"Todo personaje que alcanza el poder enseguida declara con firmeza que conoce la realidad de las cosas, que ve sus debilidades y que es capaz de ponerles remedio. Va a tener éxito allí donde los otros han fracasado.
Lo contrario sería impensable, un primer ministro que nos dijese: 'Es un tema que no conozco bien. Francamente, haré lo que pueda, pero a día de hoy no tengo muy claro cómo resolver ese problema'. En otras palabras, un jefe de Estado que nos contase la verdad resultaría inconcebible. Afirma que todo lo sabe y todo lo puede, al estilo (mágico) de los reyes de antaño.
Así nos esconde su debilidad, que es también la nuestra. Por miedo a que nos entre el pánico, disimula sus dudas, calla su fragilidad, su incompetencia parcial, en resumidas cuentas, todo lo que es humano en él. Y, por supuesto, cuando llega la crisis, nos decepciona.
Si queremos que la democracia tenga un futuro próspero, quizá debamos llevarla por el camino de una sinceridad más abierta".
[Jean-Claude Carrière, Fragilidad, Península, Barcelona 2006]
No hay comentarios:
Publicar un comentario