viernes, 23 de septiembre de 2011

Kukutza: entiendo casi todo, menos lo fundamental


  1. Entiendo que un edificio abandonado sea ocupado por un colectivo de personas animosas que lo ponen al servicio de su barrio, un barrio donde si algo no abunda son los equipamientos sociales y culturales.

  2. Entiendo que esa ocupación, al prolongarse durante una docena larga de años, se convierta en una recuperación para la ciudadanía de un espacio que utiliza como si fuera propio.

  3. Entiendo que, en su origen, la mentalidad/ideología/cosmovisión/"modelo de sociedad" de ese proyecto se aproxime mucho a la mentalidad/ideología/cosmovisión/modelo de sociedad y hasta a la estética de una determinada facción de nuestra sociedad.

  4. Entiendo que, de nuevo con el paso del tiempo, esa mentalidad/etc. originaria se haya ido pluralizando, hasta convertirse en algo mucho más diverso, más parecido a lo que la propia sociedad de Rekalde es en la actualidad.

  5. Entiendo (aunque no comparto) que un Ayuntamiento piense que el terreno que ocupa ese edificio puede ser más útil para uso residencial que para otros usos.

  6. Entiendo que unos propietarios tengan legalmente la posibilidad de reclamar contra la ocupación/recuperación social de un edificio.

  7. Entiendo (incluso) que esos propietarios no valoren otra cosa que la posibilidad de hacer un negocio (lo que demuestra que la burbuja inmobiliaria nunca se ha pinchado, y que hemos aprendido muy pero que muy poco de la crisis en la que nos encontramos).

  8. Entiendo que un juzgado, atendiendo a la reclamación de los propietarios, decrete el desalojo del edificio con el fin de proceder a su derribo.

  9. Entiendo que un Ayuntamiento se niegue a correr con los gastos de su compra con el fin de poder evitar dicho derribo.

  10. Entiendo que haya expertos que consideren que el edificio en cuestión tiene algunos valores arquitectónicos e históricos que lo hacen merecedor de alguna protección.

  11. Entiendo que la ertzaintza actue para cumplir una orden judicial que decreta su desalojo.

  12. Entiendo que los resistentes al desalojo se opongan a esa actuación.

  13. Entiendo (aunque lamento) que del cruce de esas dos voluntades enfrentadas surjan algo más que caramelos/palmaditas en la espalda y narices de payaso/invitaciones amables.

  14. Entiendo que otra juez suspenda cautelarmente el decreto de derribo dictado por el primero.

  15. Entiendo todo esto y muchas cosas más que me he dejado por el camino.

Lo que no entiendo es que ningún responsable político se haya preguntado por las consecuencias de todo este encadenamiento de actuaciones, cada una perfectamente entendible de manera aislada. Consecuencias ciudadanas, consecuencias desde la perspectiva de la política democrática. No entiendo que en todo este debate hayamos perdido totalmente de vista lo que Kukutza ha sido durante todos estos años. Que hayamos dejado de hablar de cultura en la ciudad para hablar solo de okupas, de Bildu, de propiedad, de permisos de obras, de autos judiciales, de intervenciones policiales o de kale borroka.


No creo que Rekalde y Bilbao necesiten más viviendas antes que más equipamientos para/con las y los vecinos. Y creo que Kukutza está siendo y va a ser el 15M que no hemos tenido en Euskadi. Con las mismas consecuencias que aquel. Desafección, privatización, cabreo social y desertización del espacio público.

miércoles, 21 de septiembre de 2011

Esto es todo, amigas y amigos

Ayer tuvo lugar el último pleno del Senado. Un pleno extraordinario en el que se aprobó, entre otras, la Proposición de Ley de reconocimiento y protección integral a las víctimas del terrorismo, en la que tuve el honor de intervenir como ponente. Para mi fue algo muy importante. En muchas ocasiones he dicho que mi decisión de ir en las listas del PSE en las elecciones generales de marzo de 2008 tuvo mucho que ver con las bombas que ETA puso por aquellos días en las Casas del Pueblo de Elgoibar, La Peña (Bilbao), Derio y Balmaseda. Objetivo permanente del abertzalismo totalitario, rechazadas por los vecinos en una muestra de cobarde nimbismo político (NIMBY, Not In My Backyard, no en mi patio trasero), siempre he considerado que cada vez que una de estas sedes socialistasha levantado la persiana en Euskadi a lo largo de todos estos años, se estaba levantando -con una naturalidad y un arrojo que nunca hemos agradecido lo suficiente- la bandera de la dignidad democrática. El asesinato de Isaías Carrasco selló de manera indeleble mi compromiso con esas listas. Por eso ha significado tanto para mi poder cerrar mi paso por el Senado defendiendo y votando, al unísono con todas las senadoras y sendores, esta nueva ley de y para las víctimas del terrorismo.



Ayer, cuando intervenía por última vez en el pleno del Senado, quise decir alguna de estas cosas a modode despedida. Pero el pudor y, sobre todo, la intención de que toda mi intervención se dedicara a poner en valor el texto que defendía en nombre del Grupo Socialista, hizo que me lo callara. Ahora lo digo.



Ayer ocupé por última vez el escaño donde tantas horas he pasado a lo largo de estos tres años y medio. Sentado entre Cristina y Manuel, he tenido la suerte de poder conocer a un grupo de personas realmente admirables, que desde ahora llevo en mi recuerdo. Rafaela, Manuel, Josefa, Ángel, Pedro, José, Mario, José Miguel, Jorge, con quienes he trabajado en la comisión de Cultura y a quienes hoy quiero dar las gracias por haberme acogido como portavoz y coordinador de la misma; a mí, un recién llegado a esto de la política institucional, cuando cualquiera de ellas y de ellos tenía mucho más conocimiento y capacidad para haberlo sido.





Como me llevo en el recuerdo las enjundiosas conversaciones mantenidas con Cristobal, un sabio. Y Arcadio: él sabe todo lo que le quiero. Ahora me arrepiento de no haberle dado ayer dos besos, cuando estuvimos charlando una rato en su despacho una vez finalizado el pleno. Pero estaba presente su hija, y me dio corte.

Y Nacho, pura inteligencia e ironía, sostenida sobre una humanidad atenta y simpática. Y Assumpta, comprometida hasta las cachas con la educación. Pero es que tendría que señalar aquí tantos y tantos nombres que me seguro me olvidaría de alguno: Carmela, Ruth, José Miguel, Antonio, María, Esmeralda, Miriam, Xavier, Maite, Antonio, Susana, Félix...



¿Y qué decir de la conjura vasco-navarra-cántabra? Javier, Lentxu (¡cómo nos has cuidado!), Víctor, Yolanda, Javier, Alberto (alias Francisco), Jesús, Izaskun, Dimas, Josean, Roberto, José Luis, Miguel Ángel. Junto con los vasco-navarros del Congreso, pastoreados por Txiki, animados por Helena y acompañados de un extremeño sobrado en números e historias despedimos la legislatura en "El Comunista". Como Dios manda.





Pero mis recuerdos no se limitan a mis compañeras y compañeros de grupo. He conocido mucho mejor a Joseba, un parlamentario excelente y a Lore, trabajadora inagotable. He discutido amigablemente con Iñaki sobre los mejores cafés: él me regaló un paquete de excelente grano costarricense, yo le correspondí con un paquete de café de comercio justo.
Como guardo en mi recuerdo a Miquel, combativo como nadie por su llengua y su Catalunya, pero dialogante y afectuoso como el que mas.

Y a Juan, mi contraparte popular en la comisión de Cultura. Y con él a María del Carmen: te deseo lo mejor. Y a Adolfo, que se tomaba tan en serio todo lo que tiene que ver con la educación. Y a Ignacio: en dos ocasiones se ha acercado hasta mi escaño, amablemente, y sus palabras me han llegado muy dentro. La última ayer, para despedirse.

Y a Juana y Ramón, por supuesto.


Esta mañana el pasillo donde se ubican los despachos de las y los portavoces del Grupo Socialista se llenaba de papeles en desalojo. También yo he empezado a vaciar el mío.




Me ha emocionado despedirme de Marimar, de Sandra, de Laura, de Elisa, de Mirta, de Belén, de Mar, de Dulce, de Marta. No he podido hacerlo directamente de Malena ni de Eva, cómplices inteligentes y atentas desde los ministerios de Educación y de Cultura. Tampoco he podido despedirme personalmente de Iñaki, ahora en el Congreso, pero eso lo vamos a arreglar. Como vamos a arreglar otra charleta con cerveza en la Tacita roja y flamenca, Eva, y las que hagan falta. Me ha emocionado sobremanera recibir de manos de Julio el libro Hamerstein o el tesón, de Enzensberger.



¿Que qué me llevo de mi experiencia en el Senado? Muchas cosas, que seguramente iré valorando con el paso del tiempo. Pero hay algo que ya guardo conmigo y que, por sí solo, me ha enriquecido de una manera tal que ninguna declaración de bienes puede reflejar: todas y cada una de esas personas con las que he tenido la oportunidad de trabajar a lo largo de esta legislatura, que ya forman parte para siempre de mi ecosistema sentimental.