Evidentemente Alfredo Pérez Rubalcaba no puede permitirse el lujo de reproducir el admirable gesto de protesta contra el ministro Wert protagonizado por esos jóvenes excelentes que no venden su dignidad por un premio extraordinario. Pero, ¿qué sentido tiene prestarse a esa mascarada de pacto sobre la política europea que no modificará un ápice ni la estrategia austericida de la troika ni la política de desmontaje de lo público del PP? "A Europa rogando mientras en España seguimos recortando".
La justificación de Rubalcaba no puede ser más banal:
“Yo pedí la dimisión del presidente del Gobierno por el caso Bárcenas. Mi posición es esa. Y sigue siendo la misma. Pero la suya es distinta. Él cree que no que no tenía que irse. A partir de ahí hay dos opciones, o pasar la legislatura pidiendo el váyase señor Rajoy”, ha dicho Rubalcaba recordando el famoso váyase señor González de José María Aznar, “o buscar acuerdos en un asunto como el de Europa porque es importante para España”. Y ha remachado: “Yo he optado por lo segundo”.
Si no puedes con tu enemigo, únete a él. Pues muy bien. Rodríguez Zapatero desjarretó al PSOE con aquel "cueste lo que cueste y me cueste lo que me cueste" de julio de 2010; ahora Pérez Rubalcaba se dispone a apuntillarlo.
Rubalcaba considera que un partido de gobierno como el PSOE debe dar pruebas de responsabilidad, sentido de Estado y voluntad de acuerdo. Sin duda, pero con algún límite: se trata, esencialmente, de virtudes secundarias. La socialdemocracia europea no deja de debatirse en la contradicción que enfrentó en 1982 a Helmut Schmidt y a Oskar Lafontaine.
La práctica política de los partidos socialdemócratas muestra preocupantes síntomas de agotamiento; no han sabido actualizar la lucha por la igualdad en las nuevas condiciones históricas, particularmente cuando gobiernan, pero también cuando aspiran a gobernar. El ejemplo más reciente lo tenemos en el Laborismo, que anuncia su intención de “congelar el gasto social para ganar el centro político”. ¿No hemos aprendido nada de la etapa Blair-Schröder?
Con estos planteamiento el PSOE volverá a gobernar, claro que sí, pero con un apoyo ciudadano cada vez menor, impulsado más por el rechazo al PP que por la adhesión a su proyecto, y sobre todo, con un programa que no va a ser el suyo propio, sino uno tomado prestado de la derecha neoliberal.
Siempre me he situado en el espacio del realismo político, pero el recorte al que los dirigentes actuales del PSOE vienen sometiendo a la realidad y a sus potencialidades es demasiado severo.
Al igual que un exceso de austeridad económica frustra cualquier expectativa de crecimiento, un exceso de austeridad política frustra cualquier expectativa de transformación social. Y el reformismo pactista de Rubalcaba es un auténtico austericidio político.
Al igual que un exceso de austeridad económica frustra cualquier expectativa de crecimiento, un exceso de austeridad política frustra cualquier expectativa de transformación social. Y el reformismo pactista de Rubalcaba es un auténtico austericidio político.