Algunas lecturas recientes, para compartir. Empiezo con cuatro novelas, para terminar con tres ensayos.
La primera es Un filo de luz (Salamandra, 2015), la última de Montalbano. Cada vez más viejo, cada vez más frágil, cada vez más sabio, haber acompañado al comisario de Vigàta durante nada menos que 23 historias hace que las novelas firmadas por Camilleri sean menos "historias policíacas" y más prospecciones sobre la compleja naturaleza humana.. La vida sentimental de Montalbano ha estado a punto de dar un giro radical, y uno se alegraba de esa última ocasión para ser feliz representada por Marian, una mujer inteligente y hermosa. Al final, la compasión y el pasado sufrido en común se impondrán a la posibilidad de un futuro luminoso.
Continuamos con otra última novela, en este caso firmada por el escritor leonés Julio Llamazares: Distintas formas de mirar el agua (Alfaguara, 2015). Sorprendentemente, no hay rastro de este libro en la página de la editorial, como si las aguas de los pantanos que cubren tantos pueblos en León y en Palencia hubieran borrado también todo rastro digital del libro de Llamazares.
Dieciséis personas unidas por lazos familiares contemplan las aguas del pantano que anegó las tierras donde se ubicaba, entre otros, el pueblo de Ferreras, lugar de nacimiento de Domingo, de su mujer, Virginia, y de sus hijos más pequeños. Hasta esas aguas se ha acercado toda la familia para arrojar las cenizas del abuelo Domingo y así cumplir su última voluntad de acabar su existencia lo más cerca posible de la tierra, hoy sumergida, donde creció, Cada mirada es distinta: la de la viuda, la de las hijas e hijos, la del hermano, la de la nuera o la del yerno, la de los nietos. Todas juntas construyen un collage que, surgido en un pequeño rincón de la montaña, adquiere rasgos de drama universal.
La tercera novela está firmada por el estadounidense Denis Johnson, y se titula Sueños de trenes (Random House, 2015). Una historia que entronca con la tradición de Erskine Caldwell, Johm Steinbeck o Cormac McCarthy. Su protagonista, Robert Grainier, es un jornalero pobre y trabajador, golpeado durisimamente por la vida, que sin embargo continuará su existencia hasta bien pasados los 80 años ligado como si de un árbol se tratara a un reducido trozo de terreno situado en plena naturaleza salvaje.
Seguimos con los reencuentros: Camilleri, Llamazares y ahora John Connolly. No sé por qué, pero hay ciertos autores a los que sigo en todas y cada una de sus obras. La última de Connolly se titula El invierno del lobo ((Tusquets, 2015), y en ella encontraremos todo lo que esperamos de una de esas historias protagonizadas por el torturado investigador privado Charlie Parker: una historia que parece escrita al alimón por Raymond Chandler y por H.P. Lovecraft, donde el horror cósmico y la pesquisa detectivesca se mezclan con maestría. Y siempre, como marca de la casa, la extraordinaria capacidad de empatía y compasión del tándem Parker-Connolly:
- "Ser indigente es un trabajo a jornada completa. Ser pobre es un trabajo a jornada completa. Eso es lo que no entienden quienes echan en cara a las personas desfavorecidas que no salgan al mundo y busquen un empleo. Ya tienen un empleo, y ese empleo es la supervivencia".
- "A veces me pregunto cuánto hemos avanzado como sociedad en lo que ataña a las mujeres. Cada vez que enciendo la tele y oigo a un gilipollas con una americana de sport quejarse de las feministas, me entran ganas de pegarle fuego, y ya ni le cuento lo que pienso de esas taradas que un día se ven en lo alto del montón y rechazan el concepto mismo de feminismo, como si su éxito no se basara en la lucha de generaciones de mujeres. Las reto a pasar un día aquí en compañía de una mujer de cuarenta años cuyo marido lleva tanto tiempo quemándola con un cigarrillo que tiene que buscar un sitio donde aún le duela, o de una chica de diececinueve obligada a llevar pañal por lo que le hizo su padrastro, y que luego me digan que no son feministas".
Y pasamos ahora a los ensayos. El primero es Un velero bergantín (Visor, 2014), de Luis García Montero. Subtitulado como "Defensa de la literatura" y dedicado a los profesores de literatura y a los lectores, es una reivindicación de la literatura como medio para edificar la imprescindible imaginación moral sin la cual el mundo se ve reducido a un mero campo de batalla. Un ensayo repleto de invitaciones a reflexionar sobre la actual situación política:
“Nunca viene mal un poco de escepticismo.[...] Pero una cosa es vigilar, llamar a la conciencia, abrir las ventanas que aseguren el aire libre y la respiración, y otra convertir la sospecha en un mecanismo de paralización completa y de anclaje en el mal. [...] Como el mundo está mal, va a peor y ya no sirve eso de que vivimos en la realidad menos mala de las posibles, me parece un lujo excesivo renunciar a la esperanza (por modesto que sea el valor que queremos darle a esta palabra). La perspectiva del descrédito, que sirvió para ponernos en guardia contra los peligros del futuro perfecto, ha pasado a mayores y quiere acabar también con el futuro imperfecto”.
¡Menos mal que no me toca votar en Madrid!. Qué problema tendría para elegir entre García Montero (a quien tanto admiro como escritor), Gabilondo (con quien tuve oportunidad de compartir política aplicada, él en el ministerio de Educación, yo en la comisión de Educación del Senado) y José Manuel López (buen amigo, siempre comprometido con las mejores causas). ¿Por qué no es posible votar a los tres?
Seguimos con el libro de Jón Gnarr De cómo me convertí en alcalde y cambié el mundo (Capitán Swing, 2015). Hablando de elecciones, municipales por más señas, este libro nos ofrece el relato en primera persona de una ocurrencia provocadora transformada en realidad: la constitución desde la nada de un partido político -el "Partido Mejor"- y su transformación en el partido más votado en la capital de Islandia en las elecciones de 2010, con el 35% de los votos. "Hemos descuidado la democracia", advierte Gnarr. Bueno sería enmendar ese descuido, también por estos lares.
Y termino con La granja urbana, de Novella Carpenter (Capitán Swing, 2015). la autora, bióloga, periodista y, sobre todo, activista, narra con amor y con humos su experiencia como granjera urbana en uno de los barrios más conflictivos y degradados de la ciudad de Oakland, en California. "Plantar en las grietas de la ciudad", para transformarla. Una historia preciosa, excelentemente bien contada.