Muertes por desesperación y el futuro del capitalismo
Traducción de Ramón González Férriz y Marta Valdivielso
Ediciones Deusto (Editorial Planeta), 2020
"Nuestra historia de muertes por desesperación, de dolor, de adicciones, alcoholismo y suicidio, de trabajos peores con salarios más bajos, de cada vez menos matrimonios, y de religión en declive es sobre todo una historia de estadounidenses blancos no hispanos sin una licenciatura de cuatro años".
Esta es la crónica de una catástrofe social: la que está afectando a la población blanca estadounidense de mediana edad y con bajo nivel de estudios, que está sufriendo un fuerte aumento de las tasas de mortalidad causada, sobre todo, por el incremento de las muertes autoinflingidas o "muertes por desesperación": suicidios, sobredosis de droga y enfermedad hepática alcohólica.
Víctimas de la crisis estructural que desde los años ochenta ha "corroído los cimientos que caracterizaron la vida de la clase trabajadora" (encontramos aquí ecos del imprescindible libro de Richard Sennett La corrosión del carácter), los ingresos de los hombres blancos sin estudios superiores han visto disminuir su poder adquisitivo en un 13% entre 1979 y 2017; pero, más allá de este deterioro material, son la cultura y la moral, la forma de vida de las comunidades trabajadoras, las que se han hundido. Un sistema sanitario que desprotege a las personas y las familias más vulnerables y unas instituciones políticas abiertamente apegadas a los intereses del capital han hecho el resto.
Mortalidad por drogas, alcohol y suicidio para blancos no hispanos entre 45 y 54 años
Anne Case y Agnus Deaton nos cuentan, combinando el rigor en el uso de los datos y la mirada cercana y compasiva, una historia de traición y abandono, de dolor y angustia, de desintegración personal y social. Con aspectos discutibles, claro: su autora y su autor no son anticapitalistas. Pero, en conjunto, se trata de un diagnóstico demoledor de un sistema que, no solo en Estados Unidos, funciona en contra de los intereses más básicos de las clases populares.
Por cierto: "La fracción de gente que votó a Donald Trump en 2016 [...] tiene una fuerte correlación con la fracción que siente dolor". Pues eso.
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