Pequeño elogio de la fuga del mundo
Traducción de Ana Nuño
Alfabeto, 2019
"Huir del mundo no es sino otra forma de iniciarse en el verdadero".
Petrarca, Rousseau, Tolstoi, Flaubert, Gauguin, Charles Benesteau, Simenon, Le Clézio, Christopher McCandless y Pascal Quignard. Filósofos y poetas, novelistas, pintores, un personaje de novela, un joven atraído por la naturaleza salvaje... ¿Qué tienen en común? Lo primero y más evidente, que todos son varones. No hay una sola mujer en este libro. ¿Acaso porque ninguna mujer puede relacionarse con esta aspiración a la fuga del mundo? En absoluto.
Recordemos a la sensible y profunda Emily Dickinson, una mujer inteligente, rebelde y culta, consagrada plenamente a la poesía en su encierro voluntario en su casa con jardín en Amherst, Massachusetts. O leamos la biografía Carmen Laforet. Una mujer en fuga, de Anna Caballé e Israel Rolón-Barada (RBA, 2010), libro en el que investigan la desaparición de la esfera pública e intelectual de su época de la ganadora del Premio Nadal en 1945 con su novela Nada. O pensemos en cualquiera de las muchas mujeres viajeras y exploradoras que a lo largo de los tiempos han recorrido el mundo, negando en la práctica aquella solemne patochada pronunciada por Lord Curzon, Virrey de la India y miembro destacado de la Royal Geographical Society: “Su sexo y su entendimiento las hacen ineptas para la exploración y este tipo de trotamundos femeninos es uno de los mayores horrores de este fin de siglo XIX”. También se puede rastrear esta relación en la publicación Donne in fuga – Mujeres en fuga, editada por Monica Giachino y Adriana Mancini (Edizioni Ca’ Foscari, 2018), en la que se recogen, como se indica en el prefacio, "ensayos y artículos en torno a la condición femenina cuando se halla interpelada, convocada, lanzada por la fuga, por ese arduo desplazamiento de la voluntad que deja ver a las claras un poder en movimiento, una energía nómada que las mujeres han sabido practicar a lo largo de la historia".
Pero los diez casos de fuga del mundo escogidos por Oudghiri son varones. Qué se le va a hacer...
El libro que comentamos es una reivindicación de la huida, pero no como decisión meramente individual, como proyecto personal, como expresión de la decadencia del compromiso colectivo, sino, al contrario, como una forma de compromiso: "Quien huye se compromete con una acción que transforma el orden de las cosas, empezando por su propia vida. Se busca abandonar un marco determinado, sea el que sea, para hallar o reconstruir otro más apropiado".
Cada caso escogido encarna una forma distinta de esta huida paradójica: Petrarca huye de un falso mundo para acceder al "mundo verdadero"; Rousseau lo hace para poder meditar y escribir, como Flaubert; Tolstoi para dejar radicalmente atrás su vida acomodada; Gauguin para sacudirse de encima la civilización; Benesteau para vivir en la mayor simplicidad, como el joven McCandless, cuya historia se reconstruye en el libro Hacia rutas salvajes y en la película homónima...
Oudghiri encuentra un hilo conductor entre todas ellas: se trata de huidas que acaban conduciendo de vuelta al mundo, de fugas que componen una apertura: "lo que importa es que algo se abra con la huida, que gracias a ella sea posible cruzar un umbral, pasar al otro lado".
Una interesante perspectiva sobre la huida, esa tentación tan recurrente como extendida.