sábado, 31 de julio de 2021

Lecturas recomendadas en julio

 

Historia de una novela

Thomas Wolfe
Historia de una novela
Traducción de Juan Cárdenas
Periférica, 2021 

"Me dispongo a contar cómo escribí un libro. Será un relato muy personal acerca de una actividad que ocupó la parte más intensa de mi vida durante muchos años. No hay nada muy literario al respecto: es una historia de sudor y dolor, de desesperación y logros parciales. Todavía no he aprendido a narrar una historia. Todavia no sé cómo se escribe una novela. Pero he aprendido algo acerca de mí mismo y acerca del trabajo de la escritura. Y si puedo, intentaré contar aquí de qué se trata".

 
Nacido en 1900 en un entorno de gente de la clase trabajadora, con un padre cantero de oficio que respetaba y veneraba la literatura, sobre todo la poesía, Thomas Wolfe sintió desde muy joven el impulso de escribir. Tras muchos intentos fallidos, en 1929 publicó El ángel que nos mira, su primera novela. 
 
Aclamada por la crítica, ferozmente rechazada por los habitantes de su pueblo natal, que se veían aviesamente reflejados en el trasfondo autobiográfico del libro, Wolfe se vio desbordado, también, por la demanda de una segunda obra que no acababa de vislumbrar: "¿Cómo sacar adelante la escritura? ¿Cuánto tiempo dedicarle al oficio y con qué frecuencia? ¿Qué tipo de método, si lo hay, debe seguir uno en su trabajo? De repente me vi en la penosa necesidad de asumir que mi tarea requería un trabajo diario constante".
 
Este interesante libro sobre la tarea de escribir una novela es la crónica íntima de un obrero de la literatura, una ventana abierta a los aspectos más físicos del trabajo creativo (el lugar ideal para trabajar es cualquiera, "siempre que en ese momento albergáramos el deseo de trabajar"), también sobre la importancia de la tarea de la editora o el editor, responsable de poner límites a la tarea del autor: "Cuando el fruto del trabajo ha brotado de un hombre como la lava de un volcán, cuando todo, hasta lo más superfluo, ha recibido el fuego y la pasión proveniente del núcleo blanco de su energía creativa, es muy difícil que ese hombre adopte de repente una actitud fría, quirúrgica, desapasionada".

Metaescritura de primera mano.

Informe a la Subcomisión de Cuaternario

Jorge Riechmann
Informe a la Subcomisión de Cuaternario
Árdora Ediciones, 2021 
 
"Hay que repetirlo una y otra vez: paradójicamente, sólo asumir de verdad que no hay solución [...] podría abrir un camino que evitase lo peor. Dar por muerta esta civilización, dar por muerta esta economía y esta cultura, darnos por muertos a nosotros y nosotras mismas, y quizá entonces estar dispuestos a las hoy imposibles transformaciones que nos salvarían. Metamorfosis: salir a toda prisa del capitalismo, redistribuir radicalmente la riqueza, olvidarnos de la hipermovilidad y del turismo, reducir rápidamente la población humana, construir sistemas productivos biomiméticos, desarrollar una cultura de simbiosis con la naturaleza... Cultivar la música en vez del crecimiento económico, el amor en lugar de la competitividad, la espiritualidad en vez de la mercantilización, la educación en lugar del poderío militar".


En la tradición judeocristiana (seguramente también en otras tradiciones religiosas y sapienciales) la figura del profeta (y de la profeta, que las hubo, aunque las tradiciones patriarcales invisibilicen o nieguen a las mujeres que elevan su estatura al nivel de los varones) es fundamental. En palabras de ese profeta y mártir contemporáneo que es Ignacio Ellacuría, se entiende por profetismo "la contrastación crítica del anuncio de la plenitud del reino de Dios con una situación histórica determinada", de manera que "si el reino, por ejemplo, anuncia la plenitud de la vida y el rechazo de la muerte, y la situación histórica de los hombres y de las estructuras es el reino de la muerte y la negación de la vida, el contraste es manifiesto" y debe ser denunciado.

Poeta profeta, Jorge Riechmann lleva más de tres décadas denunciando la cultura de la muerte -genocida, ecocida- sobre la que se funda el capitalismo (no hay capitalismo verde, como no hay, no puede haber, capitalismo con rostro humano). Más de tres décadas advirtiéndonos del enorme reto al que nos enfrentamos ("Tenemos un pequeño problema con nuestras propuestas para evitar la Gran Catástrofe: todo depende de una salida casi instantánea del capitalismo -que no va a producirse") a la vez que nos propone la solución: la autolimitación ("La prueba de lo humano es disponer de una ventaja y no usarla"), la autoconcención solidaria, teniendo en cuenta los intereses da las otras y los otros, incluso en contra de los propios intereses. Solución que cada vez parece más inviable:

"Como he indicado en varias ocasiones, los cambios que sería necesario realizar (sin ir más lejos, reducir unas nueve décimas partes nuestro consumo de energía primaria) sólo pueden ser vistos como oportunidades para una vida buena desde un conjunto de valores antagónico al socialmente vigente, y por eso tenemos ahí un paralizador problema del huevo y la gallina. Sólo los valores de después de la transformación nos permitirían ver como atractiva la transformación. Y anticipar eso parece un gran reto para (escasa) racionalidad colectiva de que somos capaces...".

Tras tantos años ejerciendo el imprescindible pero incomodísimo papel de Casandra, Jorge Riechmann ha escrito un libro que me ha tocado emocionalmente. "¿Qué hacemos cuando ya no resulta posible imaginar buenos futuros?", se pregunta y nos pregunta Jorge Riechmann. "Desespera que nadie quiera oír. [...] Quizá ha llegado el tiempo de bajar la voz", deja caer en las últimas páginas del libro. Suena demasiado a despedida. Espero que no. 
 
La voz de Jorge Riechmann me acompaña, nos acompaña a muchas, desde hace décadas. Su lucidez informada ha sido esencial para la construcción y extensión de una ética biocéntrica, de una una autoconciencia interdependiente y ecodependiente. Aunque sea pedir demasiado no es el momento de bajar la voz: no abundan voces como la suya. Al contrario, como escribiera León Felipe en su poemario de 1966 ¡Oh, este viejo y roto violín! (Visor, 1993) , necesitamos más que nunca que el profetismo enraíce, crezca y de sus frutos:

Ahora que estáis cavando esa tierra
y sacando de las rocas frutos maravillosos,
buscad una parcela, 
un huertecito
donde plantéis el "Árbol de los profetas".
Los profetas no tenían sabiduría,
apenas sabían leer,
pero del "comunismo socialista",
de ese fraternal socialismo
que estáis buscando tan heroicamente vosotros...
ellos, ya entonces,
sabían mucho... Tal vez más que Marx.

Gracias por este libro, Jorge.

domingo, 25 de julio de 2021

Las gratitudes

Delphine de Vigan
Las gratitudes
Traducción de Pablo Martín Sánchez
Anagrama, 2021 

"¿Os habéis preguntado alguna vez cuántas veces en la vida habéis dado realmente las gracias? Unas gracias sinceras. La expresión de vuestra gratitud, de vuestro agradecimiento, de vuestra deuda.
¿A quién?".


Michka Seld es una anciana que, de un día para otro, se ve ingresada en una residencia geriátrica cuando empieza a perder su autonomía. Siendo una niña, una familia la acogió, la ocultó entre 1942 y 1945, y así pudo evitar su deportación a Alemania. Encontrar a aquella familia se ha convertido en el último objetivo de su existencia.
 
La joven Marie Chapier es vecina y amiga de Michka. Esta cuidaba de ella cuando su madre se ausentaba y la dejaba sola en casa, a veces durante días. Fue Michka, que nunca quiso tener hijos ni formar una familia, quien actuó como una verdadera madre para Marie.

Jérôme Milloux trabaja como logopeda en la residencia de Michka. Dos veces por semana se reune con ella para intentar retrasar el avance de la afasia que hace que cada día le cueste más encontrar las palabras con las que comunicarse: 
"-Es que me cuesta adoptarme... acatarme.
- ¿Adaptarte?
- Eso es".
Sus conversaciones con la anciana le llevarán a reflexionar sobre su relación con sus propios padres y acabará implicándose en la búsqueda de la pareja que protegió a Michka.

Hay una rueda invisible que nos conecta en un ciclo de necesidades y favores, de ayudas y deudas. Esta breve novela es una conmovedora aproximación a la vejez ("Envejecer es aprender a perder"), pero también una gozosa celebración de la humanidad, el compromiso y el amor. La he leído dos veces. Maravillosa.