"Vivimos un tiempo en el que la gente decente anda perpleja, y los canallas, envalentonados”. Con estas palabras comienza un libro que quiere ser, en palabras de su autor, una “caja de herramientas” para la subversión de una realidad que, de entrada, configura un “país de los perplejos” donde surgen preguntas muy evidentes que no tienen respuestas igualmente evidentes, y que al quedar suspendidas en el aire alimentan no sólo la perplejidad original, sino la desesperanza política: “¿cómo se explica que haya menos manifestantes que desempleados, menos estudiantes enfurecidos que alumnos expulsados por la subida de tasas y la bajada de becas? ¿Por qué manifestaciones inmensas como la del 15-M, las de la primavera árabe o las Ocupa Wall Street terminaron regresando a los lugares de donde salíamos?”.
Monedero pone la Ciencia Política –“Objetividad, toda. Neutralidad, ninguna”- al servicio de una ciudadanía perpleja pero decente, confundida pero inquieta, cuando menos, o indignada, cuando más, por la fisonomía –plana, gris, fea, indecente- que la sociedad ha ido adquiriendo (o reforzando) en estos últimos años. Y así, va repasando y repensando elementos esenciales de la política democrática (desde la concepción del individuo social, egoísta o cooperativo, hasta la propia idea de democracia, pasando por el Estado, los partidos o los movimientos sociales) con el fin de dotar a las y los lectores de herramientas analíticas y práxicas que contribuyan a liberar la energía ciudadana necesaria para transformar la actual fragmentación en voluntad política de transformación.
En este sentido, resulta especialmente sugerente su propuesta de encontrar espacios y formas de articulación entre las que denomina “tres fuentes de la emancipación”: la reforma, la revolución y la rebeldía. Aunque en muchas ocasiones anden por caminos separados, aunque a veces se enfaden y se enfrenten, habrá de buscar más la manera de encontrarse que de encontronarse, pues las tres hacen su aportación específica a la tarea común de hacer avanzar la causa de la emancipación. Para ello, cada una de estas tres fuentes habrá de preocuparse más por gestionar sus propias limitaciones que por señalar las limitaciones de sus hermanas(tras), limitaciones que Monedero formula así:
- “El mero reformismo sin horizonte transformador deviene en simple gestión presentista que refuerza lo existente”.
- “La actitud estrictamente revolucionaria, con su programa de máximos, no otorga respuesta reales para lo existente (suele caer en el sectarismo), al tiempo que niega el valor de lo ya alcanzado. Es siempre más real en el discurso que en la práctica; la realidad reclama plazos más demorados para las transformaciones”.
- “La rebeldía tendrá también que solventar el problema de la falta de estructuras y de liderazgos […]. Si reforma y revolución deben aprender a mirar hacia delante, las formaciones rebeldes deberán aprender a conjugar su diferencia con la necesidad de puntos de encuentro, a localizar articulaciones que terminen con su cacofonía sin eliminar su identidad diferenciada, que solventen su miopía ante las estructuras y su facilidad para desaparecer cuando desaparece el impulso”.
El libro que ahora reseñamos tiene un “hermano mayor”, un libro anterior, de carácter y de factura más académica, titulado El gobierno de las palabras, publicado en 2009 por Fondo de Cultura Económica, en el que ya se abordan la mayoría de las cuestiones objeto de este Curso urgente de política para gente decente, que en ocasiones no hace sino repetir lo ya dicho entonces. Aquel libro anterior, pródigo en citas y referencias, explica la aparente sencillez expositiva del Curso urgente. Sencillez expositiva que, siendo en sí misma un valor, se apoya sobre un hercúleo esfuerzo analítico al servicio de la emancipación.
[Esta reseña ha sido publicada originalmente en el último número de la revista GALDE. Consulta sus contenidos y si te gusta y puedes, suscríbete].