Este es, supongo, el sentido de la norma que prescribe que las alumnas y los alumnos no deben llevar la cabeza tapada en el interior de algunos centros educativos. Aunque el significado de la práctica de llevar gorras o sombreros haya cambiado mucho en la actualidad, seguimos aplicando la vieja norma del respeto.
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Sin embargo no es de esto de lo que estamos hablando en el caso de la joven Najwa Malha. Su decisión de vestir el denominado "hiyab" nada tiene que ver con ninguna transgresión de las costumbres asociadas en nuestra tradición al hecho de cubrirse o descubrirse la cabeza. Usarlo no puede interpretarse de manera análoga a portar en el interior de una clase sombreros o gorras. Es otra cosa.
Por supuesto que cabe discutir sobre esa "otra cosa": sobre su significado, sobre su adecuación a las normas vigentes, sobre la mejor manera de actuar ante ello... Pero tengo la convicción de que en el caso de Najwa, como en otros casos antes que ella, confundimos demasiadas cosas como para que esa discusión pueda desarrollarse de manera satisfactoria.
Y en todo caso, mientras lo discutimos, yo digo que Najwa debería seguir asistiendo a clase con toda normalidad.
Porque expulsarla del aula no es sólo expulsarla del aula: también es expulsarla de la deliberación. Es reducirla a problema, cuando también Najwa debe formar parte de la solución.