domingo, 22 de septiembre de 2024

La noche de Getsemaní

Massimo Recalcati
La noche de Getsemaní
Traducción de Carlos Gumpert
Anagrama, 2024

"Jesús, en su angustia ante la muerte, se descubre a sí mismo añorando y exaltando la belleza y el encanto de la vida. No encontramos nunca, en ninguno de sus sermones, la negación espiritualista y ascética de la vida, sino más bien su exaltación como regalo. Por tal motivo, por ese apego suyo a la vida, la tribulación de Jesús en la noche de Getsemaní se revela como lo exactamente contrario a la serenidad del mártir religioso o del héroe griego [...]".


Reconocido psicoanalista, director del Instituto de Investigación en Psicoanálisis Aplicado de Milán, experto en el estudio de los desórdenes alimentarios, Massimo Recalcati es, para mí, el autor de La hora de clase. Por una erótica de la enseñanza, un libro que deberíamos leer todas las personas que nos dedicamos a la docencia al comienzo de cada curso para empaparnos de su reivindicación apasionada de la presencialidad total como fundamento de la relación pedagógica. Nunca he conseguido congeniar con Lacan, una de las grandes influencias de Recalcati (algo ha tenido que ver su papel en El fin de la locura de Jorge Volpi) ni, en general, con el psicoanalisis (especialmente tras la lectura de El asalto a la verdad, de Jeffrey Moussaieff Masson; Seix Barral, 1985, traducción de Jaime Zulaika). Pero la mirada de Recalcati tiene algo que me llega y me toca, con la que siento una profunda identificación.

En este caso, esa identificación no sólo tiene que ver con la cuestión que aborda este libro, que me toca directamente como persona cristiana. El evangelio de Mateo (26, 36-56) narra así el episodio de Getsemaní:
 
"Entonces Jesús fue con ellos a un lugar llamado Getsemaní y dijo a sus discípulos:
   —Sentaos aquí mientras yo voy allá a orar.
  Tomó a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo y empezó a sentir tristeza y angustia.
  Les dijo:
   —Siento una tristeza mortal; quedaos aquí, velando conmigo.
  Se adelantó un poco y, postrado rostro en tierra, oró así:
   —Padre, si es posible, que se aparte de mí esta copa. Pero no se haga mi voluntad, sino la tuya.
  Volvió a donde estaban los discípulos. Los encontró dormidos y dijo a Pedro:
   —¿Será posible que no habéis sido capaces de velar una hora conmigo? Velad y orad para no sucumbir en la prueba. El espíritu es decidido, pero la carne es débil.
  Por segunda vez se alejó a orar:
   —Padre, si esta copa no puede pasar sin que yo la beba, que se haga tu voluntad.
  Volvió de nuevo y los encontró dormidos, pues tenían mucho sueño. Los dejó y se apartó por tercera vez repitiendo la misma oración.
  Después se acercó a los discípulos y les dijo:
   —¡Todavía dormidos y descansando! Está próxima la hora en que este Hombre será entregado en poder de los pecadores.
  Levantaos, vamos; se acerca el que me entrega.
  Todavía estaba hablando cuando llegó Judas, uno de los Doce, acompañado de gente armada de espadas y palos, enviada por los sumos sacerdotes y los senadores del pueblo. El traidor les había dado una contraseña: Al que yo bese, ése es; arrestadlo. Enseguida, acercándose a Jesús le dijo:
   —¡Salve, maestro!
   Y le dio un beso. Jesús le dijo:
   —Amigo, ¿a qué has venido?
   Entonces se acercaron, le echaron mano y arrestaron a Jesús. Uno de los que estaban con Jesús desenvainó la espada y de un tajo cortó una oreja al criado del sumo sacerdote.
  Jesús le dijo:
   —Envaina la espada: Quien empuña la espada, a espada muere. ¿Crees que no puedo pedirle al Padre que me envíe enseguida más de doce legiones de ángeles? Pero entonces, ¿cómo se cumplirá lo que está escrito, que esto tiene que suceder?
  Entonces Jesús dijo a la multitud:
   —Habéis salido armados de espadas y palos para capturarme como si se tratara de un asaltante. Diariamente me sentaba en el templo a enseñar y no me arrestasteis. Pero todo eso sucede para que se cumplan las profecías.
   Entonces todos los discípulos lo abandonaron y huyeron"
.

Tristeza y angustia, tristeza mortal; soledad, abandono, silencio, miedo; ausencia radical de Dios. "No hay religión alguna que pueda pensar a Dios de esta manera", advierte Recalcati. ¿Cómo puede ser Dios este sujeto solitario, aterrorizado, dubitativo, tentado de abandonar todo aquello que había constituido su predicación y su vida? Getsemaní es, para Jesús, experiencia rotunda de esa "noche oscura del alma" que todas las personas confrontamos en algún momento de nuestra existencia. Como señala el autor al inicio del libro:
 
"En la noche de Getsemaní, Jesús se nos aparece en su más radical humanidad. En mayor grado incluso que en la crucifixión, esa noche habla de la finitud vulnerable de la vida de Cristo, habla de nosotros, de nuestra condición humana".

Un ensayo breve pero de una enorme profundidad que resonará, seguro, en cualquiera que se acerque al mismo, sea cual sea su posición ante la religión cristiana. 

Ipergorta

Paseo ideal para evitar el barro que, tras las lluvias de ayer, abunda por tantos senderos. Una ruta bien conocida que nunca defrauda. Hoy más reducida: desde Austigarmin subida directa a Ipergorta.