Con su permiso, reproduzco sus palabras:
El pasado día 5, Camaron de la Isla hubiese cumplido 60 años pero se fue, potro de rabia y miel, hace ya casi 20. Hoy hace treinta años que Chapman asesino a John Lennon. Dos leyendas, dos mitos, dos seres libres, con miradas similares y transformadoras sobre el mundo y, por ello, revolucionarios. Camarón, el gitano rubio del que se dijo que nunca cantaría precisamente por eso, el cantaor de la “Leyenda del Tiempo” y Lennon, que puso su genialidad al servicio de un mundo mejor. Yo veo en ambos algo común porque creo que se puede cambiar todo desde todos los espacios, desde cualquier aproximación, aportando granitos de arena diversos, a veces contradictorios. Somos (o son) nosotros (u otros) los que somos incapaces de gestionar eso granitos de arena para hacer de ellos no una torre de babel sino una torre al servicio del “bien común”.
Ambos intentaron luchar contra un ‘establishment’ que no les gustaba, que no era justo –cada uno a su manera– y ambos, quiza por este empeño, se fueron o les fueron.
Por ellos y para ellos, mi recuerdo enamorado.
Para vosotros, un abrazote y ¡feliz día!
Yo me permito incorporar a este cosmos creador de inéditos viables a Xabier Lete, fallecido el pasado día 4. Y os dejo como testimonio una de sus canciones más hermosas, "Xalbadorren heriotzean".
Adiskide bat bazen
orotan bihotz-bera,
poesiaren hegoek
sentimentuzko bertsoek
antzaldatzen zutena.
Plazetako kantari
bakardadez josia,
hiltzen lihoa iruten
bere barnean irauten
oinazez ikasia... ikasia.
Nun hago, zer larretan
Urepeleko artzaina,
mendi hegaletan gora
oroitzapen den gerora
ihesetan joan hintzana.
Hesia urraturik
libratu huen kanta,
lotura guztietatik
gorputzaren mugetatik
aske senditu nahirik.
Azken hatsa huela
bertsorik sakonena,
inoiz esan ezin diren
estalitako egien
oihurik bortitzena... bortitzena.
Nun hago, zer larretan
Urepeleko artzaina,
mendi hegaletan gora
oroitzapen den gerora
ihesetan joan hintzana.
Era un amigo entrañable y sensible, transfigurado por las alas de la poesía, por los versos surgidos de un profundo sentimiento. Un cantor que iba por las plazas aterido de soledad, que había aprendido con dolor a tejer palabras y a expresarse contenidamente desde la insobornable verdad de su ser interior.
Dónde estás, en qué praderas, pastor de Urepel, tú que huiste hacia las altas cumbres, hacia el mañana que perdura en el recuerdo.
Liberaste tu canción demoliendo el cerco, buscando la libertad más allá de las ataduras y los límites de tu cuerpo, convirtiendo tu último aliento en el verso más profundo, en el grito contundente de las verdades ocultas que jamás se pueden expresar.
Dónde estás...