domingo, 22 de diciembre de 2013

La luz en la que se habita de joven




Hace días quería haber escrito unas líneas sobre el último libro de Alessandro Baricco, titulado Tres veces al amanecer (Anagrama, 2013). La editorial lo presenta así:

En una de las páginas de Mr Gwyn, la última novela de Alessandro Baricco, se aludía a cierta obra titulada Tres veces al amanecer, atribuida a un apócrifo autor angloindio, Akash Narayan. El afamado autor de Seda ha querido ofrecernos ahora esa obra, una secuela autónoma e independiente por completo (casi un mero pretexto, el punto de partida), un complejo mecanismo narrativo que hará las delicias del lector.
Dos desconocidos, un hombre y una mujer, se encuentran tres veces en el vestíbulo de un hotel, poco antes del amanecer. Cada encuentro es único, y primero, y último: aunque se trate de los mismos personajes, sus destinos se cruzan en tres momentos distintos de sus vidas. Son dos adultos, primero; luego, un anciano portero de noche y una adolescente; finalmente, un chico y una policía ya madura, según una lógica temporal que no es la que se manifiesta en nuestra rígida realidad, sino que sólo resulta viable en la privilegiada mecánica de la ficción. Cada encuentro exigirá de ellos una elección cuyas repercusiones conformarán el resto de sus vidas.
Estos tres relatos constituyen una novela posible que recrea el lector en su mente y que presenta algunos de los temas propios del autor: la posibilidad (o imposibilidad) del cambio, la arbitrariedad del destino humano o la responsabilidad hacia el prójimo, siempre a la luz difusa del amanecer, que sugiere y revela, descubre y perfila, colocando las cosas en su sitio en el momento de su aparición.

Tres relatos cortos que he leído, sí, tres veces.Tres relatos de encuentros y desencuentros entre mujeres y hombres, en situaciones insospechadas. Sorprendentes, emotivos, bellísimos tanto en su lenguaje como en su contenido.Pero soy baricconiano confeso, así que mi juicio debe ser tomado con cautela.
Sé, porque me lo han dicho, que hay lectores, buenos lectores, que no gustan de Baricco. Nunca lo hubiera sospechado. Por cierto, no sé de lectoras, de buenas lectoras, que no disfruten con su lectura. También las habrá, seguro, pero no conozco a ninguna. No sé por qué se me ha ocurrido esto. Tal vez porque las tres mujeres que co-protagonizan cada uno de los relatos son, cada una a su manera, tan fascinantes.

Si has leído algo de Baricco, habrás leído Seda. Si te gustó, te gustará Tres veces al amanecer. Si aún no has leído nada de este autor, su último libro es una perfecta puerta de acceso al universo baricconiano.
Tiene razón el crítico Manuel Hidalgo cuando escribe: "No he encontrado fácilmente un párrafo, unas líneas a destacar y glosar. Todo fluye, todo forma parte de un sostenido continuo". Característico del estilo de Baricco. Aún así, me animo a seleccionar un párrafo:

El hombre se lo pensó un rato. Luego dijo que hay que ir con cuidado, cuando uno es joven, porque la luz en la que se habita de joven será la luz en la que se va a vivir para siempre, y esto por una razón que él nunca había entendido. Pero sabía que era así. Dijo que muchos, por ejemplo, son melancólicos de jóvenes y entonces lo que les ocurre es que siguen siéndolo para siempre. O han crecido en la penumbra y la penumbra los persigue luego durante toda su vida. De manera que  hay que ir con cuidado con la maldad porque de joven parece un lujo que puede uno permitirse, pero la verdad es otra, y es que la maldad es una luz fría en la que todas las cosas pierden su color y lo pierden para siempre.

En el original italiano, editado por Faltrinelli:

L’uomo ci pensò un po’. Poi disse che bisogna stare attenti quando si è giovani perché la luce in cui si abita da giovani sarà la luce in cui si vivrà per sempre, e questo per una ragione che lui non aveva mai capito. Ma sapeva che era così. Disse che molti ad esempio sono malinconici, da giovani, e allora succede che lo rimangono per sempre. O sono cresciuti nella penombra e la penombra li insegue poi per tutta la vita. Così bisognava stare attenti alla cattiveria perché da giovani sembra un lusso che ti puoi permettere, ma la verità è un’altra, e cioè che la cattiveria è una luce fredda in cui ogni cosa perde colore, e lo perde per sempre.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Lentxu Rubial

Esta mañana ha fallecido Lentxu.
Esta tarde he pasado por la capilla ardiente, abarrotada de gente que quería mostrar su dolor y respeto por una persona que, para quienes hemos tenido el privilegio de conocerla, nos ha dejado una profunda huella.
Nunca he conocido a nadie tan consciente de sus carencias o debilidades, que reconocía con gracia y naturalidad, pero que al mismo tiempo diera tan poca importancia a sus muchas e innegables capacidades y virtudes.
Cuando estábamos en el Senado me decía muchas veces: "A mí que no me pidan que escriba un artículo o una moción, o que prepare una conferencia, pero si quieren que me reúna con alguna asociación, o que visite a algún colectivo, o que reciba a personas que quieren plantearnos alguna cuestión, encantada". Y lo decía como si esto segundo no tuviera importancia; como si fuera fácil tener su capacidad para comunicar con naturalidad y simpatía, su preocupación sincero por cualquier otra persona, su sensibilidad.
Siempre sonriente, siempre amable, incluso durante su enfermedad. Siempre pensando en seguir trabajando para su querido PSE-PSOE y para su querida Fundación.
Lo mejor de mi paso por el Senado fue tener la oportunidad para convivir intensamente con ella hasta convertirnos, no en compañeros de escaño y de grupo parlamentario, sino en verdaderos amigos.
La sombra de su padre, poderosísima, se lo ponía muy difícil a cualquier Rubial que aspirara a hacer política en Euskadi. Pero Lentxu fue capaz de hacer su propio camino en la política vasca y española, de tener su propia y personal presencia, distinta de la de su padre, pero igualmente importante para el socialismo vasco.
En estos tiempos aciagos para la política, su vida es un ejemplo de compromiso que no debemos olvidar.



Hoy te dedico una canción de Silvio Rodríguez que refleja a la perfección lo que tú has hecho siempre, sin darte ninguna importancia, con la mayor sencillez: aflojar los odios, reparar sueños averiados, trocar lo sucio en oro...


Un beso, querida Lentxu. Te vamos a echar mucho de menos.

domingo, 8 de diciembre de 2013

Bajo esa última hora de luz

Las montañas de alrededor se habían arrimado. El sol rasante hurgaba en ellas penetrando en sus líneas verticales, bajando a su altura. Te entraban ganas de hallarte allá arriba, donde se producía esa fricción entre las rocas y la luz. A esas hora se verifica una intimidad física entre la materia y el aire. El sol se unta como mantequilla, se restriega por encima.
He estado muchas veces allá arriba, en el camino de descenso de una larga escalada. Pero pensaba en los pasos fatigados, me mantenía a distancia del vacío que seduce y atrae al cuerpo que quiere descender al valle. Iba de paso por esa superficie, bajo esa última hora de luz con la preocupación de retirarme de ahí a toda prisa.
Desde abajo, por el contrario, desde lejos, me entraban ganas de hallarme tumbado en una cornisa allá arriba y formar parte del reino mineral. Di un paseo para descargar el deseo descabellado de una hora de plenitud.
Erri de Luca, El crimen del soldado.





jueves, 5 de diciembre de 2013

Icon, de El País: un caro despliegue de banalidad

El mes pasado no quise ni llevarme el primer número de Icon, la "revista masculina" de El País; y ahí se quedó, en la papelería de la universidad, donde suelo comprar los periódicos los días de labor.  Hoy he optado por llevarme junto con el diario el segundo número, y mis primeros reparos no han hecho sino confirmarse.
Con la que está cayendo, con la necesidad que hay de un periodismo riguroso y serio, a la altura de las circunstancias, va El País y se descuelga con un lujoso catálogo de publicidad hortera salpimentado de todas las banalidades que cabría imaginar. Ya está en el montón de papeles destinados al contenedor azul.
¿Acaso no tiene El País cosas mejores que ofrecernos a sus lectores? ¿Por qué no recopilar una vez al mes sus artículos de opinión o, ya puestos, por qué no elaborar una vez al mes un dossier sobre alguna de las muchas cuestiones que hoy preocupan a la sociedad?
Pero nada de eso: a vender(se) y a vendernos gilipolleces. Y lo peor es que El País Semanal sigue el mismo camino, con más publicidad por centímetro cuadrado que el catálogo de Navidad de El Corte Inglés.
Ahora que he conseguido poner a Amazon contra las cuerdas, voy a hacer lo mismo con Prisa, así que anuncio: el próximo mes, cuando toque, no sólo no me llevaré Icon sino que ese día tampoco compraré El País. Y así hasta que dejen de publicar esa tontería.
¡Hala, chínchate!

martes, 3 de diciembre de 2013

Noticia de hoy, realidad de siempre

Leemos hoy en El País que un incendio en un taller textil clandestino ubicado en la localidad de Prato revela las condiciones de trabajo esclavas de muchos inmigrantes chinos en Italia.
Ya lo ha contado Edoardo Nessi, nacido precisamente en Prato, nieto e hijo de empresarios textiles, en dos hermosos libros editados por Salamandra:

Hoy en día en Prato, conceptos como legalidad y ley, inmigración , tolerancia e intolerancias, ideología, acogida, racismo e integración, xenofobia e inclusión se convierten en viejos instrumentos ya inútiles para comprender lo que sucede en una ciudad invadida por una armada silenciosa y asustada, que muchos temen que sólo es la avanzadilla de la invasión que vendrá, pero que ya hoy es imposible censar y detener con los controles, las inspecciones, las ordenanzas municipales quisquillosas, los informes de los bomberos, los embargos de los locales, las supresiones de los rótulos en chino, los precintos de plástico, las cintas en blanco y rojo y los candados. Es un jovencísimo ejército de secuestrados que con frecuencia ni siquiera se dan cuenta de la indignidad de sus condiciones laborales y están muy contentos de vivir y trabajar encerrados en locales mugrientos como éste, porque en la China más profunda de la que proceden estaban mucho, mucho peor, y los más afortunados ganaban ocho dólares al mes [La historia de mi gente, 2012].

Será también culpa nuestra, que no hemos entendido nada, como nos repiten los sabios de la economía, pero hace falta tener el corazón fuerte como un león para resistirse a la tentación de abandonarse a la pesadilla que nos ve olvidados por la historia en marcha, espectadores impotentes, restos de un pequeño mundo antiguo barrido por el tornado de la globalización y víctimas de la más cruel de las burlas, la de pretender que nos alegremos del abandono de la pobreza por parte de cientos de millones de chinos, indios, vietnamitas e indonesios cada vez que intentamos lamentarnos de la pérdida de cientos de miles de puestos de trabajo y del cierre de miles de empresas en toda Italia y en toda Europa del sur. ¡Comos si la globalización hubiera sido impuesta en la Tierra para hacer realidad el principio de la equidad entre los pueblos, y no para incrementar los balances de las multinacionales y los bancos! ¡Como si les correspondiera a nuestros obreros, a nuestros pequeños empresarios y a sus familias reequilibrar el balance de la injusticia del mundo! [Una vida sin ayer, 2012].

Hace seis años los esclavos eran rumanos, búlgaros, polacos y africanos, ocurría en Puglia y el producto era el tomate.

En 1974, John Berger y Jean Mohr escribían en Un séptimo hombre:
La escasez de mano de obra en Europa Occidental no se debe a un descenso de población. Se trata de una escasez específica en un sistema de producción concreto. No hay suficientes trabajadores dispuestos a realizar los trabajos manuales mal pagados por los salarios que se ofrecen. 
Y también:
En lo que respecta a la economía del país metropolitano, los trabajadores emigrantes son inmortales: inmortales porque son siempre intercambiables. No nacen; no tienen que crecer; no envejecen; no se agotan; no mueren. Tienen una sola función: trabajar. Todas las demás funciones de su vida corren por cuenta del país del que proceden.

domingo, 1 de diciembre de 2013

La verdad sobre el caso Harry Quebert (y dos apuntes sobre Amazon)



Es uno de los libros más absorbentes, conmovedores y sorprendentes que he leído nunca.
No es una novela policíaca, aunque el descubrimiento en 2008 del cadáver de la joven Nola Kellergan, desaparecida en dramáticas circunstancias en agosto de 1975, sea el detonante de toda la historia.
No es una novela  romántica, aunque el amor (los amores) más profundos, desatados, entregados, sean un elemento esencial de la trama.
Es un libro sobre la amistad incondicional, es un libro sobre el oficio de escritor, es casi una etnografía sobre la vida de las pequeñas localidades rurbanas de la América profunda y sus cambios en las últimas tres décadas; es una tragedia griega, un relato sobre la formación del carácter, una acerada crítica a la industria editorial... Es todo eso, pero no se reduce a nada de eso.
Sólo tres personajes son lo que parecen: Marcus Goldman, el narrador-escritor de la historia; el sargento Perry Gahalowood, de la policía estatal de Concord, afroamericano, cuyo físico macizo y trato desabrido sostienen a un investigador tenaz y comprometido; y un tercer personaje cuyo nombre no desvelaré, para no incurrir en pecado de "spoiler".
Recomiendo totalmente su lectura.

El País Semanal publica hoy una amplia entrevista con su autor, el suizo Joël Dicker, hijo de una librera ginebrina y de un profesor de francés. Supongo que podrá leerse en la web en los próximos días.
Sí, se me olvidaba: La verdad sobre el caso Harry Quebert es una novela plenamente norteamericana escrita en francés por un suizo.
Por cierto, en la entrevista Dicker dice algo que a este librívoro le ha encantado:
No parece que el dinero sea una de las prioridades de este escritor naciente y creciente. Si no, que se lo digan a Amazon. El propio Dicker se negó a que su libro se vendiera en Francia mediante la tienda virtual. "Prefiero perder ese dinero a que los libreros se queden sin su parte. No me parece justo". Como tampoco lee en dispositivos electrónicos ni en teléfonos. "¡Por Dios! ¿No!, exclama medio escandalizado.

Y hablando de Amazon y de El País: este diario -una de cuyas dos líneas editoriales ha de helarte el corazón- le ha regalado hoy a la compañía de Bezos un publireportaje en su suplemento Negocios. ¿Qué esconde Amazon después del clic? Según el reportaje, tan sólo gestión digitalizada, control de calidad y contratación de trabajadores temporales para responder a los pedidos navideños. Bueno, y una cosa que llaman "responsabilidad de minimizar el impacto fiscal". Nada de lo que por otros lares se cuenta y se denuncia. ¿Periodismo de investigación?
Menos mal que siempre nos quedará El Roto.


jueves, 28 de noviembre de 2013

Inmigración, nacionalismo metodológico y derechos humanos

Como excelente documentalista que es, Antonio nos hace llegar el enlace al blog del Real Instituto Elcano y el comentario de una de sus investigadoras, titulado "¿Abrir las puertas a la inmigración?"La autora discute las tesis expuestas por Branko Milanovic en su artículo "Las causas económicas de las migraciones", en la que se pregunta qué se puede hacer para gestionar mejor (más eficientemente, pero también más humanamente) los flujos migratorios, respondiendo así:

Una posibilidad es la política que han seguido hasta ahora los países ricos, como la verja en la frontera entre Estados Unidos y México y la prohibición de la UE de acceder a sus costas. Equivale a construir comunidades cerradas en el mundo. Los ejemplos de Europa y Estados Unidos son los más conocidos, pero no son los únicos. Arabia Saudí ha construido una verja para separarse de Yemen, India está construyendo una para aislarse de Bangladesh, las ciudades españolas de Ceuta y Melilla, en la costa marroquí, están totalmente valladas para impedir la entrada de inmigrantes africanos.Es una estrategia defensiva que, a pesar de sus costes y su dureza, no logra más que una leve reducción del número de inmigrantes y provoca tragedias esporádicas como las de Lampedusa. Además suscita incómodas dudas éticas sobre el derecho a impedir la libre circulación de los trabajadores mientras se permiten los movimientos de capital, bienes, tecnología e ideas.
Una alternativa mejor sería que los países ricos emprendieran una política coordinada para permitir una inmigración mucho más amplia y ordenada de trabajadores, tanto cualificados como no cualificados, mediante programas temporales de empleo. Eso supondría regularizar la potestad de personas procedentes de países pobres para solicitar y obtener empleo en países ricos y aplicar unas políticas de migración más tolerantes y selectivas.Debemos cambiar nuestra concepción del desarrollo y apartarnos del “nacionalismo metodológico”, poco apropiado para la era de la globalización. Desde el punto de vista global, no importa que los ingresos de una persona aumenten mientras está en su país de origen o en otro, porque el desarrollo global tiene en cuenta el aumento de las rentas de las personas, al margen de dónde vivan.Desde la perspectiva política de una nación-Estado, estas dos opciones no son ni mucho menos idénticas. Pero quizá tenemos que empezar a adaptar nuestras instituciones —y nuestra forma de pensar— para estar más en sintonía con la globalización. Si los factores de producción tienen libertad de movimientos, los trabajadores deben tenerla también.
Frente a esta opinión, la investigadora de Elcano considera que la propuesta de Milanovic es incompatible con el sostenimiento de los derechos sociales propios de los respectivos Estados de bienestar nacionales, ya que los derechos cuestan dinero:

El llamado “Estado de Bienestar” es el resultado de una larga historia de presiones, tensiones y compromisos entre los diferentes grupos sociales de cada Estado-nación que han dado forma a un conjunto de derechos sociales.  ¿Es compatible la existencia de esos derechos con una política de puertas abiertas y por tanto de crecimiento continuo del número y la variedad de individuos que pueden ser titulares de ellos?
[...] Milanović concluye su artículo diciendo:   “Si los factores de producción tienen libertad de movimiento, los trabajadores deben tenerla también”. Pero olvida una diferencia clave: ni el capital ni los bienes de producción tienen derechos, sólo los individuos los tienen. Y el ejercicio de esos derechos cuesta dinero al Estado y por tanto a la sociedad en conjunto.  

Recordemos que lo que Milanovic plantea no es una apertura total de fronteras, sino "una política coordinada para permitir una inmigración mucho más amplia y ordenada de trabajadores, tanto cualificados como no cualificados, mediante programas temporales de empleo". Pues ni por esas: ¡Viva el nacionalismo metodológico!
He cometido el error de meterme en el debate, pero es que no he podido evitarlo.No voy a seguir con ello, pero sí repito aquí lo que le acabo de decir a Josefina, defensora entusiasta de la posición anti-Milanovic: 
Sólo espero, de corazón, que sus hijos tengan la suerte de seguir estando siempre en el "lado bueno" del nacionalismo metodológico.



http://www.change.org/es/peticiones/ministerio-del-interior-retiren-las-concertinas-de-las-vallas-de-ceuta-y-melilla

martes, 26 de noviembre de 2013

La diversidad cercenada en Europa

Ya están accesibles los vídeos que recogen las distintas intervenciones, ponencias y mesas redondas, de las III. Jornadas sobre Inmigración e integración en el País Vasco: diversidad cultural y religiosa, organizadas por Ikuspegi y Biltzen. 

Aquí está el enlace a mi ponencia.

miércoles, 20 de noviembre de 2013

Mandarinas



Ya han llegado las mandarinas.
Nos las envían desde una cooperativa de agricultores de Valencia. Antes de que acabe la temporada aún nos llegarán dos cajas más.
Son ecológicas, y por eso su aspecto exterior no tiene nada que ver con las que encontramos en los supermercados, ni siquiera en la mayoría de las fruterías. Algunas son verduzcas, unas son más grandes que otras, pero ¡qué sabor! Jugosas, carnosas, es una delicia comerlas.
Y su aroma...
Philippe Claudel no se refiere en su libro al aroma de las mandarinas.Podía haberlo hecho.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Inmigración e integración en el País Vasco

Hoy asisto a las III Jornadas sobre Inimigración e integración en el País Vasco. Mañana participo con una comunicación. El texto de la misma, igual que los de otros participantes, pueden encontrarse en la página de IKUSPEGI. En esa misma página se retransmiten en streaming las ponencias.

III. Jornadas sobrehttp://www.ikuspegi-inmigracion.net/es/

lunes, 11 de noviembre de 2013

Apoyo a la continuidad del Barómetro social

 
 
Colectivo Ioé es una cooperativa de investigación social, que desde la década de 1980 ha mantenido una constante actividad de observación e investigación sobre algunas de las principales transformaciones sociales ocurridas en España, entre ellas el mercado de trabajo, la inmigración, los sistemas de bienestar y protección, las estructuras sociales regionales, las desigualdades de género o la educación e interculturalidad. Toda su producción puede consultarse libremente en su web. Una de sus producciones más relevante es el Barómetro social.

El Barómetro social produce una amplia serie de indicadores estadísticos (190) y de índices sintéticos (más de 35) que permiten valorar la evolución de la sociedad española desde 1994. Analiza once ámbitos de la realidad social (renta, empleo, salud, educación, vivienda, medio ambiente, igualdad de género, protección social, participación ciudadana, seguridad y justicia, y desigualdades internacionales.
Toda la información (incluidas las fuentes y la metodología de cálculo de los índices) es de libre acceso y descarga para el público interesado.
Además, desde 2013 cuenta con un blog en el que se publican las principales novedades relacionadas con datos que permiten entender los cambios sociales en curso.

Uno de los efectos de la actual crisis fue la desaparición de todo apoyo institucional al Barómetro social. Desde 2010 la iniciativa se sostiene en base a trabajo voluntario y a una campaña de crowfounding desarrollada a través de Verkami. Gracias al éxito de la misma (más de 7.000 euros recaudados) se consiguió:
- Garantizar la actualización de la base de datos de indicadores hasta la actualidad
- Realizar dos informes anuales (ver la sección Informes en www.barometrosocial.es)
- Remozar la página web inaugurando un blog con noticias y comentarios respecto a las novedades más importantes.

Sin embargo, los recursos se han agotado y es necesario un nuevo empujón para sostener el proyecto.
Las aportaciones económicas serán destinadas a financiar parcialmente:

  • El trabajo de búsqueda, recogida y elaboración de indicadores
  • La elaboración del Informes Anual de síntesis
  • La actualización periódica del blog barometrosocial.es dando cuenta de las principales novedades
  • La publicación de toda la información en la web, siempre con acceso libre, manteniendo la licencia creative commons
  • Asesorar a grupos, organizaciones o individuos interesados en el mejor aprovechamiento de las herramientas y la metodología utilizada por el Barómetro Social, con el fin de que la información disponible resulte cada vez más accesible a un público amplio.
La filosofía con la que nació, y pretende subsistir, el Barómetro Social consiste en facilitar el acceso a información pública a menudo reservada a “personas expertas”, sistematizar sus resultados de forma transparente, potenciando la formación y “empoderamiento” de sus usarixs, incrementando las posibilidades de análisis y argumentaciones que respondan a los intereses y prioridades de diferentes colectivos sociales, en lugar de potenciar el lenguaje abstruso e interesado difundido habitualmente “desde las alturas”.

Para que este importante trabajo pueda continuar, ¡colabora!.


viernes, 8 de noviembre de 2013

Hallowert

Alice Ann Lynch es una joven descerebrada a la que, según parece, no se le ocurrió un  disfraz de Halloween más 'diver' que el de víctima del atentado de Boston. Recordemos los hechos: hace un año, el quince de abril de 2012, la explosión de dos bombas caseras al paso de las más de cinco mil personas participantes en el maratón de aquella ciudad, la carrera urbana más antigua del mundo, provocó la muerte de tres personas, además de varios cientos de heridos. Y así, ni corta ni perezosa (bueno, un poquito corta sí) ha posado en Twitter convenientemente vestida de corredora, con las correspondientes heridas en piernas y rostro. Para mi gusto la sonrisa que luce es lo que la hace poco creíble, pero es sólo una opinión personal.
[...] José Ignacio Wert es un talludito y descerebrado ministro de Educación del Gobierno de España a la que hace unos días, no sé si imbuido del espíritu de Halloween, se le ocurrió disfrazarse del 'coco de la retroactividad' y salir a asustar erasmus. 
>> Seguir leyendo en eldiarionorte.es

jueves, 7 de noviembre de 2013

Cien años con Camus

En la habitación de casa donde trabajo hay una balda que hace las veces de altarcillo dedicado a mis particulares divinidades menores literario-morales.En este sencillo lararium se encuentran los libros de Simone Weil y de Albert Camus. Mi devoción por estos dos autores es enorme, y nunca me canso de releer sus escritos, encontrando siempre en ellos ocasión para la reflexión.


En el caso de Camus, aquí se encuentran sólo sus ensayos y su obra periodística; sus novelas y sus obras de teatro están en la biblioteca, en el lugar que le corresponde en cuanto que autor francés (sí, para las novelas tengo un principio de clasificación  nacionalista, lo que para un etranger radical como Camus debe resultar insufrible).
Lo primero que leí de Camus fue La peste, en la edición de bolsillo de Edhasa de 1978. Sería por entonces, aquel año, cuando la lectura de este libro me convirtió en fervoroso camusiano. En aquella época, las apasionadas conversaciones entre Rambert y Tarrou ("Estoy harto de la gente que muere por una idea. Yo no creo en el heroismo ... en el fondo es criminal") o entre Paneloux y Rieux ("Yo tengo otra idea del amor y estoy dispuesto a negarme hasta la muerte a amar esta creación donde los niños son torturados") fueron esenciales para la construcción de mi personal conciencia moral.
Luego, claro, vino El extranjero, El estado de sitio ("Se trata de saber, buen hombre, si usted es de los que respetan el orden existente por la única razón de que existe"), Calígula, El exilio y el reino, Los justos (debería ser lectura obligada: "No matar bastante, a veces, es matar por nada"), El primer hombre...
Y entre novela, relato y drama aparecieron, poderosísimos, ensayos que tal vez me existencializaron demasiado pronto haciendo de mi un joven un tanto raro, pero a cuya influencia no he renunciado: El hombre rebelde ("El revolucionario es al mismo tiempo rebelde o ya no es revolucionario, sino policía y funcionario que se vuelve contra la revolución") en la edición de Losada, El mito de Sísifo y, sobre todo,
la selección de artículos que con el título de Moral y política publicó Alianza en 1984, recogidos de nuevo en 2002 junto con otros artículos más en Crónicas (1944-1953).



Hoy, cuando se cumplen 100 años del nacimiento de Camus, me apetece compartir aquí unos fragmentos de su artículo titulado "Ni víctimas ni verdugos", publicado en el periódico Combat en noviembre de 1946, y que puede leerse en Moral y política (pp. 87-90) o en Crónicas (pp. 94-97).

Democracia y dictadura internacionales
Hoy sabemos que ya no quedan islas y que las fronteras son inútiles. Sabemos que en un mundo en constante aceleración, donde el Atlántico se cruza en menos de un día, donde Moscú habla con Washington en unas horas, estamos obligados a la solidaridad o a la complicidad, según los casos. Durante los años cuarenta aprendimos que el daño causado a un estudiante de Praga afectaba al mismo tiempo al obrero de Clichy, que la sangre derramada en algún lado a orillas de un río de la Europa central llevaría a un campesino de Texas a verter la suya en la tierra de unas Ardenas que veía por primera vez. No había, como ya no hay, un solo sufrimiento, aislado, una sola tortura en este mundo que no repercutiera en nuestra vida de todos los días.
[...] Del mismo modo, ningún problema económico, por secundario que parezca, puede solucionarse hoy en día sin la solidaridad de las naciones. El pan de Europa está en Buenos Aires y las máquinas herramientas de Siberia se fabrican en Detroit. Hoy en día, la tragedia es colectiva. Todos sabemos, pues, sin sombra de duda, que el nuevo orden que buscamos no puede ser sólo nacional ni siquiera continental, ni mucho menos occidental u oriental. Debe ser universal. Ya no es posible esperar soluciones parciales o concesiones [...].
¿Cuáles son hoy en día los medios para alcanzar esa unidad del mundo, para realizar esa revolución internacional que podría redistribuir mejor los recursos humanos, las materias primas, los mercados comerciales y las riquezas espirituales? [...] El acuerdo mutuo entre las partes. No nos preguntaremos si es posible, pues aquí consideramos que cabalmente es el único posible. Nos preguntaremos ante todo qué es.
Ese acuerdo de las partes tiene un nombre, que es la democracia internacional [...].Es una forma de sociedad en la que la ley está por encima de los gobernantes, al ser dicha ley expresión de la voluntad de todos, representada por un cuerpo legislativo. ¿Es eso lo que se intenta fundar hoy? Nos están preparando, en efecto, una ley internacional. Pero son los gobiernos, o sea el ejecutivo, quienes hacen o deshacen esa ley. Nos hallamos, pues, en un régimen de dictadura internacional. La única forma de evadirnos de ella consiste en poner a la ley internacional por encima de los gobiernos, y por lo tanto hacer esa ley, y por lo tanto disponer de un parlamento, y por lo tanto constituir ese parlamento mediante elecciones mundiales en las que participarían todos los pueblos. Y como no tenemos ese parlamento, el único medio es resistir a esa dictadura internacional en un plano internacional y con medios que no contradigan el fin perseguido.
Parece escrito ayer mismo.

sábado, 26 de octubre de 2013

Mediaciones y ruido: editoriales, librerías e Internet


Sociofobia




Acabo de terminar el libro de César Rendueles Sociofobia, publicado por Capitan Swing y que hoy reseña Javier Rodríguez Marcos en Babelia. No encuentro link al suplemento cultural de El País, pero aquí puede encontrarse la reseña (gracias).
Joven filósofo y profesor en la Complutense de Madrid. Rendueles desarrolla una crítica del ciberfetichismo actualmente rampante entre las izquierdas tan intempestiva como imprescindible. En otro momento volveré a este libro y a su cuestionamiento del supuesto (y aplaudido) fin de las mediaciones en el nuevo entorno digital, de la suntuaria efervescencia social digital en la que tan a menudo desemboca la denominada sociedad red, de la estrecha y limitada comunidad comunicativa en que se convierten casi siempre las redes sociales. Por ahora, baste con esta afirmación de Rendueles (que no es, en absoluto, un tecnófobo):

Las tecnologías de la comunicación han generado una realidad social disminuida, no aumentada. [...] Internet no ha mejorado nuestra sociabilidad en un entorno postcomunitario, sencillamente ha rebajado nuestras expectativas respecto al vínculo social. Tampoco ha aumentado nuestra inteligencia colectiva, sencillamente nos induce a rebajar el listón de lo que consideramos un comentario inteligente.

Como digo, otro día volveremos a las reflexiones de Rendueles. Por hoy, coincidiendo con la publicación en Territorios, el suplemento cultural de Vocento, de un artículo sobre la función de prescriptores literarios que hoy cumplen las redes sociales, me quedo con una reflexión de Rendueles al respecto:

Volviendo al mundo del libro, la mediación especializada desempeña un papel crucial y difícilmente sustituible.Escuchar una canción pop y decidir si merece la pena es un proceso relativamente rápido. A menudo bastan unos segundos para decidir si un contenido es interesante para nosotros o no.Por eso es factible que mediadores no profesionales puedan sustituir a las discográficas, al menos en algunas de sus funciones. La evaluación de novelas o ensayos es un proceso mucho más lento y complejo. Si cada uno de nosotros como lectores tuviera que elegir qué libros son valiosos de entre toda la oferta potencial de escritores que creen que sus textos deben ser difundidos (algo técnicamente posible), desaparecería la cultura escrita tal y como la conocemos. Las editoriales reducen el ruido, algo para lo que Internet no es precisamente una herramienta muy eficaz.
Los comentarios de los usuarios en Internet han empezado a sustituir a la crítica especializada y a la publicidad como elementos básicos en la construcción del gusto literario. Inicialmente pareció un giro democrático que iba a permitir acabar con la dictadura del mercado y los expertos. Pero la realidad pronto ha arruinado esas expectativas: "desde hace tiempo, la presencia de escritores (o aspirantes a escritor) que emplean seudónimo para elogiar sus propias obras ha sido una costumbre cada vez más extendida en los foros, facilitada por el anonimato de Internet (...) En el lado opuesto, también surgieron los usuarios que, de forma anónima, realizaban críticas despiadadas a libros escritos por gente hacia la que demostraban una obvia animadversión (...) Tanto las reseñas como los puestos en los rankings de Amazon.es o Casadellibro.com se han convertido en parámetros que condicionan el éxito de ventas de los e-books y, por ello, tanto las editoriales como, sobre todo, los escritores auto-editados, han elaborado toda clase de estrategias para hacer que sus libros escalen puestos en dichos ranking". Internet no ha hecho desaparecer ni el negocio del libro ni la crítica especializada, más bien ha convertido la crítica amateur en un oscuro negocio. Hay empresas que ofrecen reseñas en Amazon a cambio de dinero. Por ejemplo, GettingBookReviews.com ofrecía veinte reseñas favorables por quinientos dólares. John Locke, el primer escritor autoeditado que vendió un millón de e-books, contrató los servicios de esta empresa para conseguir hasta trescientas reseñas en distintas plataformas. 

El texto entrecomillado que aparece en este párrafo de Rendueles procede del artículo de Yayo Balbás "Negocio de reseñas 2.0", publicado en Cultura Libre.

viernes, 25 de octubre de 2013

Recordando el kibutz y el Israel que pudo ser



Hace muchos años que siento una especial devoción por el escritor israelí Amos Oz. Empezó en 1994, por razones extraliterarias, cuando leí su artículo titulado Oriente Medio: la conjura de los extremistas, al que ya me he referido aquí en otro contexto. Me impresionaron entonces su valentía y su coherencia; su voluntad de hacer resonar una palabra distinta en un contexto tremendamente crispado, alejada de los lugares comunes transitados por unos y por otros, pero particularmente por quienes le eran más próximos; su capacidad para sostener principios universales también en las coyunturas menos favorables. Desde entonces he leído mucha de su obra ensayística y literaria, siempre con gran satisfacción.Pues bien, creo que su última novela, titulada Entre amigos y editada, como casi toda su obra, por Siruelaes de lo mejor que he leído en los últimos tiempos.
El libro contiene ocho relatos que nos introducen en la cotidianidad de uno de aquellos kibutz que, tras la constitución del Estado de Israel, quisieron construir la utopía del socialismo fundado en el trabajo y la fraternidad de la vida plenamente compartida.Por su páginas transcurre la existencia de Zvi Provizor, que siempre andaba a la caza de mañas noticias que comunicar; de Osnat, consagrada al cuidado de los demás; de Moshé Yashar y de Yotam, dos jóvenes que por razones distintas no acaban de compartir el estilo de vida del kibutz; lo mismo que el cerrajero Roni Shindlin, que no puede soportar separarse por las noches de su hijo Yuval, débil y asustadizo, cuando debe llevarlo a dormir a la casa de los niños. Y con ellos, entrecruzando sus vidas, muchos más: el pionero David Dagan, comprometido plenamente con los principios fundacionales del movimiento kibutzim; la indepencdiente Nina Sirota, que pugna por adaptar aquellos principios a los nuevos tiempos; o al anciano y enfermo Martin Vandenberg, con su confianza en que el esperanto acabaría algún día con la maldición de Babel.
Aunque ellas y ellos son los protagonistas del libro -mientras cultivan las huertas o alimentan a las gallinas, mientras deliberan sobre la marcha de la comunidad, se enamoran y desenamoran- en sus páginas encontramos, también , una aproximación a un sueño que no pudo ser, tal vez imposible, pero que en todo caso produce, al menos a mí, una dulce melancolía.

martes, 22 de octubre de 2013

Goodbye, Amazon

Ya he confesado en muchas ocasiones mi insaciable librivorismo. Impulsado por él, a lo largo de los años he adquirido muchos libros en AMAZON. Me ha encantado moverme por sus estanterías virtuales, ojear (ya que no hojear) sus ofertas Hasta hoy. Goodbye, Amazon.
Empecé a tomar la decisión cuando, a principios de agosto, leí en El País una información titulada: "Amazon España desvía sus ventas a Luxemburgo para no pagar impuestos". La información contaba cosas como estas:
"Amazon, el gigante del comercio electrónico, ha reorganizado su actividad en España tras la compra de Buyvip y la apertura de su tienda online española. La compañía ha transformado Buyvip, su tienda de moda, en una empresa de servicios, la ha rebautizado como Amazon Spain Services y la ha adelgazado para llevarse las ventas a Luxemburgo, desde donde factura también el resto de sus productos. Copia con ello el esquema de su otra sociedad, Amazon Spain Fulfillment, que incluso se acoge al régimen de pymes para tributar menos gracias al reducido tamaño que tiene por no facturar sus ventas en España. La compañía fundada por Jeff Bezos, el magnate que acaba de comprar The Washington Post, admite abiertamente en su informe anual que paga menos impuestos sobre beneficios por sus operaciones europeas gracias a tener su base en Luxemburgo. La estructura que ha elegido para lanzar su tienda online en España responde a ese objetivo. Pese al éxito de su lanzamiento comercial, la filial de Amazon declaró en 2012 pérdidas contables de 54.329,8 euros, según las cuentas depositadas en el Registro Mercantil". 

También lo hacen otras grandes compañías: Apple, Google, Sturbucks. Pero lo de Amazon me enfada especialmente: de Starbucks me quite hace mucho tiempo, con Appel no tengo ninguna relación, y lo de Google... bueno, esto tendré que hacérmelo mirar.Pero lo de Amazon me indigna particularmente.

Ahora acabo de terminar de leer la investigación de Jean-Baptiste Malet titulada En los dominios de Amazon, editada por Trama.  Merece la pena. Hay una afirmación en el libro que no comparto: "Cuando el lector compra sus libros en Amazon, elige, consciente o incoscientemente, ignorar el precioso papel que desempeña la librería como lugar de convivencia, de participación, de descubrimiento, de mestizaje y de encuentro. Pero también los empleos de los libreros cualificados que generan esta actividad comercial de proximidad". En mi caso, no ha sido así. Mi librivorismo sólo puede asemejarse a mi librerivorismo. Esta misma mañana he charlado sobre el problema de Amazon con mi librero de cabecera, y él me decía (mientras a su librería llegaba un paquete con el logo de la compañía) que el problema es que Amazon no cumple las reglas de  juego. Pero el libro de Malet sí me ha servido para conocer la existencia de una campaña en el Reino Unido promovida por la revista The Ethical Consumer, para protestar por la política de evasión fiscal que practica Amazon. Lo que proponen es no comprar en Amazon (hay alternativas) y, sobre todo, enviar a la compañía un mail explicando las razones de nuestro boicot.
Yo ya he decidido no volver a comprar un libro en Amazon. Y hoy mismo voy a escribirles un correo explicándoselo.
¡Tiembla, Amazon! O cambia...

jueves, 17 de octubre de 2013

Canadá, de Richard Ford


Canadá - Portada

Dos breves fragmentos de la última novela de Richard Ford nos permiten, creo, captar el tono de una historia tan sencilla como profunda y hermosa:

"La vida se nos da vacía. Tenemos que inventar la parte feliz".

"No siempre vamos a sitios. A veces acabamos en ellos".

No me extraña que la decisión de abrir a partir del año que viene a narradoras y narradores estadounidenses el Premio Booker, reservado hasta ahora a obras escritas en inglés publicadas en Gran Bretaña por autores con pasaporte británico, irlandés, de algún país de la Commonwealth o de Zimbabue, haya generado inquietud. Como ha dicho John Banville, ganador del Booker en 2005: “Es una tontería que el premio no esté abierto a todos. Pero que Dios nos ayude a nosotros, porque la ficción estadounidense es muy, muy buena”.

miércoles, 9 de octubre de 2013

Romper en caso de mafia

Anteayer me acostaba alucinando con la historia trapacera de los falsos paralímpicos de Sidney 2000, y ayer la dosis diaria de cabreo me llegó con la noticia de la detención, en una nueva operación vinculada con el caso ERE, de un alto cargo de la Diputación de Sevilla, del secretario provincial de UGT de Cádiz, de los exsecretarios de Desarrollo Industrial y de la Federación de Industrias Textil-Piel, Químicas y Afines de CCOO en Andalucía, de dos sindicalistas de CCOO en Córdoba y de varios empresarios. No me satisface en absoluto el planteamiento al respecto del secretario general de UGT, Cándido Méndez, "Si ha habido algún error, lo reconocerán y lo corregirán", ha dicho, mostrando su confianza en "que, en general, las cosas se han hecho de manera correcta". En cuanto a la posición de CCOO, espero que esta no se quede sólo en lo dicho en abril, ya que a día de hoy resultaría absolutamente insuficiente.

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Y hoy sale lo de la infanta Cristina y sus tejemanejes con los dineros de esa estafa que se llama Aizoon.
Si: es urgente abrir un proceso (re)constituyente que airee y limpie el conjunto del sistema político español.

domingo, 6 de octubre de 2013

El retroceso democrático de Europa

Según señala Le Goff en su ensayo La vieja Europa y el mundo moderno, Europa ha sido siempre un espacio humano no limitado por su geografía –desde esta perspectiva no deja de ser “más que la punta del inmenso continente asiático”-, construido mediante “la mezcla étnica que resulta de la creación de la Cristiandad y de los reinos cris­tianos: a los celtas germanos, galo-romanos, an­glo-romanos, ítalo-romanos, ibero-romanos y judíos se mezclaron normandos, eslavos, hún­garos y árabes mediante aculturaciones que anuncian lo que será una Europa abierta a las olas de inmigración: una Europa de la diversi­dad cultural y del mestizaje”. Aunque protagonista a lo largo de su historia de muchas y buenas cosas, en demasiadas ocasiones, también en épocas no muy lejanas, Europa puede sacar lo peor de sí misma, haciendo aparecer esa “Europa negra” sobre la que escribe Mark Mazower: antiliberal, nacionalista y autoritaria. Este es uno de esos momentos.

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viernes, 4 de octubre de 2013

El muro de agua (perdón por repetirme)

Conmocionado por la tragedia de Lampedusa, recupero un artículo que publiqué en EL PAÍS del País Vasco el 21 de agosto de 2001. Pido perdón por repetirme, pero me temo que en realidad son la historia y la inhumanidad las que se repiten.

El muro de agua

En la madrugada del 13 de agosto de 1961 se inició la construcción del Muro de Berlín. Era de madrugada cuando alguien puso la primera piedra de lo que con el tiempo sería conocido, entre otros calificativos, como el muro de la vergüenza. Un muro que dividió Alemania, sí, pero también Europa y, más aún, el mundo en su totalidad. Eran los tiempos del eje Este-Oeste, tiempos de guerra fría por aquí arriba y de guerras calientes por allí abajo (guerras de baja intensidad como las denominaron estrategas de por aquí, ya que los muertos los ponían los de allí). Veintiocho años de muro dejaron un total de 267 muertos directos, asesinados cuando buscaban la manera de atravesarlo. Muertos llorados y recordados, como es de ley. Víctimas del totalitarismo, elevados contra su voluntad a mártires de la democracia. En fín, víctimas.
Pero ya fue derribado el muro que dividía Europa y con su caída, parece, se acabaron los tiempos de la vergüenza. Sin embargo la división persiste; una división que, acaso, estrategas de por aquí consideren, siguiendo la costumbre, de baja intensidad: al fin y al cabo, los muertos siguen poniéndolos los de allí. Y es que un nuevo muro de la vergüenza se alza en nuestros días, un muro de agua y de indiferencia que divide Norte y Sur.
La preocupación ética, entendida como preocupación por las consecuencias que nuestras acciones tienen sobre otras personas, es un fenómeno que tiene que ver con la aceptación de esas otras personas como legítimos otros para la convivencia. Pero la preocupación ética nunca va más allá de la comunidad de aceptación mutua en que surge. La mirada ética no alcanza más allá del borde del mundo social en que surge. Por eso las fronteras nacionales son, sobre todo, fronteras éticas. El 2 de agosto de 1999 fueron descubiertos en el tren de aterrizaje de un avión belga los cadáveres de dos niños guineanos. Se llamaban Yaguine Koita y Fodé Tounkara. Sólo querían encontrar en Europa aquello que en África no encontraban: educación, alimento. Entre sus ropas se encontró una carta en la que suplicaban ayuda apelando, sobre todo, "al amor que tienen ustedes por sus hijos a los que aman para toda la vida". No sospechaban que ese amor incondicionado se agota en los nuestros, y ellos son (eran) los otros.
Escribían Quintanilla y Vargas-Machuca en esa contribución a la autodefenestración del socialismo español que fue La utopía racional: "El socialismo del futuro no debe esperar nada de los profetas ni exigir de nadie que esté dispuesto a dar su vida por los demás. Más bien habrá que dedicar todos los esfuerzos a descubrir los procedimientos más eficaces para esa ingeniería de la igualdad que constituye el núcleo de la utopía socialista". Ciertamente, eso de dar la vida por los demás suena muy fuerte, y probablemente sea cierto que se trata de una exigencia extraordinaria y excepcional. Pero lo terrible no es que seamos reacios a dar nuestra vida; lo terrible es lo mucho que nos resistimos a introducir en ella los cambios necesarios para que todas las personas puedan disfrutar de lo imprescindible para llevar una vida humana.
Lo terrible es que pensemos que es posible seguir manteniendo nuestra propia humanidad cuando vivimos comodamente instalados en la parte buena de Auschwitz, en la parte de los salvados, contemplando al otro lado de la alambrada la lenta agonía de los hundidos. Lo terrible es que nos empeñemos en ennoblecer aquello que Primo Levi descubriera horrorizado en los campos de exterminio nazis: "Ofrézcase a algunos individuos en estado de esclavitud una posición privilegiada, cierta comodidad y una buena probabilidad de sobrevivir, exigiéndoles a cambio la traición a la solidaridad natural con sus compañeros, y seguro que habrá quien acepte".
Tengo sobre mi escritorio un trozo de hormigón pintado procedente del Muro de Berlín que me trajo mi amigo Carlos. Tengo también un trozo de madera que arranqué yo mismo de una patera destrozada en Tarifa. Más dura es el agua...

domingo, 29 de septiembre de 2013

I´m basque... and a lot of things more

Es vascohablante, pero no sólo vascohablante. Es varón. Y sol­tero sin intención de casarse. Alto, chato. Es heterosexual, y no lo avergüenza reconocer que en sus tiempos de estudiante mantuvo relaciones homosexuales con un amigo íntimo. Dice que le gustan las chicas normales, pero despliega una especial habilidad para ligar con las más sofisticadas. No concede gran importancia al hecho de comer, no es uno de esos refinados gastrónomos. Prefiere la cerveza al vino. Domina tres idiomas, y es capaz de defenderse en otros dos. Su grupo sanguíneo figura en su carné de identidad, pero no recuerda cuál es. Realizó sus primeros estudios en un colegio religioso y en castellano. Es agnóstico. Apenas se relaciona con sus padres: cumple con ellos en las festividades señaladas. Cursó la carrera de psicología, pero trabaja en una empresa de importa­ción. Es un analfabeto absoluto en cuestiones científicas y técnicas. Durante un par de años jugó sumas considerables en la bolsa, y con los beneficios se compró una furgoneta, para practicar el surf en verano y el esquí en invierno. La crisis lo ha disuadido de jugar en la bolsa, y no conserva más que unas cuantas acciones y ciertos seguros. Ideológicamente, es de izquierda moderada, pero su vida cotidiana es idéntica a la de un burgués de derechas. Está pagando una hipoteca. La empresa lo envía a menudo al extranjero, y los aeropuertos le resultan muy familiares. No le gusta la televisión, pasa sus horas libres solitarias en Internet y oyendo música. Su amigo más estable es el ordenador portátil. Es muy aficionado al flamenco y adora a Mayte Martín. El cine de hoy no lo atrae de­masiado, pero sí el clásico. Su voto no es fijo, sino cambiante según la situación. Sabe que la política es necesaria, pero no la sigue, no le gusta. Vive los problemas del País Vasco a veces como un buen ciudadano, a veces con incomodidad, a veces con gran enojo; vive la relación con España a veces como un buen ciudadano, a veces con incomodidad, a veces con gran enojo. Odia la violencia, pero no tanto como para manifestarse en público contra ella. Preocupado por la vertiginosa autodestrucción del mundo, paga la cuota de una organización ecologista, pero no participa en las actividades que ésta organiza. Lee Marca, es hincha del Athletic de Bilbao, se alegra con los triunfos de la selección española. No le gusta el versolarismo, apenas sabe jugar al mus. De niño quisieron que aprendiera a tocar el chistu, y desde entonces odia tanto el instrumento como su penetrante sonido...
Etcétera.
Es vascohablante. Además de vascohablante, es muchas otras cosas más.

Cabe formular lo mismo de otra manera: es vascohablante, pero lo que lo hace único, individuo, es todo lo demás que es además de vascohablante.

Anjel Lertxundi. Vida y otras dudas. Alberdania, Irún 2010, pp. 237-238

miércoles, 18 de septiembre de 2013

Vuelve el Antiguo Régimen

Leo en la página 2 de EL PAÍS un titular que dice: "Holanda considera inviable el bienestar". El artículo así titulado se hace eco del discurso pronunciado por el recién estrenado rey Guillermo de Holanda con ocasión de la apertura oficial del año parlamentario. En su discurso, el monarca holandés afirma que "el clásico Estado del bienestar de la segunda mitad del siglo XX ha producido sistemas que en su forma actual ni son sostenibles ni están adaptados a las expectativas de los ciudadanos” y ha anunciado su sustitución "por una sociedad participativa”. Todo eso, faltaría más, por el bien de la ciudadanía holandesa, ya que lo que la gente realmente quiere es "decidir por sí misma, organizar su vida y cuidar unos de otros”. ¿Solas y solos ante el peligro?

No sé por dónde va el pensamiento del tal Guillermo, si tiene ideas propias y cuáles son estas. El día de su entronización ya dijo algunas cosas que podrían tener cierta relación con esto que ahora dice sobre la "sociedad participativa". Dijo entonces:  “Quiero alentar al pueblo a utilizar activamente los recursos con que cuenta. Por muy diversos que sean nuestros sueños y convicciones, cualquiera que sea la cuna en que nacimos, en el reino de los Países Bajos todos pueden hacer oír su voz en pie de igualdad”. Bueno... El caso es que, siendo ya rey, a Guillermo le ocurre lo que a cualquier rey constitucional: que cuando se pronuncia como jefe de Estado no es otra cosa que un muñeco en manos y en voz de un ventrilocuo que es el Gobierno de turno. Por eso, quien ha dicho que el Estado de bienestar holandés "no es sostenible" ha sido el gobierno de ese país; un gobierno de coalición formado por liberales y socialdemócratas. Sí, socialdemócratas: ¿todavía nos asombramos por la crisis terminal de la socialdemocracia en Europa?

Pero esto de la "sociedad participativa" como alternativa al Estado de bienestar ya lo propuso Anthony Giddens en 1998 con su idea del Estado social inversor (en La tercera vía, Taurus, Madrid 1999, cap. 4). Y a pesar de las cautelas planteadas por el ideólogo de cabecera de Blair -señalando, por ejemplo, que "reducir prestaciones para forzar a los individuos al trabajo les empuja a mercados de trabajo precario ya saturados"-, ya sabemos en qué quedó todo aquello de la tercera vía: en una vía más para que la ideología neoliberal penetrará en las instituciones políticas y en la cultura social europeas.
La política de apaciguamiento no funciona ni con los nazis ni con los plutócratas. Recordemos de nuevo  a Lakoff: "Los conservadores están tomando la iniciativa política y transmitiendo sus ideas. Cuando los progresistas reaccionamos, retomamos los valores y marcos conservadores, y no sólo no hacemos oír nuestro mensaje, sino que, peor aún, reforzamos las ideas conservadoras"¿Hay alguien ahí? ¿Queda algún socialdemócrata en la política europea?


Guillermo de Holanda repitió solemnemente lo que le había escrito el gobierno socialdemócrataliberal después de recorrer el camino entre su palacio y el parlamento en una carroza dorada, rodeado de toda la pompa y circunstancia que suele asociarse a esta cosa tan moderna, sostenible y adecuada a las necesidades de los ciudadanos que es la monarquía. Lo preocupante no es que un rey no sea consciente de la contradicción que supone proclamar la muerte de la solidaridad institucionalizada al tiempo que reivindica la monarquía como un "un símbolo de continuidad y de unidad [que] representa un vínculo directo con nuestro pasado como nación (…) y en la historia encontramos los cimientos de los valores que compartimos”. Qué va a decir él. Lo insoportable es que la muerte del Estado de bienestar la certifiquen con alegría personas cuya única obligación es trabajar por la materialización de los auténticos valores que construyen comunidad, y que no son ni la historia ni la monarquía, sino la igualdad ciudadana, la libertad frente a la miseria y la penuria, y la solidaridad.
De lo de Rato hablaremos otro día. Es otro indicador de ese Antiguo Régimen de privilegios e injusticias que ya está aquí.

jueves, 5 de septiembre de 2013

Traidores de lo público


Javier Fernández-Lasquetty es consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid. Ocupa, pues, un muy relevante cargo en la administración pública autonómica. Su mayor responsabilidad es utilizar con eficiencia y eficacia los poderes y los recursos públicos con los que cuenta, en favor de la ciudadanía. Para eso, sólo para eso, recibe un sueldo público, pagado a través de los impuestos de la ciudadanía madrileña.
Traicionando absolutamente su deber como gestor de lo público, Lasquetty pretende privatizar la sanidad madrileña con el argumento de que la gestión privada de servicios públicos esenciales es más eficiente que la gestión pública: "Siempre he pensado que la Administración no es buena gestionando un servicio público", ha declarado en alguna ocasión.
Pero el inmoral Lasquetty sigue cobrando un abultado sueldo público por ocupar una alta responsabilidad como gestor público, a pesar de que considera que tal gestión no es ni eficaz ni deseable. Su obligación sería trabajar para lograr que, en su caso, la gestión pública de la sanidad sea correcta, o dimitir inmediatamente de su cargo en el caso de que considere que tal cosa es imposible. Pero no. Renuncia a su responsabilidad como gestor, pero no renuncia a su sueldo. Traiciona lo público. Por cierto: Lasquetty es otro de esos paladines de la gestión privada que toda su vida han vivido de lo público, si ganar oposición ninguna, sin demostrar más mérito que su fidelidad absoluta a unas siglas políticas.
Ahora, el Juzgado Contencioso Administrativo número 4 de Madrid ha tomado la decisión de suspender cautelarmente el proceso de privatización de seis hospitales en la región.
Pues bien, el tal Lasquetty  no ha encontrado otra forma mejor de responder al auto que descalificándolo porque, según él, el magistrado ha utilizado "criterios políticos, e incluso personales para tomar su decisión".
¿Cuáles han sido los criterios utilizados por Lasquetty para tomar su decisión de privatizar la sanidad madrileña?
A todos los lasquettis, traidores de lo público: ¡quitad vuestras sucias manos de los servicios públicos!

domingo, 1 de septiembre de 2013

Sexo, droga,mafia, violencia, incorrección política... mucha inteligencia y muchísimo humor


Era sólo una brevísima referencia en un artículo de Fernando Savater sobre literatura fantástica de ayer y de hoy: "Claro que hay que permanecer alertas, porque a veces una editorial no identificada con el género nos brinda algo que no debemos perdernos: por ejemplo, Anagrama acaba de publicar Wild Thing, de Josh Bazell, una divertida sátira con monstruo del lago, pero también con sexo, narcotráfico y mil sobresaltos humorísticos más". No decía nada más, pero si el autor del maravilloso ensayo La infancia recuperada se había fijado en este libro, algo debía tener. Además estaba editado por Anagrama: más a su favor. Así que en julio me pasé por mi librería de cabecera para hacerme con unas cuantas lecturas para el verano, entre ellas el referido libro de Bazell. Ahí estaba, pero al echar un vistazo a su contraportada comprobé que era el segundo libro publicado en España por ese autor: "¿Recuerdan a Pietro Brnwa? Era aquel asesino a sueldo arrepentido que ejercía de médico en el peor hospital de Manhattan gracias al programa de protección de testigos del FBI, y era el protagonista de la descacharrante Burlando a la Parca. Ahora, en esta segunda entrega de sus andanzas, Brnwa se enfrenta al monstruo del lago de Minnesota". ¿Un asesino a sueldo arrepentido, huyendo de la mafia, protagonista de una novela "descacharrante"? Eso tenía que verlo. Así que me llevé las dos.
Las he leído este verano y sí, me lo he pasado genial acompañando a Pietro Brnwa (pronunciado "Brawna"), alias Zarpa de Oso en su anterior vida como asesino al servicio de los Locano de Nueva Jersey. Tengo que decir que la primera novela, Burlando a la Parca, me parece la mejor de las dos, acaso por la sorpresa que supone casi cada página, con un argumento endiablado y un personaje que es un cruce imposible del más irónico y descarado de los detectives privados clásicos con un superhéroe del cine acción. Perdido el factor sorpresa, una vez aceptada la existencia literaria de un personaje tan increíble como Pietro Brnwa, Wild Thing no llega a ser tan absorbente como su antecesora, pero así y todo no deja de ser una novela ágil, inteligente y divertida, en la que Sarah Palin juega un destacado papel. Sí, esa Sarah Palin.  

jueves, 29 de agosto de 2013

Libros sobre libros

Este verano he leído tres libros en los que, de una u otra forma, se hace también una reivindicación del libro impreso.

Nassim Nicholas Taleb, en Antifrágil (Paidós Barcelona 2013), define a los libros electrónicos como un producto frágil, siendo los libros impresos "robustos". En su opinión, lo antifrágil sería la tradición oral. Pero bueno, el libro sale bien parado:

Siempre que me siento en un avión al lado de algún hombre de negocios que lee la basura habitual que los hombres de negocios leen en sus lectores electrónicos, este no puede resistir la tentación de mostrar su desdén por el hecho de que yo aún use el libro tradicional haciendo alguna comparación entre ambos artículos. Al parecer, el lector electrónico es más "eficiente". Proporciona la esencia del libro (que el susodicho hombre de negocios supone que es la información) pero de forma más cómoda, ya que el usuario puede transportar toda su biblioteca en un solo dispositivo y "optimizar" así su tiempo entre recorridos de golf. Jamás he oído a nadie abordar en serio las grandes diferencias entre los lectores de libros electrónicos y los libros físicos, como el olor, la textura, la dimensionalidad (los libros tradicionales vienen en tres dimensiones), el color, la posibilidad de cambiar de página, la presencia física de un objeto frente a su representación en una pantalla informática y otras propiedades ocultas que generan diferencias inexplicadas de disfrute. El foco central de la conversación siempre termina siendo el de los elementos en común (lo mucho que ese maravilloso dispositivo se parece a un libro de verdad). 

También Eric Hobsbawn hace una encendida apología del libro en Un tiempo de rupturas. Sociedad y cultura en el siglo XX ( Crítica, Barcelona 2013):

Casi me atrevería a sostener que -pese a todos los pronósticos pesimistas- el que ha sido tradicionalmente el principal medio de difusión de la literatura, el libro impreso, se mantendrá en su puesto sin graves dificultades, salvando solo algunas excepciones como las grandes obras de referencia, los vocabularios, diccionarios, etc.; en suma, los niños mimados de internet. En primer lugar porque a la hora de leer, no hay nada más práctico y fácil que el pequeño libro de bolsillo, portátil y de impresión clara, inventado por Aldo Manucio en la Venecia del siglo XVI; mucho más fácil y práctico que la impresión de un ordenador, que a su vez es de lectura incomparablemente más cómoda que un texto que parpadea en una pantalla. Para confirmarlo, basta con pasar una hora leyendo el mismo texto, primero impreso y luego en pantalla. De hecho, ni tan siquiera el dispositivo de libros digitales se publicita apelando a una legibilidad superior, sino a que tiene mayor capacidad de almacenaje y nos evita pasar las páginas.
En segundo lugar, el papel impreso es, hasta la fecha, más duradero que los medios tecnológicos más avanzados. La primera edición de Las desventuras del joven Werther todavía se puede leer hoy, pero no sucede necesariamente lo mismo con los textos informáticos de hace treinta años, ya sea porque -igual que las fotocopias y películas viejas- tienen una vida limitada o porque la tecnología queda atrasada con tanta celeridad que los últimos ordenadores no pueden, sencillamente, seguir leyendo aquel formato. El progreso triunfal de los ordenadores no acabará con el libro, igual que no lo consiguieron el cine, la radio, la televisión y otras innovaciones tecnológicas.

Precisamente una historia de recuperación de un antiguo libro y de sus consecuencias para la cultura europea es lo que narra El giro, de Stephen Greenblatt (Crítica, Barcelona 2012):

Un hombrecillo de corta estatura, genial y sagazmente despierto, de casi cuarenta años, alargó un buen día la mano, cogió de un estante de la biblioteca un ¡viejo manuscrito, vio con entusiasmo lo que había descubierto y encargó que le hicieran una copia. Eso fue todo, pero fue suficiente.
[...] El hallazgo de un libro perdido no es calificado habitualmente de suceso apasionante, pero detrás de ese momento en particular tenemos la detención y el encarcelamiento de un papa, la quema de herejes y una gran explosión del interés cultural por la Antigüedad pagana. El hecho del descubrimiento vino a satisfacer plenamente la pasión que había acariciado toda su vida aquel brillante buscador de libros. Y ese mismo buscador de libros, sin siquiera pretenderlo ni darse cuenta de ello, se convirtió en la partera del mundo moderno.

El hombrecillo buscador de libros era Poggio Bracciolini, "un buscador de libros, quizá el más grande cazador de libros en una época obsesionada con localizar y recuperar el legado del mundo antiguo". Y el libro en cuestión De rerum natura, de Lucrecio, en el que "encontramos los principios básicos de una visión moderna del mundo".

El librívoro se ha sentido particularmente reconfortado este verano.