Acabo de terminar el libro de César Rendueles Sociofobia, publicado por Capitan Swing y que hoy reseña Javier Rodríguez Marcos en Babelia. No encuentro link al suplemento cultural de El País, pero aquí puede encontrarse la reseña (gracias).
Joven filósofo y profesor en la Complutense de Madrid. Rendueles desarrolla una crítica del ciberfetichismo actualmente rampante entre las izquierdas tan intempestiva como imprescindible. En otro momento volveré a este libro y a su cuestionamiento del supuesto (y aplaudido) fin de las mediaciones en el nuevo entorno digital, de la suntuaria efervescencia social digital en la que tan a menudo desemboca la denominada sociedad red, de la estrecha y limitada comunidad comunicativa en que se convierten casi siempre las redes sociales. Por ahora, baste con esta afirmación de Rendueles (que no es, en absoluto, un tecnófobo):
Las tecnologías de la comunicación han generado una realidad social disminuida, no aumentada. [...] Internet no ha mejorado nuestra sociabilidad en un entorno postcomunitario, sencillamente ha rebajado nuestras expectativas respecto al vínculo social. Tampoco ha aumentado nuestra inteligencia colectiva, sencillamente nos induce a rebajar el listón de lo que consideramos un comentario inteligente.
Como digo, otro día volveremos a las reflexiones de Rendueles. Por hoy, coincidiendo con la publicación en Territorios, el suplemento cultural de Vocento, de un artículo sobre la función de prescriptores literarios que hoy cumplen las redes sociales, me quedo con una reflexión de Rendueles al respecto:
Volviendo al mundo del libro, la mediación especializada desempeña un papel crucial y difícilmente sustituible.Escuchar una canción pop y decidir si merece la pena es un proceso relativamente rápido. A menudo bastan unos segundos para decidir si un contenido es interesante para nosotros o no.Por eso es factible que mediadores no profesionales puedan sustituir a las discográficas, al menos en algunas de sus funciones. La evaluación de novelas o ensayos es un proceso mucho más lento y complejo. Si cada uno de nosotros como lectores tuviera que elegir qué libros son valiosos de entre toda la oferta potencial de escritores que creen que sus textos deben ser difundidos (algo técnicamente posible), desaparecería la cultura escrita tal y como la conocemos. Las editoriales reducen el ruido, algo para lo que Internet no es precisamente una herramienta muy eficaz.
Los comentarios de los usuarios en Internet han empezado a sustituir a la crítica especializada y a la publicidad como elementos básicos en la construcción del gusto literario. Inicialmente pareció un giro democrático que iba a permitir acabar con la dictadura del mercado y los expertos. Pero la realidad pronto ha arruinado esas expectativas: "desde hace tiempo, la presencia de escritores (o aspirantes a escritor) que emplean seudónimo para elogiar sus propias obras ha sido una costumbre cada vez más extendida en los foros, facilitada por el anonimato de Internet (...) En el lado opuesto, también surgieron los usuarios que, de forma anónima, realizaban críticas despiadadas a libros escritos por gente hacia la que demostraban una obvia animadversión (...) Tanto las reseñas como los puestos en los rankings de Amazon.es o Casadellibro.com se han convertido en parámetros que condicionan el éxito de ventas de los e-books y, por ello, tanto las editoriales como, sobre todo, los escritores auto-editados, han elaborado toda clase de estrategias para hacer que sus libros escalen puestos en dichos ranking". Internet no ha hecho desaparecer ni el negocio del libro ni la crítica especializada, más bien ha convertido la crítica amateur en un oscuro negocio. Hay empresas que ofrecen reseñas en Amazon a cambio de dinero. Por ejemplo, GettingBookReviews.com ofrecía veinte reseñas favorables por quinientos dólares. John Locke, el primer escritor autoeditado que vendió un millón de e-books, contrató los servicios de esta empresa para conseguir hasta trescientas reseñas en distintas plataformas.
El texto entrecomillado que aparece en este párrafo de Rendueles procede del artículo de Yayo Balbás "Negocio de reseñas 2.0", publicado en Cultura Libre.