Esta mañana me he desplazado hasta la localidad de Triollo (1.300 m) para subir al Coto Blanco (2.004 m). Casi todo el camino, hasta las antiguas minas de Valdetriollo, es una amplia y soleada pista que recorre primero el apacible valle de Triollo para ascender después hasta las minas, donde termina la pista. Desde aquí se asciende en fuerte pendiente hasta el collado de las Sobadinas (1.921 m), entre el Alto del Tejo (1.996 m) y el Coto Blanco, al que se llega tras una breve trepada entre rocas. Desde la cima las vistas de la Montaña Palentina son espectaculares. La subida desde las minas hasta el collado era hoy una pala de nieve dura, empinada y resbaladiza. Imposible ascenderla sin crampones y piolet. Y sobre todo, imposible descenderla sin equipo invernal.
Como en otras ocasiones, me han acompañado todo el camino dos amigables perros de Triollo que, según me ha explicado alguna vez su dueño, tienen la costumbre de juntarse con quienes pasan ante su puerta. Cuánto he echado de menos a mis queridos Baltza, Artza, Zurtz...
Al fondo blanquea (aunque parezca una contradicción) el Coto Negro. A su derecha, oculto, el destino de hoy.
Peña de la Dehesa.
Refugio de los Eros (1.520 m),
De izquierda a derecha, todos nevados: Alto del Tejo, Coto Blanco y Coto Negro.
Por ahí asoma el Coto Blanco, que hoy hace honor a su nombre.
Coto Blanco a la izquierda, a la derecha Coto Negro (1.958 m). Entre ambos, el collado Alto Madrona (1.903 m).
Mirada hacia el valle de Triollo.
Antiguas minas de Valdetriollo. A partir de aquí, nieve.
Llegando al collado de las Sobadinas.
Mirada hacia las minas.
Espigüete.
Cumbre del Coto Blanco.
Curavacas.