El juez Baltasar Garzón ha sido condenado a 11 años de inhabilitación por las escuchas en prisión a los acusados de la trama Gürtel y a sus abogados, lo que en la práctica implica su expulsión de la carrera judicial.
Según leo en EL PAÍS, el tribunal dice que no se podía grabar “sin disponer de ningún dato que pudiera indicar mínimamente, en una valoración razonable, que la condición de letrado y el ejercicio del derecho de defensa se estaban utilizando como coartada para facilitar la comisión de nuevos delitos”, de manera que no se trataría “de una interpretación errónea de la ley, sino de un acto arbitrario, por carente de razón, que desmantela la configuración constitucional del proceso penal como un proceso justo”.
El Supremo sostiene que “la injusticia” de Garzón consistió en realizar una interpretación de la ley según la cual podía intervenir las comunicaciones entre el imputado preso y su letrado defensor basándose solamente en la existencia de indicios respecto a la actividad criminal del primero, sin considerar necesario que tales indicios afectaran a los letrados. “Lo cual”, añaden, “resulta inasumible desde cualquier interpretación razonable del Derecho”.
Sin embargo, leo la sentencia del Tribunal Supremo y en el apartado de hechos probados se recoge lo siguiente:
Resulta probado y así se declara:
En el mes de febrero de 2009, el acusado BALTASAR GARZON REAL, Juez con categoría profesional de Magistrado, desempeñaba el cargo de Magistrado Juez del Juzgado Central de Instrucción nº 5 de la Audiencia Nacional. En ese juzgado tramitaba las Diligencias Previas nº275/2008 en las que se investigaban hechos que podrían ser constitutivos de delitos de blanqueo de capitales, de defraudación fiscal, de falsedad, de cohecho, de asociación ilícita y de tráfico de influencias, que se atribuían a varias personas ya imputadas en la causa, a los que se consideraba integrados en una organización en cuyo marco se ejecutaban las acciones delictivas. La complejidad de los hechos investigados generaban una actividad intensa en los encargados y responsables de la tramitación, asícomo del acusado y de las fiscales que intervenían en el asunto en representación del Ministerio Público, produciéndose frecuentes informaciones verbales por parte de los funcionarios de policía que desarrollaban las investigaciones, en las que, en ocasiones en presencia de las fiscales, ponían en conocimiento de aquel el estado de las mismas, los avances y las novedades que se producían.
A juicio policial, trasladado al acusado, los datos que manejaban hacían suponer que, a pesar de que se encontraban en prisión provisional acordada por el acusado, los que consideraban los máximos responsables de la organización continuaban con su actividad delictiva organizada procediendo a nuevas acciones de blanqueo de capitales y a otras actividades que podían implicar la ocultación de importantes cantidades de dinero ilícitamente obtenidas. Según entendían los funcionarios de policía, y así lo comunicaron verbalmente, en esas actividades pudieran estar interviniendo algunos abogados integrados en un despacho profesional cuyos miembros eran conocidos y estaban identificados, llegando a ser imputados en la causa.
Indicios había. Lo decían los funcionarios de policía que llevaban a cabo las investigaciones. Pero salto a las conclusiones del Tribunal y en todo momento se insiste en la ausencia de indicios que justificaran la decisiòn de Garzón. Ya nos los explicará alguienque entienda mañana, si es que tiene explicación.
Uno se apoya en la mochila. Porque en el momento en que nos quitamos el peso de nuestros hombros no sabemos enderezarnos enseguida; ¡pues resulta que era el peso lo que antes nos daba seguridad y equilibrio! [George Simmel]
jueves, 9 de febrero de 2012
lunes, 6 de febrero de 2012
Gesto por la Paz
“Me sentía tan seguro de mi germanidad, de mi europeidad, de mi humanidad, de mi siglo XX. ¿La sangre? ¿El odio racial? Hoy no, aquí no..., ¡en pleno centro de Europa!”
Victor Klemperer, LTI. La lengua del Tercer Reich. Barcelona: Minúscula, 2001, p. 296.
La Coordinadora Gesto por la Paz de Euskal Herria hunde sus raíces en un complejo y desarticulado caldo de cultivo sociocultural que, en relación a la violencia denominada política, se va desarrollando en el País Vasco y en Navarra desde principios de la década de los Ochenta. Una violencia protagonizada fundamentalmente, aunque no exclusivamente, por ETA.
En aquellos años, la sociedad vasca se estaba movilizando de formas muy diversas en contra de esa violencia. Recordemos la gran manifestación del 28 de octubre de 1978 que bajo el lema "Euskadi libre y en paz" fue convocada por el Partido Nacionalista Vasco y apoyada por distintas fuerzas políticas y sindicales. O el documento publicado en mayo de 1980 por un grupo de intelectuales vascos denunciando "la violencia que nace y anida entre nosotros, porque es la única que puede convertirnos, de verdad, en verdugos desalmados, en cómplices cobardes o en encubridores serviles". O el llamamiento a la paz y la concordia realizado el 14 de noviembre de 1980 por todos los partidos a excepción de HB. O la resolución del ayuntamiento de Bermeo, ese mismo año, condenando el secuestro de un empresario conservero. O la gran manifestación exigiendo la libertad del ingeniero José Mª Ryan el 5 de febrero de 1981. O la celebración en la Basílica de Begoña, los días 4 y 5 de junio, de unas jornadas por la paz, convocadas por los Obispos de Bilbao, la segunda de las cuales fue reventada por grupos radicales. O las concentraciones silenciosas semanales que entre 1982 y 1987 promoviera en todas las capitales vascas el colectivo Artesanos de la Paz. O la concentración en San Sebastián de más de 15.000 personas, el 16 de enero de 1983, pidiendo la libertad de un joven secuestrado por ETA para extorsionar a su familia. O la manifestación en Bilbao, el 7 de febrero de ese mismo año, condenando el atentado realizado días antes contra el Banco de Vizcaya, que produjo 3 muertos. O la concentración silenciosa durante 15 minutos, en octubre, de cerca de 1.500 estudiantes de la Universidad de Deusto en protesta por el asesinato del capitán de farmacia Alberto Martín Barrios tras permanecer varios días secuestrado. O la manifestación en Bilbao, el 22 de octubre de 1983, encabezada por el Gobierno Vasco. O las primeras movilizaciones contra la violencia en el Casco Viejo de Bilbao, también durante el año 1983, que dejaron de realizarse por las presiones de los intolerantes de entonces. O el surgimiento a partir de 1985 de concentraciones silenciosas en distintos lugares de Vizcaya. O el homenaje a Yoyes en Ordizia, en octubre de 1986 y la impactante campaña "Contra el silencio" que, a raíz de su asesinato, fue impulsada por distintas organizaciones ciudadanas. O la manifestación en Vitoria, ese mismo mes, exigiendo la liberación del industrial Lucio Aguinagalde, secuestrado por ETA.
En este contexto, Gesto surge y se desarrolla a partir de una orientación prepolítica, con un análisis de situación y unas propuestas de intervención de fuerte contenido normativo. Desarrolla estrategias de acción marcadamente expresivas, configurándose como instrumento para una movilización ciudadana que exige un fuerte compromiso personal.
Gesto por la Paz nunca redujo la vida a mera existencia biológica. Nunca dijo, pongamos por caso: «No hay que preocuparse por Ortega Lara: sólo está secuestrado. Está privado de libertad, violentado, humillado y amenazado, sí, pero está vivo. Otra cosa será si ETA lo mata. Entonces sí, entonces nos movilizaremos». Gesto por la Paz nunca predicó la necesidad de soportar toda clase de atropellos a condición de seguir vivos.
Tampoco ha igualado todas las vidas o todas las muertes. Así y todo, siempre convocó el "gesto" tras cualquiera de las muchas muertes violentas relacionadas con lo que, de manera harto inexacta pero suficientemente inteligible, se ha denominado el problema vasco. También cuando los muertos eran miembros de ETA. ¿Por qué? Porque las gentes que empezaron la historia de Gesto por la Paz se enfrentaban a una sociedad que reaccionaba de muy distintas maneras ante la noticia de todas esas muertes: unas estaban bien, otras regular, otras mal, otras muy mal y otras ni fu ni fa. Y así, según los casos -etarra, guardia civil, supuesto traficante, empresario, niño, ertzaina, militar...- el gesto de una misma localidad podía convocar a ocho o a ochenta personas. Y esto era algo que, con mejor o peor fundamento teórico, nos revolvía el estómago.
Gesto por la Paz nunca rechazó "todo tipo de violencia". En concreto, nunca condenó el ejercicio de la violencia legítima por parte del Estado democrático, advirtiendo, eso sí, de que esta violencia no es legítima por el hecho de que la ejerza el Estado, sino porque la ejerza legal y proporcionadamente. Nunca se habrá visto una acción de Gesto en contra de la detención, juicio y, en su caso, encarcelamiento de miembros de ETA. Sí en contra de muchos casos de malos tratos y torturas a detenidos (aun a riesgo de equivocarse en la valoración de estos hechos). También, desde princpios de los años 90, en cobrra de la dispersión.
Por no rechazar, ni tan siquiera se planteó desde Gesto por la Paz el rechazo de la violencia en contextos de dictadura. Uno de los primeros grandes debates que tuvieron lugar en el seno de la Coordinadora fue, precisamente, el de su caracterización o no como organización no-violenta, en el sentido más profundo del término no-violencia. Frente a quienes defendían tal caracterización, la mayoría pensamos que la misma no era adecuada a la naturaleza de una organización como Gesto y al contexto en el que desarrollaba su acción.
Gesto por la Paz nunca ha defendido una paz a cualquier precio, aunque fuera una paz injusta. La paz de Gesto ha sido siempre una paz con contenidos muy concretos: exclusión de ETA de cualquier decisión política, realismo histórico, respeto a los derechos humanos, justicia y reconocimiento para las víctimas...
Gesto por la Paz ha sido esa porción de la ciudadanía vasca que, sin estar directamente afectada por la violencia -Gesto no es una asociación de víctimas-, ha asumido como propia la amenaza y la violencia dirigidas contra sus conciudadanos. Por cierto, durante muchos años una muy escasa porción.
Ahora, con la misma dignidad con la que ha desarrollado toda su actividad a lo largo de cinco lustros, prepara su mutis por el foro. El próximo sábado, en Bilbao, volveremos a encontrarnos.
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