Crónicas del gato viajero
Traducción de María Fuentes Armán
Lumen, 2024
"El hecho de que, en un momento de necesidad, haya tantas personas dispuestas a quedarse con un gato al que quiero demuestra que mi vida ha sido plena, ¿no te parece?".
Otra hermosa historia gatuna narrada con la delicadeza, la sensibilidad y la magia de una película de Studio Ghibli.
Nana es un gato callejero de espíritu independiente que, tras un pequeño accidente, es rescatado por Satoru, un hombre de buen corazón con el que entabla una relación especial. Durante años, ambos disfrutan de una vida tranquila hasta que, de pronto, Satoru decide emprender un viaje por Japón en busca de alguien que pueda cuidar de Nana. Así, juntos recorren paisajes hermosos, visitan viejos amigos y reviven recuerdos del pasado, mientras el verdadero motivo de este viaje se va revelando poco a poco.
Uno de los mayores encantos de la novela es la voz narrativa de Nana. A diferencia de otros relatos protagonizados por animales, Nana no es una caricatura de un gato sino una presencia realista, con pensamientos afilados como sus garras, un humor mordaz y una ternura que no cae en el sentimentalismo. Su relación con Satoru se construye con una delicadeza conmovedora y la lealtad silenciosa entre ambos es el núcleo de la historia.
Mezclando recuerdos de la infancia y la juventud de Satoru -un "niño de la llave" cuya relación familiar más profunda es con su abuela- y las agudas observaciones de Nana, la autora compone un relato de viaje que es también una historia de
despedida, tejida con una delicadeza que hace que cada página duela y
reconforte al mismo tiempo. Con un estilo sencillo y fluido, cargado de una sensibilidad muy japonesa (perdón si caigo en el estereotipo), Hiro Arikawa construye un texto en el que los pequeños gestos tienen un peso inmenso y la naturaleza acompaña, en su belleza y en su transitoriedad, el desarrollo emocional de los personajes. El viaje de Nana y Satoru es una ocasión para explorar no solo los paisajes de Japón, sino también los lazos humanos más profundos: las amistades de la infancia, los amores perdidos, los lazos familiares y las decisiones que nos definen. Un homenaje a la vida y al amor incondicional, un relato que celebra las pequeñas alegrías de la vida y nos recuerda, con dulzura y nostalgia, el valor de las despedidas bien hechas.
"Fue justo cuando en Honshu estaban los cerezos en flor, aunque en Hokkaido aún habría que esperar. De hecho, en las calles umbrías de Sapporo quedaba todavía la pertinaz nieve.
Durante muchos días, el tiempo había sido impredecible, pero aquel fue un día radiante. Era como si Satoru les diera la bienvenida.
Y entonces llegaron unas personas de quienes yo guardaba un recuerdo entrañable... Kösuke, Yoshimine, Sugi y Chikako".