viernes, 22 de junio de 2018

Premeditación, disposición, reiteración


Premeditación. “Quillo, en verdad follarnos a una buena gorda entre los cinco en San Fermín sería apoteósico. Prefiero follarnos a una gorda entre cinco que a un pepino de tía ya solo”. Iban a lo que iban. No fue un calentón, ni un de repente, ni una “provocación”. No se buscaba seducir, compartir. Se trataba de follar, no de ser follado; de hacerlo de la manera más cutre, en el lugar más inhóspito. Igual se podían haber hecho unas pajillas, como propone Torrente (¡cuánto se le parecen!), pero no era una cuestión de satisfacción sexual, sino de violación. De violación (“tener acceso carnal con alguien en contra de su voluntad”), sí, aunque no dijeran esa palabra. Se trataba de violentar la voluntad de una mujer cualquiera. Para exhibirse. Para compartir (la manada son muchos más que los cinco depredadores, también hay carroñeros que obtienen satisfacción de la exposición de su presa). Tras consumar la agresión la abandonaron desnuda, la despojaron de su móvil. Y luego, a disfrutarlo.

Disposición. “Cuando está así con una tía o algo que él ve que tiene posibilidades de follar, se pone súper salido ¿eh? Y súper asqueroso el cabrón. Es como un enfermo. Se le cambia hasta la cara, los ojos así todos abiertos. Parece que está viendo un expositor de pollos asados”. ¿Y los demás? ¿Y los que le acompañaban? Súper salidos, súper asquerosos, como enfermos… Todos ellos en perfecto estado de revista cuando de follar se trata. Al fin y al cabo, dos son militares, y saben de lo importante que es el entrenamiento, la preparación, la disposición.

Reiteración. Me cuesta creer que fuera la primera vez: algo apuntaban sus colegas: “Cuando está así con una tía…”. Si fue la primera vez, no iba a ser la última: premeditación y disposición más que demostradas, si la agresión les hubiera salido “bien”, ¿por qué no volver a repetirla? Máxime si tenemos en cuenta que la víctima no tenía nombre y apellidos, ni rasgos físicos particulares. Era sólo “una buena gorda”. Cualquiera. Y las hay a miles. En los ya próximos sanfermines o en cualquier pueblo que celebre sus fiestas de verano.

Por favor, no me contéis más veces lo de la presunción de inocencia y lo de que es normal aplicar la libertad provisional cuando una sentencia está recurrida.

domingo, 17 de junio de 2018

Tres novelas

EL BANQUETE DE LAS BARRICADAS
Pauline Dreyfus
Anagrama, 2018
Traducción de Javier Albiñana

El 22 de mayo de 1968, mientras la huelga general paraliza París y las manifestaciones callejeras dibujan un escenario pre-revolucionario, un extravagante grupo humano recala en el señorial Hotel Meurice, donde se va a celebrar el banquete protocolario con motivo de la entrega del premio literario Roger-Nimier. Las habitaciones que hospedaron en otros tiempos al rey Alfonso XIII, al sultán de Zanzibar, al príncipe de Grecia o al maharajá de Kapurtala, el mismo hotel donde se alojó el estado mayor nazi durante la ocupación, acoge ahora a la millonaria Florence Gould, mecenas del premio, a su amigo y también millonario J. Paul Getty, a Salvador Dalí, a Gala y a su ocelote, así como a varios escritores ya añejos y con un pasado sospechosamente colaboracionista. Por cierto, el galardonado es Patrick Modiano, por su primera novela, La Place de l'Étoile (publicada en castellano como El lugar de la estrella).
Pero, contagiados por el Mayo rebelde, el personal del Meurice ha decidido hacerse cargo de la gestión del hotel, destituyendo al director, que deambula por las estancias del hotel como alma en pena. Para demostrar que la autogestión funciona, deciden seguir adelante con el banquete: "A nadie se le había ocurrido que la autogestión lo convirtiera a uno tanto en prisionero como en persona libre". Y así, mientras en las calles se alzan barricadas y la policía reprime las manifestaciones, en el hotel se va desarrollando una historia en la que los últimos días de la ocupación nazi se entremezclan con la revuelta de Mayo, y la anécdota del Meurice condensa lo que en 1968 vivía la sociedad francesa.
En varias ocasiones a lo largo del libro, a modo de estribillo, se hace referencia a las fiestas de locos medievales, ese día en el que el orden de las cosas se invierte y "cada cual se endosa la ropa de otro e interpreta un papel". Eso sí, al día siguiente "cada cual vuelve a ocupar su puesto, como liberado de las quimeras por ese paréntesis festivo". Bien pudiera ser la tesis de este libro, por otra parte sumamente entretenido.

UN DOMINGO EN EL CAMPO
Pierre Bost
Errata naturae, 2018
Traducción de Regina López Muñoz

El septuagenario señor Ladmiral, pintor antaño reconocido, tras enviudar vive en una casa de campo no muy lejos de París. Como cada domingo, espera la visita de su hijo Gonzague, acompañado de su esposa y sus dos vástagos. Durante la comida y a lo largo de la tarde irán aflorando tensiones familiares; nada particularmente grave, pequeños agravios y malentendidos, expectativas frustradas... Hasta que, inesperadamente, aparece Irène, la hermana de Gonzague y favorita de Ladmiral...
Una historia cotidiana, pausada, delicada: impresionista, ciertamente, como la pintura que aparece en la portada.

HÉROES DE LA FRONTERA
Dave Eggers
Penguin Random House, 2017
Traducción de Cruz Rodríguez Juiz

Una madre cuarentona, separada de un marido infantiloide e inútil, alquila una vieja autocaravana y para viajar con sus dos hijos hasta Alaska. En una aventura que tiene tanto de huida como de búsqueda, se reencontrará consigo misma y con sus hijos, y se enfrentará a situaciones complicadas en las que no faltarán encuentros sorprendentes con personas ambiguas, pero esencialmente decentes.
"Josie se permitió un momento de duda. Cabía la posibilidad, admitió, de que no debieran haber viajada nunca a aquel estado en llamas. Pero la duda no duró. En cambio, en ese instante, Josie pensó que acertaba en todo.
En que podemos marcharnos.
En que tenemos derecho a marcharnos.
En que a menudo debemos marcharnos.
En que sólo marchándose sus hijos y ella lograrían acercarse a lo sublime, que sin movimiento no hay lucha y sin lucha no hay propósito, y que sin propósito no hay nada de nada. Quería decirles a todas las madres y a todos los padres: El movimiento tiene sentido".
Pero el final es sorprendentemente abierto...