Según otro informe más reciente, realizado por Deloitte y Oxford Economics, la previsión es que el número de supermillonarios, aquellos que declaran unos ingresos superiores a los 20 millones de euros, se duplique prácticamente hasta 2020. Ese año habrá oficialmente en España, 20.000 super ricos. Según este estudio, España es actualmente el noveno país del mundo por número de millonarios, aquellos que declaran ingresar más de 1 millón de dólares al año, algo más de 700.000 euros, excluyendo la primera vivienda y los bienes consumibles. Por delante, aunque también con mucha más población, aparecen Estados Unidos, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, Italia, Canadá y China.
¿Y cuál es la previsión para los próximos años? El informe concluye que habrá un crecimiento exponencial en las economías emergentes. Sus estimaciones son que en 2020 España sea superada en el ranking de millonarios por Canadá, Corea del Sur o Australia. Pero eso no quiere decir que haya menos ricos en España: habrá 600.000 más en los próximos nueve años que alcancen esos 700.000 euros.
"El número de millonarios pasará en el caso español de 1,02 millones en 2011 a 1,6 millones en 2020, lo que supone un crecimiento del 57%", asegura la consultora. Y el dato más significativo está en la parte alta de la tabla: "El número de personas que disponen de un patrimonio de más de 30 millones de dólares (algo más de 21 millones de euros) se incrementará un 84%, hasta un total de 20.000 grandes fortunas, casi el doble. Habrá asimismo 140.000 españoles que tendrán entre 5 y 30 millones de dólares (entre 3,5 y 21 millones de euros aproximadamente)". Evidentemente, el número se extiende conforme se baja en la tabla. Y aunque ya no se puede hablar de grandes fortunas, habrá 1,44 millones de personas con un patrimonio entre 1 y 5 millones de dólares (entre 700.000 y 3,5 millones de euros).
Un estudio del Congressional Budget Office señala que entre 1979 y 2007 se ha producido en Estados Unidos una drámatica concentración de la riqueza. Durante este periodo el 1 por ciento más rico ha visto aumentar su riqueza un 275 por ciento.
Fuente: Huffingtonpost, 2011/10/26
Nos encontramos ante la que Paul Krugman denomina en su libro de 2007 The Conscience of a Liberal, traducido al castellano con el título Después de Bush (Crítica, Barcelona 2008), la gran divergencia, una época iniciada a mediados de los Setenta caracterizada por el incemento constante de las desigualdades en Estados Unidos:
"Únicamente el 1 por 100 con mayores ingresos del país ha visto mejorar su situación económica desde ladécada de 1970 en mayor medida que en el periodo posterior a la segunda guerra mundial. No obstante, si seguimos ascendiendo por la escala de distribución de ingresos, podremos comprobar que las ganancias han resultado espectaculares. En efecto, el 0,10 por 100 con mayores ingresos ha visto como éstos se quintuplicaban desde 1973, y el 0,01 por 100 más rico lo es ahora hasta siete veces más que en aquel año".
Josep Fontana, autor de El futuro es un país extraño (Ediciones de Pasado y Presente, Barcelona 2013), libro de lectura obligatoria, hace su propia lectura de esta gran divergencia, que Thomas Piketty y Emmanuel Saez representan en el siguiente gráfico:
Krugman rechaza como explicación de esta divergencia razaones tales como el particular merecimiento de los super ricos, ya sea por au alta cualificación, productividad, o eficacia gestora. Las razones son otras bien distintas: "La gran divergencia en los ingresos obsevada desde la década de 1970 no representa sino el fenómeno inverso a la Gran Compresión. En efecto, en las décadas de 1930 y 1940 se crearon instituciones y se establecieron normas destinadas a frenar la desigualdad, normas cuya abolición a partir de la década de 1970 supondría un crecimiento de la desigualdad". Y, sobre todo, "los sueldos elevados se dispararon no como resultado de una creciente demanda de talento, sino porque una serie de factores provocaron la neutralización del sentimiento de indignación". Ya nos hemos referido a muchos de estos factores en otros comentarios.
Así las cosas, ¿cómo seguir abonando la falacia de la insostenibilidad del sistema público de igualdad? Lo insostenible es la desigualdad, no la igualdad. Para sostener los servicios sociales no hay querebajarlos y recortarlos; la solución a la crisis del Estado de bienestar se encuentra en la creación de empleo y en la fiscalidad. Guerra a los empresarios ladrilleros, clientelares, corruptores, vampiros de lo público (que son legión), a los gorrones evasores de sus responsabilidades cívicas y a los paraísos fiscales, que son infiernos sociales para la mayoría de la humanidad.
Guerra legal y guerra moral: no pasarles ni una. Que sientan el aliento de los inspectores de Hacienda en el cogote. Y que sientan, también, el desprecio de una sociedad que no quiere dejarse embaucar ni un minuto más con las gilipolleces del deportista/artista/emprendedor español-español-español cuya única casa está allí donde cuelga su sicav.