domingo, 8 de diciembre de 2024

Las chicas de campo. Trilogía.

Edna O'Brien
Trilogía Las chicas del campo
Traducción de Regina López Muñoz
Debolsillo - Penguin Random House, 2018
 
"Cualquiera que pasara por el camino podría haber pensado que la nuestra era una granja feliz. Porque lo parecía: feliz, próspera y sólida bajo la luz cobriza del cálido atardecer. Era una casa de mampostería roja que se erguía entre los árboles; y, por las tardes, cuando caía el ocaso, brillaba con luz propia, la casa y los prados que se desplegaban en derredor formando una extensión infinita de liso verdor".
 
Publicadas originalmente en español por Errata naturae, las tres novelas que conforman la trilogía Las chicas de campo componen una obra profunda y conmovedora que explora la vida de dos mujeres jóvenes en una opresiva Irlanda a mediados del siglo XX. La misma Irlanda que Edna O'Brien describe en su relato autobiográfico Madre Irlanda.

El primer libro introduce a las dos protagonistas, Caithleen (Kate) y Baba, quienes crecen en un entorno rural irlandés, marcado por opresivas restricciones sociales y religiosas: "«Divorciarse es peor que matar», había afirmado siempre la tía; nunca se me olvidaría aquella frase, ni la desaprobación en los ojos e mis vecinos". La narración está impregnada de un sentido de libertad juvenil, pero también de las limitaciones impuestas por la sociedad y la familia. Kate es la narradora de los dos primeros libros, y su perspectiva revela un anhelo de escapar de las normas rígidas que rigen su vida, lo que empieza a convertirse en realidad cuando se trasladan a Dublín: 
 
"Fue entonces, imagino, cuando dio comienzo esa nueva fase de nuestras vidas: la de las atolondradas chicas de campo que se lanzan a la gran ciudad. Los pasajeros nos miraban y lego apartaban la vista como si fuéramos en cueros. Pero nos daba igual. Éramos jóvenes y (así lo creíamos) bonitas".
 
A través de sus ojos experimentamos la alegría de la amistad y la emoción de la juventud de las dos protagonistas, pero también el dolor de las desilusiones y la opresión. La prosa de O'Brien es poética y vívida, creando un paisaje emocional que resuena con la búsqueda de identidad de las protagonistas, y que no está exenta de humor:
 
"Jack Holland golpeó su ventana y me hizo señas para que entrara. Baba me acompañó y empezó a estornudar en cuanto entramos. Olía a polvo, a cerveza rancia y a humo de tabaco reconcentrado. Pasamos al interior del mostrador. Jack se quitó los anteojos sin montura y los dejó encima de un costal de azúcar. Me cogió de ambas manos.
-Tu madre ha tenido que irse unos días -me dijo.
-¿Que se ha ido? ¿Adónde? -pregunté, presa del pánico.
-Tranquila, no te asustes. Yo me encargo de todo, no hay nada que temer.
¡Encargarse de todo! Jack era el que se encargaba de todo la noche del concierto cuando se incendió el ayuntamiento. Y también se encargaba del camión del que De Valera casi se cae durante un discurso electoral. Me eché a llorar.
-No, no -me consoló Jack, y se dirigió al último rincón de la tienda, donde tenía las botellas de vino. Baba me dio un codazo.
-Sigue llorando.
Sabía que nos daría algo. Bajó una botella de sidra polvorienta y llenó dos vasos. No entendía por qué Baba tenía que sacar partido de mi desgracia".
 
La segunda entrega, La chica de ojos verdes, se centra más en la vida de Kate y su búsqueda de amor y libertad, cuando se enfrenta a una serie de decisiones difíciles, cuestionando sus deseos y ambiciones en un mundo que desestima su autonomía. Edna O'Brien profundiza en las complicadas relaciones que las mujeres mantienen entre sí y, sobre todo, con los hombres, explorando la sexualidad, el deseo y el coste emocional de la búsqueda de una vida plena, mientras la narrativa se vuelve más oscura y compleja.

La tercera parte de la trilogía lleva a las protagonistas a la adultez, donde enfrentan los desafíos de la vida matrimonial y la maternidad. Ahora es Baba la narradora y su chispeante personalidad contrasta con la realidad que nos relata Edna O'Brien. Las dos viven en Londres, han tomado caminos diferentes, y sus elecciones reflejan las tensiones entre el deber y el deseo. La novela revela unas vida domésticas caracterizadas por la frustración y la violencia normalizada: "Frank era la prudencia personificada; ya se sabe: revienta a tu mujer, pero siempre entre las cuatro paredes de la casa".

La trilogía Las chicas de campo es una lectura muy recomendable que captura la esencia de la experiencia femenina en un contexto de poderosas restricciones sociales. A través de dos personajes memorables Edna O'Brien logra crear un retrato poderoso y a menudo doloroso de la búsqueda de identidad y libertad de dos mujeres jóvenes en un mundo convertido "en el corazón de una puta jungla" en el que, para sobrevivir, deberían haber aprendido "algunas cosas, unos cuantos lemas, como «No deposites tu confianza en ningún hombre»".