Colum McCann
Que el vasto mundo siga girando
Traducción de Jordi Fibla
RBA, 2010
"Cruzamos el Bronx, pasamos ante tiendas cerradas y perros en los umbrales. Campos de cascotes. Tuberías de acero retorcidas. Muros de ladrillo rotos. Cruzamos vías de ferrocarril y oscuros pasos subterráneos, en la noche punteada de fogatas. Algunas personas se movían pesadamente entre los cubos de basura y los montones de desechos. Claire se reclinó en el asiento.
- Nueva York -dijo, y exhaló un suspiró. Toda esta gente... ¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que nos hace seguir adelante?
Las dos sonreímos. Una ancha sonrisa compartida, porque cada una sabía algo de la otra: que ahora seríamos amigas, que poco era lo que podría impedírnoslo, que avanzábamos juntas por aquel camino".
El 7 de agosto de 1974 el funambulista francés Philipp Petit se paseó durante 45 minutos sobre un cable tendido entre las Torres Gemelas del World Trade Center de Nueva York, a más de 400 metros de altura sobre las aceras de Manhattan. Sin arnés de seguridad, ayudado tan solo por una pértiga de 8 metros y 25 kilos que le servía de contrapeso. El documental Man on Wire (James Marsh, 2008) y la película The Walk (Robert Zemeckis, 2015) nos permiten compartir la genial, hermosa pero aterradora experiencia.
Nueva York era una ciudad que en aquellos años combinaba el glamour wharholiano de clubs como Studio 54 con la violencia de las bandas, el crack y la miseria de un Bronx convertido en un escenario post-bélico de edificios incendiados y solares arrasados. Durante 45 minutos, decenas de miles de personas detuvieron su actividad cotidiana y alzaron asombradas la mirada hacia lo alto para observar, asombradas, el paseo acrobático de Petit.
La novela de McCann se inicia cuando Philippe Petit se dispone a iniciar su increible aventura:
"Al principio algunos pensaron que se trataba de un fenómeno luminoso, una forma casual debida a la manera en que caían las sombras. Otros imaginaron que era la perfecta broma de la ciudad; detenidos y señalando hacia arriba, los transeúntes se congregaban, alzaban las cabezas, asentían, afirmaban, todos miraban arriba [...]. Él se encontraba en el borde mismo del edificio. Su silueta oscura. chocaba contra el gris de la mañana. Tal vez era un limpiador de ventanas. O un trabajador de la construcción. O alguien que iba a lanzarse al vacío. Allí arriba, a ciento diez pisos de altura, completamente inmóvil, un juguete oscuro contra el cielo nublado".
El prodigioso paseo va pautando el desarrollo del libro. Su preparación y desarrollo, su noticia o su recuerdo, salpimentan una historia compuesta de historias entrecruzadas. Empezando por la de Corrigan, nacido en Dublín, atraído desde muy joven por las personas y los ambientes más empobrecidos, estudiante de teología con los jesuítas, que ejerce como monje heterodoxo seguidor de la Teología de la Liberación en el Bronx:
"Corrigan me dijo una vez que Cristo era muy fácil de entender. Iba adonde tenía que ir. Estaba donde le necesitaban. Llevaba poco o nada consigo, unas sandalias, un trozo de camisa, unos pocos objetos para mantener a raya la soledad. Jamás rechazaba el mundo. De haber hecho tal cosa, habría rechazado el misterio. Y si rechazara el misterio, rechazaría la fe. Lo que Corrigan quería era un Dios plenamente creíble, como sólo se puede encontrar en la mugre de lo cotidiano".
Tirando de Corrigan aparece su hermano mayor, Ciaran, que viaja a Estados Unidos tras la muerte de sus padres y se aloja con él en el Bronx. Y las mujeres que en esa zona ejercen la prostitución, que encuentran siempre abierta la casa de Corrigan para poder descansar, asearse o tomarse una bebida caliente. Dos de ellas adquieren un protagonismo especial: la cuarentona Tillie y su joven hija, Jazzlyn, madre a su vez de dos criaturas. Y Adelita, inmigrante, viuda y madre de un niño y una niña, trabajadora en un hogar para personas ancianas, que mantendrá una hermosa aunque breve historia de amor con Corrigan.
Y está la joven y descentrada pareja formada por Lara y Blaine, que se verá implicada en un accidente de tráfico al chocar con el coche en el que viajan Corrigan y Jazzlyn.
También está Claire, habitante de un lujoso apartamento junto a Central Park, casada con un juez que juzgará a Tillie y a Jazzlyn; que comparte con Janet, Marcia, Jacqueline y Gloria (sobre todo con Gloria, vecina del Bronx) la dramática condición de madres de hijos fallecidos en Vietnam. La misma Gloria que acabará relacionada con los hijos de Jazzlyn y que servirá de mediación para que la hija, Jaslyn, cierre la historia en 2006 en la residencia de una anciana Claire.
En conjunto, una hermosa historia de historias, un patchwork de vivencias, un entrecruzamiento de vidas zarandeadas como un funambulista en su cable a merced del viento.
"Avanzamos tambaleándonos, piensa Jaslyn, traemos un poco de ruido al silencio, encontramos en otros la continuación de nosotros mismos. Casi es suficiente".
Tal vez todas y todos seamos como ese funambulista. Caminando nuestras vidas en la incertidumbre, arrostrando riesgos de los que no siempre somos conscientes, amenazados por la caída que nos estampe contra el suelo. Buscando equilibrios siempre precarios. Equilibrios que, cuando los hallamos, vienen de la mano de otras personas tan frágiles como nosotras.