Me preocupa muchísimo que
Pérez Rubalcaba no conciba otra manera de hacer oposición distinta de la que él está liderando que aquella, tan irresponsable,
que realizó el PP contra Jose Luis Rodríguez Zapatero. Por supuesto que aquel estilo de oposición debería desaparecer para siempre del escenario político. Pero no es cierto que la única alternativa sea esta oposición meramente declarativa de Rubalcaba.
¿Buscar grandes acuerdos que permitan afrontar en mejores condiciones la actual situación? Como planteamiento, nada que objetar. Pero lo que a finales del pasado año, cuando asumió el liderazgo del partido socialista, podía ser un ejercicio de responsabilidad, hoy no pasa de ser una expresión de impotencia.
"Lo que es nuevo en el contexto actual es que las clases dominantes se desinteresan del consenso, tal es la confinza que tienen en que no hay alternativa a las ideas y soluciones que defienden. Por esta razón, no se preocupan de la posible vigencia de ideas y proyectos que les son hostiles, ya que están convencidos de su irrelevancia y de lo inevitable de su fracaso. La hegemonía se transformó y pasó a convivir con la alienación social, y en vez de sustentarse en el consenso, lo hace en la resignación. Lo que existe no tiene por qué ser aceptado por ser lo bueno. Bueno o malo, es inevitable, y es desde esta base que tiene que ser aceptado" [B. de S. Santos,
Crítica de la razón indolente: contra el desperdicio de la experiencia, vol. I, Desclée de Brouwer, Bilbao 2003]
Cuando Boaventura de Sousa Santos escribe estas líneas en el año 2000 no estaba pensndo, evidentemente, en el PP y en el Gobierno de Rajoy; sin embargo, la tesis que entonces defendía con carácter general puede aplicarse en todos sus términos al aquí y al ahora de huestro país. El PP se ha desentendido del consenso, el acuerdo o el pacto. Totalmente.
En estas circunstancias, lo que necesitamos es una oposición propositiva y proactiva, una pro(o)posición capaz de plantear con claridad un diagnóstico alternativo a la doxa neoliberalizadora dominante y de elaborar un proyecto sociopolítico de intervención para su realización. Un proyecto que necesariamente debe tener desde el principio una dimensión europea.
Se trata de combatir la resignación asociada a la incapacitante ideología de la inevitabilidad. ¿Qué tal si empezamos por cuestionar la idea de que este estilo de oposición, aunque no sea aceptado por bueno, debe ser aceptado por inevitable?