lunes, 12 de julio de 2021

Poder y resistencia

Ilija Trojanow
Poder y resistencia
Traducción de Roberto Bravo de la Varga
Acantilado, 2020

"Debo recordarlo. No tengo derecho a olvidar lo  que ocurrió, da igual cuánto duela. Lo prometimos. Uno, porque le confiscaron sus cuadernos de notas. Otro, porque sólo le mantuvo con vida la voluntad de ser testigo de lo que presenció. Aprendimos de memoria nuestros propios recuerdos, cada frase, cada palabra, cada letra".


Los protagonistas / antagonistas de esta novela, Konstantín Milev Sheitanov y Metodi Popov, son la cara (alzada) y la cruz (torturante) de una misma historia.
 
De inspiración anarquista, mordazmente crítico con el "Poder Popular", sometido a vigilancia constante desde el bachillerato, Konstantín ha pasado veinte años de cárcel por poner una bomba en una estatua de Stalin ("...esperé hasta que la cabeza de Stalin cayó rodando por el suelo. Dios se había hundido en el barro. El TNT nos había echo iguales") en un parque de Sofía. Es uno de los pocos que se niega dejar en paz el pasado o, lo que es lo mismo, a aceptar la derrota: "Luchamos por algo en lo que creíamos. Estábamos dispuestos a sacrificarnos por un ideal que valía más que nuestra propia vida. Esto fue un regalo del destino. No me habría gustado vivir en ninguna otra época"

Su antagonista es Metodi, un alto cargo de la seguridad del Estado, que desde las juventudes comunistas fue escalando en la jerarquía del poder totalitario búlgaro combatiendo implacablemente  cualquier oposición al régimen. Secretario del comité de alumnos, desde muy pronto fue alimentando el dossier de Konstantín con sus delaciones.

Ahora estamos en 1999. El Muro ha caído, la Europa del Este ha dicho "good bye, Lenin!" y Bulgaria se ha convertido en una democracia parlamentaria. Pero los mismos que, como Metodi, ostentaban el poder y gozaban de todos los privilegios durante el régimen comunista, continuan gobernando, enriqueciéndose, lo que provoca la amargura de Konstantin: 

"Los responsables no han sido llevados ante los tribunales. Siguen ocupando cargos en las instituciones, son ciudadanos respetables, hombres de negocios que han alcanzado el éxito, gozan de una tranquila jubilación o han sido enterrados con todos los honores. Lo más sangrante del caso es que no han tenido que rendir cuentas ante nadie. Ni uno solo se ha enfrentado a los hechos, los han ocultado bajo el manto de la autojustificación. En los últimos diez años, he tenido que enterrar muchas de mis esperanzas y gran parte de mis expectativas se han visto frustradas".

Por su parte, Metodi se ve obligado a recordar y justificar su historia como consecuencia de la inesperada irrupción del pasado encarnado en la joven Nezabravka:

"-Así que todo estaba justificado. ¿Es eso lo que quiere usted decir?
-Sí, muchacha, así es. Has dado en el clavo: tuvimos que hacer lo que hicimos. Así de sencillo: quien no se siente parte del pueblo no puede extrañarse de que se le sacrifique por el bien del pueblo".

La resistencia de Konstantín contra el poder de Metodi. Un pulso prolongado durante décadas que nos ofrece joyas como las tres leyes de la "inmunología socialista" (Orwell no las hubiera descrito mejor) o la discusión de Konstantín, en su séptimo año de prisión, con el profesor Velikov, catedrático de Materialismo Dialéctico DIAMAT y Materialismo Histórico HISTOMAT de la Facultad de Medicina, supuestamente interesado en comprender su empecinado anticomunismo: "Profesor Velikov, no puedo ser enemigo del comunismo porque no se puede ser enemigo de algo que no existe".
 
El autor advierte de que "esta novela se basa en los testimonios orales y escritos de antiguos presos políticos, así como de algunos oficiales retirados que sirvieron en la Seguridad del Estado de la República Popular de Bulgaria". Lo que convierte a esta historia en un testimonio conmovedor, en homenaje a las personas capaces de mantener con firmeza la capacidad de decir NO a los poderes totalitarios de ayer y de hoy.
 
"Mi hermano piensa que los hechos le dan la razón. Insiste una y otra vez, como si estuviera en su mano convencerme de lo bien que se vive cuando todo teresulta indiferente. Si le digo que no estoy dispuesto a participar de la amnesia general, me reprocha mi orgullo, mi soberbia: 'Estás ávido de venganza', 'Tú y tu cabezonería. ¿No te das cuenta de que sólo te ha traído problemas?', 'Después de todo, ¿qué has conseguido?', '¿Has logrado cambiar algo?'. Sólo tengo una respuesta para todos sus reproches, objeciones y excusas: la rectitud y la coherencia no se miden por sus resultados".

Amén.

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