viernes, 4 de junio de 2010

Apaciguamiento

"Nada garantiza que los mercados se contenten con la reforma laboral". No le falta razón al secretario general de UGT, Cándido Mendez. Más bien le sobra.
Ya sabemos en qué acabó la política de apaciguamiento impulsada por el primer ministro de Gran Bretaña, Neville Chamberlain, con la pretensión de evitar la guerra con Hitler.

En su artículo de 1997, La amenaza capitalista, George Soros advertía de los riesgos que el capitalismo entraña para las que él denomina sociedades abiertas, si bien rechazaba la mera posibilidad de relacionar el capitalismo con ideologías y proyectos totalitarios como el nazismo o el comunismo: "Totalitarian ideologies deliberately seek to destroy the open society; laissez-faire policies may endanger it, but only inadvertently", escribía. Es decir: mientras que las ideologías totalitarias persiguen deliberadamente la destrucción de esas sociedades abiertas (democráticas), las políticas de libre mercado pueden dañarlas, pero sólo como resultado de consecuencias no queridas.
No estoy de acuerdo.



Hoy asistimos al despliegue deliberado de un proyecto de reducción de los sistemas democráticos hasta limitarlos a sus aspectos más formales.
El capitalismo no necesita ciudadanos, le basta y le sobra con productores y consumidores.
Del mismo modo, su democracia ideal es aquella en la que tampoco haya ciudadanos, tan sólo electores ocasionales.

¿Apaciguar estos mercados? No lo creo.