Desconcierto
Traducción de Teresa Lanero
Alianza de Novelas, 2022
"Aly solía afirmar -ante mí, ante los legisladores, ante sus colegas y los seguidores de su blog, ante cualquiera que quisiera escuchar- que si un grupo de gente, reducido pero crítico, recuperaba el sentido del parentesco, la economía se convertiría en ecología. Que querríamos cosas diferentes. Que encontraríamos nuestro propósito en el mundo".
El clamor de los bosques me entusiasmó; Orfeo me desconcertó y, aun así, me confirmó en la impresión de que Richard Powers es un autor imprescindible. Su capacidad para emocionar transitando entre los mundos de la ciencia natural, la crítica sociopolítica y la ficción literaria, es inmensa. Aunque con una estructura narrativa más sencilla que en sus dos obras anteriores (menos personajes, menos acción, menos localizaciones) Desconcierto es una obra abrumadora por la profundidad de los temas que aborda.
Theo Byrne es un astrobiólogo que imparte clases en la Universidad de Winsconsin mientras investiga sobre la existencia de vida en otros planetas. Tras la muerte en un accidente de coche de su esposa Alyssa, activista en favor de los derechos de los animales, cuida de su hijo Robin, de nueve años, diagnosticado de Asperger, TOC y posible TDAH. Mientras Theo imagina posibles planetas con vida (Dvau, parecido en tantas cosas a la Tierra pero sin una luna que estabilice su giro; Falasha, sin sol, plantas ni fotosíntesis, pero con miríadas de crustáceos y gusanos poblando las fuentes hidrotermales de sus fondos oceánicos; Geminus, dividido en dos partes, una ardiente, la otra congelada, en el que extrañas criaturas aprendieron a habitar una estrecha banda templada entre el fuego y el hielo...), cada uno de los cuales es una prueba de la maravillosa improbabilidad de nuestra existencia en este planeta, un Robin hiper empático no puede desentenderse del destino de la Tierra: "¿Sabes que los corales del mundo estarán todos muertos dentro de seis años? [...] ¿Y qué vamos a hacer para remediarlo?".
Imposible no pensar en Greta Thunberg cuando miramos a Robin, aunque la propia Greta hace un cameo en el libro como Inga Alder, joven suiza de catorce años que protesta contra la inacción frente al cambio climático ("Es como yo, papá", dice Robin). Imposible no ver a Trump tras ese presidente tuitero, negacionista, y golpista. Imposible no verme a mí mismo, no vernos a todas, viviendo sin ver las maravillas que nos rodean, insensibles ante su destrucción:
"Había un planeta que no entendía dónde estaban todos. Murió de soledad. Eso sucedió miles de millones de veces en nuestra galaxia".
Una historia conmovedora sobre las conexiones (macro y micro) que, como un inmenso micelio neuroemocional, nos vinculan con nuestros seres más queridos, con la Humanidad y con el Cosmos. "Todo el mundo está dentro de todo el mundo", dice Robin. Debería estarlo, debería estarlo...