lunes, 6 de junio de 2022

La Bariega: 30 años caminando en fraternidad hacia la inclusión social. Aurrera!




 [I] 30 años son muchos años. Más para hacerlos caminando.

Hace treinta años comenzó a andar el Centro La Bariega, imaginado como un Centro Comunitario Abierto de Cáritas de la Unidad Pastoral de Sestao.

Centro Comunitario Abierto. No sé si os habéis parado a pensar en todo lo que se contiene bajo esta denominación. Seguramente sí, seguro que lo habéis pensado. Pero a veces las últimas personas en ser conscientes del alcance de sus acciones son las personas que las protagonizan. Especialmente cuando quienes lo hacen son la gente de a pie, la gente normal, que no aspira a hacer historia sino a hacer lo que debe hacer, que no hace las cosas para que su nombre sea recordado en el futuro sino para responder a los retos del presente.

Lo explicaba perfectamente Carmelo Corada en una conversación en Radio Popular: “queremos un proyecto fuerte, sólido, comunitario, de todo Sestao y para todo Sestao, abierto a la comunidad”.

Una comunidad abierta: suena muy bien, de hecho es como debe sonar, pero no es en absoluto sencillo lograrlo. Al contrario, y sobre todo en los tiempos actuales, las comunidades tienden a cerrarse sobre sí mismas, como protección de quienes están dentro.

Alguna vez he reflexionado sobre esto jugando con dos formas de entender la comunidad:

·        Como “conUNIDAD”

·        Como “COMUNidad”

Todo indica que La Bariega fue concebida como COMUNidad, como un espacio abierto, acogedor, incluyente.

Hace 30 años, a principios de los Noventa, Sestao era un municipio muy distinto del Sestao de hoy, en muchas cosas. También eran otras las circunstancias que llevaron a Cáritas a impulsar un proyecto como este, otras las personas que encontraron su espacio en La Bariega. Momentos distintos, perfiles distintos.

Hoy son otras las circunstancias, también las de las más de 80 personas a las que atiende el proyecto. Pero su razón de ser sigue siendo la misma: ser comunidad abierta.

¿Para hacer qué?

 

[II] “Caminamos despacio porque vamos lejos”. Uno de los lemas más conocidos y más hermosos del movimiento zapatista.

La Bariega lleva 30 años caminando despacio. Quien, sin conocer el proyecto por dentro, en toda su encarnadura, y se quede con la literalidad de lo que decís en vuestra información (muy escasa, por cierto: como se nota que, como buenas voluntarias y voluntarios de Cáritas lo que os interesa es ser conocidas por vuestras obras) es probable que piense que lo que hacéis es algo como de otros tiempos, como si os hubierais quedado por el camino.

Se trabaja principalmente en dos ámbitos de intervención: Promoción Social y Personal y Relaciones Familiares e Infancia. En el Área de Promoción Social y Personal se trabajan las capacidades de aprendizaje, la autonomía y el autocuidado, la comunicación, el sentido de pertenencia y la relacionalidad, la alfabetización digital, la activación sociolaboral. En el Área de Relaciones Familiares e Infancia se abordan cuestiones relativas al cuidado y educación de hijos e hijas, costura, cocina.

Con todo lo que ha cambiado el mundo en estos 30 años, ¿todavía estáis con esas cosas? Se trata de cosas muy básicas, aparentemente simples, sin glamour, sin brillo. En realidad, se trata de dimensiones y competencias fundamentales, los cimientos de una vida auténticamente humana: la autonomía personal y la vinculación social. Sin estos cimientos, todo lo que queramos construir (todos esos grandes conceptos como creatividad, emprendimiento, participación, desarrollo, activación, etc.) no será más que castillos en el aire.

Pero vosotras y vosotros sois más de tierra que de aire, sois caminantes, y caminantes por unos senderos no precisamente sencillos. Caminos sin asfaltar, empinados, poco iluminados. Esos son los caminos que habéis elegido y al recorrerlos habéis tenido la misma experiencia que tuvieron Cleofás y su compañero al hacer el camino que llevaba de Jerusalén a Emaús: por el camino os habéis encontrado con vuestro prójimo y, al hacerlo, habéis caminado con Jesús.  

Nunca os habéis quedado paradas ni os habéis confundido de camino. Camináis despacio porque vais muy lejos. Hacia la inclusión social, ni más ni menos.

Y la auténtica inclusión se construye desde la base, en la cotidianeidad, en el día a día, en el encuentro horizontal, entre iguales, en el reconocimiento. En fraternidad.

 

[III] 30 años caminando en fraternidad.

Caminar juntas, caminar muchas, hacerlo sin dejar a nadie atrás, al ritmo de quienes, por la razón que sea, necesitan ir más despacio.

Esto es algo que siempre me ha gustado del montañismo, avanzar juntas, cada uno con nuestro propio ritmo, pero intentando acompañar a quien avance más lento. Parando tantas veces como sea necesario para reagruparnos. Porque el objetivo no es llegar rápido, ni siquiera llegar, sino llegar todas y todos.

No es fácil hacerlo. Vivimos tiempos en los que la velocidad, la rapidez, el éxito, son la norma. Pero se trata de una norma que crea, necesariamente, exclusión. Son muchas las circunstancias de la vida que hacen que caminemos más despacio, que nos extraviemos en el camino, incluso que tengamos que detenernos. El camino de la vida es muy complicado; lo sabéis bien por experiencia.

No se trata de que haya personas rápidas y personas lentas. Todas y todos tenemos momentos en nuestra vida en los que podemos avanzar más rápidamente, y otros muchos en los que las fuerzas parecen abandonarnos y las piernas y los pulmones no nos responden.

Somos seres frágiles, vulnerables. Esto no es una debilidad, sino la condición humana. Caemos enfermas, nos deprimimos, sufrimos pérdidas, necesitamos apoyo, una palabra amable, una mirada de cariño.

Por eso no entiendo la moda actual de las carreras de montaña. Yo soy más de caminar en grupo, disfrutando de la compañía, apoyando y sintiéndome apoyado. Como hacéis vosotras y vosotros. Como lleváis haciendo desde hace 30 años.

Por cierto: antes me he referido al lema zapatista de caminar despacio porque vamos lejos. Pues resulta que el movimiento zapatista llama “Caracoles” a los territorios y los municipios sobre los que tiene influencia y a partir de los cuales ha querido construir otro Méjico posible.

¿No os parece que La Bariega es un poco esto, un “caracol”? Porque avanza despacio, paciente, pero avanza sin desánimo: ¡30 años ya, y los que vendrán!

Porque, como la concha de los caracoles, La Bariega es un hogar, una casa para quienes necesitan reconocimiento, acogida, apoyo.

Y porque La Bariega, como tantas iniciativas de solidaridad sostenidas por el voluntariado social, es un territorio de posibilidades, una zona liberada, en el sentido en que utilizaba esta expresión mi querido y recordado amigo Chema Mardones. Decía Mardones que la tarea que hoy nos desafía es la de crear «espacios verdes» en los que se ponga de manifiesto la posibilidad de otro estilo de vida; «nichos ecológicos» en los que pueda sembrarse y madurar una alternativa cultural y de valores a esta sociedad del tener: «Frente al carrerismo, la competitividad, el consumo, el afán de dinero, el exhibicionismo y la banalidad del yuppismo neoconservador, hay que presentar el atractivo de la vida sencilla, austera, centrada en el ser uno mismo radicalmente, en el encuentro con los otros y la solidaridad con los dolientes y menos favorecidos de nuestro tiempo.» Zonas liberadas en las que sea realmente posible hacer que florezca lo inédito viable de la realidad (Paulo Freire).

  

[IV] Ha querido la casualidad que estemos celebrando este aniversario en una Escuela de Música.

Construir comunidad es como componer un canto o una melodía, como formar una coral o una orquesta. Exige combinar diversidad y unidad para evitar la cacofonía y lograr la polifonía.

Sestao es hoy más diversa que hace 30 años, cuando ya lo era, y mucho. Nuevas diversidades colorean sus calles. Pero las necesidades y las aspiraciones de quienes las caminan son básicamente las mismas: reconocimiento, acogida, apoyo, acompañamiento, encuentro, participación.

La Bariega es mucho más que un buen lugar, que un buen espacio físico. Es un camino, es una sinfonía. Por muchos años.

domingo, 5 de junio de 2022

Existiríamos el mar

Belén Gopegui
Existiríamos el mar
Penguin Random House, 2021
 
"En Martín de Vargas no hemos llegado a ningún sitio. Nuestros trabajos nos tragan, no tenerlos también. Ramiro y Camelia siguen haciendo cosas que mucha gente desprecia porque les parecen trasnochadas. Les dicen que pelearse para mejorar un poco las condiciones de trabajo es inútil, que en breve se van a destruir muchos más empleos de los que se destruyeron con la pandemia. O que sus organizaciones dejan mucho que desear. ¡Como si ellos no lo supieran! Yo no desprecio lo que hacen, cómo podría si ni siquiera he conseguido que en mi empresa se hagan elecciones sindicales. Encima, ellos hacen más cosas: estudian, discuten, tratan de ver qué medidas pueden tomarse para que no acaben enfrentándose las empresas térmicas y las del automóvil, con las de los cuidados y la energía verde".


Lena, Ramiro, Camelia, Hugo y Jara: en sus primeros cuarenta, comparten piso de alquiler en Madrid, empleos precarios, relaciones sentimentales frágiles, futuros inciertos, pero también una amistad preciosa, construida sobre el cuidado y el apoyo mutuo. Personajes sólidos en su labilidad protagonizan sus propias historias -cada una la suya, única, irreductible en sus sombras y sus luces- que, al entrecruzarse y asentarse en un zeitgeist, en un espíritu de la época muy identificable, se convierten en símbolos de este tiempo que nos ha tocado vivir. Un tiempo de vidas a la intemperie, sometidas a tensiones que las estresan hasta averiarlas, hasta reducirlas, muchas veces, a pecios desarbolados, varados en los islotes desiertos de nuestras ciudades:
 
Y tanta gente solitaria que desde su rincón sigue diciendo: "No puedo más", pero nunca a la vez, ¿por qué no logramos decirlo a la vez?
 
Con estos mimbres Belén Gopegui va tejiendo una historia (una historia de historias) delicadísima, de un realismo duro pero también luminoso o, cuando menos, iluminado por la mirada de la autora, que no se deja/no nos deja caer en el desánimo y el derrotismo
 
"Y parece que no avanzan, pero un día te sobresaltará su gesto de huracán, tan cerca".
 
Ojalá seamos muchas, muchísimas, las personas que nos encontremos con este libro de Belén Gopegui, un "Martín de Vargas" literario en el que edificar el refugio imprescindible donde coger fuerzas para seguir viviendo y, tal vez, para cambiar la vida: no mi vida, no de vida, la vida.