Laëtitia o el fin de los hombres
Traducción de Agustina Blanco
Anagrama, 2017
En la vida de Laëtitia hay tres injusticias: su infancia, entre un padre violento y un padre de acogida abusador; su muerte atroz a los dieciocho años; su metamorfosis en suceso, es decir, en espectáculo de muerte. Las dos primeras injusticias me dejan en un estado de impotencia y desolación. Contra la tercera, se indigna todo mi ser.
Laëtitia Perrais tenía dieciocho años el 18 de enero de 2011, cuando fue violada, asesinada y descuartizada por Tony Meilhon, un vecino condenado en trece ocasiones por delitos graves. Cuando, dos días después, la policía detuvo al asesino, este se negó a confesar dónde había ocultado el cadáver, que tardó semanas en ser encontrado.
El brutal crimen conmocionó a Francia, se convirtió en un acontecimiento mediático y acabó politizándose cuando Nicolas Sarkozy, en aquel entonces presidente de la República, cuestionó publicamente al sistema judicial al considerar que este había fallado en su misión de controlar a un sujeto altamente peligroso.
Historiador y sociólogo, Jablonka reconstruye meticulosamente todos los hechos y sus relaciones. Se entrevista con familiares y amistades de Laëtitia, con los policías que investigaron el caso, con quienes tuvieron la responsabilidad de juzgarlo, con periodistas y personal de los servicios sociales. El resultado es un minucioso relato en torno a un dramático suceso que el autor aborda como un "objeto de historia":
"El caso Laëtitia oculta una profundidad humana y cierto estado de la sociedad: familias desestructuradas, sufrimientos infantiles mudos, jóvenes que ingresan demasiado pronto en la vida activa, y también el país a comienzos del siglo XXI, la Francia de la pobreza, de las zonas periféricas, de las desigualdades sociales. [...] Un mundo donde se insulta, se acosa, se golpea, se viola y se mata a las mujeres. Un mundo donde las mujeres no terminan de ser sujetos de pleno derecho. Un mundo donde las víctimas responden a la saña y a los golpes mediante un silencio resignado. Un fenómeno a puertas cerradas, tras el cual siempre mueren las mismas".
Es también una reflexión sobre las "masculinidades descarriadas en el siglo XXI, tiranías de machos, paternidades deformadas, el patriarcado que no termina de morir".
Pero, sobre todo, Jablonka quiere rescatar a Laëtitia de su reducción a víctima, lo que sería el último triunfo del asesino. Su objetico es "Devolver a Laëtitia su dignidad". Jablonka destaca el trabajo que, con este mismo objetivo, desarrollaron policías y jueces implicados en la investigación del asesinato de la joven. Por el contrario, el autor desvela y denuncia el "criminopopulismo", la utilización política y mediática del crimen protagonizada por políticos como Sarkozy.
El resultado es un libro único: en parte crónica periodística, en parte informe sociológico; sería un thriller angustioso si no fuera porque todo su contenido es absolutamente real. Porque Laëtitia era una joven real, de carne y hueso, con una infancia y una adolescencia terribles que, sin embargo, había conseguido llegar a su mayoría de edad convertida en una mujer joven con proyectos de futuro, con la ilusión de construirse una vida distinta de aquella que había sufrido durante tantos años. Una ilusión tristemente quebrada por la violencia machista.
Hay que agradecer a Jablonka su voluntad de afirmar plenamente la dignidad de Laëtitia que, pese a todo, pese a las circunstancias que concurrieron en sus últimas horas de vida, "al final [...] dijo no":
"Dijo que no, con una voz clara y fuerte, sin titubear, sin temblar. Y eso le costó la vida. Murió como una mujer libre".
No ha sido hasta hoy mismo, una vez terminado el libro y cuando me disponía a escribir estas líneas, que me he decidido a buscar en internet una imagen de Laëtitia. De esa joven mujer libre "ejecutada por ser mujer, porque había en ella una mujer a la que someter, a la que destruir". Me provoca un profundo dolor contemplar su imagen. Contra su injusto destino se indigna todo mi ser.