Osebol: Voces de un pueblo sueco
Traducción de Carmen Montes Cano
Capitán Swing, 2023
"Cuando una era joven
y había un montón de gente a la que preguntar
no me interesaba mucho.
Ahora que he empezado a pensar
un poco en mis antepasados...
ya no queda nadie a quien preguntar".
Osebol es un diminuto pueblo de apenas 100 habitantes, situado en el medio oeste de Suecia, en la frontera con Noruega. Nacida allí en 1970, Marit Kapla da voz a una Suecia vaciada que envejece, se despuebla y muere. Antes de que sea demasiado tarde. Para ello, entre 2016 y 2017 se dedicó a entrevistar a casi una cincuentena de sus habitantes, la mayoría originarios de la localidad, algunos procedentes de otros lugares, también del extranjero.
El resultado es una sucesión de voces que se expresan sin que la autora se deje notar de ninguna forma, cada una aportando su propia reflexión. Voces de mujeres y hombres, voces jóvenes y ancianas, voces que, en algunos casos, abandonaron el mundo al poco de participar en el proyecto. Voces que hablan de comunidad ("Si vas a cualquier otro sitio no te conoce nadie") y ayuda mutua ("Nada funciona si nadie arrima el hombro y ayuda"), de silencio ("Había un silencio absoluto") y naturaleza ("Siempre estoy deseando que llegue el otoño que es cuando puedo recoger bayas"), de la guerra ("Una noche los rusos se llevaron a mi padre porque creían que había escondido armas").
También de temas que parecen universales cuando escuchamos las voces del mundo rural, lo mismo en Suecia que en España: del lobo ("No soy ningún fanático pero no quiero lobos"), del recelo hacia la inmigración de los países árabes ("Lee el volumen siete de Carl Grimberg sobre las migraciones y comprenderás lo que va a pasar aquí. Los musulmanes no encajan con los cristianos") y hacia el turismo urbanita ("Al utilizarla como casa de vacaciones en realidad estás fomentando la despoblación"), sobre la soledad de las personas mayores ("Lunes, miércoles y viernes tenemos entrega de comida. Es para los que no pueden hacerse la comida"), sobre el feminismo ("Los hombres salen perdiendo con la igualdad en mi opinión"), sobre la falta en empleo ("Aquí no hay trabajo. No hay muchas opciones") y la pérdida de servicios públicos ("La cuestión es cuántos años más seguirá aquí el colegio")...
Cada entrevista se presenta con una forma tal que hace que parezcan poemas y, de alguna manera, a medida que se avanza en el libro el ritmo de lectura se vuelve más propio de la poesía que de la prosa:
"Lees en los periódicos
lo de los barcos que cruzan el Mediterráneo
y todo lo que pasa
pero no llegas a asimilarlo
a pesar de todo no lo entiendes.
Y de pronto te ves sentada
enfrente de una madre que ha estado ahí
y que de verdad ha tenido que agarrar
a su hijo de dos años
para que no cayera al agua.
Entonces se convierte en una realidad".
"Yo siempre iba a su casa en Nochebuena
desde que me quedé solo.
Él venía y me decía
esta noche te vienes
a cenar con nosotros.
La Navidad pasada no tuve fuerzas
porque iba doblado.
Me dolía una barbaridad.
Y tenía escalofríos.
Me quedé sentado delante de la lumbre.
Los gatos me miraban
preguntándose qué era lo que pasaba.
Temblaba como una hoja de álamo".