Dónde aterrizar
Traducción de Pablo Cuartas
Taurus, Barcelona 2019
Traducción de Pablo Cuartas
Taurus, Barcelona 2019
Todo parece indicar que una buena parte de las clases dirigentes (lo que hoy se llama, de forma muy imprecisa, las «élites») ha llegado a la conclusión de que ya no hay suficiente espacio en la tierra para ellas y para el resto de sus habitantes. Por consiguiente, las élites han terminado por considerar inútil la idea de que la historia se dirige a un horizonte común donde «todos los hombres» podremos prosperar de igual manera. Desde los años ochenta, las clases dirigentes ya no pretenden dirigir, sino ponerse a salvo fuera del mundo.
Considera Latour que la irrupción de Trump, cual elefante en cacharrería, en el centro de mando de la mayor potencia mundial, nos obliga a mirar sin autoengaños lo que significa habitar en un «nuevo régimen climático» cuya consecuencia más radical es el agotamiento tanto del proyecto globalista como de su antagonista, el retorno al Estado-nación.
Cuando en vísperas de asistir a la Cumbre de Río de 1992 Bush padre quiso tranquilizar a la sociedad estadounidense diciendo «¡Nuestro modo de vida no es negociable!», casi pasó desapercibido. Cuando Trump se retiró del acuerdo de París sobre el clima el 1 de junio de 2017, quedó patente la falacia criminal del aislacionismo nacional, aunque esa nación sea EE.UU., cuando nos enfrentamos a la emergencia climática.
"Para dar seguridad -señala Latour- habría que realizar dos movimientos complementarios que la modernización había vuelto contradictorios; por una parte, aferrarse a un suelo; por otra, mundializarse". Combatir la mundialización modernizadora que arrambla con hábitats y culturas locales, que solo aspira a "trocar la provincia de cada cual por otra -Wall Street, Pekín o Bruselas- aún más estrecha y, sobre todo, infinitamente alejada y por lo tanto indiferente a los intereses locales". Rechazar, también, la tentación del cierre tras unas fronteras ilusorias: "¿Qué puede haber más irreal que la Polonia de Kaczynski, la Francia del Frente Nacional, la Italia de la Liga del Norte, la Gran Bretaña replegada del Brexit o la América grande de nuevo del Gran Tramposo?".
En las condiciones del nuevo régimen climático el planeta se muestra demasiado limitado para el proyecto globalista y demasiado grande y complejo para poder organizarse a partir de las fronteras estrechas de cualquier localidad. Entre lo Global y lo Local surge "lo Terrestre como nuevo actor político". Y su expresión social y política, la ecología, que "no es el nombre de un partido, ni siquiera el de un tipo de preocupación, sino el de una llamada a cambiar de dirección: significa encaminarse hacia lo Terrestre".
Entre los polos igualmente imposibles de lo Global -"lo que brilla, libera, entusiasma, lo que emancipa y tiene apariencia de eterna juventud"- y de lo Local -"lo que alivia, tranquiliza y aporta identidad"- lo Terrestre apunta a una apertura que no desarraigue, a un arraigo que no limite ni excluya:
Latour finaliza su reflexión reivindicando Europa como el lugar donde quiere "tomar tierra":
Si la primera Europa Unida se hizo por abajo -el carbón, el hierro y el acero-, la segunda se hará también por abajo, la humilde materia de un suelo un poco duradero. Si la primera Europa Unida se hizo para dar una casa común a los millones de personas desplazadas, como se decía al final de la última guerra, entonces la segunda se hará también por y para las personas desplazadas de hoy. Europa no tiene sentido si no vuelve sobre los abismos abiertos por la modernización. Este es el mejor sentido que puede dársele a la idea de modernización reflexiva.
Un libro para leer con atención y para dialogar. Un libro muy apropiado para la nueva generación que, consciente de habitar en el nuevo régimen climático, combate contra la emergencia climática enarbolando la bandera de lo Terrestre.