En julio de 2012 Hans Kristian Rausing, nieto del empresario sueco Ruben Rausing, creador del Tetra Brik, y miembro de una de las familias más ricas del Reino Unido (donde los y las Rausing llevaban décadas viviendo), fue detenido y acusado de haber provocado la muerte de su mujer, Eva Louise Kemeny. Hans y Eva se habían casado en 1992, acto que Sigrid Rausing, hermana de Hans, considera "la culminación de varios años de rehabilitación".
Todo empezó cuando Hans, que por entonces tenía dieciocho o diecinueve años, viajó a la India a principios de los años ochenta, donde tuvo su primer contacto con la heroína. Eva y Hans se conocieron en un centro de desintoxicación pero ese oscuro pasado parecía definitivamente superado y para 1999 tenían tres hijos. Pero al año siguiente sufrieron una recaída que prolongó la pesadilla durante doce años. Fue el año 2000, aquel en el que el mundo esperaba aterrado el colapso informático anunciado por todo tipo de Nostradamus tecnológicos:
"Hans y Eva fueron a una fiesta y bebieron una copa de champán para celebrarlo. O quizá fueron varias copas por primera vez (o tal vez no fuera por primera vez) desde su recuperación. Las funciones de fecha no fallaron y los aviones no se cayeron del cielo, pero aquella noche nuestro mundo se quebró por culpa de esas copas de champán".
Durante los años siguientes la familia Rausing tuvo que asistir al doloroso proceso de deterioro de las vidas de Eva y Hans, un auténtico maelstrom que iba atrayendo a la pareja hacia un vórtice catastrófico; y con ella a todo su entorno familiar, incapaz de encontrar la manera de actuar para intentar evitar la crónica de una autodestrucción anunciada:
"¿Y quién puede ayudar a las familias, tan implicadas en la autodestrucción del toxicómano? ¿Quién puede ayudar cuando, en la mente de este, la misma noción de 'ayuda' se convierte en sinónimo de ejercicio de poder; de estado policial constituido por la familia; de fin de la libertad?".
El 9 de julio de 2012 la policía detuvo a Hans cuando conducía de manera errática por las calles de Londres. Había consumido drogas, probablemente crack, y en el coche encontraron heroína y cannabis. Cuando procedieron a registrar su domicilio encontraron el cadáver de Eva, tapada por ropas, mantas y muebles. Fallecida de un ataque al corazón, probablemente por una sobredosis de crack y heroína, Hans había estado conviviendo con el cadáver de sus esposa durante dos meses.
Una historia desgarradora que Sigrid Rausing afronta como un ejercicio de memoria, introspección y terapia. Literariamente poderoso, autobiográfico a la vez que con capacidad para elevarse sobre la peripecia particular de la familia Rausing para acercarnos a un drama universal.