sábado, 11 de enero de 2020

Pequeño elogio de la fuga del mundo

Rémy Oudghiri
Pequeño elogio de la fuga del mundo
Traducción de Ana Nuño
Alfabeto, 2019

"Huir del mundo no es sino otra forma de iniciarse en el verdadero".

Petrarca, Rousseau, Tolstoi, Flaubert, Gauguin, Charles Benesteau, Simenon, Le Clézio, Christopher McCandless y Pascal Quignard. Filósofos y poetas, novelistas, pintores, un personaje de novela, un joven atraído por la naturaleza salvaje... ¿Qué tienen en común? Lo primero y más evidente, que todos son varones. No hay una sola mujer en este libro. ¿Acaso porque ninguna mujer puede relacionarse con esta aspiración a la fuga del mundo? En absoluto.

Recordemos a la sensible y profunda Emily Dickinson, una mujer inteligente, rebelde y culta, consagrada plenamente a la poesía en su encierro voluntario en su casa con jardín en Amherst, Massachusetts. O leamos la biografía Carmen Laforet. Una mujer en fuga, de Anna Caballé e Israel Rolón-Barada (RBA, 2010), libro en el que investigan la desaparición de la esfera pública e intelectual de su época de la ganadora del Premio Nadal en 1945 con su novela Nada. O pensemos en cualquiera de las muchas mujeres viajeras y exploradoras que a lo largo de los tiempos han recorrido el mundo, negando en la práctica aquella solemne patochada pronunciada por Lord Curzon, Virrey de la India y miembro destacado de la Royal Geographical Society: “Su sexo y su entendimiento las hacen ineptas para la exploración y este tipo de trotamundos femeninos es uno de los mayores horrores de este fin de siglo XIX”. También se puede rastrear esta relación en la publicación Donne in fuga – Mujeres en fuga, editada por Monica Giachino y Adriana Mancini (Edizioni Ca’ Foscari, 2018), en la que se recogen, como se indica en el prefacio, "ensayos y artículos en torno a la condición femenina cuando se halla interpelada, convocada, lanzada por la fuga, por ese arduo desplazamiento de la voluntad que deja ver a las claras un poder en movimiento, una energía nómada que las mujeres han sabido practicar a lo largo de la historia".

Pero los diez casos de fuga del mundo escogidos por Oudghiri son varones. Qué se le va a hacer...

El libro que comentamos es una reivindicación de la huida, pero no como decisión meramente individual, como proyecto personal, como expresión de la decadencia del compromiso colectivo, sino, al contrario, como una forma de compromiso: "Quien huye se compromete con una acción que transforma el orden de las cosas, empezando por su propia vida. Se busca abandonar un marco determinado, sea el que sea, para hallar o reconstruir otro más apropiado".

Cada caso escogido encarna una forma distinta de esta huida paradójica: Petrarca huye de un falso mundo para acceder al "mundo verdadero"; Rousseau lo hace para poder meditar y escribir, como Flaubert; Tolstoi para dejar radicalmente atrás su vida acomodada; Gauguin para sacudirse de encima la civilización; Benesteau para vivir en la mayor simplicidad, como el joven McCandless, cuya historia se reconstruye en el libro Hacia rutas salvajes y en la película homónima...

Oudghiri encuentra un hilo conductor entre todas ellas: se trata de huidas que acaban conduciendo de vuelta al mundo, de fugas que componen una apertura: "lo que importa es que algo se abra con la huida, que gracias a ella sea posible cruzar un umbral, pasar al otro lado".

Una interesante perspectiva sobre la huida, esa tentación tan recurrente como extendida.

viernes, 10 de enero de 2020

El hombre que vive solo en las montañas

David Budbill
El Hombre que Vive Solo en las Montañas
Traducción de Paz Pruneda
La Esfera de las Libros, 2019

"Oh, ya sé, la gente dirá que aquí no hay voluntad, nada de lucha o resistencia, ni tampoco nada consciente. Dirán que solo es instinto. Dirán que Ala Rota simplemente seguía de forma inconsciente sus instintos, que en realidad ni sabía ni decidió pelear, luchar, resistir. ¿Qué más da? ¡Que lo llamen como quieran! Aún así hizo lo que hizo por cualquiera que fuera la razón o el instinto que le llevó a hacerlo. Sé que no puedo leer la mente de un pájaro, y también  que todo el mundo piensa que estas llamadas criaturas inferiores son inconscientes, pero no estoy tan seguro. Conviví con ese pájaro día sí y día también, compartí su lucha por vivir, durante todos esos meses, cada día, y lo único que puedo decirte es esto: podría jurar que vi en sus ojos, en su cuerpo y en su vida, una consciencia -y quiero decir consciencia en la forma en que tú o yo estaríamos conscientes- una lucha consciente para continuar vivo, por sobrevivir, seguir adelante y vivir".


A su muerte, el 25 de septiembre de 2016, David Budbill fue descrito en el obituario que le dedicó The New York Times como "un Thoreau contemporáneo con una pizca de Walt Whitman y Carl Sandburg [que] celebró los placeres simples y la gente común". También se le definía como "un poeta del pueblo, tan accesible como un estacionamiento y tan simple como un par de Levis [...] cuyo trabajo posterior adquirió un matiz místico, oriental, influenciado por el budismo y los sabios chinos".

Se trata de una caracterización póstuma que define a la perfeción la forma y el fondo de este libro publicado originalmente en 2016, el mismo año del fallecimiento de su autor, que no llego a verlo publicado.

Un hombre habita en una pequeña cabaña en una remota región montañosa de inviernos rigurosos. Rodeado de naturaleza salvaje, los pájaros son sus más queridos compañeros: carboneros, petirrojos, cardelinas, camachuelos, pinzones, trepadores, zorzales, pájaros carpinteros, jilgueros, estorninos, reyezuelos... A todos alimenta disponiendo comederos en los árboles del entorno.

Un día aparece un pájaro de una especie desconocida cuya ala derecha parecía atrofiada, lo que le impedía volar con normalidad. Tras consultar sus guías de aves, el protagonista encontrará que se trata de un ejemplar de tordo canadiense, al que llamará Ala Rota.

A la vez que asiste a la lucha de Ala Rota por sobrevivir, el protagonista va enhebrando reflexiones sobre la voluntad de existir, la amistad, la compasión, la soledad, la relación con la naturaleza, la simplicidad...

El resultado es un libro que, como señalaba al principio, contiene toques de espiritualidad o de filosofía oriental, poético, reflexivo, en la línea de obras como El principito de Saint-Exupéry o Juan Salvador Gaviota de Richard Bach. Un libro que se lee a gusto, siempre que nos dejemos empapar por su atmósfera y no seamos demasiado exigentes con algunos momentos excesivamente "blanditos". Pero la realidad ya es lo suficientemente brutal y a veces se agradece la oportunidad de abandonarnos a una lectura que alguien puede tachar de "buenista", pero que yo prefiero reivindicar como humanizadora. Porque, como dice un verso de David Budbill, citado por su hija en una nota introductoria al libro:

"Dado que siempre tendremos un mundo de dolor, debemos tener siempre una canción".


martes, 7 de enero de 2020

PERFIDIA, de James Ellroy

James Ellroy
Perfidia
Traducción de Carlos Milla Soler
Penguin Random House, 2019 (3ª reimpresión)

"Hace diecisiete días no conocía a Scotty. No conocía a William Parker, ni a Hideo Ashida, ni a Claire De Haven. No me había alistado en un pogromo político ni había maniobrado a diez niveles distintos de lealtad y traición. No había chantajeado a un destacado cargo público, ni había luchado por salvar la vida valiéndome de un pincho carcelario. La guerra me trajo todo eso. Llegó a mí en la forma de un hombre que había malinterpretado la guerra con sus  propias acciones autónomas y declaraciones de intenciones. No me consuela en absoluto saber que el capitán William H. Parker fue igual de temerario y necio que yo" (pp. 683-684).


No es lectura sencilla. Ellroy escribe como quien golpea, con frases cortas, contundentes. Mezclando tramas y subtramas, combinando ficción y realidad, construyendo historias corales, con decenas de personajes, entre los que destacan las actrices y actores de la época dorada de Hollywood, casi siempre en situaciones, digamoslo así, poco virtuosas: Rita Hayworth, Clark Gable, Ginger Rogers, Boris Karloff, Carole Lombard, Bob Hope, Gary Grant, Bette Davis, pero también Frank Capra, George Gershwin, Kurt Weil, Bertold Brecht o Leonard Bernstein. Como advierte una de las principales protagonistas al final del libro: "Aquello era Los Ángeles. Todo el mundo conocía a alguien importante, y esencialmente en un contexto ilícito".

La historia transcurre en Los Ángeles (con alguna incusión en México) entre los días 5 y 29 de diciembre de 1941. Pearl Harbour ha sido bombardeado y Estados Unidos se inflama con espíritu nacionalista y fobia anti-japonesa. Las ciudadanas y los ciudadanos de ascendencia nipona son considerados una potencial amenza interior (quintacolumnistas) y se organizan redadas masivas e internamientos en prisiones y campos de detención. Una familia nipona completa aparece bárbaramente asesinada en circunstancias extrañas. En el río revuelto del ambiente pre-bélico hay quienes diseñan un negocio redondo: sacar dinero tanto del internamiento de las y los japo-americanos como de sus negocios y tierras de cultivo mientras dure su internamiento:

"Lo que propongo es, en esencia, un engranaje aislado dentro del engranaje aislado dentro del engranaje mayor del plan de internamiento concebido por el gobierno federal con motivo de la guerra. Según este plan, hay que alojar a centenares  de miles de japoneses sospechosos en enormes centros distribuidos por los territorios de California y Arizona, y al norte hasta Wyoming y Montana. Mi propuesta nos permite seleccionar a los reclusos, alojarlos aquí mismo en Los Ángeles y asegurarnos de que los beneficios generados se quedan en la zona, para impulsar así la economía local vinculada específicamente con la guerra y la posguerra. Cuando digo 'seleccionar' , me refiero a una aplicación juiciosa de la eugenesia o ciencia racial. Los japoneses son un pueblo con talento, un pueblo trabajador y un pueblo dócil. Nos sería útil mantener a cierta cantidad aqui, a mano. No olvidemos que también ellos se beneficiarán del auge económico de la posguerra en cuanto queden en libertad".

Corrupción política y policial, racismo y militarismo, crimen y negocio, pasiones y violencia. Un investigador forense japo-americano, Hideo Ashida, empeñado en mantener la razón y la virtud en un mundo patas arriba. Una mujer, Kay Lake, fuerte, compleja y ambigua, cuyas peripecias nos ofrecen algunos de los mejores momentos del libro. Decenas de personajes, muchos de los cuales han aparecido en novelas anteriores de Ellroy, concretamente en las que componen el denominado "Cuarteto de Los Ángeles" -La Dalia Negra, El gran desierto, Los Ángeles Confidencial y Jazz Blanco-, en mi opinión las mejores páginas de Ellroy, y de las que Perfidia funciona a modo de precuela.

No es lectura sencilla, en absoluto: exige concentración. No es casualidad que, como en otras novelas de Ellroy, al final del libro se ofrezca una relación de personajes para no perdernos demasiado. Como no es casualidad que el autor haya considerado la necesidad de incorporar 8 páginas en las que unn personaje clave explica la trama. Pero si te dejas atrapar por su ritmo sincopado, por sus personajes ambiguos, por su argumento endemoniado, las casi 770 páginas de este libro te reportarán horas de disfrute.

lunes, 6 de enero de 2020

Regalo de Reyes

Un gran regalo de Reyes: paseo mañanero por las cumbres del Ganekogorta (999 m), Arrabatxo (984 m), Pagero (963 m) y Gallarraga (901 m). Con un día esplendoroso. Sensación plenamente montañera al lado mismo de Bilbao. Lo tengo repe, pero no me importa.


 
 
 
 
 
 
 
 
 
  Cresterío desde Ganeko a Biderdi.
 
 
 Aguilatos (667 m).
Desde la cumbre de Ganeko, Arrabatxo (izda.) y Pagero (dcha.)
 
 Arrabatxo.

 
 
 Ganeko desde Arrabatxo.
 Gallarraga y Pagero desde Arrabatxo.

 
 Pagero.
 
 
 Ganeko (ida.) y Arrabatxo (dcha.) desde Pagero.
 
 Gallarraga desde Pagero.
Collado de Pagero Landa (797 m.).
 
 
 
 
 
 Gallarraga.
 
 Ganeko, Arrabatxo y Pagero, desde Gallarraga.
 Regreso volviendo al collado collado de Pagero Landa, pero antes de llegar a la cima del Pagerotomo una de las sendas que surgen por la izquierda y lo bordean hasta llevarme a la pista que sube desde Zamaia, por la que he venido a la mañana.
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 Gongeda (666 m).
 Zamaia (616 m).
 
 Asoma el Gallarraga.
 
El Ganekogorta desde Alonsotegi.