Un país bañado en sangre
Traducción de Benito Gómez Ibáñez
Seix Barral, 2023
"Miedo unido a violencia, con las balas como recurso principal. Es una combinación que recorre todos los capítulos de nuestra historia y hoy sigue siendo un hecho esencial de la vida de Estados Unidos".
A partir de un acontecimiento familiar traumático -su abuela paterna asesinó a su ex-marido, su abuelo, con una pistola en 1919- Auster profundiza en una de las realidades más específica y característicamente estadounidenses: los periódicos tiroteos que provocan cada año la muerte de miles de personas. Como plantea el autor, "los norteamericanos tienen veinticinco veces más posibilidades de recibir un balazo que los ciudadanos de otros países ricos", hecho del que se deriva una pregunta más que lógica: "¿Por qué es tan diferente Estados Unidos, y qué nos convierte en el país más violento del mundo occidental?".
Para responder a esta cuestión Auster recopila una cifras abrumadoras (393 millones de armas de fuego, más de una por cada habitante de Estados Unidos; 40.000 víctimas por disparos cada año; millón y medio de muertes desde 1968) que enmarca en una historia de exterminio de las poblaciones indias, de esclavismo (con las patrullas ciudadanas funcionando "como una especie de Gestapo del Sur"), en la mitología de las milicias armadas como antídoto frente a la tendencia del Gobierno a la tiranía, pero que también es consecuencia inesperada de las protestas en 1967 de los Black Panther contra el control de armas (en nombre de la autodefensa de la población negra) y manifestación extrema de esas "muertes por desesperación" de las que ya hemos hablado aquí, con hombres (siempre son hombres) que "optan por destruirse a sí mismos destruyendo a otros". En el fondo, dirá Auster, las matanzas por armas de fuego no se entienden sin tomar en consideración que los Estados Unidos de América son una nación erigida sobre los principios del capitalismo más salvajemente puro, sobre una visión del mundo "en la que el individuo tiene prioridad sobre el grupo y el egoísmo triunfa sobre la cooperación".
El caso es que la cuestión de las armas se ha convertido en una de las líneas divisorias más consistentes en los Estados Unidos de hoy: aunque ha disminuido considerablemente el número de hogares que poseen armas de fuego, el número total de armas en poder de los ciudadanos estadounidenses es mayor que nunca, de manera que, aunque quienes tienen armas son menos, acumulan más armas que nunca antes y son militantemente activos en contra de cualquier forma de control de armas. Paradójicamente, incluso en la época del "salvaje Oeste" se prohibía portar armas en las ciudades (hay montones de películas en las que lo hemos visto), de manera que podría sostenerse que el viejo Oeste de los westerns era "un lugar mucho más civilizado, pacífico y seguro que la sociedad norteamericana de hoy en día".
El texto de Auster se acompaña con las austeras fotografías en blanco y negro de Spencer Ostrander. Son imágenes de emplazamientos en los que tuvieron lugar una treintena de tiroteos masivos, "fotografías del silencio" en las que nada sugiere que en esos lugares (institutos, supermercados, aparcamientos, lavaderos de coches, bares, clubs nocturnos...) hayan sido el escenario de horribles matanzas.