Océanos sin ley: Viajes a través de la última frontera salvaje
Traducción de Enrique Maldonado
Capitán Swing, 2020
"Pero también empezaba a entender que las agencias de contratación desempeñan un papel mucho más amplio en la industria pesquera mundial. No solo están ahí para ejercer de barrera entre las responsabilidades de las empresas y sus tripulaciones. Su objetivo es, además, contribuir a reforzar una determinada ilusión sobre la globalización. Las agencias de contratación -sobre todo las más turbias, con tendencia a reducir salarios y engañar a los trabajadores- ofrecen los medios que las compañías pesqueras necesitan para sostener una fantasía que los consumidores de todo el mundo quieren desesperadamente creer.
La fantasía es que se puede pescar de manera sostenible, legal y con trabajadores con contratos y sueldos aceptables, mandar a las estanterías del supermercado una lata de ciento cincuenta gramos de atún listado apenas unos días después de que el pez saliera del agua a miles de kilómetros de distancia y venderlo a dos dólares y medio. Precios tan bajos y niveles tan altos de eficiencia conllevan costes ocultos. Son las agencias de contratación las que ayudan a esconderlos".
Este libro es el fruto de cinco años de investigación en los que el autor ha acompañado y entrevistado a activistas contra la pesca furtiva, marineros que trabajan en condiciones de auténtica esclavitud, médicas que practican abortos en buques frente a las costas de países en los que la interrupción del embarazo está prohibida, recuperadores de barcos robados, organizaciones que luchan contra el tráfico de personas, guardas de seguridad que protegen los barcos del asalto de piratas... Todas estas personas, víctimas y victimarios, habitan un espacio distópico, sin leyes realmente aplicables, en los que la violencia y el beneficio privado son la norma dominante. El resultado es un libro que se lee como un texto de denuncia contra una globalización depredadora, pero también como un relato de aventuras.
Pero lo más destacable de todo es, en mi opinión, la forma en que Urbina vincula todo eso, que fundamentalmente ocurre en las grandes masas de agua del Sur global, con los modos de vida de los que disfrutamos en las sociedades del Norte. El autor critica que los humanos nos despreocupemos absolutamente de la forma en que el pescado llega a nuestras mesas, a diferencia de lo que (aunque sea timidamente) ha empezado a ocurrir con la carne: "Los peces son de sangre fría y no precisamente fáciles de abrazar. Los seres humanos siempre los han considerado de manera distinta al resto de animales". Porque los peces tambien sufren dolor aunque, como lamentaba Peter Singer, esto sea invosobilizado por el hecho de que no puedan gritar. Pero quienes los pescan -seres humanos, de sangre caliente y, estos sí, fáciles de abrazar- lo hacen, demasiadas veces, en un escenario de explotación, violencia y despilfarro ("más de la mitad de las capturas actuales en todo el planeta son arrojadas por la borda muertas o acaban molidas y compactadas para servir de alimento para cerdos, pollos y peces de acuicultura") que preferimos ignorar. Aunque quienes se aprovechen de esos océanos sin ley sean, también, empresas españolas.
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