sábado, 31 de octubre de 2009

Terror, sadismo, diversión

EL PAÍS publica hoy el reportaje titulado "¿Es insano el cine de terror sádico?". La calificación como película X del filme Saw VI ha reabierto un debate sobre el cine de terror, cada vez más alejado de los personajes, los escenarios, las estructuras y las reglas clásicas del género para deambular por los oscuros caminos de la crueldad y el sadismo.
Una opinión: "Desde mi perspectiva, películas que hacen dinero causando malestar psicológico es mejor que se pasen en salas X. Es como escuchar durante dos horas a un violador diciendo que todas las mujeres son iguales y no contrariarle. Y conste que soy un gran aficionado al terror, pero esta saga promueve que salgamos del cine peor de lo que entramos. Desde el punto de vista del arte no la censuraría, pero desde el punto de vista de un psicólogo, sí".
Otra, distinta: "Es totalmente inútil darle vueltas o buscar excusas en este tipo de películas. La violencia tiene que ver con la estructura social, la familia... Es cierto que hay actos anecdóticos. A veces un niño desequilibrado imita acciones que ha visto en el cine, pero es un problema minoritario. La violencia artística no influye en la real".
Mucho se ha discutido sobre la posible influencia que el espectáculo de las violencia de ficción pudiera tener sobre el comportamiento de niños y jóvenes. Hay un libro de Gerard Jones, Matando monstruos. Por qué los niños necesitan fantasía, super-héroes y violencia imaginaria, que a mí me ha servido para desdramatizar y repensar la cuestión en positivo.
“Si no tomamos en cuenta el significado de la conducta infantil -escribe Jones-, hacemos algo peor que invalidar la investigación. Nos arriesgamos a entenderla al revés, buscando sólo efectos negativos cuando deberíamos ver lo positivo, y por tanto estamos impidiendo que los niños utilicen unas herramientas que pueden ayudarles a tratar las auténticas tensiones que nos preocupan”.
Ahora bien, ¿es de eso de lo que se trata cuando nos referimos a películas como las de la serie Saw?

jueves, 29 de octubre de 2009

Globalización sobre ruedas

Ford negocia vender la empresa sueca Volvo al fabricante chino Geely [Abc].

Por primera vez en la historia, el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información está permitiendo la unión de los antes dispersos o mal comunicados charcos, estanques, lagos y mares de las economías locales, provinciales, regionales y nacionales en un único océano económico global (Veltz). Las tecnologías de la información son los canales que vinculan todos esos espacios económicos locales en un gran espacio global.
Las empresas transnacionales son los agentes principales de esa interconexión. Se trata de empresas sumamente móviles, que adoptan una estructura en forma de red, constituidas por centros de trabajo diseminados a través de distintos países y regiones de todo el planeta, que se articulan entre sí respondiendo únicamente a criterios de rentabilidad y productividad. Empresas que sólo conservan un carácter nacional en su marca de fábrica, pero que por lo demás se desvinculan absolutamente de cualquier ligadura territorial.
Robert Reich presenta un buen ejemplo del complejo funcionamiento de estas redes empresariales transnacionales:
“Cuando un norteamericano compra un Pontiac Le Mans a General Motors, inconscientemente está realizando una transacción internacional. De los 10.000 dólares que paga a General Motors, cerca de 3.000 van a Corea del Sur, donde se efectuaron los trabajos de rutina y las operaciones de montaje; 1.750 dólares van a Japón por la fabricación de los componentes de vanguardia (motores, eje de dirección e instrumentos electrónicos); 750 dólares a Alemania por el diseño y el proyecto del prototipo; 400 dólares a Taiwan, Singapur y Japón por los pequeños componentes; 250 dólares a Gran Bretaña por los servicios de marketing y publicidad; y cerca de 4.000 dólares pasan a los intermediarios estratégicos de Detroit, a los abogados y banqueros de Nueva York, a los «lobbistas» en Washington, a las aseguradoras de todo el país, y a los accionistas de General Motors –la mayoría de los cuales son norteamericanos, aunque hay un número creciente de extranjeros”.
Otro ejemplo es el caso de las empresas japonesas Mazda y Nissan, cada vez más relacionadas con la norteamericana Ford: desde 1991 producen los vehículos Ford Probe en la fábrica Mazda de Flat-Rock, Michigan. Algunos de estos coches son exportados a Japón y vendidos con la marca Ford; por su parte, un vehículo utilitario Mazda se construye en la fábrica Ford de Louisville, Kentucky, y es vendido inmediatamente en los almacenes Mazda en Estados Unidos. Mientras tanto, Nissan diseña un nuevo camión ligero en San Diego, California. Los camiones serán montados en una fábrica Ford en Ohio, con componentes fabricados por Nissan en su planta de Tennesse, y comercializados a continuación por Ford y Nissan en Estados Unidos y en Japón.
De ahí la inquietante pregunta de Reich: “¿Quién es Ford, Nissan, Mazda...?”.

miércoles, 28 de octubre de 2009

Books & coffee



Otra joyita para los amantes del libro de segunda mano: J&J.

Libros en inglés: de ensayo (bastantes) y de ficción (montones), a mayoría en excelente estado de conservación.
En mi última incursión he encontrado libros como Postmodern Geographies, de Edward W. Soja (en castellano puede leerse su Postmetrópolis, en Traficantes de Sueños), The Quest for Community de Robert Nisbet y una novela de la serie "Spenser" -Potshot- de Robert Parker.


Libros, sí, pero también café, como reza el letrero. O cerveza. Y hasta una ajustada pero resultona carta, por lo del primum vivere.




Se encuentra en la calle Espíritu Santo 47, entrada a Malasaña desde San Bernardo. En Madrid, sí.