viernes, 31 de enero de 2025

Mapa de soledades

Juan Gómez Bárcena
Mapa de soledades
Seix Barral, 2024

"Tal vez ese sea el motivo por el que las políticas gubernamentales contra la soledad no estén teniendo demasiado efecto. Se concentran solo en asistir a los sujetos concretos que la padecen, en lugar de comprender que su malestar es una consecuencia de nuestra forma de entender la relación entre el individuo y su sociedad".


Juan Gómez Bárcena nos presenta una obra reflexiva y profunda que se sitúa entre el ensayo filosófico y la exploración sociológica, trazando una atractiva cartografía conceptual y emocional sobre la soledad como experiencia universal, íntima y social.

La soledad, como tema central, se despliega a lo largo del libro en múltiples formas: como elección, como imposición y como fenómeno cultural. El autor aborda el tema con una mirada interdisciplinaria, explorando sus manifestaciones a través de la literatura, la filosofía, el arte y la vida cotidiana. 

El ensayo está dividido en capítulos que funcionan como pequeños mapas temáticos: la selva, la ciudad, la isla, el hogar, el océano, el jardín, el desierto, el cosmos, la frontera, los casquetes polares, la cumbre, la terra incógnita, la piel. Espacios o ámbitos en los que la soledad (las soledades, pues el plural es más apropiado para este libro) se presenta de muy distintas maneras. Qué curioso, por cierto, esto de la presencia de la soledad...

Por las páginas de este libro transitan o aparecen Virginia Woolf (no sólo por lo de la habitación...) y Whalien 52, una solitaria ballena que parece no ser capaz de comunicarse con sus congéneres; Robinson Crusoe y los campos de concentración; exploradores árticos y Thoreau; asesinos seriales y Emily Dickinson; soldados japoneses olvidados en las islas del Pacífico, eremitas o madres permanentemente acompañadas que sueñan con un momento de dichosa soledad; supermercados con cajas rápidas y lentas para quienes quieren, o no, "perder tiempo" intercambiando un par de palabras con las dependientas; soledades productivas e improductivas, destructoras o creativas, soledades escogidas y soledades experimentadas como una condena.

Las páginas 386 a 388, en las que reteje la multitud de referencias, situaciones y personajes que han ido apareciendo en el libro, son brillantes.

Lo indisponible

Hartmut Rosa
Lo indisponible
Traducción de Alexis Cross
Herder, 2020

"[L]a formación sociocultural de la Modernidad se muestra como doblemente calibrada hacia la estrategia de la puesta a disponibilidad: estamos constreñidos estructuralmente (desde afuera) e impulsados culturalmente (desde adentro) a convertir el mundo en un punto de agresión; el mundo aparece como algo que debe ser conocido, explorado, alcanzado, apropiado y controlado".


En 2016 el sociólogo alemán Hartmut Rosa irrumpió con extraordinaria fuerza en el universo del pensamiento con su obra Resonancia: Una sociología de la relación con el mundo (Katz, 2019, traducción de Alexis E. Gros), tal vez más citada que leída, pues se trata de una obra compleja y extensa, pero absolutamente recomendable.

Si alguien quisiera aproximarse (sin sufrir demasiado) a la propuesta teórica de Rosa yo recomendaría empezar por este otro libro. Lo indisponible parte de la consideración  de que ciertas cosas en la vida, como las relaciones personales, los momentos de calma, la naturaleza, o incluso la ética y la identidad, deben ser “indisponibles” para poder ser experimentadas en su plenitud. Al inicio del libro nos introduce en su reflexión (en su estilo y en su fondo) de esta forma tan sensible y evocadora:

"¿Recordáis cómo vivíais cuando erais niños la primera nevada en las postrimerías del otoño o al comienzo del invierno? Era como la irrupción de otra realidad. Algo huidizo e infrecuente que viene a visitarnos, que desciende y transforma el mundo alrededor sin nuestra intervención: una suerte de regalo inesperado. La nevada es prácticamente la forma pura de manifestación de lo indisponible: no podemos fabricarla ni conseguirla por la fuerza; ni siquiera podemos preverla con seguridad, al menos no con mucha anticipación. Y mucho menos podemos atrapar la nieve, apropiarnos de ella. Si la cogemos con la mano, se nos derrite entre los dedos; si la llevamos a casa, se nos escurre; y si la guardamos en el congelador, deja de ser nieve. Quizás precisamente por eso tantas personas -no solo los niños- la añoran, sobre todo en Navidad. Muchas semanas antes de la Nochebuena, los meteorólogos son asediados a preguntas: ¿este año será blanca? ¿Qué probabilidades de nevada hay? Y, por supuesto, no faltan los intentos de poner la nieve a disponibilidad: los deportes de invierno se presentan y publicitan garantizando o «asegurando la nieve», se sirven de cañones de nieve y desarrollan nieve artificial capaz de conservarse incluso a una temperatura de quince grados.
En nuestra relación con la nieve se ve reflejado el drama de la relación moderna con el mundo como en una bola de cristal: el momento impulsor de esa forma de vida que denominamos «moderna» es la idea, el anhelo y el deseo de poner el mundo a disponibilidad. La vivacidad, la conmoción y la verdadera experiencia, sin embargo, surgen del encuentro con lo indisponible".

Hartmut Rosa desarrolla el concepto de "indisponibilidad" como la cualidad de aquello que no puede ser completamente controlado, dominado o puesto a disposición humana de manera absoluta. Lo verdaderamente significativo en la vida -el amor, la amistad, la belleza, la inspiración- permanece indisponible en su esencia. Esto significa que no puede ser garantizado, poseído ni plenamente instrumentalizado sin perder su autenticidad y valor. Algo es y debe seguir siendo indisponible porque solo así puede generar experiencias de resonancia, que para Rosa son el núcleo de una vida plena y auténtica.

El modo fundamental de la existencia del ser humano no es disponer sobre las cosas, sino entrar en resonancia con ellas: la verdadera esencia de la experiencia humana no radica en tener el control sobre el mundo o en manipularlo, sino en la capacidad de estar en una relación profunda y abierta con él. La "resonancia", concepto clave en la teoría de Rosa, implica una interacción genuina y transformadora con las cosas, las personas y el entorno, algo que no puede identificarse con o reducirse a la lógica de la posesión o el control. La resonancia implica una conexión emocional y vivencial que nos permita estar profundamente presentes en el momento, algo que va más allá de una experiencia superficial o utilitaria.

Sin embargo, en la modernidad vivimos en un mundo obsesionado con la disponibilización de todo, buscando maximizar el acceso, la previsibilidad y la eficiencia. El drama de la relación moderna con el mundo es la idea, el anhelo y el deseo de poner el mundo a disponibilidad. La concepción dominante es que el mundo debe ser conocido, dominado y explotado. La idea de disponer plenamente de las cosas refleja la tendencia a ver todo como algo que puede ser manipulado, controlado o consumido. En lugar de ver el mundo como algo con lo que podemos tener una interacción rica y significativa, en la modernidad tiende a reducirse a un conjunto de recursos a nuestra disposición. Esto se alinea con la aceleración (otro concepto fundamental en el pensamiento de Rosa) y la lógica del consumo, donde todo debe ser eficiente, accesible y utilizable.

Pero en la medida en que aspiramos a poner el mundo a disponibilidad, este se transforma irremediablemente en un "punto de agresión"; al intentar convertir todo en un objeto de control o de consumo nos enfrentamos al mundo como algo que debe ser conquistado o manipulado. Esto produce una relación deshumanizada y utilitarista con las cosas: cuando nos acercamos al mundo con la idea de "disponer" de él, lo tratamos como un objeto destinado a ser dominado, y no como un conjunto de experiencias a explorar; el mundo deja de ser algo con lo que podemos entrar en resonancia y se convierte en un campo de batalla donde la relación es necesariamente conflictiva y basada en la apropiación. De esta manera parece escapársenos la misma vida, aquello que constituye la experiencia de la vivacidad y el encuentro, aquello que posibilita la resonancia. La vida, entendida como una serie de encuentros auténticos con el mundo y las demás, se reemplaza por un vacío marcado por la falta de conexión y por el afán de consumir o controlar. Esto, a su vez, produce angustia, temor, ira e incluso desesperación, sentimientos que se ven reflejados en comportamientos políticos impotentes y agresivos.

"Precisamente en las zonas de bienestar de la tardomodernidad, allí donde la disponibilidad económica y digital tiene un alcance sin parangón, los ciudadanos enfadados (a menudo provenientes de sectores acomodados) conquistan las calles y las mayorías. ¿Por qué están tan enfadados? ¿Qué promesa no se les ha cumplido? ¿En qué se basa su resentimiento general ante el mundo?".

El deseo humano de conexión y relación se ha distorsionado perversamente en la modernidad. En lugar de buscar una relación profunda y transformadora (resonante) con las demás y con el mundo, el deseo se ha convertido en un deseo de "objetos". En lugar de querer experimentar la vida de manera plena, buscamos bienes materiales o experiencias que prometen satisfacción inmediata. Este proceso de reducción del deseo humano a un deseo de objetos refleja y reproduce la lógica del capitalismo, que promete llenar el vacío existencial con más y más productos. En la economía capitalista, el consumo se presenta como la solución a la insatisfacción existencial. Los objetos, a diferencia de las relaciones auténticas o los momentos de resonancia, son "disponibles" de manera inmediata y segura. Esta disponibilidad constante de bienes y servicios promete satisfacer nuestros deseos más profundos, pero en realidad solo los reemplaza por un ciclo de deseos insaciables. El sistema capitalista ofrece una "falsa promesa" de satisfacción a través de la adquisición de cosas, pero nunca logra llenar realmente el vacío emocional o existencial. 

En esto consiste el truco de magia del capitalismo, en que las consumidoras y los consumidores nos sintamos decepcionadas siempre de nuevo por los objetos adquiridos, pero no tanto como para que dejemos de desear y comprar nuevos objetos. El capitalismo opera a través de un ciclo interminable de decepción y esperanza. Este ciclo asegura que nunca se llegue a una satisfacción duradera, lo que obliga a las personas a seguir consumiendo. En este proceso, la verdadera resonancia con el mundo y las relaciones humanas queda opacada por la continua insatisfacción que genera el deseo de objetos, transformados por un perverso proceso de fetichización: las mercancías o experiencias de consumo son imbuidas de cualidades que en realidad no poseen; el crucero, el safari o las curas comerciales que prometen sanarnos o retrasar mágicamente la vejez se presentan como medios a nuestro alcance para alcanzar la transformación personal o la satisfacción plena. Sin embargo, lo que realmente falta es el proceso de "asimilación transformadora", que es más inseguro e impredecible, pero genuinamente enriquecedor. El capitalismo explota esta ilusión, haciendo que los objetos sean vistos como la solución a la insatisfacción, cuando en realidad solo perpetúan la espiral de deseo.

En este libro esencial Rosa nos invita a reflexionar sobre cómo la lógica de la disponibilidad, la aceleración (extremada por la apariencia de conectividad e inmediatez de la tecnología digital) y el consumo nos aleja de experiencias genuinas de conexión y resonancia con el mundo. Lo que una vez pudo haber sido una relación profunda y transformadora se ha convertido en una búsqueda constante e insaciable de objetos que prometen la felicidad, pero que solo alimentan un vacío emocional cada vez más grande. Esto no solo nos afecta a nivel individual, sino también colectivo, generando tensiones y comportamientos destructivos en la sociedad. Deberíamos, pues, recuperar nuestra capacidad de apreciar y vivir experiencias de "indisponibilidad" (de misterio, fragilidad, contingencia, gratuidad, trascendencia, inaprensibilidad)  que nos permitan reconectar con la vida de manera más plena y consciente. 

"Si el mundo dejara de aparecer como un punto de agresión para mostrarse como un punto de resonancia -eso es, si en lugar de encontrarnos con él en el modo de la agresión, la dominación, el control y la puesta a disponibilidad, lo hiciéramos en una actitud de asimilación transformadora, de escucha y respuesta autoeficaz dirigida a una alcanzabilidad responsiva mutua [...] otro mundo sería posible".

domingo, 26 de enero de 2025

Eskoritas y Asnos

Anoche me acosté con dudas por la lluvia y por el viento, pero esta mañana me he animado a acercarme hasta Maroño (¡qué recuerdos!) y pasear por dos montes humildes pero agradecidos: Eskoritas (según el catálogo de Centenarios) o Eskorieta (642 m) y Pico los Asnos o Bagatza (563 m). A las 8:20 salía del parking del Guzurtegi; a las 9:00 he llegado al santuario de la virgen de Etxaurren, patrona del valle; a las 9:20 a Eskoritas y a las 10:00 al Asnos. En el descenso me he desviado para ver unos restos de trincheras de la Guerra Civil y para las 11:30 estaba de nuevo en Maroño.
Un paseo sin mayores dificultades, con preciosas vistas de la sierra Salvada/Gorobel, y hoy con muchísimo viento.
 




Santuario de Etxaurren.











Eskoritas.







Eskoritas, desde la subida al Asnos.
Asnos.
Eskoritas desde Asnos.









Supongo que estos son los vestigios... Tienen pinta de trincheras. Porque señalización no hay ninguna.