martes, 25 de febrero de 2014

Farewell, Jack Edwards

Me ha emocionado leer hoy en EL PAÍS el reportaje de Natalia Junquera sobre el brigadista Jack Edwards, y cómo sus familiares y amigos han dado cumplimiento a su deseo de que sus cenizas vuelen para siempre en el valle del Jarama, donde lucho junto a tantos internacionalistas contra el fascismo que, empezando por España, acabó incendiando toda Europa.
No sé si habrá habido otro conflicto bélico que haya implicado libre y generosamente a tantas personas de tantos lugares del mundo como la Guerra Civil española.
Aunque inglés, internacionalista como era, seguro que Jack Edwards entonaría junto a sus compañeros de armas Viva la Quinta Brigada... como si fuera irlandés:
"Viva la Quinta Brigada, No Pasaran, the pledge that made them fight. Adelante was the cry around the hillside. Let us all remember them tonight". 

 
 Christy Moore - Viva la Quinta Brigada. Live at Barrowland Glasgow


¿Unilateralidad con dos lados?

Es lo que tiene llegar tarde a todo: que la historia que una vez fue tragedia se reproduce finalmente como farsa. Las y los verificadores internacionales a los que ETA ha recurrido (¿o cómo ha sido eso?) para escenificar su desarme traen consigo, según parece, experiencias referidas a situaciones bien trágicas: Ram Manikkalingam carga sobre sí con la guerra civil de Sri Lanka (con casi 100.000 muertos); Ronnie Kasrlis con el infame apartheid de Sudáfrica; Chris Maccabe con los conflictos de Irlanda del Norte y de Kosovo; Satish Nambiar con la brutal experiencia de la ex-Yugoslavia; Aracelly Santana con las pirámides sacrificiales de El Salvador (80.000 muertos o desaparecidos) o Guatemala. Conflictos en los que se han enfrentado ejércitos regulares, o bandos perfectamente militarizados, con cadenas de mando, estrategias de conquista y control del territorio, en contextos de abierta guerra civil. Y ahora se han encontrado, porque alguien (¿quién?) les ha llamado, con un conflicto sin bandos, en el que una sola banda, cada vez más reducida a panda o pandilla, busca la forma de sustanciar de la manera más conveniente para sus propios intereses la única decisión inteligente y moral que han tomado en sus cinco décadas de existencia: dejar de existir. >> PARA SEGUIR LEYENDO