagados de peleas, ojos morados, insultos y llantos"- cuyo mejor momento eran las noches en las que bebían, reían y bailaban en los bares del pueblo, libres como mustangs salvajes:

    "-Ya sabes, si tiene cuatro ruedas o una polla seguro que da problemas, garantizado -dijo palma durante una de sus juergas del viernes por la noche.
     Estaban leyendo en alto los anuncios de contactos del periódico. Quien no vive aquí no puede imaginar hasta qué punto llega uno a sentirse solo. Necesitamos esos anuncios. Lo que no impide que nos riamos de ellos.
     [...]
     -Aquí hay otro mejor: 'Vaquero tierno, uno noventa y tres, ochenta y dos kilos, no fumador, no muy dotado por Dios para las mujeres, le gusta hacer manitas, apagar incendios, practicar con la tuba'. Supongo que se podría traducir como ruidoso, esquelético, feo, juega con cerillas. Debe de ser tan tierno como un manojo de palos.
     -¿Qué crees que querrá decir con eso de 'no muy dotado por Dios para las mujeres'?
     -Pajarilla del tamaño de un cacahuete".

Sólo un relato se aleja, y de qué manera, de estos escenarios, estos personajes y estas historias: el titulado "Siempre me ha encantado este sitio", en el que el Demonio, recién llegado "de la Exposición Mundial de Diseño y Jardinería de Milán, donde se había hecho pasar por un diseñador de muebles posmoderno que utilizaba como material el papel comprimido", se plantea hacer reformas en el infierno; perversamente divertido.  

Un buen puñado de historias para disfrutar con una gran autora.

Entrevista

 El Diario Vasco publica hoy esta conversación con Elisa López.