sábado, 18 de julio de 2009

Black, we can!

La portada de EL PAÍS recoge hoy dos noticias en principio muy alejadas entre sí, pero al final coincidentes en lo fundamental:

  • Declaraciones del actor Denzel Washington durante la presentación en Madrid de su última película, Asalto al tren Pelham 123: "Nunca hay que utilizar el racismo como excusa".

  • Discurso del presidente Barack Obama criticado con dureza el victimismo de la comunidad afroamericana cuando esgrime la discriminación y la desigualdad como causa del fracaso de muchos de sus miembros: "¡Basta de excusas! Nadie ha escrito el futuro por ti. Tu destino está en tus manos".

Obama aprovechó un discurso con motivo del centenario de la Asociación Nacional para el Progreso de la Gente de Color para decir a sus compatriotas negros que ni el pasado de esclavitud y opresión ni el presente de desigualdad y discriminación pueden servirles para justificar sus fracasos:

"Tenemos que decirle a nuestros hijos: sí, si eres afroamericano, las posibilidades de crecer entre la delincuencia y las bandas son mayores; sí, si vives en un barrio pobre, te enfrentarás a dificultades que algunos en los barrios residenciales ricos no tienen que sortear. Pero eso no son razones para tener malas notas, eso no son razones para faltar a clase o para abandonar los estudios. ¡Basta de excusas! Nadie ha escrito tu destino por ti. Tu destino está en tus manos. ¡No hay excusas! [...] Para los padres, no basta con mandar a nuestros hijos a la escuela y luego abandonarlos cuando llegan a casa. Tenemos que aceptar nuestras responsabilidades. Eso quiere decir dejar un rato el video juego y ayudar a tu hijo a hacer sus deberes. Leerles, protegerles y llevarlos a la cama a una hora razonable. ¡Dejen de decirle a sus hijos que, porque son de cierta raza, hay cosas que siempre les estarán limitadas¡ ¡Quiero que vean un horizonte ilimitado!".



En perfecta sintonía con su presidente, Denzel Washington dice que el racismo no es excusa a la hora de hacer su trabajo como actor, que de lo que se trata es de exigirse al máximo:

"Lo peligroso, al menos en la industria de Hollywood, es que se intente utilizar el racismo como excusa cuando uno no alcanza lo que quiere. El año en el que fui candidato a los Oscar por Malcolm X, y Al Pacino estaba nominado por Esencia de mujer. Para él era su séptima candidatura, yo ya había ganado uno. Entonces, ¿Al Pacino no había ganado nada porque era italo-americano? Si a mí me hubieran nominado siete veces y no me hubieran dado ningún Oscar alguien habría dicho que era por ser negro. Hay prejuicios y racismo en Hollywood pero como en todo tipo de trabajos. Hay que tener mucho cuidado con todo eso y no utilizar nunca el racismo como excusa".

Nada que objetar a estos llamamientos a asumir la responsabilidad personal, a esforzarse por desarrollar las capacidades da cada cual, a exigirse a uno mismo, a no escudarse en ninguna forma de victimismo.
Pero los condicionantes estructurales existen, y de qué manera. ¿O no?


Pensar sólo en términos de responsabilidades colectivas es una forma de obviar la imprescindible responsabilidad individual, alimentando así la irresponsabilidad victimista. Pensar sólo en términos de responsabilidades individuales es la forma de desconocer la imprescriptible responsabilidad colectiva, despreciando en consecuencia la necesaria solidaridad.



viernes, 17 de julio de 2009

Fans, blogueros y videojuegos

Tiene su interés el libro de Henry Jenkins cuyo título he usado para encabezar este comentario. Un interés desigual. El capítulo dedicado al fenómeno de las y los fans a mí no me dice nada, aunque supongo que si quien lee el libro es un seguidor de la saga Star Trek puede tener una opinión muy distinta.
En cualquier caso, el libro abunda en propuestas que invitan a la reflexión. Destaco una de ellas, referida a la posible relación que puede darse cada vez más entre los grandes medios de información y los blogueros:

"Imaginemos un mundo donde existen dos clases de poder mediático: uno procede de la concentración mediática, donde cualquier mensaje logra autoridad por el mero hecho de ser televisado; el otro proviene de los intermediarios populares, donde un mensaje consigue visibilidad sólo si una red difusa de públicos diversos lo considera relevante. La radio y la televisión introducirán los temas en la agenda nacional y definirán los valores fundamentales; los blogueros reformularán estos temas para diferentes públicos y garantizarán que todo el mundo pueda ser oído".

Personalmente discutiría el reparto de papeles que plantea Jenkins -la sociedad civil no puede renunciar a la función de agenda setting- y esa supuesta garantía universal de "ser oído". Pero su reflexión llama la atención, en mi opinión de manera muy atinada, sobre el imprescindible papel de esos que llama intermediarios populares. Jenkins presenta en este sentido algunos significativos ejemplos sacados de la época preblogosférica:

"Puede parecer extraño imaginar la comunidad e blogueros como una fuerza que condicionará el entorno informativo casi tan poderrosamente como los medios corporativos. Los libros de historia nos hablan de Samuel Morse, pero no de los miles de operadores que configuraban la circulación de los mensajes; nos hablan de El sentido común, de Thomas Paine, pero menos de los 'comités de correspondencia' mediante los cuales los ciudadanos copiaban y redistribuían cartas por las colonias; nos hablan de la publicación del éxito de ventas abolicionista La cabaña del tío Tom, de Harriet Beecher Stowe, pero no de los adolescentes que utilizaban imprentas de juguete para publicar boletines de difusión nacional que debatían los pros y contras de la esclavitud. En la práctica, la evolución de la mayoría de los medios de comunicación se ha visto influenciada por las interacciones entre la distribución del poder en los medios participativos populares y la concentración del poder de los medios corporativos y gubernamentales".
Que hay juego, vaya.

miércoles, 15 de julio de 2009

Diamantes de sangre


El Tribunal Especial de la ONU para Sierra Leona juzga desde ayer a Charles Taylor, presidente de Liberia entre 1997 y 2003, acusado de crímenes contra la humanidad. La imagen de sí mismo que Taylor pretende transmitir en La Haya nada tiene que ver con su sangriento pasado de warlord, señor de la guerra que junto con Samuel Doe y Prince Johnson convertirán Liberia en un infierno en nada distinto del alucinógeno corazón de las tinieblas descrito por Conrad.

En su libro Ébano el periodista polaco Ryszard Kapuscinski escribe sobre Charles Taylor:

"Después de cien metros ya me veo rodeado por niños pequeños de cara hinchadas y ojos cansados, algunos sin un brazo o sin una pierna. Mendigan. Son los soldados de las Small Boys Units de Charles Taylor, las más terribles de sus unidades. Taylor recluta a niños pequeños y les da armas. También les da drogas, y cuando se hallan bajo sus efectos, empuja a esos niños al ataque. Los chiquillos, atontados, se comportan como kamikazes, se lanzan al fragor de la lucha, van directamente al encuentro de las balas, estallan junto con las minas. Cuando su dependencia crece hasta el punto de que dejan de ser útiles, Taylor los expulsa. Algunos llegan hasta Monrovia y acaban su breve vida en alguna cuneta o basurero comidos por la malaria o por el cólera o por los chacales".

Este es el sujeto al que se está juzgando en La Haya.

Por cierto, en el mismo capítulo en el que Kapuscinski narra las andanzas de Taylor cuenta su infructuoso intento de visitar la plantación de caucho de Firestone, "un Estado dentro de otro Estado", cerca de Monrovia. Pero estas complicidades no hay tibunal que las juzgue.

Calor en Sevilla, mamuts en Granada

Llevo algo menos de una hora en Sevilla. Soy miembro de un tribunal de doctorado en la Facultad de Comunicación y hasta que empiece el acto hago tiempo en la cafetería con un cafelito y una tostada con aceite, aprovechando para mirar la prensa en Internet. La tostada está muy rica.
La Facultad de Comunicación está en la Isla de la Cartuja, entre los restos más o menos bien aprovechados de la Expo. No es el sitio más bonito de Sevilla, no invita al paseo. Tampoco invita al paseo la temperatura: 22 grados cuando ha aterrizado el avión, hoy se podrán alcanzar los 32.
Seguramente es por eso por lo que me llama la atención una noticia que hoy publica EL PAÍS: "Los mamuts lanudos llegaron hasta Granada. Convivieron con neandertales y Homo sapiens en el frío ambiente de Andalucía hace 40.000 años ".
Curioso.

martes, 14 de julio de 2009

Terrorífico

“Terrorífico”. Es el adjetivo del día. Dos de los cuatro periódicos que he podido hojear hoy lo recogían en sus portadas, y se ha repetido una y otra vez en los informativos y en las tertulias de radios y televisiones.
En uno de los diarios, el que lo recogía con mayor despliegue tipográfico, podíamos leer que más de 16.000 adolescentes vascos justifican el terrorismo de ETA, que el cártel de la droga “la Familia” siembra el terror en México, que el ex vicepresidente Cheney ocultó al Congreso un plan antiterrorista que contemplaba la tortura y el asesinato, que asociaciones de musulmanes alertan de la “xenofobia encubierta” presente en la sociedad alemana o que el presunto criminal de guerra Demjanjuk está acusado de enviar a las cámaras de gas a 27.000 personas. Ninguno de estos hechos ha sido calificado de “terrorífico”.
Lo que tantos medios han considerado terrorífico es el error o negligencia –se verá- que ha causado la muerte de un bebé en el Hospital Gregorio Marañón.
Un hecho ciertamente tremendo; la historia es bien conocida y no abundaré en ella.
Ha sido el gerente del hospital el que ha hablado de un “error terrorífico”. Podía haberlo calificado de dramático, lamentable, gravísimo, impensable, desafortunado, desgraciado, terrible... Ninguno de estos calificativos hubiese logrado el éxito del escogido. El gerente ha puesto en circulación, conscientemente o no, un concepto que parece decirlo todo aunque en realidad no explica absolutamente nada
Un error terrorífico, ha dicho. Pero, ¿error de quién?
Una enfermera joven, de veintipocos años, que acababa de llegar a la UCI de neonatología, sin experiencia en bebés prematuros, destinada a ese servicio para suplir a otra enfermera...

lunes, 13 de julio de 2009

Cultura universalmente útil

"Un grupo de mujeres sudanesas ha sido condenado en la capital de Sudán, Jartúm, a penas de hasta 40 latigazos por llevar pantalones" (EL PAÍS).

Cuando leo de casos como este me gusta recordar lo que escribe Jorge Wagensberg en su libro Ideas para la imaginación impura:
"Entendemos por Civilización un enorme pedazo de cultura que tiende a ser universal, es decir, que tiende a ser independiente de los grupos humanos que la han elaborado, es decir, independiente de sus particulares contextos y coyunturas. Casi toda la buena ciencia, buena parte del arte bueno y, casi me atrevería a decir, cierta buena religión, es civilización porque tiende a ser válida y valiosa para cualquier humano".
Hay, pues, culturas, pero hay también Civilización. Así, con mayúscula, y absolutamente alejada del uso estrecho y culturalista que de ese concepto pretendió hacer Huntington. Civilización (con C mayúscula) que no se indentifica con ninguna cultura en concreto, sino que de todas las culturas puede, en principio, obtener elementos que pueden ser válidos y valiosos para cualquier ser humano.
"Los científicos trabajan para una misma civilización, pero no siempre pertenecen a una misma cultura", señala Wagensberg en otro momento del libro. Aunque ahora lo escriba con minúscula, sigue hablando de Civilización.
Y me pregunto, ¿sólo lo hacen los científicos? También, seguramente, muchos artistas. Y muchas personas religiosas. ¿Y la política? ¿No puede también la política trascender su particular origen cultural con ambición Civilizatoria?
Wagensberger resume todo esto en otro libro, el titulado Si la naturaleza es la respuesta, ¿cuál era la pregunta?, con una sencilla pero luminosa fórmula: "Civilización es cultura universalmente útil".
Útil, especialmente, para quienes son víctimas de sus propias culturas. Como, por ejemplo, la cultura de los Derechos Humanos. O la cultura democrática.

domingo, 12 de julio de 2009

Nadie se hace a sí mismo


Me ha gustado leer la entrevista a Jaume Roures, copropietario de Mediapro, en EL CORREO.:

-Dejó la escuela a los doce años para trabajar en una imprenta.
-No tiene trascendencia informativa. Cuando yo tenía 12 años todo el mundo trabajaba. Es un dato que no forma parte de mi trayectoria, sencillamente la gente se espabilaba en aquella época miserable y gris.
-Forma parte de la biografía de alguien hecho a sí mismo.
-Las personas no se hacen a sí mismas ni tienen una gran mujer detrás. No hay nadie que se haya hecho a sí mismo, sino a costa de los demás o colaborando con otros. Existe alguien que, desde pequeño, ha sabido rodearse de buena gente.